GUAU! Es el Taller de Escritura del Centro Cultural Nise cuya sede se encuentra en el Hospital “Abelardo Irigoyen Freyre” de Oliveros.
Este espacio, que coordino desde 2007, tiene como objetivo la producción y puesta en circulación de los textos de lxs usuarixs del taller. Creemos que la escritura es un lenguaje, un estuche que nos posibilita crear y poner en el mundo nuevos sentidos y así nombrarnos, decirnos desde lugares singulares y propios.
Desde 2007 a la fecha, hemos realizado Tertulias Literarias, encuentros de lectura, intercambios con otros espacios de producción y editado de manera independiente plaquetas, zines y libros de autoría individual y colectiva. Asimismo, publicamos una selección de nuestras producciones en nuestro blog: www.guaurevista.blogspot.com.
Hernán Camoletto
Manifiesto antimanicomial
Quiero que se cierren los manicomios y que las personas que tienen casa y familia puedan volver a su seno y sean tratados en un régimen ambulatorio por profesionales capacitados. Y que aquellos que no tienen casa ni familia puedan vivir en casas asistidas con personal idóneo.
Los más viejos deberían ser trasladados a geriátricos dignos. Que los jóvenes que padecen adicciones reciban tratamiento en espacios adecuados a sus problemáticas.
Deseo que a las personas que están capacitadas y en condiciones de trabajar se los ayude a conseguir un trabajo digno con un salario que les permita vivir tranquilamente.
Que todos seamos aceptados por la sociedad como parte de ella.
No somos locos.
No somos inválidos.
No somos ciegos.
No somos ignorantes.
No somos tontos.
No somos vagos.
No somos insensibles.
No somos mudos:
¡Queremos nuestra libertad!
Andrés Otaduy III
Agua
Aprendí a nadar en el balneario de Oliveros. Me enseñó mi padre. Empecé practicando croll y también el riero que es un tipo de nado que se utiliza cuando hay correntada. En realidad, los primeros pasos en la natación fueron en el Carcarañá en Arteaga. El tío Rogelio nos llevaba a mí y a sus hijas en una Ford A. Me tomaba del fondo del río para ir más segura porque es un muy correntoso.
Una tarde fuimos con mi tío y mi abuelo, yo había comido muchas uvas negras, me dieron retorcijones y me cagué en el río. Ellos nunca se enteraron.
Durante mi adolescencia iba a la piscina del club Newell’s Old Boys, practicaba water polo. Solia hacer un largo entero sin salir a la superficie.
Me encanta el agua, me encanta nadar. Nadé mucho en mi vida. Y en muchos lugares. Nadé en Europa, en Isla Margarita, en Brasil (en el Pinho, una playa naturista dividida entre solteros y casais, hice nudismo), en el Paraná. Prefiero el agua de mar. Limpia, cálida, una belleza. En Miramar es muy fría y hay épocas de aguasvivas que son unas medusas que, si te rozan, producen un ardor muy fuerte en la piel.
Este verano pasado, con mis compañeros de la colonia íbamos a la piscina del camping Eva Perón. Disfrutaba los clavados. Esto me recuerda que en el año ’75, me estaba tirando de un trampolín y había un niño en el fondo que se estaba ahogando. Mi esposa Adriana le hizo respiración artificial y lo salvó. La gente del club le dio un diploma de agradecimiento. Ella había aprendido a nadar en Gimnasia y Esgrima de Rosario.
Hay agua en el bautismo. Me bautizaron en la Iglesia de Lourdes donde se casaron mis padres. Mi padre sabía nadar muy bien, mi madre no. Él había estado en la Marina. Mis hijos fueron bautizados por el padre Santidrián en la Iglesia de las Cuatro Plazas. Ninguno lloró cuando les cayó el agüita.
Andrés Otaduy III
Amigo
El entreversar
de tu amistad
fue lo más importante.
El que hoy me digas
“Te guardo un secreto
en lo más hondo de mi corazón”.
Tu responsabilidad es tan pura
como el agua pura.
Sos tan transparente como un pañuelo.
