Impacto del III Encuentro ǀ La reconfiguración del rol de lxs profesionales


Por Fernanda Castro Rojas y Amanda Gotti – Trabajadoras de Salud Pública- Chubut Argentina

Este momento requiere de un replanteo de nuestra función como profesionales que acompañan los procesos de salud-enfermedad-cuidado en salud mental de la comunidad, como las caras visibles de lógicas disciplinares que durante muchos años oprimieron a las personas con problemáticas de salud.

La participación en el III Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Derechos Humanos y Salud Mental nos ha dejado un interrogante ético como profesionales de la Salud Mental Comunitaria. Ya habíamos participado de espacios anteriores (el 1° Encuentro en Florianópolis y el Pre-Encuentro organizado por ATE Salud Mental Rosario) y la experiencia atravesada en Rosario los días 12, 13 y 14 de septiembre, profundizó una reflexión que es importante poner sobre la mesa y desnudar en su totalidad.
Tuvimos la posibilidad de conocer a personas, expertas por experiencia, que se abrieron y compartieron sus historias de vida, reclamos y proyectos a futuro. Compartir el mate de desayuno, el mismo cuarto, preguntarnos de dónde vinimos y las horas de viaje que tuvimos hasta Rosario, son algunas de la cosas que generaron el encuentro, la compartida de experiencias, la identificación con los sentires de les otres.

Sus participaciones fueron en las diferentes mesas de debate, ya no como oyentes sino ahora como oradorxs, protagonistas. Aconteció lo mismo en las propuestas artísticas. Interpelados nuestros roles profesionales de diferentes maneras y con variadas intensidades creemos que se nos está pidiendo que transformemos de ahora y para siempre nuestra manera de relacionarnos con quienes acompañamos. Situación que consideramos no saber cómo afrontar en su totalidad pero que estamos dispuestas a aprender y construir colectivamente. Sabemos que no se trata de “correrse”, “dejar lugar”, “permitir la participación” sino de reconfigurar totalmente nuestras formas de pensar las relaciones en nuestras prácticas en general, como también en la definición de las políticas públicas y la construcción del conocimiento.

La marcha por las calles de Rosario se presentó como un territorio de horizontalidad donde todxs pudimos caminar a la par, aunando nuestros cantos y reclamos, muchas veces heterogéneos o realizados desde diferentes posibilidades de enunciación, en una sola voz contra las lógicas manicomiales.
Lxs profesionales de la salud mental nos encontramos en un momento coyuntural histórico que, si bien se inauguró con las primeras experiencias asamblearias presentes en los procesos de desmanicomialización, hoy cobra un lugar privilegiado para trabajar desde de la perspectiva de Derechos Humanos con centro en la autonomía de las personas. Pero este momento requiere de un replanteo de nuestra función como profesionales que acompañan los procesos de salud-enfermedad-cuidado en salud mental de la comunidad, como las caras visibles de lógicas disciplinares que durante muchos años oprimieron a las personas con problemáticas de salud (aún en la actualidad), como técnicas/os con responsabilidades en nuestros lugares de trabajo y también muchas veces como docentes de carreras afines al campo de la Salud Mental.

Nos encontramos frente a un desafío que se torna epistemológico y que supone un viraje en la forma en la pensamos las prácticas en Salud Mental Comunitaria.
Quedándonos mucho camino por recorrer, la reconfiguración del rol de las y los trabajadoras/es es un eje fundamental hacia el cierre de los manicomios en América Latina y la implementación integral del modelo de Salud Mental Comunitaria. Reconfiguración necesariamente colectiva, participativa y con eje en las voces en primera persona. Esperamos que los próximos Encuentros continúen constituyéndose como superficies que dejen vibrar las tensiones, que posibiliten la emergencia de cuestionamiento frente a los saberes cristalizados y nos permitan sostener cada vez más voces en común.