LA BASURA QUE PERDURA, NUEVOS MAPAS DE ARGENTINA


 

por Cecilia Fernández Lisso, IDEP Salud ATE Argentina

 

El sitio periodístico Escritura Crónica presentó este 2022 #MapaTrash, un mapa interactivo de Argentina que reúne información geolocalizada y con vistas satelitales de basurales a cielo abierto de todo el país, rellenos sanitarios, plantas de tratamiento de residuos sólidos urbanos y cooperativas de reciclado; La producción busca por primera vez hacer pública esta información.

El mapa está dividido en regiones (CABA, GBA norte, oeste y sur, Provincia de Buenos Aires, Cuyo, Noroeste, Pampeana, Nordeste y Patagonia). Cada zona brinda detalles sobre los basurales a cielo abierto y los cientos de centros de reciclado con inclusión social.

Otro lanzamiento fue el Mapa interactivo sobre el Reciclaje Inclusivo y los residuos en Argentina: «El primer mapa interactivo sobre reciclaje inclusivo y los residuos de Argentina, apoyado por  el Programa Recuperadores y la plataforma Latitud R,  permite visualizar información geolocalizada con vistas satelitales de plantas de tratamiento de residuos sólidos urbanos de basurales, planes de erradicación y rellenos sanitarios, basurales a cielo abierto y  cooperativas y  centros de reciclaje.»

 
 

“La provincia de Buenos Aires más o menos alberga un 30% de los basurales que tenemos mapeados y esto se condice mucho también con donde hay más población y más consumo, es decir, un 56% de la población del país vive en Buenos Aires y eso se ve reflejado en el mapeo. También es destacable la cantidad de centros verdes, de espacios y cooperativas de reciclado que tenemos en distintas provincias” explicó la periodista. Minutos más tarde, agregó: “Es importante también destacar que esta es una primera etapa del mapa, la idea es que se vaya completanto”

Fuente: Recicladores

 

ALGUNAS SALVEDADES SOBRE «TRATAR» LA BASURA 

 
 

Cuando hablamos de basura hablamos de modos de producción y reproducción y sus modos de circulación, la basura es un big problem, que no empieza en el tacho de casa, empieza en la gestión productiva y reproductiva del desecho: la basura se produce

Basura al producir, basura al envasar, al testear, al trasladar, al consumir, basura al investigar, basura al viajar, basura al imprimir dossiers, al pintar, al enviar satélites a la atmósfera… basura orgánica, basura inorgánica, basura tecnológica, basura radiactiva… del mismo modo que el calentamiento global no se produce proporcionalmente por todos los mortales, sino que un puñado de ricachones generan altísimos porcentajes de daño, con los desechos pasa algo similar.

«Los expertos señalan que no sólo se debe poner el foco en las grandes empresas que producen y distribuyen el material plástico terminado, sino también aquellas que son responsables del suministro y atención del consumo masivo. La lista de culpables en el primer segmento la encabezan la petrolera estadounidense ExxonMobil, con 5,9 millones Tn, seguida por la química Dow (también estadounidense), con 5,5 millones Tn. En tercer lugar está la empresa china de energía, Sinopec, con 5,3 millones Tn.»

Muchos proyectos de recuperación y reciclado están financiados por las mismas empresas que generan toneladas de basura, por ejemplo Recicladores, antes mencionada, es «una Asociación Civil que tiene como objetivo incrementar los niveles de reciclaje en Argentina a través de la generación y divulgación de conocimiento técnico-operativo en sistema de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos.» y tiene como socia a Tetra Pack, que mueve basura plástica desde Estados Unidos a Argentina y Nestlé, denunciada en 2020 como una de las 4 empresas que mayor contaminación provocan con sus envases plásticos, «En cuanto al segmento del consumo masivo, un informe de la ONG británica Tearfund denuncia que Coca-Cola, PepsiCo, Nestlé y Unilever, cada año producen 500.000 millones de botellas de plástico!!  y estima que la quema de los envases plásticos que comercializan estas empresas produce 4,6 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que se equipara a las emisiones anuales de 2 millones de automóviles

 
 

O como advierte el Observatorio Petrolero Sur «El tratamiento de residuos peligrosos de la actividad hidrocarburífera está en pleno apogeo. En las provincias de Río Negro y Neuquén existen más de una decena de establecimientos que reciben y procesan los desechos que provienen de las entrañas de la tierra. Una mezcla de lodos con hidrocarburos, metales pesados, elementos radiocativos y otras sustancias son el nuevo problema que emerge de la actividad petrolera no convencional, dado que se incrementa sustancialmente el volúmen de desechos.»

