Salud Mental y Géneros | Aportes para la reflexión y el debate


Cecilia Fernández Lisso, IDEP Salud ATE Argentina, Julio 2, 2019

Si algo ha logrado el pensamiento científico, con tiempo y propaganda, es que por separarnos en gajos no nos sintamos mandarina. Y la salud no es excepción; cuando hablemos de salud en realidad estaremos hablando de su institucionalidad o de enfermedad, y por su puesto, de su fragmentación. Acompañaremos la palabra salud con una otra que de cuenta de qué tipo de institucionalidad o patología estamos hablando y así salud integral, salud comunitaria, salud reproductiva, salud interdisciplinaria, salud colectiva, salud laboral, salud ambiental, salud familiar, salud mental… podrán o no entrar en diálogo, pero acompañada de lo que sea, siempre hablarán de una ausencia.

El resultado de la digitada fragmentación capitalista fue nefasto y entró en acelerada crisis con la última fase megaextractiva en donde cada fragmento se convirtió en sufriente; han logrado hacer sufrir a la mandarina antes de disgregarla.

En su breve descripción acerca de Salud Mental, la página de la Organización Mundial de la Salud, hace alusión a su constitución e ilustra con una imagen de Mujeres y niñxs sonrientes

La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Grupo de mujeres risueñas, Lesotho

OMS/P. Virot

La dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de salud que figura en la Constitución de la OMS: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».

La salud mental y el bienestar son fundamentales para nuestra capacidad colectiva e individual de pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida. Sobre esta base se puede considerar que la promoción, la protección y el restablecimiento de la salud mental son preocupaciones vitales de las personas, las comunidades y las sociedades de todo el mundo.

Según la misma OMS, las mujeres tienen padecimientos o trastornos de salud mental  en un porcentaje mucho mayor que los hombres (70% frente a 30%) esto se expresa, por ejemplo en mayores niveles de depresiones exógenas o situacionales

La mayoría de los abordajes en estos y otros sentidos, parten de la observación en campo por parte de las comunidades, lxs trabajadorxs en relación con las problemáticas, trabajadorxs y militantes de derechos humanos e investigaciones desde y con el campo de acción y mucho y muy valioso ha sido el aporte del movimiento de mujeres y el  feminismo. Todxs aportaron a la visualización y visibilización de una problemática que atraviesa de forma determinante todas las esferas del ser: el sistema patriarcal y sus modos de organización, opresivos, discrimatorios, subordinatorios y en todos los casos, violentos.

A continuación articulos e investigaciones de distintas épocas y con diferentes enfoques que abordan la problemática con perspectiva de géneros, perspectiva en expansión con el correr de los años y la visualización de diferentes problemáticas en distintas partes del mundo

La Confederación de Salud Mental España afirma que  La violencia de género es ignorada como factor de riesgo de problemas de salud mental e intentos de suicidio y denuncia en su ‘Informe sobre el Estado de los Derechos Humanos en Salud Mental, presentado en 2018’, la vulneración sistemática de derechos fundamentales y las graves carencias en materia de atención a la salud mental.

La violencia de género constituye uno de los principales factores de riesgo de problemas de salud mental, tanto en las mujeres que los sufren, como en sus hijos e hijas que se convierten en testigos involuntarios. Sin embargo, a pesar de las nefastas consecuencias psicológicas, y de que para la OMS el maltrato es un factor precipitante, considerado la causa del 25% de los intentos de suicidio de las mujeres, esta relación entre violencia de género y problemas de salud mental continúa invisibilizada e ignorada a nivel de salud pública.

Ver informe completo

IRENE MELER, en su artículo Género y salud mental publicado por Topía

sostiene que  «Los criterios de salud mental son ideológicos, en tanto lo que es considerado saludable o patológico se vincula con los usos, costumbres y valores característicos de cada cultura. Por ese motivo he planteado un nexo significativo entre salud mental y reproducción social (Meler, 1994). Este concepto se refiere a la tendencia que existe en las sociedades humanas a reproducir a través de las generaciones, sus ordenamientos prácticos y simbólicos.»

«Los estudios de mujer/género que surgieron en los años ’70 como producto de la promoción social femenina y de los aportes de las universitarias a la generación de conocimientos, tomaron como uno de sus objetos de análisis la cuestión de la salud mental de las mujeres. En ese período, diversas autoras coincidieron en considerar que los criterios aceptados como saludables para las mujeres, que consistían en una subjetivación acorde con la feminidad tradicional, resultaban insalubres en la práctica.»