Isabel Romero
Amor
Sos lo más importante
que me sucedió
en esta vida nuestra.
Amarnos al rojo vivo
ardientes como las llamas
del fogón.
Te amo
en un flechazo
a primera vista.
El primer beso
me cautivó
el rozar nuestros labios.
Isabel Romero
Mi otro yo
Mi otro yo,
soy una chica sencilla que quiere una caricia y un poquito de amor.
Mi otro yo,
soy como el pétalo de una rosa.
Me deshojo como una brisa en el mar.
Isabel Romero
Soy curiosa
Soy chismosa. Me gusta saber lo que le pasa a los demás. Me gusta salir a pasear. Me gustaría conocer Estados Unidos, su gente, su movimiento. Un lugar lejos de Argentina. Me gustaría ver otras vidas.
Me interesan los crímenes. En Estados Unidos hay muchos jueces y abogados y médicos forenses. Me gustaría verlos investigar, preguntarles sobre los casos en los que trabajaron.
Me interesa el trabajo con los cuerpos muertos. Gente que murió de algo que no se sabe y hay que abrirla para comprender.
Soy curiosa. Me da curiosidad:
-las casas con mucho adornos;
-los libros que no puedo leer. Quisiera saber leer para comprender:
-si hay vida en otros planetas;
-porqué adoraban a un gato los egipcios;
-si existieron los dinosaurios;
-si hay un Dios.
Creo en Dios. Iba a la iglesia en Roldán. La casa de Dios estaba en Villa Flores. Rezaba, me preguntaban si quería que Dios tomara mi corazón, me contaban que había venido como un mesías hace mucho tiempo, antes de que existiera la tele. Antes de que Él viniera, la gente era muy inocente. Creían cualquier cosa. Hasta ellos se creían dioses.
María virgen, que no había sido tocada, fue la madre de Jesucristo que nació en un pesebre junto a un burrito. Así lo vi en La pasión de Cristo, en mi casa, hace muchos años, una Pascua antes de que me pasara todo lo que me pasó.
Victoria Balbuena
El cine
Nunca fui al cine. Me gustaría ir al Village. Imagino que tiene una pantalla grande como un pizarrón y hay muchas sillas juntas de plástico o madera…
Siempre veo películas en la tele.
Mi película favorita es El jinete sin cabeza. El personaje investiga algunas muertes. A los cuerpos les faltan las cabezas. En el pueblo sabían que los había matado el jinete sin cabeza. Llevaba armadura, botas y una capa. Tenía una espada y no tenía cabeza. Andaba jineteando un caballo muerto, como él.
El investigador descubre que una bruja, una señora mala, le había cortado la cabeza y la tenía en una bolsa. Ella tenía poder sobre el jinete. Lo mandaba a matar a sus víctimas.
No me acuerdo mucho.
El investigador encontró a una chica. La bruja la agarró y sacó al jinete de su tumba que era un árbol negro. Él buscaba su cabeza, como siempre, y la bruja le dijo que la tenía la chica. Antes de que la matara, aparece el investigador y la salva. Después, el investigador le devolvió la cabeza al jinete que se llevó a la bruja a la tumba con él.
Como soy chismosa, me gusta saber porqué la gente mata. Esta película me gusta porque el investigador averigua porqué el asesino hace lo que no tiene que hacer. Es interesante. El actor trabaja con cuerpos muertos, como un médico forense.
Antes de estar acá, miraba películas con mi hermana y mi mamá. A veces, mi familia se iba a dormir y yo me quedaba viendo la tele.
Hay películas que me dan mucho miedo pero las veo porque soy curtida y porque me gustan los actores. Son lindos los actores que hacen películas.
Mis actores favoritos son Van Damme, Scharzenegger, Stalone, Nicolas Cage, Leonardo Di Caprio y Bruce Lee.
Si tuviera que actuar con alguien, actuaría con Van Damme pero no haría películas de terror, no quisiera morir. Quisiera quedar viva, viviendo con mi actor.
En la Ia iglesia me enseñaron que las películas de terror son del diablo.