Estas actividades extractivas depredadoras y contaminantes como el fracking, la minería a cielo abierto o la agroindustria tóxica, no solo están promovidas y publicitadas desde los mismos gobiernos sino que no son controladas ni siquiera para minimizar los riesgos

Y no debemos dejar de mencionar los desechos radiactivos, son sin duda la cereza del postre. Pocos kilómetros en distintos puntos del mapa planetario condensan la basura más contaminante que el hombre haya inventado, pero no cualquier hombre, por supuesto, son humanos bien constituidos por este sistema de capitales, profesionales instruidos en las más altas academias que trabajan para las empresas de mayor prestigio y para los gobiernos del primer mundo.

Por ejemplo la Planta Piloto de Aislamiento de Residuos del Departamento de Energía de los Estados Unidos WIPP, como la suelen llamar, es el primer almacén geológico profundo diseñado para almacenar residuos nucleares de alta actividad durante miles de años. Cuenta con más de 185.000 contenedores de basura radioactiva, almacenada a 660 metros bajo el suelo del estado de Nuevo México.

 

El accidente nuclear de 2011 en Fukushima, Japón, hizo que algunos países industrializados como Alemania comenzaran a abandonar esta tecnología y buscaran emplazamientos permanentes y seguros para sus residuos radiactivos. Pero Argentina, México y Brasil, al igual que otros llamados ‘países en desarrollo’ como la India y China, parecen seguir apostando en sentido contrario. Pese a que esta sigue siendo para la región una fuente marginal de generación de energía, en Latinoamérica hay varios proyectos de ampliación de capacidad nuclear.

Y qué hacen con los desechos ? En Argentina no se entierran fuera de las instalaciones que las produjeron, sino que se almacenan en piletas blindadas, llenas de agua con refrigerante. Y, luego de varios años de enfriamiento, se guardan “en seco”, en silos de hormigón, indicó el especialista en residuos radiactivos Jorge Vaccaro, docente e investigador del IDB; y Carla Notari, decana del IDB de la UNSAM-CNEA, afirma que Argentina aísla por períodos acotados los residuos de intensidad baja y media, puesto que su radiactividad decae a lo sumo en unos 30 años

Los combustibles gastados, por otra parte, que sí son residuos de mayor radiactividad, “deben aislarse por miles de años”, aseguraba Notari en 2019 en la web de la UNSAM. Sin embargo, matizaba seguidamente, en Argentina estos “no son considerados residuos porque contienen materiales potencialmente muy valiosos. Esos elementos están en almacenamiento transitorio hasta que se decida qué hacer con ellos“

IMPORTAR BASURA

América Latina, el nuevo basurero de plásticos de EEUU

Es el colonialismo de la basura”, asegura GAIA en su reporte publicado el 15 de septiembre de 2022. “Mientras grandes potencias mundiales se jactan de sus cifras de reciclaje (…), gran parte de ese paraíso sustentable se alimenta gracias al envío a otros países de cientos de contenedores repletos de residuos plásticos”.

“Muchos residuos terminan en destinos imposibles de rastrear, incinerados, enterrados o reciclados en condiciones que nunca se aprobarían en los países exportadores”. (Informe “El colonialismo de la Basura no se detiene en América Latina”, septiembre 2022)

El informe de GAIA dice que, en el mejor de los casos, estos residuos se reciclan, pero en muchas otras ocasiones “terminan en destinos imposibles de rastrear, incinerados, enterrados o reciclados en condiciones que nunca se aprobarían en los países exportadores”, y propiciando problemas para la salud de las comunidades recolectoras.

En Argentina, por ejemplo, la Alianza Basura Cero consiguió datos de la Dirección Nacional de Sustancias y Productos Químicos (DNSyPQ) que muestran un aumento considerable de las importaciones de residuos de PET (el único tipo de residuo plástico que informan): en 2011-2015 se importaron 200 toneladas de residuos de PET, mientras que en 2016-2020 fueron 1.864 toneladas.

La mayoría proviene de Estados Unidos y Brasil, y son importadas por empresas de empaques como Tetra Pak, Petropack, Dupont y Dak Americas.

No hay datos sobre aumentos en las importaciones de otros residuos plásticos, pero Cecilia Bianco, ingeniera y coordinadora del área de Tóxicos en la organización Taller Ecologista, en Argentina, plantea que el patrón es el mismo que Ecuador: el país importa residuos que abundan en el país.