Ver también 

Géneros y patriarcado, un problema de salud

La Versión impresa de Gaceta Sanitaria, Barcelona jul./ago. 2004, en su PARTE II. TEMAS ACTUALES DE LA SALUD PÚBLICA | Género y salud mental en un mundo cambiante, varixs autorxs

«Los mecanismos que se han utilizado para explicar estas diferencias pertenecen a 2 tipos de formulaciones teóricas. La primera de ellas postula que son los factores constitucionales, genéticos y/o endocrinos los que condicionan las diferencias de morbilidad psiquiátrica entre ambos sexos. Sin embargo, la mayor parte de los estudios realizados en esta línea se muestran insuficientes para explicar su distinto comportamiento frente a esta problemática. Por el contrario, las teorías ambientalistas defienden que son las variables socioculturales, que actúan a través de roles y patrones de conducta socialmente impuestos, las que en última instancia condicionan el modo en que hombres y mujeres manifiestan su sufrimiento psicológico y las estrategias que adoptan para satisfacer sus necesidades de atención psiquiátrica.

Con este trabajo pretendemos mostrar algunas de las controversias referentes a las diferencias de género en la aparición y la distribución de los trastornos mentales, así como en la utilización de los servicios de salud mental y en la respuesta al tratamiento psicofarmacológico.

 

El artículo Género y salud mental en un mundo cambiante, en su punto Influencia del género en la salud mental, de varixs autorxs, describe:

Observamos en las mujeres de todas las comunidades investigadas unas cifras elevadas de alteraciones psiquiátricas, situándose la prevalencia para la globalidad de los trastornos mentales entre el 18,7 y el 36,1%. Esta variabilidad depende en gran medida del instrumento de exploración psicopatológico utilizado. Así, el GHQ (cuestionario de detección de morbilidad psiquiátrica, validado para diferentes poblaciones y ampliamente utilizado en estudios epidemiológicos) genera unas cifras más uniformes, pero generalmente más elevadas, al incluir manifestaciones subclínicas, que las detectadas mediante entrevistas psiquiátricas.

Este exceso de morbilidad psiquiátrica, se debe fundamentalmente a la presencia significativamente más elevada de cuadros depresivos, ansiosos y fóbicos entre las mujeres; entre los hombres son más frecuentes los trastornos de personalidad y los derivados del consumo de alcohol y otras sustancias, que no quedan bien recogidos en muchos de los instrumentos de detección. (…)

Influencia de los roles sociales

Los factores sociales y culturales tienen un papel fundamental en el desarrollo y el mantenimiento de la enfermedad mental, cuya influencia se manifiesta de diferente manera en hombres y mujeres en función de las matizaciones en los roles que cada uno se ve obligado a desempeñar en las distintas sociedades.

Los datos aportados por los diversos estudios comunitarios realizados en varios países, entre ellos el nuestro, evidencian diferencias significativas de morbilidad psiquiátrica para los diferentes grupos de edad. Estas variaciones con respecto a la edad siguen en las mujeres de nuestro medio dos tendencias: una relativa al incremento de las formas de patología tradicionalmente vinculadas a los roles masculinos, como el consumo de alcohol y otras sustancias, en los grupos de edad más jóvenes, y otra relacionada con el incremento de los cuadros afectivos y ansiosos en edades más avanzadas, generalmente a partir de una edad mediana.

El incremento de la morbilidad psiquiátrica en mujeres casadas de mediana edad, en comparación con las solteras, es un hecho frecuentemente observado. En esencia, hoy se admite que dicha asociación es un rasgo característico de las mujeres, que no aparece en los hombres, para los que el estado civil «casado» se comporta como un factor de protección frente al desarrollo de la enfermedad mental

Formación de profesionales

La medicina de familia y la psiquiatría son las 2 especialidades médicas que más han contribuido a poner en primer plano los problemas sanitarios que conlleva ignorar la diversidad, y en especial la desigualdad de género. Una encuesta realizada entre las asociaciones profesionales de psiquiatría de los países miembros de la Unión Europea revela que, aunque en todos ellos se considera el tema de vital importancia, solamente en tres (Reino Unido, Países Bajos y Dinamarca) está oficialmente regulada la formación de los psiquiatras en las diferencias de género de manera específica. Ver documento completo

