Por Marta Maffei*
La minería metalífera contamina y saquea. No existen “buenas prácticas” que eviten el despilfarro de agua pura ni la incorporación a la sopa química de metales pesados como Arsénico, Cadmio, Cobalto, Plomo, Níquel y otros, liberados por la molienda.
Despilfarro y contaminación son tan inevitables en la minería a cielo abierto, como el Cianuro que agregan las mineras.
El agua dulce es un bien escaso, muy escaso. Los pueblos tienen el derecho a decidir si la usan para vivir, para su agricultura, ganadería o desarrollo local, siempre que sus actividades productivas no comprometan a las generaciones futuras (art 41). Nadie debe decidir sobre los bienes comunes pasando por encima del pueblo
Con el agua, la mayor riqueza es saberla administrar, poder vivir todos sin enfermarnos, sin morir, sin destrozar la naturaleza y sin desperdiciarla entregándosela a los grupos económicos para ayudarlos a concretar el saqueo de nuestros bienes no renovables.
Esa entrega y ese saqueo nunca encierran la riqueza de nuestros pueblos ni son, de ninguna manera, una forma inteligente de abrirnos al mundo.
Son puro coloniaje y solo la dominación cultural puede hacerle decir a nuestros gobiernos que el sometimiento es una oportunidad!
Las presiones del Gobierno Nacional y los intereses de las corporaciones coinciden con los de varios gobernadores, para “fabricarse su oportunidad” en abierta contradicción con los intereses populares, con los derechos humanos, la vida digna y la legislación ambiental.
Habilitar el extractivismo más contaminante no es el camino que los argentinos decidimos.
Votamos para salir de la infamia política del Gobierno anterior, para fortalecer la democracia y el desarrollo incluyente y sustentable, no para habilitar nuestro suelo como zona de sacrificio, porque no hay Deuda Externa suficientemente tirana como para forzarnos al suicidio colectivo.
*Docente. Ex Secretaria General de CTERA. Ex Secretaria Adjunta de la CTA. Diputada Nacional (MC). Dirigente Nacional de Unidad Popular (UP)