Nunca vi al diablo, ni lo quiero ver. No lo imagino con cola ni cuernos, como dice la gente. Lo imagino como un ángel demacrado.
A Dios lo imagino con luz en su cara. Con piel suave y transparente como un sol que te ilumina. Cuando vuelva, en la Segunda Venida, al fin de los tiempos, a lo mejor lo conozca.
Dios debe ser lindo. Nadie sabe bien cómo es. Para mí, tiene el pelo corto. Creo que Dios se parece a Van Damme.
Victoria Balbuena
Hotel Guraní *****
Mis padres eran dueños de la librería internacional Hotel Guaraní en donde se vendían periódicos de distintos países del mundo, revistas, tabaco importado cubano, postales, artesanías paraguayas, libros, chocolates Toblerone. El local estaba al lado de la conserjería, en la entrada. El hotel era de la cadena Panamericana.
Yo cursaba el 5to. Año del Bachiller en Ciencias y Letras en el Colegio Santa Clara de Asunción y era la empleada de papá. Había un depósito que manejaba la cuñada de mi madrastra. Tenía dos empleados a mi cargo, yo era la cajera.
El hotel era muy lujoso, el más lujoso de la época. Tenía una sala de cine. Desde la entrada se extendía una alfombra roja que llegaba hasta los tres ascensores, seguía por la escalera de caracol y cubría los pasillos a los que daban las habitaciones.
Las arañas de los techos eran divinas. Majestuosas. La entrada estaba custodiada por un negro con librea y un montón de botones que iban y venían con los equipajes, atentos a los huéspedes. El hotel tenía diez pisos. En el décimo estaba la pileta donde iba a tomar refrescos y alguna otra cosita.
Llegaban personas de todo el mundo. Turistas así como personalidades de organismos internacionales como la FAO, la ONU… Recuerdo que vino a hospedarse una señorita que era Miss Filipinas. Era hermosa, exótica, la admiración de todo el mundo. Allí conocí al cantante Armando Manzanero. Era tan bajito que apenas se lo veía en los suntuosos sillones. Pero el furor fue cuando llegaron Sandro y Leonardo Favio con su esposa Carolita. Todo Asunción se revolucionó. Tal era la cantidad de admiradoras y su fanatismo que hasta sobornaban a los botones para poder subir a las suites de los artistas. Fue todo un acontecimiento en el Paraguay. Los gritos, los aplausos llenaban el hall. Un día llegó Luis Alberto del Paraná, un artista y cantante de origen paraguayo que residía en Europa, junto a su esposa española. Había recorrido todo el mundo llevando la música paraguaya, con sus polcas y sus guarañas. Al tiempo grabaría El Lago azul del Ipacaray. Este tema fue interpretado por Julio Iglesias. Luis Alberto del Paraná cantó inclusive ante la princesa Zoraya del Oriente.
Tengo una anécdota con él:
Vendíamos la revista española Hola. Cuando lo atendí, me dijo “Hola” y yo le respondí “Hola”. Me repitió “Hola” y ahí me di cuenta de que me estaba pidiendo la revista. Nos reímos y me invitó a tomar un aperitivo a pesar de que su esposa se hospedaba en el mismo hotel. Yo le agradecí y nos reímos a carcajadas.
Norma Flor
Mi madre, Andrés, las montañas y el mar
Uno de mis sueños fue viajar. Trabajaba como cajera en dos de las tres librerías que tenía mi padre en hoteles de Asunción. Tenía empleados a mi cargo. Mi trabajo no era pago. Cada tanto mi padre me regalaba dinero que enseguida cambiaba a dólares. Cuando cumplí 18 años, mi padre me preguntó qué quería. Como tenía algunos dólares ahorrados y tres tías políticas (hermanas de mi madrastra) casadas con uruguayos, le pedí viajar a Uruguay.
