Escribe: Laura Coll, TS, Equipo de coordinación del C.C. Gomecito, delegada ATE, docente universitaria.
El Centro Cultural Gomecito es un dispositivo que comenzó a funcionar hace 14 años como parte de la propuesta asistencial del hospital Psiquiátrico Agudo Ávila, en un espacio contiguo al sector de internación. El equipo en ese momento estaba integrado por cuatro psicólogas en la coordinación y un número importante de talleristas del campo de la cultura que venían a ofertar sus saberes específicos al armado de la propuesta diaria del espacio dirigida a los usuarios (que en ese momento eran sobre todo pacientes internados en el hospital). A saber: músicoterapeutas, comunicadores sociales, profesor de educación física, terapistas ocupacionales, artistas del campo de las artes escénicas y expresión plástica, entre otros.
En paralelo se formó un espacio que se dio en llamar “Instancias Colectivas”, marco que permitió la conformación de la Asamblea de usuarios que se sostuvo, semanalmente, durante 6 años. Allí, sobre todo en el inicio, se abordaron cuestiones vinculadas a la vida de los usuarios internados en el hospital, su cotidiano, como así también las dificultades para pensar el afuera de la institución, como el trabajo o la vivienda.
En lo personal, trabaje desde mi ingreso en el año 2002 y hasta el 2011, como parte de un equipo de internación y fui integrándome, paulatinamente, a estos espacios que intentaban dar aire a la vida manicomial. Fui parte del equipo que coordinaba la Asamblea y acompañé durante muchos años el programa de radio Tardes Nuestras, que nació como un taller del Centro Cultural y que en el 2006 logra “externarse” y ser parte de la programación semanal de una radio comunitaria de la ciudad.
En el año 2011 se define que la Asamblea de usuarios debía iniciar también un proceso de “externación” y lograr así no sólo despejar los vicios del manicomio sino armar una red más amplia que la que se alcanzaba desde el Centro Cultural. Desde esa fecha y a partir de un proyecto de extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Rosario, se logra armar la Asamblea en el marco de la Facultad de Psicología y esto posibilitó que empiecen a llegar usuarios desde distintos puntos y también servicios, que confluyen en lo que hoy ya es la Asociación Civil Usuarias y Usuarios por nuestros derechos “Nada de Nosotros sin nosotros”.
Desde el 2011 y hasta la actualidad integro la coordinación del Centro Cultural Gomecito con todas mis horas de trabajo. Allí llevamos adelante un proyecto clínico y político orientado fundamentalmente a la transformación de la lógica manicomial de asistencia. Sin dudas han sido años de mucho trabajo conjunto, desde el equipo que forma parte de este espacio y los equipos de otros dispositivos sustitutivos de la ciudad con los que el diálogo es permanente y fundamental. De este trabajo conjunto surge (después de mucho tiempo de reclamar al Estado provincial) la Resolución de diciembre del 2015 que nos designa como Dispositivos Sustitutivos a la lógica manicomial, lo que nos dio estatuto y existencia formal en el Ministerio de Salud, pasando a depender de la Dirección de Salud Mental provincial. De ese modo se consiguió lo que hacía años reclamábamos: entre otras cosas, contar con presupuesto para el sostenimiento del dispositivo. Cabe aclarar que este es hoy, altamente insuficiente: $6500 por mes para llevar adelante una propuesta de 10 talleres semanales, de un espacio que abre sus puertas de 9 a 18 horas.
A partir de esta Resolución, como dispositivo tomamos una definición que creemos fue nodal para poder seguir avanzando hacia un modelo desmanicomializante: ¡Cerrar la puerta que nos comunicaba al hospital! Esta definición está sostenida en la necesidad de poder abrir la puerta a la comunidad. Había que cerrar la comunicación con el manicomio y generar de este modo un movimiento puertas adentro que permitiera a todos los que trabajan dentro, poner a jugar en la práctica diaria y el trabajo con los usuarios, en el sentido de un afuera posible. Claro está que no fue sin consecuencias, ya que nos han acusado de separatistas, de no apoyar al hospital, etc.
Pero el mayor logro ha sido poder abrir la puerta a la comunidad y contar cada vez más con los usuarios que se encuentran alojados en el manicomio, que hoy tienen que dar la vuelta y salir a la calle para llegar al Gomecito. Así mismo y gracias a esta apertura hemos logrado que la comunidad entre al espacio y nosotros podamos salir cada vez más, e intercambiar desde lo cultural con otros. Hoy contamos con talleres dentro del Centro Cultural que son sostenidos por artistas o músicos de otras dependencias (Cultura de la municipalidad, por ejemplo). El taller de teatro ha logrado una propuesta que implica la circulación por todas las salas de la ciudad, recibiendo talleres de manos de los propios actores y los talleres audiovisuales han logrado ser parte de la programación de los canales locales (les comparto al final los links para poder ver algo de esta producción de las que les hablo y, de paso, socializarla).
