Bitácora de una clínica: anotaciones sobre la “Sala de Estar” del Centro Cultural Gomecito-Rosario.


Por Eduardo César Mutazzi, Doctor en Salud Mental UFRJ, Psicólogo UNR, trabajador del Estado en Salud Mental, Profesor Adjunto UNR.

 

Nota del autor: todos los nombres son ficticios y esto no podría haber sido escrito sin todo lo que he leído hasta el momento, sin la tripulación que conformamos un nosotros, mas me gustaría mencionar los autores faro de esta nave de los locos como Basaglia (del lado de allá) y Percia (del lado de acá).

 

  1. Bitácora que justifica y ubica

En febrero de 2016 un acto administrativo ministerial decide investir al “Gomecito” de servicio sustitutivo al manicomio según las leyes de salud mental. Decide un ministro que hagamos lo que venimos haciendo, decide que a partir de ese febrero, glorioso para nosotros, comience a ser lo que ya venía siendo o lo que veníamos tratando de que sea.

Allá por 2009 una asamblea de usuarios le puso un nombre propio “Gomecito”, forma instituida de llamar a algo que desde un lustro anterior venía multiplicando prácticas hospitalarias a las locuras.

2003/2004 Prácticas insurgentes contra el manicomio residual y resistente a leyes y experiencias desde el retorno de la democracia. Clínicas de la desobediencia disciplinar. Asambleas de usuarios en pugna, trabajadores en pugna de asamblea, movimiento antimanicomial que se afianza. Se abre pero no se cierra, lo sustitutivo termina complementario. Los trabajadores insisten que se cierre y que se abran. Los trabajadores insisten en salir de las políticas de los experimentos (pilotos) y pugnan por políticas de salud mental sin manicomios.

2019 Rosario. Provincia de Santa Fe. Argentina. Centro Cultural Gomecito (CCG) Derechos y hospitalidad enmarcan una multiplicidad de prácticas no tutelares. El diagnóstico, la estructura, la enfermedad dan paso a otra cosa:

  1. BITACÓRA del hacer

MARTES

08:50 Vemos a Martín parado en la puerta, esperando. Nos saluda con una sonrisa, desde lejos, al divisarnos.

09:00 Entramos, no todo está limpio. Es mediado de mes, todavía hay café, mate cocido y té. Preparamos unos mates para nosotros y en la cocina el desayuno, pusimos todo -pregunta alguno de nosotros- si todo, contesta alguien. Acompañamos con charla la espera. En el jardín los 4 o 5 primeros ya amenizan mientras esperan que abramos.

09:30 Apertura. Parados bajo el marco de la puerta vamos dando el “buen día”, el bienvenido/a, el ¿hola qué tal? a una fila que se apresura. Entra Martín, el primero. Pasa Ricardo extiende la mano, pregunta si esta el té y si puede anotarse en la compu. Ambos deambulan con el vaso en la mano. Alguien de nosotros les pide que no ensucien, que están volcando en el piso, que después limpien. Tenemos que cuidar el espacio que es de todos, decimos. Siguen en fila de saludos, Santiago, que expresa felicidad por el resultado de su equipo y entrega una nota para alguno de nosotros; pasa Pochito, muestra su ropa nueva, sus zapatillas, pide la notebook.

09:45 Sostenemos breves diálogos con quienes siguen llegando. René que con el café nos cuenta de lo que encontró en el contenedor, él dice y nadie le cree, se anota en la compu compartiendo la aventura con otros. Pepo se prepara un café y espera el próximo inicio del taller de cerámica. Entra Soledad, que sabe que al que quiere que le cueste, y también se alista para el taller. Ernesto con cara de dormido y café en mano nos propone un desafío de ping pong como todos los días. Con él llega Claudia preguntando si hay una bombilla y un poco de azúcar, que se terminó la de la cocina.

