Al menos 115 mil trabajadorxs de salud y cuidados murieron en el mundo durante la pandemia


Flor, partera peruana

«Durante casi 18 meses, trabajadores sanitarios y asistenciales de todo el mundo estuvieron en la brecha entre la vida y la muerte. Ellos han salvado innumerables vidas y han luchado por salvar otras que, a pesar de sus denodados esfuerzos, se perdieron. Muchos se infectaron, y aunque los informes son escasos, estimamos que al menos 115 000 trabajadores sanitarios y asistenciales han pagado con sus vidas el servicio prestado a los demás», expresó el titular de la OMS en la Asamblea Mundial de la Salud.

En su discurso, destacó el trabajo del personal de salud durante la pandemia y las dificultades que enfrentan día a día: «Los trabajadores sanitarios y asistenciales actúan con heroísmo, pero no son superhéroes. Son seres humanos como el resto de nosotros. Ellos sudan y juran; ríen y lloran; tienen miedo y esperanza. Muchos se sienten frustrados, indefensos y desprotegidos; sin acceso a equipo de protección personal ni vacunas ni herramientas para salvar vidas.»

En ese sentido, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus indicó que «Este Año Internacional de los Trabajadores Sanitarios y Asistenciales nos recuerda que esas personas son increíbles, y realizan trabajos increíbles en circunstancias increíbles. Aunque les debemos tanto, en todo el mundo los trabajadores sanitarios y asistenciales suelen carecer de la protección, el equipo, la capacitación, la retribución justa, las condiciones de trabajo seguras y el respeto que merecen. El trabajo puede ser peligroso y desalentador, pero también puede ser el mejor trabajo del mundo.» Y apeló a la protección de lxs trabajadorxs de la salud «Si tenemos alguna esperanza de alcanzar un futuro más sano, seguro y justo, cada Estado Miembro deberá proteger urgentemente a sus trabajadores sanitarios y asistenciales, e invertir en ellos.»

«Hemos perdido muchísimos trabajadores sanitarios y asistenciales, y perderemos muchos más a medida que la pandemia recrudezca. Transcurridos casi 18 meses de la crisis sanitaria que distingue a nuestra época, el mundo sigue estando en peligro. En lo que va de este año se han notificado más casos que en todo 2020. A tenor de las tendencias actuales, en las próximas tres semanas el número de defunciones superará la cifra total del año pasado.»

A continación, conceptos seleccionados de la alocucón de Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus sobre lxs trabajadorxs de salud, la inequidad en la vacunación y los efectos de la pandemia que afecta al planeta (al final de la nota link al discurso completo).

-Nos complace ver que durante tres semanas consecutivas se ha reducido el número de casos y defunciones notificados. Pero a nivel mundial seguimos estando en una situación frágil. Ningún país debería suponer que está fuera de peligro, independientemente de su tasa de vacunación.

-Debemos ser muy claros: la pandemia no ha concluido ni concluirá hasta tanto se controle la transmisión en todos y cada uno de los países.

-La actual crisis de vacunas refleja una desigualdad escandalosa que está perpetuando la pandemia. Más del 75% de todas las vacunas se han administrado en solo 10 países. No hay ninguna manera diplomática de decirlo: un pequeño grupo de países que fabrican y compran la mayor parte de las vacunas controlan el destino del resto del mundo. El número de dosis administradas en todo el mundo hasta el presente sería suficiente para proteger a todos los trabajadores sanitarios y a las personas mayores, si se hubiesen distribuido equitativamente. Podríamos haber estado en una situación mucho mejor.

-Los países que ahora vacunan a niños y a otros grupos de bajo riesgo lo hacen a expensas de los trabajadores sanitarios y los grupos de alto riesgo de otros países. Esa es la realidad.

-El COVAX funciona. Hemos enviado cada una de los 72 millones de dosis que hemos podido conseguir hasta ahora, a 125 países y economías. Pero esas dosis apenas alcanzan para el 1% de la población total de esos países.

-Hago un llamamiento a los Estados Miembros para que apoyen un impulso masivo con el fin de vacunar al menos al 10% de la población de cada país para septiembre, y una «campaña hasta diciembre» que nos permita lograr el objetivo de vacunar al menos al 30% para el final del año. Esto es crucial para frenar la enfermedad grave y las defunciones, mantener seguros a nuestros trabajadores sanitarios y reabrir nuestras sociedades y economías.

-Los fabricantes deben poner de su parte, asegurándose que cualquier país que quiera enviar dosis a través del Mecanismo COVAX tarde tan solo días en hacerlo, y no meses. Hago un llamamiento a todos los fabricantes para que concedan derecho de preferencia al Mecanismo COVAX sobre cualquier nuevo volumen de vacunas o para que, este año, se comprometan a entregar el 50% de sus volúmenes al Mecanismo.

-Debemos aumentar la capacidad de fabricación. Fundamentalmente, necesitamos muchas más dosis cuanto antes y hemos de hacer todo lo posible por conseguirlas. Varios fabricantes han anunciado que tienen capacidad para fabricar vacunas si las empresas que inicialmente las producen están dispuestos a poner a disposición las licencias, la tecnología y los conocimientos técnicos correspondientes. No acabo de entender por qué esto no se ha hecho todavía. Agradezco a la India y a Sudáfrica su iniciativa en la Organización Mundial del Comercio encaminada a suspender los derechos de propiedad intelectual a los que están sujetos los productos contra la COVID-19, y doy las gracias a los países que respaldan esa propuesta.