Estereotipos y perjuicios de Género | documento completo

Roxana Graciela Rojas Ortiz, Licenciada en trabajo social, actualmente residente de tercer año de la residencia Interdisciplinaria de Salud Mental, en el hospital Neuropsiquiátrico El Sauce, Mendoza, Argentina; En su trabajo Género y enfermedad mental, expresa

«El proceso de salud-enfermedad mental, vinculado a la subjetividad, implica el estudio o análisis de la forma de enfermar de la mujer y cómo un trastorno psiquiátrico la afecta. La comprensión de este proceso así como la subjetividad se explican en función de considerar las pautas históricas, culturales y sociales de un lugar determinado que influyen en la forma de ser y de percibir el mundo por parte de la mujer. Se puede considerar que los trastornos psiquiátricos, como la subjetividad, configuran un sistema particular de normas y creencias, anudadas a comportamientos, actitudes y acciones que el sujeto realiza y que son esperadas por su entorno familiar y por la sociedad en general. Se observa entonces que existe una construcción de la subjetividad femenina establecida en torno a un determinado contexto, así como también una construcción en función de la salud y de los trastornos psiquiátricos de semejantes características. El medio socio cultural delimita el proceso salud-enfermedad, lo que se espera y lo que no, y marca para la subjetividad lo que «debe hacer» una mujer para ser considerada como tal. Por ejemplo, establece el ser «buena madre, esposa, ama de casa y trabajadora» y marca qué actitudes no debe tomar para no ser considerada «loca»; en este caso, no debe manifestarse agresiva, irritable, intolerante ni poco afectiva, entre otras cosas.»

 

TOPIA | Género, Salud Mental y Derechos Humanos de Débora Tajer, Doctora en Psicología (UBA), Psicoanalista, Sanitarista, Docente e Investigadora; comienza desde una mirada histórica

Existen coincidencias en términos temporales entre el enfoque de Derechos Humanos y el de Género en relación a la Salud Mental en Argentina. Ambos ubican su desarrollo con la vuelta de la democracia en nuestro país. El primero, a partir del trabajo de los equipos de Salud Mental de los organismos de Derechos Humanos con víctimas de la dictadura y sus familias. El segundo, por un lado llegó con el regreso de muchas exiliadas que se habían formado en los Estudios de la Mujer o se habían incorporado a las luchas feministas en otros países y se juntó con una corriente de “insiliadas” que en grupos privados, pequeños y muchas veces clandestinos estudiaban y traducían escritos feministas, entre los cual cabe destacar el CEM (Centro de Estudios de la Mujer). Mujeres que en conjunto realizaron sus aportes para el crecimiento de este campo de estudios. Algunas de las cuales conformaron ONGs que comenzaron con la atención de mujeres víctimas de lo que hoy denominamos como violencia de género entre las cual es importante destacar a: Lugar de Mujer y a la Fundación Alicia Moreau de Justo. »

Tenemos que poder tensar este aspecto de los derechos universales para poder pensar la temática que nos proponen los estudios de género, en relación a la diferencia y a la diversidad.

el sujeto subyacente del marco de los Derechos Humanos es el sujeto universal, que desde los estudios de género se lo identifica como un particular que ha logrado construir hegemonía: varón, adulto, blanco, propietario y heterosexual. Para un posible encuentro, es necesario tensar la relación en la universalidad de un derecho y el derecho simultaneo a ser diferente. Tenemos que poder tensar este aspecto de los derechos universales para poder pensar la temática que nos proponen los estudios de género, en relación a la diferencia y a la diversidad. Si desde el paradigma aún vigente en el campo de los Derechos Humanos se postula que “las personas, tienen una serie de derechos, independientemente de cualquier condición, género, clase, raza, diagnóstico. Para que entre a este paradigma el enfoque de Género hay que establecer algunos puentes que permitan incluir a las diferencias desigualadas no de modo independiente de su condición, sino a partir de su condición. Que en este caso sería el derecho universal a ser diferente. Reconocimiento que es punto de partida para instaurar un necesario dialogo

En todas estas situaciones de conflictos armados y de violación a los derechos humanos, el cuerpo de las mujeres es utilizado como motín de guerra, como territorio de lucha entre “bandos” y como modo de humillación a los varones que han sido derrotados.

