La Garganta Poderosa
En lo que va de este año hemos sabido de seis niños wichíes fallecidos por desnutrición. Para que tomen noción de cual es la situación y el nivel de abandono, entre Misión Chaqueña y Misión Carboncito, a 50 kilómetros de Embarcación suman 6000 habitantes y yo soy el único médico. Eso es diez veces peor de lo que la Organización Mundial de la Salud recomienda: un doctor cada 600 personas. Los cuatro años de Mauricio Macri fueron muy duros para el interior de Salta, sobre todo en aquellos lugares donde han desmontado y siquiera está la posibilidad de cazar algún animal o recoger frutos. El gobierno de Urtubey hizo un esfuerzo enorme para que no se visibilice tanto sufrimiento.
Hay un plan sistemático de exterminio planificado para que los indígenas desalojen las tierras que son suyas hace 5000 años. Saben que se quedarán para siempre a pesar de que los terratenientes de Salta intentan echarlos para poner soja. Como no lo pueden hacer con balas porque queda muy feo, impiden que se eduquen, que tengan medios para sobrevivir y mejorar en esta sociedad; niegan la comida y el agua, derechos fundamentales. Es muy difícil vivir acá; las comunidades wichíes se la bancan porque adoran profundamente sus tierras, son sus raíces, pero muchos no aguantan y se van hacia las ciudades a vivir a los barrios más empobrecidos.
Lautaro, de un año y ocho meses, era de Tráfico y falleció en la ambulancia que se rompió cuando lo trasladaban a Embarcación. Estoy desolado, me parece de terror. Él había estado internado; pero muchas veces les dan el alta muy rápido. Priorizan internaciones cortitas: cuando mejoran un poco, los mandan a la casa con indicaciones que los padres no pueden cumplir en muchas ocasiones. Te recetan determinada cantidad de agua por día, pero quizá no tenemos acceso en toda la semana.
La barrera idiomática es muy compleja porque hay quienes no hablan bien español y algunos profesionales no les tienen paciencia, pero tampoco tienen empatía: las comunidades necesitan una actitud positiva del sistema de salud porque nos tienen miedo, ya que desde hace muchísimos años los blancos los persiguen a los tiros y crecieron escuchando esas historias además de sufrirlo día a día.
El mismo gobierno que no me aumenta el sueldo hace casi dos años, nos controla los diagnósticos que escribimos en las atenciones: no podemos poner “desnutrición». El año pasado teníamos 10 niñas y niños con bajo peso y 40 con riesgo en Misión Chaqueña. Logramos que aumentaran el peso cuando empezamos a hacer ollas populares los sábados y con un merendero que levantamos con mi esposa, que es wichí. Hoy bajamos a la mitad esas cifras gracias a los esfuerzos particulares; al gobierno y al hospital pareciera no importarle. Los responsables son los finqueros, los oligarcas que se turnan en el poder y responden a los mismos intereses; quieren mantener esas lógicas para hacer negocios con las tierras de los pueblos originarios.
Aplican todas las violencias que existen, es un genocidio sofisticado: hacen lo posible para que mueran por “causas naturales” como no tener agua y comida. Grito aunque sé que puede traerme problemas, pero ellos me pagan por mi trabajo de médico, no por mi ideología. Lo que pienso y siento es mío, no me lo pueden comprar.