“Es injusto importar residuos de papel, cartón, plásticos, cuando los hay en abundancia. Sólo que hay que gestionarlos debidamente. Los residuos sólidos urbanos son propiedad de los municipios y comunas, pero se recicla sólo el 10 por ciento”, dice a SciDev.Net.

Fuente: Rebelión.org

BASURA, DESIGUALDAD Y MUERTE | Las infancias como desecho social

Historias de quienes malviven y mueren entre los desechos. Desde Diego Duarte, en 2004 hasta hoy


Los ocho años de Chicha se esfumaron abruptamente bajo las ruedas del camión recolector de residuos. Como otros niños, esperaba su llegada para trepar en su flanco y ahorrarse esos 200 ó 300 metros hasta el Volcadero, en las afueras de Paraná, Entre Ríos. En el trayecto, un pozo lo hizo tambalear, caer y ser aplastado. En ese mismo instante sobrevino la muerte para Víctor Sebastián Barreto, conocido por todos como Chicha. De apenas ocho años y vecino del Volcadero. Así. Con V mayúscula, elevado a la categoría de sustantivo propio por los habitantes del lugar.  Era la cita obligada y cotidiana con la comida. En ese basural a cielo abierto los lugareños arrojan los desechos y el camión municipal, los restos de los restaurantes paranaenses. El lugar se transforma entonces cada tardecita en la meca de los hambrientos. Los niños se zambullen empujados por el deseo. Saben que allí encontrarán con qué pelearle al hambre.

 

Paraná, capital efímera de la Confederación Argentina hasta 1861, rozó el 35,3 por ciento de pobreza en el primer semestre de este año y la indigencia, el 7,3%. La fuerte denuncia concebida por Alberto Morlachetti que sintetiza que el hambre debe ser considerado un crimen porque –en definitiva- tiene responsables concretos en cada uno de los ocupantes transitorios del poder político, tiene una vigencia implacable.

A unos 270 kilómetros de Paraná, recostada sobre el río Uruguay se erige Concordia, una de las ciudades de mayor índice de empobrecimiento del país. En el primer semestre de este 2022 arrojó un 49,2 por ciento de pobres y un 10,1 de indigencia. Desde hace décadas, esa ciudad que se promociona como aquella que tiene “todos los verdes para disfrutar todo el año”, de la mano de sus termas, ostenta oprobiosas cifras. Llegó a tener arriba del 82 por ciento de niñas y niños por debajo de la línea de pobreza. Allí, en el Campo del Abasto, como se conoce al basural a cielo abierto, murió en este agosto, aplastado por un camión de residuos, Ramón Kiki Zaragoza. Tenía 24 años. Tres años antes, el 18 de julio de 2019, su sobrina de 11 años, Jesica Maidana, sufrió el mismo destino. La niña esperaba con su ramillete de hermanitos la llegada del camión para recolectar aquellos tesoros a rescatar para la supervivencia diaria. Jesica se paró sobre el tanque de combustible del camión y cuando la caja se levantó, golpeó en su cabeza, trastabilló y cayó al suelo. Una de las ruedas, igual que a Chicha Barreto este domingo pasó por encima de su vida frágil. Y, como él, murió al instante.

 

 

Al mismo sitio concurrían Maximiliano Aldana y su papá. El día de la primavera, exactamente una década atrás, buscaban juntos metales dentro del basural. El chico, de 16 años, quiso mover un tacho para profundizar su búsqueda y el recipiente –que contenía restos químicos- explotó y voló por el aire. Maximiliano murió en el hospital cinco días más tarde.

Las diferentes geografías de esta tierra están atravesadas por las historias de quienes sólo sobreviven merced a los desechos del resto. En 2013, en la Formosa profunda, Carlitos Galván, de escasos 6 años murió aplastado por un camión que llevaba residuos a un basural a cielo abierto que fue creciendo en las cercanías de la comunidad Qom. Un basural por el que venían reclamando que se erradicara sin ser jamás escuchados.

Y un par de años antes, en noviembre de 2011, Maicol Matías, de 17 años, que cartoneaba para vivir se quedó dormido en un basural de Cipolletti, en las antípodas del país. A las 6 de la mañana fue tapado por los residuos que arrojó un camión municipal y murió inmediatamente.

De algún modo, el emblema de esas vidas residuales que dejan de respirar definitivamente en el corazón de un basural es el de Diego Duarte, que 18 años atrás murió en el Ceamse de José León Suárez. Aquel adolescente que buceaba entre las montañas de basura para rescatar metales.