… llevó muchos años “decir lo indecible” respecto de los abusos sexuales que fueron parte sistemática del plan de tortura de la última dictadura militar en nuestro país. Recién ahora se puede empezar a decir en voz alta porque recién ahora se puede alojar, escuchar y pensar. Esto también está sucediendo a nivel internacional, se están comenzando a visibilizar las violaciones y ataques sexuales como crímenes de guerra. En este sentido, se sabe que sucedió lo mismo en la guerra de los Balcanes, en Guatemala, en el conflicto entre las FARC, los paramilitares y el gobierno colombiano así como con las esclavas sexuales que los japoneses tomaban en los países conquistados durante la segunda guerra mundial. En todas estas situaciones de conflictos armados y de violación a los derechos humanos, el cuerpo de las mujeres es utilizado como motín de guerra, como territorio de lucha entre “bandos” y como modo de humillación a los varones que han sido derrotados. Y esto se está comenzando a decir con todas las letras luego de muchos años. Por lo cual se ve la importancia de que los dos corpus, las dos tradiciones con larga data en nuestro contexto, trabajen en conjunto y articuladas»

… en la línea de lo “indecible”, fue no haber podido pensar desde el principio la politicidad y la producción de subjetividad de la madritud de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. En tanto, hay una especificidad de género en el rol que cumplieron estas mujeres durante y luego de la dictadura militar, en el sentido de producción de subjetividades políticas generizadas.»

… en los 90 el feminismo comenzó fuertemente a traducir en términos de Derechos Humanos las exigencias de las mujeres. Para dar un ejemplo, en el año 2007 en la provincia de Santa Fe, una mujer llamada María Acevedo que tenía cáncer en la mandíbula, pidió acceder a un aborto enmarcado en una de las tres causales de aborto legal en el país para hacer quimioterapia y se lo negaron, como consecuencia murieron ella y el bebé poco tiempo después del parto, dejando a 2 hijos pequeños nacidos con anterioridad, huérfanos de madre. Ese caso lo tomó la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el reclamo del movimiento de mujeres frente a la vulneración de derechos. Actualmente, uno de los médicos y el director del hospital están siendo procesados. Ejemplo que muestra cómo la inclusión de los derechos de género en el marco del derecho internacional de los tratados de derechos humanos ha sido de una maravillosa estrategia. Permitiendo que lo que no se pueda garantizar a nivel nacional, se pueda apelar en las cortes internacionales.

Quienes trabajamos en el campo de la salud mental con perspectiva de género, escuchamos el horror de las víctimas de violencia de género, tanto en términos físicos como en términos psicológicos. Y las herramientas que han acuñado colegas en el campo de los Derechos Humanos y la salud mental, nos sirven todo el tiempo al actuar como testigos del sufrimiento validando y cobijando ese trabajo necesario de hacer con víctimas de violencia.

Herramientas que permiten no confundir que es el del orden de la psicopatología, tanto de quien padece el horror, como de quien lo ejerce, con lo que es del orden del impacto psíquico y traumático de la vulneración de derechos que genera sufrimiento psíquico y eventual psicopatología. Y, desde esta distinción, debe ser trabajado en el campo clínico en salud mental desde esa perspectiva y con todas las herramientas que ya están probadas en el trabajo clínico con víctimas en el campo de los Derechos Humanos.

Si hacemos un análisis de coyuntura de la agenda de género en el campo de la gestión de políticas públicas en la última década se evidencia cuanto se ha avanzado al incluirse en el marco de los Derechos Humanos. Pero si se hace un análisis de los últimos dos años se observa un retroceso dado por el vaciamiento y desfondamiento de programas que aunque continúan están desvitalizados como los relativos a la salud sexual y reproductiva, la violencia de género y la Educación Sexual Integral.

(…) En ambos casos (refiere a ambos enfoques, de derechos humanos y géneros), la víctima recibe un alto impacto subjetivo (y también físico) por la vulneración, el victimario obra como disciplinador de un orden social que golpea, mata y/o violenta simbólicamente. No es un acto que suceda por la “psicopatología previa” de uno/a u otro/a. Y las víctimas de ambos terrores presentan problemas psicológicos o tienen sufrimiento psíquico por un padecimiento ligado a la vulneración de derechos como efecto traumático. Para el caso de la violencia de género, los victimarios, no deben ser pensados en el campo de lo psicopatológico a priori, sino como bien nos enseñó Eva Giberti, son hijos sanos del patriarcado. Y como también nos explica Rita Segato, son seres altamente morales ¿De qué moralidad? De la moralidad del patriarcado, y vienen a sancionar los tipos de femineidades que se salen del orden establecido.

