García Linera: “Mientras estemos nosotros en el gobierno no vamos a permitir que un extranjero venga a decidir el destino de nuestro país.”


 

Conferencia magistral de Álvaro García Linera, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, en el XV Congreso de ALAMES, medicina social y salud colectiva

 

En Bolivia sacamos al FMI del Banco Central y lo botamos, sacamos a la CIA del Palacio de Gobierno y lo botamos, sacamos a la DEA del Chapare y la botamos y sacamos al embajador de Estados Unidos y lo botamos.

 

¿Cómo estamos viendo la situación de América Latina y el Mundo? Evidentemente estamos preocupados, no estamos contentos, hay cosas que no están bien, hay cosas que nos alarman, hay avances, hay retrocesos. Es un momento muy complejo y muy incierto. Si a uno le preguntan: Oye, ¿qué ha sucedido en América Latina y qué han significado los gobiernos progresistas en América Latina?

 

 

 

Emergencia de los gobiernos progresistas

 

Tres cosas han sucedido para que se de esta emergencia de gobiernos progresistas desde fines del Siglo XX e inicios del Siglo XXI: una crisis del régimen de acumulación y legitimación neoliberal, los procesos de privatización de recursos públicos, los procesos de acumulación por expropiación de empresas públicas, los procesos de financiarización de las economías latinoamericanas, de privatización de la salud, de la educación, de recorte de salarios, de fragmentación del mundo sindical, de precarización de la fuerza de trabajo, provocó una forma de generar riqueza pero, a la vez, una forma de generar descontentos, protestas y malestares.

A fines del Siglo XX, a lo largo de todo el continente, el Sur, el Norte, comienza a manifestarse que esa forma de acumular riqueza, de concentrar riqueza, de maltratar a la clase trabajadora, de maltratar a las clases medias, estaba encontrando dificultades para continuar, un límite. A esto llamamos una crisis de capacidad de reproducción de la forma de acumulación y una crisis de la capacidad de consagración, de legitimación, de justificación o de adhesión, de las clases subalternas a las clases dominantes.

Proyectos de poder ante el neoliberalismo

 

Esto dio lugar al surgimiento de una variedad de protestas sociales, de movilizaciones sociales, que tuvieron la virtud no solamente de quedarse en el ámbito de la protesta y de la demanda sino que buena parte de ese malestar colectivo se canalizó como proyectos estatales, como proyectos de poder. La sociedad latinoamericana, a su modo, tomó una decisión: construir un conjunto de coaliciones estatales, unas más radicales que otras, que en conjunto dieron un panorama enrojecido de todo el continente latinoamericano o de una buena parte.

Estas coaliciones estatales fruto de la crisis de legitimación y de la crisis de reproducción y de acumulación, tomaron un conjunto de medidas en la economía, en lo social y en lo político. Los gobiernos progresistas permitieron que millones de personas pudieran comer tres veces al día en América Latina, millones de personas en América Latina que no podían irse a acostar con su alimento, lo pudieron hacer con todo este período progresista. El ciclo progresista significó un fuerte descenso de la pobreza absoluta y un incremento de la franja intermedia de la sociedad latinoamericana.

 

 

CELAC, UNASUR, ALBA: Sin tutelaje de Estados Unidos

 

Otro de los grandes logros es un esfuerzo por construir mecanismos propios: ALBA, CELAC, UNASUR, que han sido mecanismos a través de los cuales América Latina buscó después de muchísimo tiempo crear espacios de unidad, de articulación regional sin el tutelaje de Estados Unidos. Están en crisis hoy, pero esta década significó que los latinoamericanos nos reuníamos, nos convocábamos, sin que Estados Unidos pagara nuestros pasajes, sin que Estados Unidos redactara en inglés las resoluciones, sin que Estados Unidos nos dijera lo que tenemos que hacer con el país.

