Aborto en Uruguay: «La mortalidad materna es ahora la segunda más baja de América», dijo el ex número dos de Salud Pública


El médico ginecólogo Leonel Briozzo era subsecretario del Ministerio de Salud Pública cuando el Parlamento aprobó la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo

Leonel Briozzo era subsecretario del Ministerio de Salud Pública de Uruguay cuando el Parlamento de ese país aprobó en 2012 la despenalización del aborto. Como número dos de la cartera fue responsable de la reglamentación de la ley y como médico ginecólogo en actividad fue testigo y partícipe de la implementación de esa política pública y sus consecuencias. «Disminuyó mucho la mortalidad materna. Uruguay es ahora el segundo país de América después de Canadá, con menores tasas de ese índice. Es un resultado extraordinario», aseguró.

En una entrevista con LA NACION, Briozzo se definió como «provida», relató cómo fue la puesta en funcionamiento de la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en Uruguay y compartió «lecciones» que considera significativas para trasladar a la Argentina. En pleno debate en nuestro país, estuvo de visita en Buenos Aires invitado por la asociación civil FUSA y participó de un encuentro con legisladores y otros expertos para compartir «experiencias y herramientas para un abordaje académico-científico».

– ¿Cuál fue el camino que recorrió Uruguay antes del tratamiento legislativo del proyecto de despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo?

Es un imperativo ético el cambiar

Con ese modelo [de reducción de riesgo y daño], de 2001 a 2012 se disminuyó muchísimo la mortalidad materna y mejoró la anticoncepción. Fue un modelo muy exitoso. Luego, cuando vino la despenalización, se montó por sobre ese modelo. Creo que la medida ministerial [el modelo de reducción de riesgo y daño] fue probablemente de las de mayor impacto en la salud de la población. En 2012 ya teníamos un camino recorrido y la ley se implementó sobre eso.

– Fue un desafío muy importante porque tuvimos solamente 20 días hábiles para implementar la ley desde que el Parlamento la votó, algo bastante inédito. Y teníamos muchos problemas que resolver, fundamentalmente cómo hacer que para el sistema de salud estuviera preparado para asegurar este derecho a todas las mujeres que así lo plantearan, que por otro lado no teníamos idea de cuántas mujeres iban a plantearlo. Se planificó mucho en la incertidumbre.

– ¿Qué conocimientos incorporaron a partir de la experiencia del modelo de reducción de riesgo y daño y de la posterior implementación «rápida» de la ley?

– Las lecciones aprendidas, lo más importante de ese momento, fue imponer la idea de que siempre en primera instancia el aborto iba a ser con medicamentos, misoprostol y mifepristona. Con eso logramos, en primer lugar, la posibilidad de no sobrecargar el sistema asistencial en cuanto a internaciones innecesarias. Y en segundo lugar, disminuimos mucho la objeción de conciencia potencial que podía existir para un profesional en cuanto a hacer el aborto, pero que no la iba a tener si la tarea fundamental era prescribir los fármacos para que la mujer se hiciera el aborto en su domicilio, como finalmente ocurrió. Con este tema se logró un nivel históricamente bajo de objeción de conciencia en Uruguay, que un poco se aviene a la tradición laica que tiene nuestro país, pero igual es muy baja, del 30 por ciento, comparada con países que tienen despenalizado el aborto desde hace 40 años, como Italia, que tiene el 80 por ciento. Es una enseñanza que es fundamental para difundir.

«Despenalizando no van a impedir los abortos, solo que serán sin riesgo»

– ¿La ley 18.987 contempla que el aborto sea con medicamentos?

– La interrupción del embarazo es medicamentosa por la norma ministerial, que es la que reglamenta la ley. Se hace con fármacos, pastillas de misoprostol con mifepristona. Creemos que es mejor, y se ha demostrado fehacientemente, con evidencia científica contundente, que es mejor empezar con medicamentos porque se asemeja al proceso natural y tiene mucho menos riesgos para la mujer. Es un camino andado y creo que es importante transferir la experiencia acá en la Argentina.

– ¿Cuáles han sido los resultados de la despenalización del aborto en Uruguay?

– Disminuyó mucho la mortalidad materna. Uruguay es ahora el segundo país de América después de Canadá , un resultado extraordinario. También disminuyó la enfermedad materna grave, vinculada fundamentalmente a que ya no existen o son muy infrecuentes las infecciones y hemorragias provocadas por el aborto clandestino. En tercer lugar, se ha contribuido de manera muy importante con la disminución de la mortalidad infantil. Al morirse menos mujeres, hay menos huérfanos y esos niños tienen menos riesgo de morir. Estoy pregonando que se incluya el tema de la mortalidad infantil y los derechos de la infancia dentro del marco de la pelea por la despenalización [del aborto]: sin duda que está a favor de los derechos de la infancia.

Las políticas públicas implementadas en Uruguay han demostrado que hay menos mortalidad materna e infantil

Además, Uruguay es uno de los países con menos cantidad de abortos cada mil mujeres de entre 15 y 44 años. Esto es un producto fundamental de la política de reducción de riesgo y daño y de la despenalización; es lo único que puede explicar que estemos a niveles de Bélgica o de Suecia en el número de abortos. Hemos disminuido mucho el número de embarazos no deseados porque hemos aumentado mucho la anticoncepción pos aborto.

Finalmente, hemos ganado mucho en tranquilidad. En el sistema [de salud] hubo una disminución del estigma que tiene el aborto, que puede pasarle a cualquiera y la imposición del embarazo es una de las experiencias más terribles que puede pasarle a un ser humano.

– Si pudiera aconsejar a la sociedad argentina en general y a los legisladores en particular, ¿qué les diría?

– Que el cambio es la única oportunidad de que las cosas estén mejor. Las cosas están muy mal con respeto a este tema en la Argentina y en América Latina: hay unos índices de mortalidad materna e infantil que son altos, insostenibles. Ocurre en base a la pobreza, la exclusión, la vulneración de los derechos -de las mujeres fundamentalmente-. Mueren las mujeres pobres, hay que recordar eso. Es un imperativo ético el cambiar. Y [quiero] darles la certeza de que despenalizando no van a hacer que alguien aborte si así no lo decide, no van a impedir los abortos, solo que serán sin riesgo. No se gana nada con esta situación y sí hay mucho para ganar con la despenalización porque van a tener menos abortos y así van a poder luchar más por la vida.

Soy provida. Las políticas públicas implementadas en nuestro país han demostrado que hay menos mortalidad materna e infantil. Para ser provida no alcanza con decir que se es, sino que hay que demostrar con los hechos que las políticas que llevamos adelante tienen ese efecto. Hay que animarse a dar este paso: van a encontrar mayor posibilidad de felicidad, libertad, salud y dignidad para las mujeres, para la infancia y para toda la sociedad.

Trayectoria. Briozzo es jefe de servicio de la Maternidad Augusto Tourenne del Hospital de la Mujer del Centro Hospitalario Pereira Rossell de Montevideo, profesor titular de Clínica Ginecotocológica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, consejero del Colegio Médico de Uruguay y miembro del Comité de Ética y Profesionalismo de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia. Fue subsecretario del Ministerio de Salud Pública durante la presidencia de José Mujica(2011-2015), un cargo equiparable al de viceministro en la Argentina.

Fuente: Diario La Nación