Hay que tener cuidado con el enfoque en salud mental en violencia de género cuando se trabaja desde una línea de responsabilización de las mujeres. La pregunta sobre la responsabilidad subjetiva en la situación de víctima (“¿Y vos qué tenés que ver con lo que te ha pasado?” ), lleva como supuesto una “ilusión de paridad” que no es tal. Presupone una idea de que las mujeres gozan en la sociedad actual de ciudadanía plena, lo cual es cierto en el orden jurídico, pero no en las prácticas sociales.

Si tomamos esa posición terapéutica con una víctima de violencia de género, no estamos entiendo nada de lo que pasa ahí. Es importante evidenciar que las víctimas de violencia de género son privadas de libertad, reducidas a servidumbre, les han cortado los lazos sociales y laborales, pero no “a punta de pistola” sino mediante la subordinación cotidiana y la pérdida de la libertad vía la violencia simbólica, que las considera “ciudadanas de segunda categoría”.

Para trabajar en el campo de la salud mental con las víctimas de violencia de género, primero hay que restituir ciudadanía, dignidad y autonomía para luego ver qué se puede hacer desde ese lugar, entendiendo que, en esos contratos, no hay libertad para pensar la responsabilidad. La responsabilidad subjetiva será un estatus a adquirir como logro de la intervención terapéutica interdisciplinaria.

Es de suma importancia preguntarse qué tipo de varones estamos produciendo y subjetivando. Pareciera que más allá de una ilusión de igualdad, producimos varones con más prerrogativas privilegios e “impunidades de género”. Autoras como Rita Segato ubican aquí el concepto de “deshumanización” y “desamorosidad”, Judith Butler el de “vidas precarias”, Silvia Bleichmar el de “semejante de baja intensidad” todo lo cual tiene una línea de continuidad que en su vértice más atroz están los femicidios, que son asesinatos de mujeres por razones de desigualación entre los géneros.

Se plantea la pregunta de si los varones también son “víctimas” del patriarcado. Desde mi visión, no son víctimas, sino que sufren los costos por la hegemonía, los costos del poder y de no poder hacer todo lo que quieren, esto genera costos en su vida, concretamente tienen siete años menos de expectativa de vida, con peores perfiles de salud. En los varones se juega la valoración, tanto la propia como la social en acciones que se les juega en contra en términos de autocuidado, vida y salud. Lo mismo que los mata, los hace matar a mujeres, niñas y otros varones es por lo que son socialmente valorados. Lo cual les produce una encerrona trágica que se llama masculinidad hegemónica, que les da muchos privilegios, pero también les hace daño. Pero la paradoja es que para estar mejor, deben soltar privilegios. Lo cual como se sabe, es una tarea difícil y que exige un compromiso personal y colectivo con esta acción.

Uno de los problemas que se presenta en nuestra sociedad es que sólo las mujeres estamos subjetivadas en la lógica del cuidado. A los varones no se les enseña a cuidarse de sí mismos y de otros. Con el alargamiento de la expectativa de vida, se va a necesitar en buena parte de nuestras vidas ser cuidados y cada vez hay menos gente que cuida con la salida de las mujeres al mercado laboral y el no ingreso de los varones al área de los cuidados. De esta manera, se puede identificar la intensificación de la crisis del sistema de cuidados en relación a la crisis económica actual. VER ARTICULO COMPLETO TOPIA | Género, Salud Mental y Derechos Humanos

Débora Tajer, en otro artículo,  Identidad de género y salud mental  GÉNERO Y DIVERSIDAD SEXUAL para SOBERANIA SANITARIA, plantea que

Pese a los múltiples avances identificados, los sistemas de atención de la salud continúan evidenciando brechas en materia de género y salud, en tanto que ni los marcos normativos ni las políticas públicas per se aseguran la modificación inmediata de representaciones y prácticas tradicionales arraigadas en aquellas instituciones donde se efectivizan estos derechos.

Dado que la perspectiva de derechos no implica la adhesión inmediata en los equipos de salud, en tanto que los prejuicios, concepciones y creencias de los/as profesionales de este ámbito constituyen un tipo de barrera más difícil de reconocer y revertir.

