Testimonio de Graciela Moncada, licenciada en Enfermería, dispositivo de rehabilitación e inclusión social, Hospital Alejandro Korn de Melchor Romero:
“Hace seis años que el dispositivo no tiene un espacio físico para funcionar”
«Estoy en un dispositivo de rehabilitación e inclusión social hace seis años. Nosotros recorremos y trabajamos en las 16 salas de salud mental donde vamos viendo las necesidades de los usuarios y así se fueron ampliando las actividades, como la necesidad de crear más hábitos de higiene, de manejo de dinero, de recuperar roles perdidos, tanto en la cocina como en la alimentación, siempre trabajando en forma general pero centrándonos en aquellos que se van a ir de alta, a vivir a las casitas, afuera.
También promovemos la actividad física contra el sedentarismo y hacemos salidas de recreación, por ejemplo, salir a comer a un restaurante para observar las conductas sociales que ellos incorporan en los talleres que hacemos en las salas. Ahora se está implementando otro dispositivo para ampliar la actividad, se hacen caminatas, un taller de alimentación saludable, que apunta fundamentalmente a los diabéticos, porque en el Hospital Alejandro Korn no hay un lugar donde se puedan contener ni a los usuarixs ni a las personas diabéticas de la comunidad.
Por ahora, todavía, estamos trabajando en las salas porque no tenemos un espacio físico, nunca lo tuvimos, por eso estoy así, resfriada. Me alberga mi compañera en el taller de tejido porque no tengo un espacio físico. Lo he pedido por nota, lo he pedido verbalmente, pero parece que no se le da importancia a quienes necesitamos un lugar para poder hacer las planillas, para poder llevar los controles de las actividades que se hacen, para planificar. Se han hecho muchas cosas, incluso para las fiestas, debimos preparar a los usuarixs en lugares prestados para que el 25 de Mayo puedan cantar el Himno Nacional, para que puedan bailar una danza. A los usuarixs les gusta mucho la danza, vos les llevás música a la sala o cocinamos con música y lo disfrutan, pero no tenemos un espacio físico.
Las condiciones para trabajar son muy precarias, incluso, para el taller de manualidades compraba yo todos los materiales porque, en realidad, no le dan importancia. Lo mismo para la cocina, compraba yo lo necesario con mi dinero, con mi sueldo. Hasta que lo volví a hablar, presenté una nota y me dieron lo necesario para la cocina, pero no para el taller de manualidades.
Pero cuando hubo una Jornada de Salud Mental el año pasado, sí se me notificó y me invitaron para que participe con las usuarias, llevándolas al Dique por ejemplo y ellas participaron y presentaron contentas las cosas que hacían y vendieron mucho, vendieron mil pesos. Pero el departamento de Enfermería no le da importancia, solamente cuando hay algún acontecimiento, pero no te dan el espacio, nada. Yo que no le dan importancia a la salud mental, que se habla mucho pero en la práctica… no. Hay dispositivos trabajando pero las autoridades que les deben dar importancia, no se la dan.
Para que se implemente la Ley Nacional de Salud Mental hay que trabajar mucho y yo no veo que se esté haciendo tanto, con dos cambios de directores tan seguidos –hubo dos cambios de directores en dos años-, hay dispositivos que llevamos adelante enfermeras que seguimos trabajando pero nos ponen muchos palos en la rueda, de todo nos han hecho: desde no poder dar el presente, porque se les ocurre te hacen perder el día de trabajo aunque vos estás yendo, nos pasan esas cosas. Estamos en un dispositivo de salud mental y es como una persecuta que tenemos, especialmente yo y mi compañera de tejido, que venimos padeciendo injusticias pero cuando tienen que mostrar algo, ahí sí, nos llaman.
Yo pienso que no se va a poder implementar la LNSMyA porque es un trabajo que se hace en equipo, junto a todo el equipo de la sala, con acompañantes, enfermeros, jefe de servicios, pero no hay esa unión como para que esto fluya. Para mí falta mucho y no creo que se pueda implementar en el 2020.»