Hay una generación que ha vivido esto y que no sabe lo que ha pasado antes, es el caso de Bolivia pero seguramente ha sucedido lo mismo en toda América Latina, desde México hasta Chile. En Bolivia, un embajador norteamericano decidía quién podía ser candidato, el embajador norteamericano definía quién podía ser Comandante de la policía o de las Fuerzas Armadas, los políticos se disfrazaban de vaqueros el 4 de julio y hacían fila como si fueran a regalar dinero en la Embajada norteamericana, para recibir una palmadita de aprobación de un funcionario de tercera de la Embajada norteamericana. Y sabían que en los primeros titulares aparecería la foto y ellos la colocaban en un retrato porque significaba una bendición para poder tener algún tipo de actividad política. En Bolivia había zonas donde un presidente no podía aterrizar: había una base, una pista de aterrizaje en Los Yungas, había un área cerrada acá en la Comandancia del Ejército de Bolivia donde trabajaba el Departamento de Estado norteamericano. Es decir, había extraterritorialidad en muchos lugares de Bolivia donde realmente no ejercíamos ningún tipo de soberanía. Eso, cuando se construyen estas estructuras de unificación (CELAC, UNASUR, ALBA), sencillamente comienza a desaparecer. Y aquí sacamos al FMI del Banco Central y lo botamos, sacamos a la CIA del Palacio de Gobierno y lo botamos, sacamos a la DEA del Chapare y la botamos y sacamos al embajador de Estados Unidos y lo botamos.

Y no es que tenemos ninguna animadversión con los norteamericanos: respetamos su cultura, admiramos mucha de su tecnología, hay algunas cosas bonitas, pero lo que pedimos simplemente es que no se metan en los asuntos públicos nuestros, que no intervengan en nuestras decisiones. Compramos y vendemos mercancías, mandamos estudiantes a que se preparen, en fin, pero lo que nunca hemos querido aceptar y no vamos a aceptar mientras estemos nosotros en el gobierno, es que un extranjero venga a mandar a la tropa boliviana o venga a mandar a los políticos bolivianos o venga a decidir el destino de nuestro país.

 

Construir un conjunto de articulaciones plebeyas, populares, laborales

 

¿Qué mostró América Latina? Que la clave está en construir democráticamente, desde abajo, el poder, no engolosinarse con el Estado creyendo que la toma del poder estatal es la revolución, no es cierto. El poder estatal es apenas una herramienta, un mecanismo más de las transformaciones que obligatoriamente tienen que venir desde la propia sociedad: desde las comunidades, desde las fábricas, desde las universidades, desde los barrios. Entonces ni poder ni no poder, una mezcla, una política anfibia que mezcla la articulación de uno con el otro y nunca se radicaliza ni se polariza en un solo extremo. Construcción del poder, democratización del poder, toma del poder, democratización, toma, democratización, toma, en un delgadísimo hilo que separa la posibilidad de una estatalización de la revolución, lo que es el fracaso, o en una comunalización o autonomización de los procesos que lleva a la sociedad a una actitud de indefección frente a los que sí tienen el poder y saben manejar el poder y toman las decisiones del poder para imponer al resto de la población sus decisiones.

Los procesos revolucionarios progresistas en América Latina han significado inicialmente la construcción de un núcleo duro: campesinos, indígenas, movimiento barrial, que son la fuerza inicial, los que rompen las primeras barreras de contención conservadora, los que rompen los primeros prejuicios frente al dominio neoliberal y al sentido común neoliberal, pero para convertirse en fuerza de gobierno, en bloque gubernamental, tienen que irradiarse, tienen que articularse con otros sectores pobres. Si son campesinos, con trabajadores; si son campesinos y trabajadores, con estudiantes; si son campesinos, trabajadores y estudiantes, con vendedores, con comerciantes, con intelectuales. Tienes que ampliarte ¿Hasta dónde tienes que ampliarte? Profesionales, clases medias, empresarios ¿Qué más? Oligarquías, embajada. Si no te irradias no construyes hegemonía pero si te irradias demasiado ¿tu núcleo duro en qué queda? La radicalidad del proceso diluido en unos sectores medios, ambiguos, de clase media y de clase alta o de clase transnacional, en la que al final ya no supiste dónde quedó tu proceso. ¿Entonces tengo que recluirme a mi núcleo duro? No, porque solo con el núcleo duro no tienes hegemonía ¿Entonces cuánto me concentro, cuánto me irradio? No hay un algoritmo, no hay una receta, no hay un procedimiento, es el día a día. Nunca abandones al núcleo duro pero está de acuerdo en que no basta el núcleo duro, hay que construir una alianza, un bloque social, un conjunto de articulaciones plebeyas, populares, laborales. Neutralizar sectores medios, golpear sectores de élite.

 

Una apetencia colectiva de participar, de decidir y de mejorar su condición de vida

 

Este tipo de debates son debates nuevos, son debates que hablan sobre hegemonía, irradiación, continuación, profundización, o, simplemente, liquidación de los procesos revolucionarios. Cada país ha tenido su propia historia en este sentido. Lo interesante es que está en vivo, lo estamos viviendo y cada decisión que uno toma con un decreto, con una ley, con una inversión, con una contratación, siempre está poniendo en juego núcleo duro e irradiación.