En lo referido al eje de identidad de género, que constituye un tópico emergente y menos investigado, los avances en relación a considerar a las diversidades sexuales por fuera de lo psicopatológico “per se”, no se corresponden con la tendencia aún mayoritaria a considerar a las vicisitudes de la identidad de género aún en el campo, al menos limítrofe con lo psicopatológico, lo cual se contradice con Ley 26.743 que desde 2012 la incluye en el campo del derecho a la identidad. Esta tensión convive con otras tensiones identificadas en el campo, en el cual se evidencia la subsistencia de discursos disciplinarios hegemónicos que “medicalizan” y “farmacologizan” los abordajes, tendiendo a invisibilizar y reforzar desigualdades de género y de orientación sexual, como también de edad y clase. Al mismo tiempo, que existen aún pocos/as profesionales formados/as en estos temas y escasos dispositivos para brindar una atención especializada e interdisciplinaria para estas demandas.

Prácticas, conformaciones identitarias y amores que están por fuera del paradigma heteronormativo hoy no están autorizados a vivirse bajo la luz del día, y sólo se despliegan en los espacios intimistas de los baños, habitaciones y “guetos”. En este sentido muchos estudios revelan que el padecimiento que se detecta en algunos niños y niñas y adolescentes no se debe a su elección sino fundamentalmente a la discriminación que reciben.

Ver también 

SALUD TRANS

Jóvenes no binaries: Cómo es vivir sin género en Argentina

Triple estigmatización en Salud Mental: por ser mujeres, pobres y usuarias Por Macarena Herrera y Ernesto Trejo para La tinta

Estas formas en las que está socializada la mujer, producen angustias que los servicios de Salud Mental no terminan de escuchar, y medicalizan la situación. Un punto aparte tiene que ver con la violencia de género, hay concepciones entre las corrientes de atención en Salud Mental que no solamente no escuchan las situaciones de violencia de género, sino que devuelven la pregunta a la mujer.

La socialización de los roles de género para la mujer, supone un plus de sufrimiento. Por ejemplo, que haya dos o tres niñxs en la casa, está asociado al malestar psicológico, pero está tan naturalizado, que ese plus, no se escucha. Entonces, para una mujer que está a cargo del cuidado de chicxs, del hogar, de su trabajo, supone lo que hablábamos anteriormente como doble jornada laboral.

Con la medicalización, lo único que se logra es atender al síntoma, y no a otras causas que emergen de lo social. O se atribuye a cuestiones biológicas, como la menopausia, cuestiones hormonales, o hasta incluso en el lenguaje común como adjetivos “la loca de la casa”

Esta situación también se da entre los profesionales, además que es una práctica que se da en la sociedad, que los servicios de salud mental reproduzcan la invisibilización del problema de las mujeres es una falla estructural.

es importante que los distintos colectivos sociales y organizaciones estudiantiles y políticas, incluyan dentro de su agenda estos temas

Hay muchas cuestiones que están invisibilizadas, entonces el primer paso es encontrar estrategias para visibilizar estas problemáticas. Por ejemplo, en los Encuentros Nacionales de Mujeres, están empezando a realizarse talleres sobre Salud Mental y Mujeres. Después están las capacitaciones específicas, y acá es importante que los distintos colectivos sociales y organizaciones estudiantiles y políticas, incluyan dentro de su agenda estos temas. Esta es una de las formas para transformar. También desde los ámbitos académicos se deben especializar en estos debates, ya que hasta ahora no hay tanta producción.

La situación de la Salud Mental es un tema que nos involucra a todos y todas. El Estado es responsable de haber invisibilizado estas temáticas, pero a su vez es una tarea de la sociedad dejar de mirar para el costado. Así, tanto las organizaciones sociales y políticas, como los medios de comunicación (hegemónicos o alternativos) deben estar interpelados en los tratamientos responsables de estas problemáticas, su difusión y capacitación de las mismas.

El 75% de las mujeres con problemas de salud mental sufre violencia de género

Tres de cada cuatro mujeres con problema mental sufre violencia de género, según se recoge en el ‘Informe sobre el estado de los Derechos Humanos de las personas con trastorno mental en España 2017’, elaborado por la Confederación Salud Mental España

CONFEDERACIÓN SALUD MENTAL ESPAÑA

La Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres constituye, para la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, la principal herramienta en la lucha contra la desigualdad y, es por tanto, un aspecto fundamental en la atención y cuidado de la salud mental.

Fue a partir de la presentación en 2015 del estudio ‘Salud mental e inclusión social. Situación actual y recomendaciones contra el estigma’, cuando SALUD MENTAL ESPAÑA anunció que la futura Estrategia de Lucha contra el Estigma de carácter estatal abordaría en todos los ámbitos y actuaciones la perspectiva de género.