“Numerosas poblaciones se ven sometidas a condiciones de existencia que les confieren el estatus de muertos-vivientes”, escribió el pensador camerunés Achille Mbembe. Que es, al decir de Bauman, lo que queda como residuo. Esas vidas olvidadas y abandonadas a su suerte. Por las que nadie deberá pagar porque, después de todo, son a ojos del capital, las vidas que no importan (Agamben).

Hay niñeces que llevan tatuadas en su piel esas vivencias. Que las respiran desde el útero materno. Que saben, aunque rían y corran y jueguen inclusive, mientras se zambullen en esos volcaderos sociales –con V mayúscula y todo- que existe un paraíso que está más allá de las fronteras de sus pasos.

Fuente: Agencia Pelota de Trapo (APe)

 

BASURA Y ENFERMEDAD

 
 

María Inés Roldán, una mujer de 55 años vecina del predio de disposición final de residuos del Ceamse en González Catán padece de púrpura trombocitopénica, una enfermedad autoinmune generada a partir de la contaminación ambiental que la llevó a tener que utilizar oxígeno.

“Con vecinos autoconvocados hicimos un relevamiento y encontramos muchísimas enfermedades vinculadas a la contaminación ambiental; tenemos, por ejemplo, muchos casos de lupus y de púrpura, que son enfermedades poco frecuentes y que acá tienen mucha prevalencia”, describió María Inés.

Roldán añadió que “hay distintos tipos de cáncer y un relevamiento en niños que arrojó que tenían mercurio en sangre; esto es porque el agua está contaminada, si bien es potable, es decir no te va a agarrar cólera, contiene metales pesados”.

La mujer, que da clases en su casa porque no se puede movilizar porque es oxigeno dependiente, describió que “si uno ve el basural las montañas de desechos tienen la altura de las sierras de Tandil y aquí convivimos con eso, en los días de lluvia o de mucha humedad el olor es insoportable, tenemos mucha gente de un barrio aledaño que se alimenta de la basura y esto lleva a tener también muchos niños con sarna”.

Por su parte, las investigadoras Carolina Monmany Garzia y Agustina Malizia, del Instituto de Ecología Regional (UNT-Conicet) de Tucumán, explicaron que “el principal efecto de los basurales es que concentran el problema ambiental y social”.

“Eso puede ser bueno si existe una estrategia para eliminarlos, porque están localizados en un punto y la estrategia entonces se hace más eficiente que si estuvieran dispersos”, señalaron. Y explicaron que “la desventaja es que en estos sitios no hay ningún tipo de control en relación a los residuos que se desechan y no hay tratamiento para evitar contaminación, lixiviados o pérdidas hacia los sistemas naturales, como por ejemplo, hacia las napas freáticas o hacia las cuencas hidrográficas contiguas con toda la fauna y flora asociada, incluyendo al humano”.

Las investigadoras expresaron que la descripción de María Inés no es exclusiva del basural de González Catán. “Existe claramente un problema social respecto a las personas que recuperan materiales en estos lugares. Lo hacen informalmente, sin protección sanitaria ni condiciones laborales dignas, incluyendo trabajo infantil en ocasiones, y haciendo muy ineficiente sus horas de trabajo, ya que los residuos llegan mezclados en lugar separados, lo que permitiría que avancen más rápido hacia la preparación de los bolsones para comercializar”, dijeron.

fuente: elciudadanoweb.com

 
«Chicos con problemas de forúnculos, adultos con lupus, leucemia, cáncer de pulmón y otras enfermedades respiratorias. Los vecinos empezaron a reunirse porque notaron que había más enfermedades de lo común»
 

En Argentina enterramos el 80% de la basura. Todo lo que mezclamos y descartamos -sólo el 6% se recicla-; termina en basurales a cielo abierto -hay más de 5 mil en el país– o en rellenos sanitarios, donde se depositan los residuos después de haber recibido determinados controles y tratamientos que -supuestamente- hacen que disminuya el impacto sobre el ambiente y las personas.

Existen rellenos sanitarios en Córdoba, Neuquén, Bahía Blanca, Misiones, Rosario y en la provincia de Buenos Aires, donde vivimos casi 18 millones de personas, ajetreadas, donde nos tapa la basura y el colapso es inminente. Hablamos de toneladas y toneladas de basura, montañas enormes, de varios metros de altura. Ahí, bajo tierra, o a la vista de tod@s, entre las bolsas con residuos domiciliarios puede haber lo que se les ocurra: materia orgánica, papel y cartón, plásticos, vidrios, metales. Madera, medicamentos, ropa y calzado. También residuos industriales y patogénicos, peligrosos para la salud y la vida.

