Testimonio de Micaela Durruty, Lic. en Psicología, que formaba parte del equipo territorial de salud mental desactivado por el Gobierno Nacional en la provincia de Corrientes.
“Puedo contar sobre el programa que había y que ya no hay más. Yo formaba parte de un equipo territorial de salud mental, interdisciplinario, que trabajaba en lo comunitario desde 2014, en conjunto con otras provincias; un equipo que se fue reduciendo hasta que finalmente desapareció. Nuestro programa fue desmantelado. Quedamos desafectados y a muy duras penas logramos que nos paguen, muy devaluado, casi un año de trabajo que estuvimos yendo sin percibir haberes. En este momento yo quedé fuera del ámbito público de salud, así que estoy trabajando en lo privado.”
“Soy Lic. en Psicología, me recibí en la Facultad de Córdoba e hice residencia interdisciplinaria en salud mental en la ciudad de Corrientes, en el Hospital Monovalente de Salud Mental. Allí hice los cuatro años de residencia, fui Jefa de Residentes y no tuve oferta laboral acá en la provincia. Hago esta introducción para comentar que hay pocos espacios disponibles para los profesionales que la misma provincia forma. Muchos compañeros míos, residentes de salud mental, tampoco fueron contratados después de ser formados por la provincia. Al poco tiempo de egresar, en el año 2014, aparece esta convocatoria desde la Dirección Nacional de Salud Mental. En ese momento Matilde Massa era la Directora de Salud Mental y se abre esta convocatoria con concursos públicos, entrevistas, todo, para formar un equipo de salud mental con este perfil de trabajar sobre todo lo comunitario y con el objetivo de reforzar la implementación de la Ley Nacional de Salud Mental y Adicciones. Este equipo trabajaba mucho en esto y también en mesas intersectoriales, siendo especies de pies de la nación en las provincias, para articular las prácticas y las políticas para la plena implementación de la ley. Trabajamos con un referente nacional que venía cada quince días y la idea era que este equipo chico iba a poder ampliarse. En un principio éramos un equipo de once personas pero finalmente quedamos un equipo de ocho.”
“Con el cambio de gobierno dejamos de tener lineamientos de trabajo, directamente, quedamos abandonados a nuestra suerte; empezaron desde el día uno los retrasos en los pagos, la comunicación directamente cortada, teníamos que mendigar –de alguna manera- información sobre los lineamientos de nuestro trabajo territorial. Así que fuimos sosteniendo a pulmón y como pudimos nuestra presencia en territorio y llegamos a trabajar casi un año sin cobrar. Por supuesto que hicimos reducción horaria y en el transcurso de todas esas irregularidades y todo ese sufrimiento, nos han dicho muchas cosas que no fueron ciertas, nos iban prometiendo solución y realmente no había nadie que se hiciera cargo del programa, de los profesionales, del equipo y del trabajo. Así que lo fuimos sosteniendo autogestivamente, tratando de no perder el lazo con la comunidad, pero nos fueron cortando las posibilidades de hacer y nuestros contratos, desde un principio, no eran contratos muy firmes, porque eran contratos por un año en calidad de monotributistas. Y, luego, en esta nueva gestión directamente no nos hicieron firmar más contrato. Fue una cadena de irregularidades, desprolijidades y abandono, básicamente, por parte de la Nación de los equipos y del trabajo.”
“Así es un poco la historia de este dispositivo, que llegamos a hacer un lindo trabajo en territorio, trabajábamos en distintos Centros Integradores Comunitarios de los barrios de la ciudad de Corrientes pero no llegamos a abarcar al interior porque éramos pocos. La idea en un principio era que esto iba a ir creciendo y, la verdad, que la lógica bajo la cual trabajábamos en un principio, con los lineamientos de la Ley Nacional de Salud Mental y Adicciones y del Plan Nacional de Salud Mental, eran muy interesantes desde el abordaje y la manera de entender la salud mental de la comunidad como algo mucho más amplio que simplemente atender la enfermedad sino que trabajábamos desde la prevención y la promoción, trabajábamos integrados con otros sectores de los barrios. Hemos hecho ferias y talleres de todo tipo para promover la salud mental, hemos implementado mucha creatividad en nuestros trabajos siempre para articular con distintos sectores como educación, deportes, con los distintos agentes promotores de salud barriales.”
“La verdad es que desde lo emocional fue muy buena la idea y la génesis de nuestro trabajo y todo lo que se intentaba promover. Le pusimos mucho empeño y, la verdad, mucha convicción. Igual fue muy triste el final, el maltrato que hemos recibido como trabajadores y no solo en cuanto a lo personal, porque yo en este momento trabajo bien en el ámbito privado y en la docencia, así que no estoy sin trabajo, pero cuando nos apasiona el trabajo territorial y la comunidad y la salud pública, es triste. Y saber que estas comunidades acá en la capital de la provincia están con escases de recursos en territorio y, en especial, ese tipo de trabajo que no iba tan dirigido a la enfermedad o al tratamiento de la enfermedad, también atendíamos ese tipo de demandas, pero desde la promoción de la salud en la comunidad. En eso entiendo que no se generó ningún dispositivo alternativo y podemos decir que se nos desperdició como recurso porque la verdad es fuimos todos seleccionados por concurso, personas formadas y además con todo ese recorrido, en el cual se nos capacitó desde nación –tuvimos muchas capacitaciones-, para lo que es el trabajo territorial en salud mental y eso, digamos, se echó a perder.”