Nuestro contacto permanente con el afuera y los vínculos con los espacios de atención primaria, resultan fundamentales a la hora de pensar la práctica y las alternativas asistenciales. En lo que va del año 2018, realizamos 18 nuevos ingresos al dispositivo, la gran mayoría de ellos derivados desde estos efectores territoriales.
Las voluntades por hacer efectivo el cambio de paradigma, se expresan diariamente en muchos de los trabajadores del campo, en muchos de los usuarios de los servicios, la necesidad de consolidar los dispositivos sustitutivos existentes y la lucha diaria por la creación de muchos otros viene siendo nuestro eje orientador. Sigue siendo muy precaria la respuesta del Estado (Nacional, Provincial y municipal) en este sentido. Necesitamos Planes de salud mental, que permitan orientaciones respecto de que abrir para cerrar los manicomios en el 2020.
La voz de los usuarios del C.C. Gomecito: “Ver el compañerismo que hay acá es un impulso para ir hacia adelante”
“Un día antes de que se estrenara la película Ánfora, el 9 de diciembre, fuimos a la puerta del cine y estaban los nombres nuestros, no lo podíamos creer, decíamos: ¡Mirá donde llegamos! Una alegría bárbara, como un sueño”, rememora Roberto Barrionuevo, usuario de servicios de salud mental en la entrevista para la Revista “Las almas repudian todo encierro”. También comparten sus reflexiones en esta nota Diego, delegado de usuarios del Órgano Revisor Nacional (vocal), y Hugo Lencina, usuario de salud mental. Todos han participado de producciones audiovisuales, talleres y actividades realizadas en el C.C. Gomecito.
-¿Cómo presentarían Ánfora y Pastillas, ustedes que son protagonistas?
-Roberto: Todo arrancó hace dos veranos atrás en la pileta, hablando con Nacho (Tallerista de los espacios audiovisuales, ver otras notas de esta Revista), que es loco del cine como yo y dijimos: tenemos que hacer una película, así delirando. ¿Y si la hacemos?… Que sí, que no… Y me dice: Escribite algo Robert y vemos… Yo ahí me puse a escribir un par de cosas en los meses de verano, después arrancó marzo y le dije: tenemos estas cosas. Y así se fueron sumando distintas cosas: guión, armamos unas carpetas, armamos una historia y le dimos para adelante. Y, la verdad, que una locura re linda… A mí siempre me gustó y siempre lo dejaba de lado. Vimos que se podía, tuvimos apoyo del Gomecito y de distintos lugares, la casa de una chica del Pomelo, Alejandra, que la prestó –le dimos vuelta la casa-; convocamos y vinieron actores, músicos, vecinos, los mismos talleristas, todos te decían sí, sí dale, no preguntaban cuánto hay, vamos, colaboramos, porque bueno, estábamos haciéndola a pulmón. El resultado, cuando fuimos a buscar a los chicos mismos de acá, se prestaron; chicas que maquillaban, todo con corazón más que otra cosa y salió un producto espectacular. Después con Nacho un día antes de que se estrenara la película el 9 de diciembre, fuimos a la puerta del cine y estaban los nombres nuestros, no lo podíamos creer, decíamos: ¡Mirá dónde llegamos! Una alegría bárbara, como un sueño.
-Hugo: Al ver que eso tomaba forma, la película, la gente se daba cuenta que podemos hacer, expresar.
-¿Y qué nos pueden contar de la producción de Pastillas?
-Roberto: Bueno, teníamos un listón bastante alto después de la película y luego decidimos, siempre charlando con Nacho, que íbamos a hacer algo como Luces Calientes, pero no tan fijo, ni centrado, sino tener más rotación de gente. Entonces armamos una lista que primero fue de 20 preguntas y después la redujimos a 10 y definimos que a todos los que se sentaran le íbamos a hacer las 10 preguntas. Y después armamos un bloque con una pregunta de las 10 o 15 personas que contestaron. Y así salió el micro de dos o tres minutos. Y tuvo circulación por Cablehogar (TV local de Rosario) que gentilmente nos cedió el lugar, primero fue para Luces Calientes y luego, cuando vieron Pastillas, también abrieron las puertas. Entró en circulación, lo subimos a la web también, a la página y tuvimos respuesta instantánea de la gente: “me gusta”, mucha gente, todos se enganchaban, re lindo… y ahora estamos haciendo otra cosa pero no sé si se puede decir… un informativo…
-¿Qué hay que abrir para cerrar los manicomios en el 2020? Es una pregunta que orienta esta Revista, ¿qué dirían ustedes?
-Diego: Debería haber un teléfono de emergencias y también una pensión que sea temporal para que se acomode. A mí me pasó que una compañera de la Asamblea (Asamblea de Usuarios y Usuarias por nuestros derechos) se quedó sin pensión por un problema personal y estuvimos por todos lados, la semana siguiente, buscando una pensión a donde se pueda quedar, hasta que le conseguimos un lugar. Varios compañeros le prestaron equipo de mate, para que se cocine, conseguimos comida también en la iglesia donde vamos con Tito (apodo de Roberto). Y pudimos ayudarla pero al día de hoy está pagando el lugar donde vive y solamente le queda del dinero de la pensión: 1000 pesos, 1500 pesos, que con esa plata tendría que tirar todo el mes y hoy en día no podes vivir con eso, entonces la estamos ayudando en conseguir un lugar en el que pueda estar tranquila. Hasta que consiga un lugar, que el gobierno de la provincia le pague la pensión o le consiga una casa asistida.