En diciembre de 2005, vecinos y vecinas hicieron una denuncia en el Juzgado Federal Nº3 de Morón por la presencia de residuos peligrosos. El juez Juan Pablo Salas ordenó tomar muestras para analizar el agua de la zona: encontraron mercurio, cadmio, cromo, arsénico y plomo. “Nos dijeron que el agua no era apta para el consumo humano, ni siquiera para cepillarse los dientes», señala Hugo. “Con esta resolución el gobierno provincial se vio en la obligación de proveer de agua potable a varios  barrios de González Catán. Crearon el programa “Agua Más Trabajo”, que consistió en la instalación de una bomba sumergible a 80 metros de profundidad, que alimentaba a 20 manzanas. El problema era que seguía siendo agua de pozo, es decir agua contaminada con metales pesados”.

Con el correr del tiempo los mismos vecinos hicieron relevamientos de salud, juntaron evidencias y datos. Entre 2014 y 2015 censaron a más de 500 personas en los barrios Nicole y San Enrique, y en los resultados observaron distintas patologías: manchas en la piel, alergias, trastornos respiratorios, gastrointestinales, renales, cardíacos, forúnculos y cáncer, entre otros.

En 2007 el por entonces gobernador bonaerense Felipe Solá, le prometió a los vecinos que el Ceamse de González Catán cerraría sus puertas. Pasaron 15 años y todavía reclaman el cierre definitivo.

Darío, vecino afectado por la contaminación, suma su experiencia después de haber vivido 32 años frente a la Ceamse de González Catán: “A veces es imposible estar afuera de tu casa, no se banca el olor, ni siquiera estando adentro. Mi mamá tuvo que mudarse porque vivía con asma. Vivíamos con granos por el agua que consumimos. Es horrible. Me fui a vivir un tiempo a zona sur y no tenía estos problemas, estaba sano. A mis hermanos les pasó lo mismo. El agua del pozo no se puede tomar, la dejas quieta y enseguida se ve como si fuese aceite, está turbia. A veces hay que tomarla porque no hay plata para comprar agua».

Fuente: Revista Crítica

 

Detecciones y propuestas desde el gobierno argentino para una solución integral que no llega

 
En Argentina existen más de 5000 basurales a cielo abierto

El problema

Se denomina basurales a cielo abierto a aquellos sitios donde se disponen residuos sólidos de forma indiscriminada, sin control de operación y con escasas medidas de protección ambiental.

En Argentina existen 5000 basurales a cielo abierto, lo que significa, en promedio, más de dos basurales por municipio. La mayoría de ellos son formales, es decir, son el modo oficial en que los gobiernos locales eliminan su basura.

 
 

A diferencia de otros sitios de disposición y tratamiento de residuos, los basurales a cielo abierto carecen de medidas mínimas de seguridad por lo que puede encontrarse todo tipo de residuos, incluso patogénicos y peligrosos. Tampoco cuentan con la impermeabilidad de los suelos donde se emplazan o la distancia adecuada respecto de las napas freáticas, los cursos de aguas superficiales, los centros urbanos u otras áreas susceptibles de recibir los impactos derivados de estas instalaciones.

Las falencias en el tratamiento de los residuos representan una realidad transversal a todas las ciudades de Argentina, un país donde nueve de cada diez personas habitan en núcleos urbanos. Es por esa razón que, si bien la competencia en el manejo de los residuos corresponde a los municipios, el problema de la gestión en general, y de los basurales a cielo abierto en particular, es por volumen y alcance, una preocupación a nivel nacional y uno de los principales problemas ambientales del país.

 
 

Los riesgos

Al no contar con suelo impermeabilizado, los basurales a cielo abierto resultan un foco de contaminación, tanto por la generación de líquido lixiviado como por la emisión de gases de efecto invernadero.

El lixiviado es un líquido que se produce cuando los residuos sufren el proceso de descomposición, y el agua (de las lluvias, el drenaje de la superficie o las aguas subterráneas) se percola a través de los residuos sólidos en estado de descomposición. Este líquido contiene materiales disueltos y suspendidos que, si no son controlados de forma adecuada, pueden pasar a través del piso de base y contaminar fuentes de agua potable o aguas superficiales.