Mi experiencia: cualquier decisión siempre tiene que estar pensada y debe constituir un refuerzo del núcleo duro. Sobre ese principio de reforzar el núcleo duro ¿Me ayuda a articular núcleos concéntricos de sectores de apoyo? Entonces vale la pena. Pero una decisión que, por ampliar los círculos, pone en duda o golpea al núcleo duro, esa es la perdición. Cuando sucede eso, ya pasaste la línea, ya estás del otro lado, y regresar acá ya no se puede, porque tu núcleo duro te va a cobrar la traición que le ocasionaste.

Toda revolución, todo proceso de transformación, siempre es fruto de una apetencia colectiva de participar, de decidir y de mejorar su condición de vida. Pan, paz y tierra, la consigna de la Revolución Rusa. Pan, paz –que no se muera mi hermano-, y tierra, distribuir, pero pan, pan, comer. Las grandes revoluciones surgen de articulaciones muy simples pero muy densas en términos de síntesis de la época, síntesis de la sociedad.

 

El intercambio orgánico entre ser humano y naturaleza: cabalgar las contradicciones

 

Y un proceso revolucionario las primeras cosas que va a enfrentar es satisfacer necesidades: o de salud o de educación o de empleo o de ingresos, necesidades básicas. Pero para satisfacer rápidamente esas necesidades, en el caso nuestro, tienes que afectar la Madre Tierra ¿Cómo construyes un colegio? Tienes que sacar más gas ¿Cómo construyes un hospital del tercer nivel? Pues tienes que sacar más mineral. Oye, pero estamos en el siglo del conocimiento, la economía del conocimiento, la economía digital, la economía de los algoritmos… Perfecto, eso está bien en el libro, pero qué haces cuando el 20 por ciento de tu población no sabe leer ni escribir, cuando el 48% de tu población, que debería estar pensando en el algoritmo, no tiene dos alimentos al día; cuando los niños tienen que abandonar al sexto o séptimo de primaria porque tienen que ir a trabajar porque la familia no tiene recursos y tienen que trabajar la mamá, el papá y los hijos; de qué economía del conocimiento puedes hablar si no has resuelto unas condiciones mínimas, básicas, de tu alimentación, de tu salud, de tu vivienda. ¿Pero si depredo a la Madre Tierra, exclusivamente para satisfacer necesidades? Estoy violentando uno de los principios básicos de la concepción indígena y revolucionaria, de las revoluciones del Siglo XXI que es el metabolismo, este intercambio orgánico entre ser humano y naturaleza. El metabolismo del que hablaba Marx. Entonces esta es una contradicción, es una contradicción viva. ¿Qué te queda? Satisfacer necesidades básicas afectando a la Madre Tierra pero rápidamente crear condiciones para que tengas un tipo de economía de jóvenes, de estudiantes, de profesionales, de vecinos, de trabajadores, que no dependa del gas, que no dependa del mineral, que no dependa de la actividad extractivista y que vayan dependiendo más de la actitud mental, creativa, del conocimiento y de los afectos, que es la tendencia de las nuevas economías.

Entonces es uno y lo otro. No puedes solamente satisfacer necesidades y afectar la Madre Tierra o proteger la Madre Tierra sin satisfacer las necesidades, tienes que convivir. Y eso te genera contradicciones, críticas, los compañeros medioambientalistas te dicen: eh, estás traicionando la revolución, pero los compañeros te están diciendo: ¿dónde está mi hospital, dónde está mi escuela, dónde está mi carretera? Y entonces tú estás atrapado en esa contradicción y tienes que cabalgar la contradicción. La contradicción no tiene solución, no es lo uno ni lo otro, es una dialéctica cotidiana entre uno y el otro en la búsqueda de superación.

 

Los casos de Argentina y Brasil: revolución, regresión y el sentido común colectivo

 

Quiero detenerme en un punto en el que he trabajado últimamente, que tiene que ver con lo que viene pasando en la Argentina y en Brasil. Los momentos revolucionarios son momentos en que los principios de asociatividad expansiva, de solidaridad entre las personas, de universalidad –es decir, de pensar en los otros por encima de pensar en uno-, de autodeterminación –es decir de capacidad y creencia práctica de que se pueden transformar las cosas-. Cuando hay fuerzas revolucionarias que empujan estos principios, logran gatillar, transformar, aspectos del sentido común, de la parte lógica, moral, procedimental e instrumental de las personas hacia un sentido de esperanza y de transformación.