Este estudio ya aludía a que “el rol tradicional femenino que vincula a las mujeres al ámbito privado, unido a la escasa perspectiva de género existente en el entorno de la salud mental en general y en el empleo en particular, supone una barrera adicional para las mujeres que tienen un trastorno mental.”

 

Plan de Igualdad de SALUD MENTAL ESPAÑA

Aunque SALUD MENTAL ESPAÑA no tiene la obligación legal de tener un Plan de Igualdad al no contar con el número mínimo de personas en plantilla fijado en la Ley de Igualdad, la Confederación ha puesto de manifiesto su claro compromiso ante la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres mediante la elaboración de uno propio.

Entre los objetivos generales del Plan de Igualdad de SALUD MENTAL ESPAÑA están el promover el principio de igualdad de trato, garantizar las mismas oportunidades profesionales, velar porque no haya discriminación alguna por razón de sexo, posibilitar una representación equilibrada de la mujer, prevenir el acoso sexual y potenciar la conciliación de la vida profesional, personal y familiar.

Este Plan, que tiene una vigencia de 5 años, se creó con el apoyo del Programa ‘Generando Cambios’, una iniciativa de la Dirección General de la Mujer, Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid.

Además, recientemente la Confederación ha actualizado sus estatutos para incluir, entre otras mejoras, la perspectiva de género, la promoción de una presencia más equilibrada de mujeres en sus órganos de gobierno incorporando entre sus fines el “promover la igualdad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos de la Confederación”.

De esta manera SALUD MENTAL ESPAÑA promueve una cultura organizativa que comprende y apoya la igualdad de género dentro y fuera de la Organización y que se manifiesta en los comportamientos y actitudes de las personas integrantes de sus diferentes equipos.

La recién creada Comisión de Igualdad

Con el “objetivo principal de dar impulso y dinamizar el Plan de Igualdad de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA”, explica Perogil, “se ha constituido la Comisión de Igualdad en nuestra entidad, promoviendo una participación activa del personal técnico”.

Esta Comisión de Igualdad articulará sus acciones con el resto de Comités y Comisiones y tiene entre sus tareas la revisión, análisis, actualización y seguimiento de documentación como el Catálogo de Medidas y Beneficios de Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral y el Protocolo de Prevención y Actuación contra el Acoso Sexual, Acoso por razón de Sexo y Acoso Moral.

Se puede contactar con la Comisión de Igualdad de SALUD MENTAL ESPAÑA a través del correo electrónico igualdad@consaludmental.org

Mujer y salud mental en el 8M

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, desde SALUD MENTAL ESPAÑA se lanzó una campaña de concienciación sobre la doble discriminación que sufren las mujeres con problemas de salud mental y para defender una igualdad real y efectiva en todos los ámbitos de la vida.

Esta campaña consistió en la edición de un vídeo de sensibilización y una serie de infografías con datos concretos sobre las mujeres con problemas de salud mental en el Estado español, entre los que se destacan aquellos referidos a la violencia de género, la esterilización forzosa o al altísimo desempleo que sufren.

 

En la última encuesta nacional de salud en España el 25 % de la población femenina está en riesgos de sufrir enfermedades mentales frente al 14% de los hombres o que el 85 % de las mujeres con problemas de salud mental están medicadas frente al 15% de los hombres, todavía hay escasas actuaciones para incidir sobre ello

 

En el artículo por qué hablar de género y salud mental, publicado por Scielo Salud México 2014, por Luciana Ramos-Lira como Editora Invitada. Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.

Se afirma que «la violencia es un factor fundamental que incide en la depresión y el riesgo de suicidio en estas mujeres. Este factor se reporta como rechazo emocional y negligencia por parte de la madre, como abuso sexual infantil y como maltrato emocional por parte de la pareja. A su vez, el consumo de alcohol y la violencia sexual son factores que predicen específicamente el riesgo suicida.»