El biogás, por su parte, es una mezcla de metano y dióxido de carbono también producida a partir de la descomposición de los residuos. A medida que se forma el metano, acumula presión y comienza a moverse a través del suelo, siguiendo el camino de la menor resistencia. El metano es más liviano que el aire y es altamente inflamable, pero, además, liberado a la atmósfera, contribuye en gran medida al agotamiento de la capa de ozono y al cambio climático.

 
 

La contaminación del suelo repercute en los ciclos de vida de las plantas. A su vez los residuos mal dispuestos pueden generar la proliferación de plagas y vectores de enfermedades diversas.

Existe además el riesgo de que los residuos sean incinerados de forma espontánea o intencional, y en el caso de los plásticos y otros materiales puede derivar, también, en la emisión de sustancias tóxicas, aumentando la concentración de contaminantes atmosféricos como óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre o metales pesados, como el mercurio, el plomo, el cromo o el cadmio.

Muchos de los basurales se convierten en la fuente de trabajo de una gran cantidad de recuperadores informales, quienes realizan tareas sin ningún tipo de elemento de protección personal, ni cuentan con agua potable para su hidratación y correcta higiene. Tampoco disponen de un área de trabajo segura, quedando expuestos en el frente de descarga del basural.

Los daños a la salud humana pueden ser de diversa índole y diferente gravedad, según la incidencia de varios factores. Algunos de las recurrencias detectadas son problemas neurológicos, malformaciones congénitas, bajo peso al nacer, o enfermedades como dengue y cólera. El cáncer es otro tipo de enfermedad que se presenta en aquellas personas que habitan cerca de basurales.

 
 

Las iniciativas

El problema de los basurales a cielo abierto exhibe otros desafíos asociados. El tratamiento diferenciado y controlado, como parte de una estrategia general de promoción de la economía circular, no sólo reduce el volumen de los desechos y sus efectos contaminantes, sino que fortalece el trabajo de las y los recuperadores. A su vez, una gestión eficiente de los residuos evita la contaminación por emanaciones tóxicas, pero también permite la reutilización de los residuos, convirtiéndoles en recursos que pueden ser reinsertados en el sistema productivo, a través del reciclaje o de la extracción del biogás para generar energía. En ese sentido, la gestión de los residuos resulta una cuestión tanto ambiental, como sanitaria, social y económica que merece un abordaje integral.

Entendiéndolo como un problema de alcance nacional, Ambiente Nación desarrolla en articulación con los gobiernos locales, un Plan Federal de Erradicación de Basurales a Cielo Abierto. Esta iniciativa se sostiene en una inversión de más de $ 30 mil millones, alcanzada en base a presupuesto propio y a un préstamo otorgado por el BID, que se encontraba a punto de vencer debido a su subejecución.

Asimismo, se derogó el Decreto 591/2019, que facilitaba la importación de residuos para ser utilizados como insumos industriales sin la exigencia de un certificado de inocuidad sanitaria y ambiental. Sobre esta base, se despliega hoy una estrategia de intervención sostenida en tres líneas de acción:

  • Construcción de infraestructura para el tratamiento de los residuos sólidos urbanos
  • Promoción del empleo de la economía circular y fortalecimiento a las recicladoras, recicladores y sus familias
  • Fomento a la separación en origen, el reciclado, la valorización y promoción de una industria del aprovechamiento de los residuos como insumos de los procesos productivos.
 
 

En ese sentido, el plan dispone el cierre de basurales a cielo abierto en distintos municipios del país y la construcción de Complejos Socioambientales para el tratamiento diferenciado y eficiente de los residuos. A su vez, se incluye la adquisición de equipamiento y productos básicos para protección de recicladores y recicladoras urbanas. Dado que es una política de alcance federal pero articulada junto a provincias y municipios, se promueve también que las ciudades involucradas desarrollen normativas y acciones tendientes a garantizar la sostenibilidad de los proyectos a través de legislación local, sistemas de recolección diferenciada, inclusión social y campañas de educación y concientización.

Con estas medidas se busca brindar una solución integral a un problema de múltiples aristas, donde se concentran inequidades geográficas y socioeconómicas, serios riesgos ambientales y sanitarios y falta de gestión sostenible de los recursos. De esta forma, se apunta a producir un salto de calidad que permita un tratamiento eficiente y moderno de los residuos para un país que produce, en promedio, 1,15 kilos de desechos diarios por habitante, lo que equivale a casi 45.000 toneladas diarias para el total de la población (una tonelada cada dos segundos) y alrededor de 16,5 millones cada año.