Dr. Camilo Bass. Médico de Familia. Vicepresidente Colegio Médico Santiago. Coordinador Núcleo Chile de la Red de Sistemas y Políticas de ALAMES.
La última reforma en salud de Chile planteó situar a la Atención Primaria (AP) como el eje central del sistema. Sin embargo, a pesar de estas intenciones declaradas y de que han aumentado progresivamente los recursos destinados al primer nivel de atención, en la práctica existen problemas no abordados que amenazan el éxito de este proceso y que mantienen bajos niveles de satisfacción usuaria, así como de control de enfermedades crónicas.
A nivel macro, nuestro país no cuenta con un sistema de salud robusto, sino con uno público y otro privado, con lógicas divergentes, lo que produce una situación de franca discriminación entre un segmento pequeño de población con mayores recursos económicos y gran parte de la ciudadanía de menores recursos.
En lo que respecta a la AP (más de un 90% bajo gestión municipal) no ha logrado superar los problemas fundamentales presentes desde este origen administrativo, que se traducen en inequidad en el acceso e insuficiente resolutividad de sus servicios para la población potencialmente usuaria de ella. Por otra parte, tampoco cuenta con la dotación necesaria de profesionales para cumplir los programas y normas técnicas ministeriales.
Para enfrentar estos problemas, se requiere una profunda transformación del sistema de salud chileno, con una provisión de servicios de calidad en la red asistencial pública, que resuelva efectivamente los problemas de salud de la población en todos sus niveles. El Sistema de Salud debe orientarse desde una perspectiva multisectorial, considerando el enfoque en la determinación social de salud, para resolver de forma integral los problemas presentes en el estado de salud de la población, con una Atención Primaria de Salud fuerte.
Se debiera avanzar hacia la construcción de Redes Integradas de Servicios de Salud con énfasis en AP, contribuyendo a hacer realidad varios de sus elementos más esenciales, como: primer contacto; cobertura y acceso universal; atención integral, integrada y continua; cuidado apropiado; organización y gestión óptimas; orientación familiar y comunitaria: y acción intersectorial, entre otros.
La AP debe ser realmente el pilar fundamental del sistema, siendo imprescindible mejorar su financiamiento y gestión, para revertir la escasez de personal, de capacidad diagnóstica y terapéutica, entre otros aspectos relacionados con su labor. En este escenario se debe avanzar en la construcción de una política integral de desarrollo del recurso humano de la AP, para mejorar la calidad de la atención que se brinda a la comunidad, fortaleciendo la permanencia de los médicos y otros trabajadores de salud en el primer nivel de atención. Estableciendo un estándar de 1 médico por 2.000 personas a cargo, con longitudinalidad.
Debido a la complejidad biopsicosocial de los problemas que se atienden en AP, se necesita de especialistas con competencias específicas para trabajar efectivamente en este nivel de atención. Los médicos especialistas en medicina familiar, que existen en la mayoría de los países desarrollados, son los que debieran contar con las competencias para hacerse cargo de la salud de las personas y de sus familias en forma continua e integral, y a su vez, con una buena capacidad resolutiva y coordinación con los demás médicos de la red de salud.
Fuente: Colegio Médico de Santiago