Para grupos históricamente discriminados, como la población LGBT, la emergencia de salud pública producida por la pandemia del Covid-19 aumenta significativamente los riesgos a los que cotidianamente están expuestos. En esta columna, advierto cinco riesgos diferenciales por los que actualmente atraviesan personas sexualmente diversas.
En primer lugar, hay un mayor riesgo para la salud física y mental de las personas LGBT. Como lo señala la Red Nacional LGBT de Cáncer de EEUU, existen al menos tres factores que ponen en mayor riesgo la salud física de la población diversa: i) consumen más tabaco que personas heterosexuales; ii) tienen una alta tasa de VIH lo que compromete el sistema inmune; y iii) el sistema de salud tiene un trato discriminatorio pues tanto las entidades proveedoras de servicios como el personal médico no comprende ni sus necesidades ni sus cuerpos, lo que propicia experiencias incómodas y violentas. Esos factores son resultado de las dinámicas sociales discriminatorias y no son características intrínsecas de la orientación sexual e identidad de género diversa.
Por otro lado, como lo han demostrado varios estudios, la salud mental de personas LGBT se ve afectada desde edades muy tempranas debido al rechazo familiar y el acoso escolar, y más tarde, por la discriminación en ambientes sociales y laborales. Dichas situaciones se traducen en un aumento de episodios depresivos y de ideación suicida. El aislamiento social, medida preventiva para evitar la propagación del virus, es un factor de riesgo para su bienestar psíquico ya que en muchos casos las personas no cuentan con redes de apoyo, en especial familiares, para sobrellevar el confinamiento.
El segundo es el riesgo de expulsión del hogar parental que se exacerba en sociedades religiosas y machistas. Medios de comunicación han narrado esa situación en México y Medio Oriente . Niñas, niños y adolescentes LGBT son especialmente vulnerables bajo la vigilancia constante de adultos con los que pasan el tiempo de cuarentena. La pérdida de privacidad les expone a revelar su orientación sexual o identidad de género siendo observados al comunicarse con amigos o parejas, lo que puede provocar discusiones, reacciones de violencia correctiva tanto física como psicológica, e incluso la expulsión del hogar familiar acentuado por el desequilibrio de poder, lo que les pone en riesgo a una mayor probabilidad de ser habitantes de calle, y que minimiza la posibilidad de denuncia ante las autoridades y les impide solicitar ayuda.
Tercero, la escasez de medicamentos es un riesgo latente para una sociedad que desacelera y se confina. En la ciudad de Wuhan, por ejemplo, obtener los medicamentos vitales para personas VIH positivas durante el periodo de aislamiento fue complejo y peligroso para muchos. Por otro lado, un grupo que corre una suerte similar debido al desabastecimiento es la población trans. Personas que han realizado bloqueo hormonal o tienen terapia hormonal cruzada están expuestas a la indisponibilidad de los fármacos. Esa situación ya ha sucedido en tiempos regulares y ahora genera zozobra en este momento atípico.
El cuarto riesgo es sobre los adultos mayores LGBT. La población de adultos mayores es la más vulnerable al Covid-19. Por tanto, personas LGBT de la tercera edad se exponen a un riesgo aún mayor que sus pares. Son dos veces más propensas a ser solteras, vivir solas, en condiciones de pobreza y cuentan con una red de apoyo más limitada que sus análogos heterosexuales y cisgénero. Esa situación les expone a la búsqueda de provisiones por cuenta propia en momentos de cuarentena y disminuye la posibilidad de contar con el apoyo de un amigo o familiar en caso de contagiarse con el virus, sumado a las particulares condiciones físicas y mentales de salud que afectan a dicho grupo en un sistema de salud del que temen ser discriminados.
En quinto lugar, las personas LGBT que ejercen trabajo sexual en las calles tienen un mayor riesgo de exposición al virus. No se puede teletrabajar cuando el contacto físico es necesario en la labor desempeñada. La forma de transmisión del virus se suma a la larga lista de riesgos a los que se enfrentan las y los trabajadores sexuales permanentemente. El miedo al contagio y la limitación del derecho a la libre locomoción disminuyen la demanda de servicios, y que unido a las precarias condiciones en las generalmente habitan, ponen en riesgo el sustento diario de este gremio. En especial, la población de mujeres trans que ejerce trabajo sexual es, sin duda, uno de los grupos más expuestos y vulnerables a la pandemia, que sumado a la precariedad laboral, agudizada en una limitada oferta laboral, hacen del trabajo sexual una de las pocas opciones para garantizar su mínimo vital.
Esos cinco puntos deben hacernos reflexionar sobre la vida de las personas LGBT y las violencias que les afectan, que entrecruzadas con la presente emergencia de salud pública, comprometen gravemente su vida, bienestar y dignidad. Mientras tanto, se debe trabajar en proteger las poblaciones con mayor riesgo, en especial, aquellas donde confluyen distintas condiciones de vulnerabilidad. La desigualdad tiene que ser leída en clave interseccional y las soluciones deben convocar a los actores sociales corresponsables. Por último, es tarea del Gobierno, en todas las acciones que tome, pensar especialmente en la población LGBT para minimizar los riesgos diferenciales que se presentan por cuenta del Covid-19.
Fuente: Dejusticia | Santiago Carvajal, Investigador de la Línea de Género