La Plata | Detectan más de 140 casos de Chagas en la región


tapa_DATA_ART_1552165Es en el marco de un relevamiento sanitario realizado en escuelas de Melchor Romero y Colonia Urquiza. Los médicos lo consideran un número muy preocupante. Muchos de los afectados son chicos

El dato impresiona a los propios médicos que vienen realizando los estudios: luego de un relevamiento que comenzó hace ya tres años en escuelas primarias de Romero y Colonia Urquiza, hasta la fecha se detectaron 148 casos de Chagas, de los cuales 20 corresponden a chicos de entre 6 y 12 años. Los datos aparecen en el marco de un programa realizado por la Secretaría de Salud de la Municipalidad local y la fundación Mundo Sano.

“Es una cifra impresionante”, admite Mabel Lenardon, responsable del Centro de Salud Nº31 de Colonia Urquiza y quien aclara que ninguno de los pacientes chagásicos corresponde a casos autóctonos.

Según la profesional, pese a lo llamativo y alarmante de las cifras, el dato “tiene un aspecto positivo: a los adultos que se les detectó la enfermedad, con un tratamiento se les puede mejorar la calidad de vida. Y a los chicos que sean menores de 15 años, directamente se los puede curar. Hoy tenemos varios chiquitos que, gracias a que detectamos a tiempo este mal, el día de mañana van a dejar de ser chagásicos”.

Lo que dice la especialista es clave. Durante mucho tiempo se creyó que el Chagas no tenía cura. La realidad es que los menores de 15 años, así como los bebés nacidos de madres con Chagas dentro de los primeros 5 años de vida, pueden curarse.

Ejemplo de ello es el caso de Juana Janet, una boliviana llegada a La Plata en 2007 con tres hijos. Todos eran chagásicos. Pero ella inició el tratamiento junto a sus hijos y no sólo revirtió los síntomas de la enfermedad, sino que también volvió a ser madre y, a diferencia de lo que ocurrió con sus hijos anteriores, esta vez su bebé nació sin ser portador de la enfermedad.

“En el caso de los adultos todos mejoran -dice Jaime Henen, secretario de Salud de la Comuna-, pero los chicos no hacen cardiopatías y directamente revierten la enfermedad”.

EL PROGRAMA

Todo comenzó a principios de 2010, cuando se decidió encarar un relevamiento en las escuelas primarias de la zona con la idea de trabajar con la población escolar de 6 a 12 años. A partir de una encuesta, la cual permitió conocer ciertos datos de los alumnos y su familia, se procedió a identificar a aquellos que presentaban factores de riesgo.

La instancia posterior consistió en otorgar consentimientos para realizar la extracción de sangre y, una vez aceptados, se procedió a llevar a cabo cada muestra. El operativo y el análisis de las muestras estuvieron a cargo del personal del laboratorio de la Secretaría de Salud. Al hacerlo, según se explicó, se le garantizó al chico la totalidad del tratamiento, los análisis necesarios durante el mismo y un seguimiento personalizado con los médicos de los centros de salud pertenecientes a la zona piloto. Los mismos fueron capacitados sobre la temática y la modalidad para proceder una vez iniciado el tratamiento para Chagas. La capacitación fue organizada por la Fundación Mundo Sano.

“De los 129 chicos que eran considerados de riesgo y que fueron evaluados -apunta Henen, 17 resultaron positivos. A partir de ese dato se citó a sus padres y a todo el grupo familiar de cada caso. En esa instancia se tomaron muestras de 127 adultos, de los cuales detectamos que 109 tenían Chagas”.

A pocos meses de cerrado el primer muestreo del programa, la doctora Lenardon reconoce que los números de personas enfermas que contabilizan son muchas más. “A la fecha tenemos atendidos 148 personas -explica-, pero no tengo ninguna duda de que a medida que avancemos con más muestreos la cantidad de chicos y adultos chagásicos va a ser mayor”.

Según se explica, en todos los casos se trata de familias que llegaron a la Región provenientes del norte del país o de países limítrofes como Bolivia o Paraguay, donde la tasa de chagásicos es mucho mayor.

En Argentina, la enfermedad constituye un problema importante de salud pública y, dicen quienes la estudian, es fiel reflejo de una realidad social. No por nada se la llama la “enfermedad de la pobreza”. Según datos oficiales se estima que hay cerca de 1,5 millones de personas infectadas, de las cuales se calcula que alrededor del 30% de las mismas podrá desarrollar con el tiempo serias complicaciones cardíacas. Esto trae aparejado graves consecuencias para el individuo, su familia y la sociedad. Claro que son datos oficiales, porque hay quienes aseguran que el número de chagásicos en el país -aún los no registrados- sería mucho mayor, tal vez el doble.

EL CONTAGIO

La vía de transmisión de la enfermedad en Argentina es fundamentalmente la vectorial y se estima que alrededor del 90% de los pacientes infectados han adquirido la enfermedad de esta forma, mientras que el 10% restante la contrajo por transmisión congénita vertical.