Pero ¿qué sucede cuando otros principios, el de individualidad, el de seguridad y orden, el del temor y el miedo o de la salvación religiosa, apuntan con fuerza? Siempre están esos principios pero no siempre tienen eficacia. Al igual que los procesos revolucionarios, estos principios que impulsan las comunidades, los grupos revolucionarios, la intelectualidad, los dirigentes, siempre están presentes, pero no siempre tiene eficacia. Bajo ciertas circunstancias ha sucedido algo que comienzan a generar en la sociedad un tipo de apetencia por la esperanza transformadora. Igualmente los procesos regresivos: estos principios de individualidad, de seguridad, temor, miedo, demanda de orden, para explicar y organizar las cosas, o de esperanza de una salvación o de un mundo religiosamente ordenado, siempre están presentes pero solo en determinadas circunstancias se articulan con el sentido común, comienzan a dirigir el sentido común, comienzan a ordenar el sentido común.

Hago esta explicación porque no estoy de acuerdo con los que dicen que ha sucedido lo que está sucediendo por los medios de comunicación. Ellos siempre han hecho lo que tenían que hacer. O por la intervención del imperialismo, ellos siempre intervienen. En determinadas circunstancias, determinados mensajes de los medios de comunicación, en determinadas circunstancias, determinadas acciones del imperialismo; en determinadas circunstancias, determinados mensajes religiosos o políticos, surten efecto. Los discursos conservadores, individualistas, temerosos y de odio, siempre están ahí, pero solo bajo ciertas circunstancias gatillan en las personas, algo de ellos. Es decir, no es que los revolucionarios cuando ganan dan la verdad y cuando gana la derecha es que engañaron al pueblo, es una manera de desconocer el libre albedrío de las personas. Algo hemos hecho o algo no hemos hecho para que estos discursos conservadores se articulen con pedazos del sentido común. De hecho, el sentido común, como es el sedimento de la sociedad, por lo general es lo más conservador que tiene el ser humano. Es lo más conservador. Y por lo tanto es más fácil gatillarlo. Es diez o veinte veces más difícil que los principios revolucionarios gatillen, se articulen, con el sentido común. Lo suelen hacer en momentos muy precisos y extraordinarios del mundo.

 

 

Lo más difícil: transformar los elementos que reordenan y guían el sentido común

 

No podemos explicar los momentos regresivos en América Latina únicamente por la conspiración ¿Ha habido conspiración? Sí, por supuesto que hay ¿Ha habido una actitud dirigida de ciertos medios de comunicación para obtener un resultado? Sí, es cierto, pero algo ha permitido que eso gatille un sentido común colectivo, algo ha permitido que entre la sociedad haya una predisposición a este tipo de discursos para que funcionen. Y la clave de un investigador, de un revolucionario, es saber qué ha pasado en el ámbito lógico, en el ámbito moral, en el ámbito procedimental y en el ámbito instrumental, en la conformación del sentido común que posibilitó que haya pasado lo que ha pasado.

Tomar el poder es complicado, pero se puede; transformar la economía es ultra complicado, pero se puede; qué es lo que he aprendido que es lo más difícil y de lo que depende la continuidad de un proceso revolucionario: transformar los elementos que reordenan y guían el sentido común. Cómo se ayuda a transformar, cómo sedimentan nuevos procedimientos o preceptos lógicos, una nueva moral de las cosas, un nuevo sentido común, es lo que define la continuidad o el fin de un proceso progresista o revolucionario. La clave está aquí, no está ni en el manejo de la economía, ayuda; ni en el manejo de la política, ayuda; ni en las armas, ayuda; está en el cerebro. Es más, hay procesos revolucionarios porque hay algo que logramos modificar o gatillar del sentido común. Y hay procesos regresivos porque los otros fueron más hábiles que nosotros. Y ha de haber continuidad y estabilidad de los procesos revolucionarios o su profundización si logramos modificar este sedimento profundo, oculto, pero práctico, es la lógica práctica de la vida.

 

(Exposición de Álvaro García Linera en el XV Congreso ALAMES, fragmento.)

 

Cecilia Fernández Lisso, Producción de Contenidos y Comunicación, Rubén Fernández Producción periodística | IDEP Salud ATE Argentina en Movimiento por el Derecho a la Salud en Argentina

 

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