-Instamos también a los Estados Miembros y a los fabricantes a que se unan al Acceso Mancomunado a las Tecnologías contra la COVID-19 (C-TAP), un potente mecanismo para compartir licencias de forma no exclusiva y transparente.

-Acojo con satisfacción el proyecto de resolución sobre el fortalecimiento de la producción local de medicamentos y otras tecnologías sanitarias que examinaremos en la presente Asamblea.

-Hemos calculado que, si se aumenta la inversión en salud pública y atención primaria de salud con renovada determinación, en 2025 se podrán ofrecer servicios esenciales a 400 millones más de personas. Sin embargo, como mínimo la mitad de la población mundial carece actualmente de este acceso. De acuerdo con las estimaciones más recientes, 930 millones de personas sufren las consecuencias catastróficas de tener que pagar la atención de salud de su bolsillo y cerca de 90 millones se ven empujados a la pobreza extrema por esa razón. En el mundo continúa habiendo grandes lagunas en el acceso a medicamentos esenciales como antibióticos, medios de diagnóstico y tratamientos para el cáncer, insulinas, antihipertensivos y vacunas de programas sistemáticos.

-Durante los tres primeros meses del presente año, el 94% de los 135 países y territorios encuestados refirieron haber sufrido algún tipo de perturbación en sus servicios. Por ejemplo, los datos publicados en marzo indican que en 2020 hubo alrededor de 1,4 millones de personas menos que recibieron atención contra la tuberculosis que en 2019 (en porcentaje, esta cifra representa un descenso del 21%) y que, a causa de ello, podría registrarse medio millón de defunciones más. La postergación de 60 campañas de inmunización colectiva que afecta actualmente a 50 países expone a cerca de 228 millones de personas, en su mayoría niños, al riesgo de contraer sarampión, fiebre amarilla, poliomielitis y otras enfermedades.

-En cuando a los medicamentos, la OMS ha incluido en la lista de productos de uso en emergencias siete vacunas y 28 pruebas diagnósticas in vitro para la COVID-19, lo que ha permitido a 101 países otorgar sus propias autorizaciones reglamentarias. En total, la OMS precalificó en el último año 62 medicamentos, 15 pruebas diagnósticas, 13 vacunas y otros productos, el mayor número de precalificaciones en un solo año. En enero, publicamos la actualización de la Lista modelo de pruebas diagnósticas in vitro, incluidas nuevas pruebas para enfermedades no transmisibles e infecciosas.

-Evidentemente, la COVID-19 está lejos de ser la única emergencia a la que ha respondido la OMS en el último año. Cada mes, la OMS procesa más de nueve millones de datos y comprueba 43 000 se- ñales, lo que se traduce en 4500 eventos examinados y una media de 30 eventos verificados.

-Los trabajadores sanitarios y asistenciales son particularmente vulnerables en entornos inestables. Desde su establecimiento, en diciembre de 2017, el Sistema de Vigilancia de Ataques contra la Atención Sanitaria ha registrado más de 2400 incidentes en 17 países y territorios. Más de 600 trabajadores sanitarios y asistenciales y pacientes han perdido la vida, y casi 2000 resultaron heridos. No hay paz sin salud, ni salud sin paz.

-Esta pandemia tiene su origen en un virus altamente transmisible. No obstante, se ha visto potenciada por la división, la inequidad y la falta histórica de inversiones en preparación. Así que, mientras nos recuperamos y afrontamos la reconstrucción, debemos hacer algo más que detener los virus; tenemos que abordar las vulnerabilidades que hacen posible que los brotes se conviertan en epidemias y las epidemias en pandemias.

-Todos sabemos que uno de los factores que más han favorecido la propagación de esta pandemia ha sido la falta de solidaridad e intercambio entre países: intercambio de datos, intercambio de información, intercambio de patógenos, intercambio de recursos, intercambio de tecnología. La única forma de resolver esa carencia fundamental es la adopción de un compromiso vinculante entre países que proporcione una base sólida para una mayor cooperación: un tratado sobre la preparación y la respuesta frente a las pandemias que permita superar los retos que he descrito. Un acuerdo internacional que represente a todas las naciones y pueblos; que se ocupe de los riesgos y vulnerabilidades que compartimos; que aproveche nuestra humanidad, solidaridad y diversidad; y que sea un reflejo de lo que necesitan las generaciones futuras, no de lo que quiere esta generación.

-Nos encontramos en una encrucijada. Si seguimos por el mismo camino de siempre, obtendremos el mismo resultado de siempre: un mundo poco preparado, inseguro e injusto. No nos equivoquemos: esta no será la última vez que el mundo se enfrente a la amenaza de una pandemia. Es una certeza evolutiva que habrá otro virus con potencial para ser más transmisible y más mortal que el actual.

-No es el momento de mejoras graduales o de retoques superficiales. Es el momento de las ideas audaces, los compromisos audaces y los liderazgos audaces; de hacer cosas que nunca antes se han hecho. Tenemos que elegir entre la cooperación, la competición o la confrontación. En realidad, la única elección que tenemos es entre la cooperación y la inseguridad.

-Un mundo más seguro no es un juego de suma cero, sino todo lo contrario. Si una persona se queda atrás, todas se quedan atrás. Pero si el más rezagado es el primero que recibe ayuda, si el más débil es el primero que sale reforzado, si el más vulnerable es el primero que recibe protección, entonces todos ganamos.

Para acceder al discurso completo: picar acá