Intensa labor para recuperar el archivo de Chicha Mariani


Quienes trabajan en su recuperación piden la colaboración de librerías y papelerías.

Por Pablo Spinelli
spinellipa@gmail.com

La casa de Chicha Mariani, en 47 entre 17 y 18, se mimetiza con las de todo el barrio. Como sus vecinas tiene las puertas abiertas y en la vereda una pila de objetos arruinados. El interior de la vivienda es un hormigueo permanente de gente que intenta recuperar el archivo de la fundadora de Abuelas de Plaza Mayo, el cual quedó bajo el metro y medio de agua que ingresó durante la tormenta del 2 de abril: biblioratos con las causas judiciales por delitos de lesa humanidad; la documentación personal de los 36 años de búsqueda de su nieta Clara Anahí; los legajos de cada uno de los represores; las fotografías familiares; las colecciones completas de los diarios Página 12 y Tiempo Argentino; y cientos de libros.

La noticia de los daños corrió rápido entre los allegados de Chicha y los organismos de Derechos Humanos, y pronto la casa se convirtió en escenario del intento de recuperación. Especialistas del Archivo Nacional de la Memoria que depende de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación trabajan a destajo desde el jueves. Los acompañan voluntarios de las organizaciones Hermanos e Hijos La Plata, de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense, de los Juzgados Federales de La Plata y de la Comisión Provincial por la Memoria.

Es un trabajo de hormigas. En el patio, mientras una chica se mantuvo sentada durante horas separando las fotos de los álbumes familiares, otra se dedicó a despegar cuidadosamente los papeles foliados que narran la historia de la búsqueda de Clara Anahí. Bajo las directivas de Judith y Alicia, la consigna fue colgar cada papel en tenderos improvisados sin que los tome el sol pleno. Otro grupo, apostado en el living de acceso a la casa, intentó poner orden en un ambiente aún dominado por el estrago que causó la irrupción del agua.

Las fotos secándose

Desde su habitación Chicha se mantuvo alerta a todos los movimientos. Celebró cuando por fin apareció el ejemplar del libro de Lalo Painceira, “Dar la vida”, y agradeció a todos los que trabajaron durante la tarde. La mujer quiere evitar victimizarse ante la dimensión de la tragedia que vive La Plata, y a duras penas accedió a que los daños sean fotografiados. “Tiene que ser la historia de la recuperación y no de la pérdida”, acordó con el periodista, pero ella no apareció en escena. También se negó a que se publicaran las peripecias que realizó la tarde del martes para salir de la casa por una escalera ubicada en los fondos, cuando el agua ya alcanzaba su propia altura.

El libro de Lalo Painceira, «Dar la vida», hallado en medio del desorden

Tanto Chicha como todos lo que allí trabajan consideran realmente que no hay pérdida. Que buena parte del archivo podrá recuperarse, con el trabajo de quienes están allí todo el día, pero también con el aporte de terceros. Los juzgados ya se comprometieron a remitirles copias nuevas de todas las causas que ella guardaba, y lo mismo hicieron los diarios Página 12 y Tiempo Argentino para devolverle las colecciones.

El trabajo con las fotos es especial, y lo protagoniza Nicolás, el encargado de las digitalizaciones. Está tratando de recuperar las que todavía no pasaron por ese proceso, que son la mitad de las 12 mil que posee la Asociación Anahí. En el patio de la casa de Chicha, debajo de un alero, se instalaron unas telas sobre las cuales se secan las copias. Varias fotos conocidas de Clara Anahí, de la casa de calle 30, de su hijo Daniel Mariani y de su nuera Diana Teruggi, las cuales forman parte de las muestras que Chicha organiza para mantener visible la búsqueda que comenzó en el mismo momento del ataque en el que murieron sus familiares y compañeros de militancia, y secuestraron a su nieta.

A la casa se accede por una puerta común y por un garaje. En este último la marca del agua demuestra, como en tantas casas, la dimensión de la catástrofe. Un fuerte olor lo invade todo. El ambiente está oscuro y las carpetas y biblioratos se apilan a un costado. Se necesitan estanterías metálicas y angostas para acomodar contra las paredes, y ese es el primer pedido solidario de Graciela Ledantes, “Gachi”, fiel amiga y acompañante de la fundadora de Abuelas. El segundo son los tendederos y los broches para seguir recuperando la documentación.

Por la puerta se ingresa al caótico living, desde donde los jóvenes no paran de sacar objetos arruinados, inventariar libros y revistas, y recuperar papeles de todo tipo y color. En una de las paredes está colgado el papel que documenta la verdadera importancia del archivo que ahí se está intentando recuperar. En 2006, y a partir del programa “Memorias del Mundo” de la Unesco, fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, y es permanente fuente de consulta, incluso para los juzgados que llevan adelante las causas por delitos de lesa humanidad. “Chicha nunca le negó nada a nadie”, dice Gachi.

Los papeles en las tablas de una cama que ya no tiene colchón (Foto: Helen Zout – CPM)

Hacia atrás está la habitación donde Chicha descansa, y varios ambientes en los que a cada paso hay un documento valioso. En una de ellas hay un elástico de madera de una cama de dos plazas repleta de papeles secándose. A un costado, aún con rastros de humedad está el placar con los legajos de Miguel Etchecolatz y Christian Von Wernich. Volviendo al pasillo para ir hacia el patio, donde están los voluntarios trabajando, en el piso, hay fotos con el rostro de Clara Anahí, tapa de una publicación de la Asociación. Síntesis de una recopilación de 36 años de vida y de lucha que estuvo a punto de quedar arruinada.

Fuente: Diario Diagonales