En Argentina, la enfermedad constituye un problema importante de salud pública y, dicen quienes la estudian, es fiel reflejo de una realidad social

El fuerte peso de la transmisión vectorial -que requiere de la presencia del parásito y del vector y que por el momento se circunscribe a una determinada área geográfica- ha colaborado, probablemente, para considerar al Chagas como una enfermedad limitada a un grupo de provincias de nuestro país. Sin embargo, “los intensos flujos migratorios, tanto externos como internos, nos enfrentan a nuevos desafíos, particularmente en aquellas provincias consideradas como no endémicas”, sostiene Lenardon. En Argentina, la enfermedad constituye un problema importante de salud pública y, dicen quienes la estudian, es fiel reflejo de una realidad social

En Argentina afecta principalmente a las provincias de Santiago del Estero, Córdoba, Salta, Chaco, Misiones, Santa Fe, Catamarca y San Luis, pero también en el AMBA (Area Metropolitana de Buenos Aires, que incluye el Gran Buenos Aires), donde se concentra un tercio de la población total.

El hambre, la falta de educación, los escasos recursos y las viviendas precarias son parte del entorno en el que viven las comunidades infectadas.

EL ORIGEN DEL MAL

El Mal de Chagas es transmitido por la vinchuca, insecto que pica personas o animales siempre durante la noche. Se refugia en las grietas de los pisos, detrás de los muebles, en quinchos, ranchos y techos de paja, entre otros lugares.

Cuando la vinchuca portadora del parásito, Trypanosoma Cruzi, pica a una persona deposita sus heces en la piel. La persona se rasca y así permite el ingreso del parásito al flujo sanguíneo.

La droga para combatir el Chagas es desde hace años el benznidasol, un medicamento que desde 2012 se produce en el país. “El tratamiento siempre consiste en dos tomas diarias durante dos meses -explica Lenardon-. A los chicos que no les gusta le solemos mezclar el medicamento con yogur y así lo consumen. Es la única alternativa que hay para combatir la enfermedad”.

Su fase aguda, se explica, tiene lugar entre los primeros 20 a 30 días de haberla contraído, y puede o no tener síntomas. Hay fiebre, sensación de malestar general, hinchazón de un ojo y el área de la picadura enrojecida o inflamada.

En caso de no haberla vencido, pasados más de diez años en que la enfermedad queda en remisión, sin manifestar síntomas, se presenta la fase crónica. Aparecen entonces los síntomas de los órganos afectados, corazón, intestino grueso y esófago. Se produce un agrandamiento del corazón (miocardiopatía), del hígado (hepatomegalia), problemas digestivos (megacolon) e inflamación de ganglios.

EN EL MUNDO

Hace un siglo, el médico sanitarista brasileño Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas (1879-1934) descubrió una enfermedad que fue bautizada con su nombre. Hoy, cien años después, el Chagas sigue siendo un mal escondido, una enfermedad olvidada que paradójicamente es la principal endemia -proceso patológico mantenido durante mucho tiempo en una región- entre los argentinos.

En su Informe Clínico, el escritor uruguayo Eduardo Galeano tal vez lo describa mejor que nadie: “No estalla como las bombas ni suena como los tiros. Como el hambre, mata callando. Como el hambre, mata a los callados: a los que viven condenados al silencio y mueren condenados al olvido. Tragedia que no suena, enfermos que no pagan, enfermedad que no vende. El mal de Chagas no es negocio que atraiga a la industria farmacéutica, ni es tema que interese a los políticos ni a los periodistas. Elige a sus víctimas en el pobrerío. Las muerde y lentamente, poquito a poco, va acabando con ellas. Sus víctimas no tienen derechos, ni dinero para comprar los derechos que no tienen. Ni siquiera tienen el derecho de saber de qué mueren.”

Actualmente, según la Organización Panamericana de la Salud, existen 7.54 millones de personas afectadas por el Mal de Chagas y se estima que cada año se descubren alrededor de 55 mil casos nuevos. Considerada una de las mayores enfermedades olvidadas en el mundo, afecta a las zonas más vulnerables y promueve la pobreza por su impacto directo en la productividad laboral al generar discapacidad y aumentar las posibilidades de muerte prematura.

La enfermedad es endémica en varios países de América latina, donde se encuentra presente desde México hasta la Argentina, pero cada vez se reportan más casos en Estados Unidos, Europa, Australia y Japón, como resultado de los desplazamientos a nivel mundial.

Si bien como se dijo los datos oficiales indican que el número de afectados en nuestro país sería de un millón y medio, en la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) son menos optimistas: el Consejo de Chagas de la sociedad que congrega a buena parte de los cardiólogos argentinos (acostumbrados a tratar chagásicos, porque la enfermedad, al avanzar, produce cardiopatía severa) afirma que habría unos 3 millones de infectados.

Al margen de las cifras, Henen remarca la importancia del programa. “De no haber existido nunca nos hubiésemos enterados de todos esos chicos que tienen la enfermedad. Y por el simple hecho de saberlo, ahora los podemos curar”.

Fuente: Diario El Día