-Roberto: Lo que mejor sería, son casas asistidas, porque con Diego hemos visto gente en pensiones que se abusan del precio de la pensión, le cobran a los chicos lo que sale un departamento y es una pensión piecita, con baño compartido y cocina a compartir y no tienen ciertas comodidades. Y se abusan, le cobran 5000 o 6000 pesos al Hospital y con esa plata se puede pagar una casa asistida de 3 o 4 que se juntan en un departamento de varios ambientes, que van a estar tranquilos y solos los chicos y van a estar mejor.
-Hugo: También en las casas asistidas hay muchas reglas, que uno conviviendo, no puede sentirse tranquilo porque ponen muchas condiciones de que no se puede hacer ruido con esto, que lo puede molestar a aquel, que no se puede pedir esto, son cosas que no tienen comprensión. La verdad que si es una casa de convivencia, para convivir es, la palabra lo dice, para ayudarnos entre todos.
-Diego: Yo en un momento pensé en comprar una cucheta por si algún conocido se quedaba en la calle, con lo que pasó con esta compañera. Pero después lo dude, porque quizás le pase a alguien que no conozco y que tenga algún problema y que si tiene problemas, pueda robarme, es muy común cuando alguien tiene problemas de adicciones… No sé…
-Retomando la pregunta de que hay qué abrir desde su mirada…
-Roberto: Casas asistidas es lo fundamental y lo segundo es un centro cultural como el Gomecito, por supuesto. O no como el Gomecito, sino que tenga más talleres, porque el Gomecito tiene un montón de talleres, lo que pasa es que necesitas más gente que venga a trabajar y pagarle a esa gente, para que se pueda ampliar el horario del Gomecito o de otro centro cultural.
-¿Qué importancia tiene para ustedes el Centro Cultural Gomecito?
-Roberto: Y yo hace ya 5 años que estoy viniendo, llegué por problemas personales, como llegamos todos, yo estaba en un pozo depresivo y me ayudó un montonazo a hacer nuevos amigos, a salir adelante, a convivir, a trabajar, a intercambiar relaciones, que por ahí uno no hubiera tenido relación con cierta gente… que… ”no los locos”. Y nunca se sabe eso, porque uno cree que no le va a pasar nunca nada… Y te das cuenta que los conocés y son todas personas normales, tuvieron un problema una vez pero tampoco hay que etiquetar, que no te digan: vos no tenés que juntarte porque son locos, no son personas, por supuesto que a veces se necesitan ciertas condiciones, estar medicado con sus doctores, son buena gente.
-¿Cómo es una jornada en el Gomecito?
-Roberto: Acá en el Gomecito nos abren la puerta de la mañana hasta la tarde, venimos a charlar, a tomar mate, a hacer talleres, aprendemos de cine, de música, nos prestamos cosas, porque por ahí un par de compacts van vienen, ¡un compañerismo bárbaro hay! Y somos todos amigos. Somos 150 personas que venimos, no todos los días juntos, que van rotando en la semana. Y los mismos talleristas siempre buscando hacer cosas nuevas. Justamente con Leo en el taller de carpintería, que podemos tener una salida, que vendemos las cosas y nos sirve, juntamos plata, aprendemos a hacer cosas nuevas. Bueno todo lo que está acá -muestra los muebles del lugar donde se realiza la entrevista-, los hemos hecho. Hemos aprendido, prueba y error, como todo. Y vamos a la feria y estamos vendiendo y cuando juntamos la platita, después a fin de mes nos reunimos, hacemos un asadito y comemos con los chicos. Se celebra.
-Diego: Nosotros tres nos juntamos una vez o dos veces al mes. Y ya llevamos un año juntándonos. Roberto y Hugo son dos personas que si no hubieran llegado a mi vida, no estaría donde estoy hoy. Igual que con el Gomecito: el Gomecito me abre las puertas para aprender y para enseñar, era un sueño que tenía de poder enseñar a lo que yo me dedico, a lo que más me gusta, y el Gomecito me lo brindó. Y es más, me han ayudado muchísimo, en un montón de cosas, no sé si me lo merezco, no me lo merezco…
-¿Cómo no?!
-Diego: Me impulsaron a salir afuera y a enfrentar la vida, primero acá y después de las puertas para afuera.
-Hugo: Respecto a lo que está diciendo él, tiene razón que con la gente de acá del Gomecito ha salido un poco más adelante, no como estaba antes, que pensaba que no podía hacer nada, que no tenía un compañero, que no ayuda. Al ver el compañerismo que hay acá es un impulso para ir hacia adelante. Y no discriminar… que es un espacio de locos.
Entrevista: Trabajadoras ATE IDEP Salud Mental Rosario.
Redacción: Rubén Fernández