Con propuestas artísticas, audiovisuales y productivas, el Gomecito es un espacio de intercambios y encuentros entre usuarios, trabajadores, artistas y la comunidad. Allí, por propia iniciativa y porque la Ley de Salud Mental y Adicciones así lo establece, entre todos construyen una nueva realidad que pueda reemplazar el paradigma del manicomio en la atención de la salud mental, enfrentando los obstáculos de la precarización laboral y la pereza en la implementación de la Ley que establece el cierre de los manicomios para el año 2020.
En una zona céntrica de la ciudad de Rosario, cerca de la Terminal y de las facultades, funciona este espacio sustitutivo en salud mental que, en 2015, pasó de ser un espacio cultural que dependía del Hospital de Salud Mental Dr. Agudo Ávila para convertirse en un Dispositivo Sustitutivo de la lógica manicomial, dependiente de la Dirección Provincial de Salud Mental.
El Gomecito, como todos lo llaman, es un espacio abierto a la comunidad que brinda actividades para personas con padecimiento subjetivo promoviendo la restitución de derechos, la integración y la participación activa según las propias posibilidades y saberes. Allí desarrollan actividades productivas y culturales, como talleres de teatro, de baile latino, de cerámica, y de arte. Además, producen una radio abierta, los micros audiovisuales del Canal Gomecito y el programa de radio Tardes Nuestras (en una FM Comunitaria –Aire Libre), “un programa que no tiene razón, la hace” y que está celebrando 12 años consecutivos al aire. También funciona el taller verde, actividades físicas y organizan bailes y funciones de teatro, entre otras actividades.
Laura Coll, que es Trabajadora Social e integrante de la coordinación del C.C. Gomecito, rescata que junto al reconocimiento del Gomecito como dispositivo sustitutivo: “Se pudieron formalizar algunos de estos espacios en el Ministerio, que todavía son muy pocos y además muy precarios para pensar que, tal como están, puedan oficiar como espacios que permitan la efectiva transformación de lo manicomial como lógica de atención.” Aunque reconoce que “eso a nosotros nos dio un aire, como equipo de trabajo nos permitió cerrar la puerta que comunicaba el Centro Cultural con el hospital y abrir la puerta que permite el ingreso y la circulación no solo de los usuarios de salud mental sino también de la comunidad en general.”
Este acto fue una apertura hacia la calle y un paso para empezar a hacer efectiva la implementación de la Ley de Salud Mental y Adicciones. Laura Coll destaca que esa puerta abierta hacia la calle tuvo un efecto trascendente: “Lo más importante es que, sobre todo la población que se encuentra alojada en el Hospital Agudo Ávila, pudo salir y dar la vuelta por la calle para participar del espacio, este fue para nosotros un acontecimiento muy importante, simbólico y real al mismo tiempo, porque significa poder salir del encierro para ingresar por la puerta que da a la calle a un espacio que se elige para hacer una actividad concreta, que en este caso está vinculada a lo cultural.”
Pero la Ley de Salud Mental y Adicciones, cuya implementación según todos los especialistas y trabajadores del área, todavía es muy insuficiente y la meta de cerrar los manicomios en el año 2020 será muy difícil de cumplir si no se establecen los mecanismos necesarios para el reemplazo del paradigma manicomial. En este sentido, Laura Coll expresó que: “La transformación del paradigma manicomial no es posible de sostener sin recursos o sin las condiciones adecuadas de trabajo, tienen que estar los presupuestos y las políticas que abonen a un marco más amplio, una red de servicios. No creemos que nosotros solos podamos sostener esto, entendemos que las experiencias son válidas y son fundamentales para que esto se empiece a llevar adelante pero sin el ordenamiento que permite una política en ese sentido, es muy precario, se queda en un lugar residual.”
“Nosotros venimos trabajando hace mucho tiempo para instalar otro sujeto de la salud mental -continúa Coll-, que no es el sujeto peligroso, o la peligrosidad y la cuestión del encierro como mecánica de la atención. Y, además, abrir a lo diverso. El hospital psiquiátrico como lo conocemos, lo monovalente, lo manicomial, tiene una propuesta unívoca: para todo el mundo lo mismo, entonces, poder abrir la puerta a lo diverso, a la libertad de elección, a la posibilidad de entrar y salir, atravesado por los deseos, por las ganas, por lo que a uno le gusta, ese nos parece uno de los puntos centrales. Nosotros tenemos una propuesta que está sostenida clínicamente, entendemos que formamos parte de un esquema de atención desde lo terapéutico pero abriendo el juego a otras aristas del tratamiento.”