Mi tía Pía me esperó en el aeropuerto de Montevideo. Me llevó a su departamento. Vivía en el séptimo piso de un edificio céntrico, a doce cuadras del mar. En ese viaje conocí el mar y a un muchacho que me esperaba siempre en la playa. Contemplábamos los amaneceres o los atardeceres. Fuera del Paraguay siempre me sentí bien y con Andrés, mucho mejor. Hablábamos mucho. Sobre todo de mi niñez, cuando aún vivía mamá, cuando íbamos a la plaza con ella y mi hermanita a comer buñuelitos de manzana con chocolate mientras mi madre y sus amigas tomaban mates. Fue un mes muy romántico. Conocí muchos lugares. Mis tías me llevaron en un tour a Punta del Este. Recuerdo que el guía nos llevó a conocer las casas de Mirtha Legrand y Susana Giménez. Luego fuimos a Piriápolis. Subimos al aerocarril y fue maravilloso, lo más hermoso que vi en mi vida: las montañas y el mar. Mi sueño se estaba empezando a cumplir.
Norma Flor
John and the wine
A John Wayne
1
Se empieza primero a saborear, luego toma parte de algo fantástico, alucinante. Se forma así el mejor juego con una mujer, por así decir. Es que tanto el vino como yo estamos confundidos.
2
De casarse uno se asombra con una copa chica que llega al corazóny se convierte en algo formal dándole paso al alma que lo ha deseado desde hace mucho. Se bebe, se saborea y después se pasa a formar parte de un mundo nuevo y alegre.
3
El vino toma cuerpo, por una forma de decir, que va llegando lentamente hasta el centro del corazón. Hace que el varón y la mujer establezcan una conversación amorosa en la que el hombre puede decir a la mujer: «Bueno, será mejor que seamos algo antes que ser nada».
4
Su sabor penetrante más allá de todo alcance de la comprensión humana se forja con muy buena índole para que uno se sienta feliz y llegue, así, a hablar de lo mejor de la vida. El amor es la virtud de todo ser humano.
Ramón Garay
Nefuso contuso 2
Incontrábili decayente
de despejo roto
qué te queda por vivir
no te quejes
puede ser que te haya ido peor.
Inconcluso metafórico del melón
un loco bochón
y así, para terminar,
qué triste que no ha sido.
Fin
Ramón Garay
En mi corazón
vibra el amor.
Mis besos y mi ternura
siempre te brindaré.
Tus ojos chispeantes…
Mi risa
por siempre se escuchará.
Dame tu amor,
mi corazón es para ti.
Nuestro amor será para siempre.
Marcela Ramírez
El talismán
Era un hermoso bosque pintoresco. Desde lejos se percibía el aroma de los eucaliptos y la menta. Los duendes se encargaban de la huerta. Sembraban rosas, petunias, madreselvas, santa ritas, maravillas y estampillas. Jugaban con las mariposas y las abejas. Era el lugar propicio donde las hadas se encontraban a acampar. Hadas y duendes tenían una muy buena relación.
Un día, dos niños, Melody y Alex, paseaban por el bosque. Hacía mucho tiempo que querían llegar a ese lugar encantado para jugar con las criaturas que allí habitaban.
Se encontraban maravillados observando la belleza del paisaje, cuando una bruja los atrapó. Trataron de escapar pero ella con sus hechizos evitó que llegaran a las hadas y los duendes.
Las hadas Minerva, Jazmín y Rosaura se unieron junto a sus protectores. Entre ellos estaba el mago Merlín que, como todos sabemos, es un gran escapista. Comenzaron a discutir acerca de cómo ayudar a los niños y romper el hechizo de la bruja. Decidieron, finalmente, usar un talismán que anularía su poder.
Ese mágico objeto era de amatistas, tenía poderes transmutadores y evadía del daño causado al que lo poseía. Era gigantesco y poderoso.
Las tres hadas trabajaron sabiendo que los niños estarían protegidos. A través del mago Merlín, les hicieron llegar el amuleto.
Éste les enseñó cómo escapar, cómo desaparecer y reaparecer. Gracias a eso, los niños pudieron volver al bosque encantado a salvo de los daños y la inequidad de la bruja.
Melody y ALex estaban felices sabiendo que habían sido ayudados por un ser superior del pasado, del presente y del futuro. Corrieron por el bosque y así pudieron jugar con las flores, los duendes y las hadas.
Se quedaron largo tiempo en esa excelsa belleza.