Ya en su abordaje se respalda en otros tres artículos abordan aspectos relacionados con el malestar emocional y la atención del mismo. El artículo «Estigma estructural, género e interseccionalidad. Implicaciones en la atención en la salud mental», de Mora-Ríos et al., aborda el estigma estructural o estigma institucional como un conjunto de normas, políticas y procedimientos de entidades públicas o privadas que restringen los derechos y las oportunidades de las personas con enfermedades mentales, legitiman las diferencias de poder y reproducen las inequidades y la exclusión social. Las autoras señalan su utilidad para el abordaje de los grupos sociales que presentan múltiples condiciones de vulnerabilidad. En éstas intervienen diversos determinantes sociales que se interrelacionan y se expresan en inequidades sociales en salud, incluyendo el género como una variable transversal de carácter estructural. De aquí que las autoras retomen el enfoque de interseccionalidad que pretende dar cuenta de la complejidad de los fenómenos sociales como una propuesta para entender de qué manera el sexo y el género se interrelacionan con otras dimensiones de inequidad social, y en contextos históricos y geográficos específicos, para crear experiencias únicas en las áreas de salud. Este marco lo utilizan para exponer las formas y manifestaciones más comunes del estigma estructural sobre los trastornos mentales desde la perspectiva del personal de salud y de los usuarios en tratamiento ambulatorio en cuatro centros de atención psiquiátrica ubicados en la Ciudad de México.

En este sentido destacan los resultados de las percepciones de los usuarios sobre el motivo de su padecimiento, la vulnerabilidad social: precarias condiciones de vida, violencia y consumo de sustancias, y la falta de una red de apoyo. Sus hallazgos muestran también que el género incide en estas experiencias de malestar y enfermedad mental: las mujeres son más víctimas de violencia de género y los hombres consumen más alcohol. Las principales fuentes de estigma desde su punto de vista son la familia y el personal de salud. Éste último les otorga poca credibilidad y las descalifican si reportan alguna experiencia, incluso de violencia o de abuso sexual, como si no fueran dignas de confianza y como si su padecimiento las llevara a mentir o a falsear información. Por otro lado, el estigma hacia la enfermedad mental afecta a los usuarios, pero también al personal de salud

La salud mental de las mujeres: la Psicoterapia de Equidad Feminista

Desde los primeros años de vida, las personas recibimos una serie de pensamientos, creencias, valores y actitudes muy diferenciadas según el sexo con el que nazcamos. Este aprendizaje es lo que se llama la socialización de género y configura los llamados mandatos de género: ideas irracionales y preconcebidas sobre lo que se debe cumplir para ser una buena mujer o un buen hombre.

Todos estos mandatos y roles se introducen en las cogniciones, emociones y conductas de género aprendidas que se asumen como propias y se convierten en guía de cada persona según el modelo impuesto, convirtiéndose en su propia identidad de género.

La identidad de género como causa de la depresión de las mujeres

A lo largo de su vida, y con los mandatos y la identidad de género bien interiorizados en el sentido que ya hemos visto, las mujeres experimentan numerosas contradicciones y frustraciones por la práctica cotidiana de los roles y los mandatos con el objetivo de adaptarse a un modelo que les pide sacrificio, dependencia y pasividad.

¿Cómo afecta la construcción de género en la salud mental de las mujeres?

La educación de género fomenta la creencia de “ser para los otros” en las mujeres, que se sienten completadas únicamente a través de la aprobación de las personas de su entorno, lo que llamamos falsa autoestima y que desemboca en una necesidad desmesurada de las demás personas.

Existen determinadas áreas esenciales que se ven muy afectadas por la construcción de género, como:

  • La falta de desarrollo de la individualidad y la imposibilidad de construir la autonomía personal
  • La culpa como mecanismo para cumplir con los mandatos de género
  • La contradicción de los distintos modelos de mujer impuestos
  • La educación diferencial de los afectos, la idea del amor y las relaciones de pareja y la interiorización del sistema de dominación masculina y sumisión femenina
  • La violencia de género estructural, cultural, simbólica y directa

Toda la fundamentación de nuestra teoría está expuesta en nuestro manual La salud mental de las mujeres: la Psicoterapia de Equidad Feminista

 

Ver también 

NIÑAS, NO MADRES!

IDEP Salud Mental por la plena implementación de la Ley 26.657

III Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Derechos Humanos y Salud Mental

Últimos 15 días para presentar trabajos!! Hasta el 15/7

Requisitos: Escrito de HASTA 500 palabras.

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TEMAS:

  1. Políticas para la promoción de los derechos humanos en salud mental
  2. Despatologización de la vida
  3. Abordajes del sufrimiento subjetivo
  4. Movimientos sociales y colectivos en lucha

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FORMAS DE PARTICIPACIÓN

  1. Foros de trabajos libres
  2. Talleres
  3. Intervenciones artísticas
  4. Feria de economía social y solidaria

LAS ALMAS REPUDIAN TODO ENCIERRO

La Revista Digital de IDEP Salud Mental