10:00 Entra Ramón que llega con quejas del bondi que lo trae de G. Baigorria viene a estar en dos talleres, el de cerámica y el verde, después del mediodía. Pasan estudiantes que acompañan a Laura al taller. Marcelo y Vero también entran acompañados se sientan en la mesa. Los que estamos a cargo del taller ya tenemos todo dispuesto. Llega Damián y su acompañante que trae mate y diálogo al que permanece en la sala. Marta que ya había entrado nos muestra un pingüino de los que ha hecho, espera nuestra aprobación. Muy bueno decimos. Pepo se suma. La sala presenta diferentes escenas:

  1. Alrededor de la compu y la música (dos o tres)
  2. El taller de cerámica propiamente dicho con todos los participantes trabajando en la mesa, son entre 6 y 10 participantes.
  3. Una mesa con mate y facturas de ayer que charla, la mesa de ping pong (4 o 5 participantes)
  4. En el jardín los que con mate juegan al truco y los que fuman en solitario. Alguien barre. (4 o 5)

10:15 Suena el teléfono algunos de nosotros atiende, es Lupe quien habla, cuenta avatares de donde está, pregunta por el miércoles y la radio Tardes Nuestras, se le confirma y dice que vendrá con su acompañante, con Marta y si tenemos el papelito del taxi. Gabriela pasa y se queda cerca de cerámica, no trabaja pero charla.

10:30 Entra Julio, nos pregunta si puede hablar con su mujer por teléfono, que necesita plata, que no tiene para puchos, habla, que se portó bien, que no tomó repite. Que está ahí en el Gomecito, que la espera, bueno a la una, bueno amor a la una te espero, dice. Álvaro da su buenossdíass y pregunta si no hay más café. Le decimos que no, que él sabe bien que es hasta la 10:30, dice que son exactamente las 10:30. Nosotros comprendemos la puntualidad del reloj y le damos el café, se va a anotar en la compu. Se sienta con el café y un pucho en los bancos del jardín y refunfuña de los comentarios de los locos.

10:45 Los que estamos deambulamos por las escenas acompañando la mañana, a veces ante un pedido establecemos una charla que alguien solicita, en realidad varias veces dice otro de nosotros, si es así. Llega Fernando con su magna mochila de pesares a cuesta. Se instala en el jardín a la sombra con los que juegan o miran el truco. Pide un poco de yerba y edulcorante en el termo. Nicolás entra con su bolsa de linyera, pidiendo cigarrillos o algo, ya que no hay más nada para desayunar. Alguien de nosotros le dice que por única vez se le dará un café dado su situación de calle. Entre nosotros charlamos que no es el único en la calle. En eso entra Félix, no pide nada, se instala, arma su espacio, colabora, limpia, pregunta en que puede ayudar.

11:00 Renovamos nuestro mate, de vez en cuando encendemos un pucho como una catarsis. Alguno se toma un respiro en la oficina. Llega Osvaldo al que el diablo lo devora, pide hablar con alguno de nosotros. Omar nos saluda efusivamente como si viniera de tiempos remotos. Damián hace su pasaje efímero. Javier se queda con los truqueros en esa ranchada de desafíos. Roberto que llega y pregunta si no le podemos dar un cafecito, le decimos que no, que eso es más temprano, no hay excepción decimos. Igual se queda y se aprovecha de la compu que quedó libre. Ángel llega, busca a uno de nosotros y le da una bolsa con algún objeto que dona. Pablo, el predicador, cuando entra nos dice que esta sanado y que Dios es el camino. Promete que irá a la radio el miércoles y bendice que esta tierra exista.

11:30 Algunos de nosotros estamos en la sala. Otros en el jardín. Otros en la oficina. Otros en la biblioteca. Deambulamos. Suena el teléfono, un equipo de internación que propone a paciente asistir en el Gomecito. Lo invitamos a venirse, a darse una vuelta y programamos la admisión. Caemos en la cuenta que son alrededor de 20 personas las que ya han venido. María José de pasadita se queda un ratito charlando con alguno de nosotros, dice que ella no va más a la radio, que la medicación la tiene mareada, luego pasa a la sala. Miguel pasa un rato y de polizón va a la compu. Alguno de nosotros le dice que se anote en la que haya menos gente.

11:45 Llega Rocío busca a alguien de nosotros en la oficina, se queda allí como si allí estuviera más cómoda. Las escenas se mantienen pero nadie está quieto, todos nos movemos, los que trabajamos (nosotros), los que vienen a estar (ellos). Suena el teléfono es Francisco, vendrá al mediodía, mandó un mail y quiere charlar con algunos de nosotros, quiere proponer mejoras al mecanismo.