Ana, la madre de los niños, estaba desesperada porque sus hijos habían desaparecido hacía años. Un día habían salido a jugar y nunca más los volvió a ver. El gran amor que sentía por ellos hizo que se elevara espiritualmente. Luego de invocar a los maestros espirituales, salió en busca de sus niños.
Se contactó mentalmente con ellos y envió a su ángel guía para protegerlos. Por medio de Merlín les ordenó regresar, los hizo desaparecer del bosque encantado y los hizo volver con ella, su amada madre.
Marcela Ramírez
Había una vez una virgencita, la hija de la Virgen, Dios y el Padre de Dios. Estaban rezando en la Iglesia Cristiana Evangélica que queda en Oliveros.
Dan facturas, chocolate, leche. Voy los sábados con una amiga, la Domínguez, a la iglesia. Tocamos la guitarra y la armónica. Yo toco la guitarra. Toco bien. Volvemos bien.
Claudia West
Soy gorda
Las piernas gordas
el cuerpo gordo
las manos gordas
los ojos marrones
el pelo negro con rulos.
Soy linda.
Claudia West
Frágil el cristal
que se puede quebrar pero no se termina de romper
por más que quiera.
Y está bien que así sea.
Miguel Ángel Astrada
Una mariposa es como un lirio que brilla
al amanecer
y tiene muchos colores
blanco-negro-violeta- amarillo
y tiene que posarse en una rama para saber volar
y después sale al aire
y se diluye.
Una mariposa es un elemento que se expande sobre superficies terrestres.
Miguel Ángel Astrada
Soy un pianista
que ejecuta un instrumento que no da sonido.
Toco de oído
y a veces quiero decir algunas palabras pero no expresándolas sino de manera tal que se puedan cantar.
Miguel Ángel Astrada
El Girasol
Gira con el sol, el girasol.
Yo como el girasol giro con el sol.
Tú eres mi sol y yo giro alrededor tuyo durante todo el día
y nuestras semillitas dan mucho aceite.
Te besa,
Nora
Nora Pignataro
La taza de café
El último momento juntos
fue simplemente una taza de café.
Una gran despedida.
Así culminó un gran amor
simplemente
bebiendo una taza de café.
Todo lo que tuvimos se acabó
al beber una taza de café.
No importó el tiempo juntos.
Después de tus vaivenes y mis entregas.
Después de mis besos y tus sin importancias.
Después de tus minas, tus timbas y tus enojos.
Después de las asombrosas reconciliaciones.
Todo culmina con una taza de café
y en el último trago siento
lo amargo del azúcar de esta taza de café.
Nora Pignataro
El no ocultarme
Amanece.
Amanece cada vez más temprano.
El sol sale sin esconderse.
La luna se esconde.
Yo deseo salir como el sol y no esconderme de día como la luna.
Nora Pignataro
Una señorita muy aseñorada
sale al galope
y no trae nada.
Un señor muy aseñorado,
le habla al oído
y le dice
—Te amo.
La señorita -ya no tan aseñorada-
le muestra el portasenos,
lo mira y le dice
—Tiempo de calor y a la sombra.
Cómo sigue eso:
pata de loro…
Antonio Cabrera
Oliveros, 20 de agosto de 2007.
Mi querida:
Cuánto te extraño en esta luna nueva.
Cuándo podremos encontrarnos en luna llena para vernos mejor…
Antonio Cabrera
Oliveros, 5 de mayo de 2011.
Querida Eli Lustringer:
Te diré que mi pensamiento fracasó, mi vestimenta se clausuró. Te amo, te estimo. Esperemos para la luna de miel. Volvamos el jueves en el cuarto decanato.
Canto a tus ojos verdes de mirar dormida. Armonía de celo tiene tu cintura. Fruto maduro, gracioso mango de la Argentina tropical. Deja que la bossa nova samba te domine.
Gracias por la flor que me regalaste, rosita. El amor te trae de este lado: dos en uno.
Nos vemos en el cuadrilátero para lucirnos ante el público.
Un abrazo,
Federico Luppi
Antonio Cabrera