12:00 Dispersión. Los del taller van ordenando y terminando. Los acompañados se retiran acompañados. Otros solos. Otros se quedan hasta el cierre en el jardín o por ahí.

12:25 Empezamos a avisar del fin de la jornada matutina que se vuelve a abrir para el taller verde a la 13:30. Muchos sabiendo la hora se van a buscar la comida que le dan en el CRSM. Otros la estiran en algunos de las escenas.

12:30 Salen los últimos. Alguno de nosotros cierra la reja. Cierre de la “sala de estar”. Nos sentamos. Charlamos, pensamos, comentamos, algunos de nosotros se quedan, otros nos vamos, otros llegan.

  1. Bitácora de un pensar

 

  • La “Sala de Estar” (SE) del CCG no puede definirse por lo que es en un sentido ontológico. Sí se puede decir que es una instancia (instalación, algo que tuvo que ser hecho) de intervención colectiva en el campo de la salud mental. Se puede decir, también, que se instala como contra-manicomial, lo que excluye es, esa lógica. Se presenta como una estrategia clínica para alojar las “demasías”. Ofrece un tiempo de refugio subjetivo de eso que aqueja, aturde, expulsa.
  • Sala de Estar” que en su nombre pone en juego un tiempo y un espacio, el “Gomecito” que se abre a la multiplicidad de estares con sus tiempos, sus devenires, sus ciclos, sus temporadas. Propuesta de un espacio para estar de otra manera.
  • Sala de estar” donde la “clínica” no es ese reducto de praxis con lo patológico, tampoco un concepto de la “Teoría” aplicable a los estructurados o desestructurados sujetos.
  • Pasarse por la “Sala de Estar” o simplemente por el Gomecito: zaguán, sala de juegos, mateadas y puchos; entradas, salidas, estancias, pasares; para muchas y muchos que usan el Gomecito. Pasares (porque nunca es individual la pasadita, por más sóla o sólo que se esté, si es singular estar por ahí), del orden de lo plural, sala anfitriona que se ofrece al uso: sala-taller, sala-truco, sala-mate; estar-conjunto, estar-haciendo, estares. Usos múltiples del espacio/tiempo. Pasares, pasadas que hacen huella.
  • Sala pensada, estar pensado en la sala, discu(r)sión clínica de un equipo que quiere escapar a la confiscación de un malestar, a la cosificación de un hacer, que traza y, como todo trazo, tiene idas y venidas, avances y retrocesos, diferentes estares que no habían pensado, lo que los obliga, al equipo, al nosotros, a seguir pensando en cómo no cosificar, en cómo estar para esa otredad en demasía (imperativo ético).
  • Tiempo de estar múltiple que espacializa la escena: el taller, la compu, la música, el mate, la charla en el jardín, la madera y el serrucho, la mesa de ping pong, la oficina, el teléfono, las plantas, el truco, la cerámica, la pintura, los micrófonos y la dramaturgia.
  • Apertura que pretende un cierre de otras prácticas de encierro, que se pretende sustitutiva y que en medio del río de la ley se sabe complementaria: discu(r)sión política.
  • Sala de estar como lugar de reposo, del asedio de la calle, de las voces que persiguen, del delirio que rebrota, de lo cíclico de estar bien-mal. Estancia compartida que se hizo necesidad de todos.
  • Mal-estar en la sala: cuando el estar singular violenta la estancia colectiva, con la forma del robo (sustracción), del maltrato (deterioro), del abuso (en cualquiera de sus usos).
  • Sala de estar como sala de ejercicio para el fortalecimiento de lo arrasado. Gimnasia de los derechos: al trabajo, a la vivienda, a la expresión, a la circulación, al arte, al ocio, a la cultura en fin. Estancia de estar haciéndose singular y colectivamente (ejercicio político).
  • Estancias breves, estancias prolongadas, estancias erráticas, estancias detenidas, estancias locas, estancia de una praxis. Zona, territorio, pasaje.

Palabras clave: derechos humanos, salud mental, clínica de la multiplicidad