Observatorios de Femicidios, Trans/Travesticidios y otras muertes violentas durante 2022 en Argentina


Los datos estadísticos sobre muertes y violencia por razones de géneros que arrojan los diferentes Observatorios sociales del país continúan siendo cifras alarmantes y dolorosas. Desde que inició el año 2022 hasta la actualidad, se registró en promedio un asesinato cada 29 horas.

En ese sentido, los observatorios «Ahora que sí nos ven», MuMaLá, Lucía Pérez y Adriana Marisel Zambrano, a través de un seguimiento minucioso de medios tanto gráficos como digitales llevan a cabo sus propias estadísticas mensuales con la finalidad de visibilizar los feminicidios y trans/travesticidios.

Por su parte, el  Observatorio MuMaLá «Mujeres, Disidencias, Derechos»,  registró 208 femicidios, femicidios vinculados y trans-travesticidios de un total de 349 muertes violentas. De los cuales, 171 fueron directos; 9 relacionados de niñas y mujeres;  20 vinculados de niños y varones y 8 trans/travesticidios. 

Ahora que sí nos ven informa  que el 61,3 % de los femicidios fue cometido por las parejas y exparejas de las víctimas, y que el 65 % de los crímenes  ocurrieron en sus propias viviendas. 33 de esas personas habían realizado al menos una denuncia y 22 tenían medidas de protección. 46 femicidas se suicidaron y 5 lo intentaron.

 

Según el informe del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano” que dirige La Casa del Encuentro, que registra un corte de lectura anual entre noviembre de 2021 y noviembre de 2022, se registraron 300 femicidios, 7 trans/travesticidios y 17 femicidios vinculados de varones. De esta manera, en Argentina en el lapso de un año, 338 niñxs y adolescentes se quedaron sin madre y el 64% son menores de edad.

El informe brinda información detallada que da cuenta de los distintos contextos en los que dichos asesinatos se cometieron, evidenciando las problemáticas sociales que atraviesan las víctimas vinculadas a la salud, educación, acceso a la justicia, al reconocimiento y a la escucha por parte de las fuerzas de seguridad. 

El 58% de las víctimas habían realizado denuncia; 12 femicidas tenían dictada medida cautelar de prevención; 16 femicidas eran agentes o ex agentes de fuerza de seguridad; 8 eran víctimas en presunción de prostitución o trata. 10 de las mujeres asesinadas estaban embarazadas; 22 tenían indicio de abuso sexual; 20 de las víctimas eran migrantes; 7 eran mujer trans, 4 de pueblos originarios.

Todos los observatorios resaltan la repetición como patrón de femicidas que luego de perpetrar los asesinatos deciden suicidarse. Debido a esto, el Observatorio Lucía Perez, llevó adelante un informe denominado “Femicidios seguidos de suicidio: la violencia como máquina de muerte” vinculado a entender y poner en evidencia esta problemática. De este modo, revela que durante el mes de octubre, el 20% de los femicidas se suicidaron luego de matar a sus víctimas. 

El informe expone que en todos los casos se trató de femicidios íntimos”, referidos a aquellos que suceden dentro de una relación de pareja o ex pareja. “El femicidio es una expresión sistemática y extrema de patrones generizados de violencia, subordinación y discriminación. Desde esa perspectiva, el suicidio de los agresores parece ser otra muestra de la violencia patriarcal como maquinaria de muerte”.

Se han buscado diferentes categorías para comprender este fenómeno, como “suicidio machista”, “suicidio extendido”, “Femicidio-suicidio” debido a que se trata del tipo más frecuente de suicidio de homicidas en las 24 horas posteriores al crimen y según los aportes del Observatorio, estos hechos no pueden pensarse por fuera de relaciones de violencia y dependencia emocional, donde hay un varón que controla y una mujer que es controlada. Como una escalada de odio y violencia en constante crecimiento. 

Como consecuencia, el Observatorio registró en lo que va del año 2022, un total de 792 femicidios seguidos de suicidio, de los cuales 444 fueron con armas de fuego. Y solamente en octubre de este año, se dieron 9.  

La  socióloga María Alejandra Otamendi, propone pensar que, “como el sentido de la vida del agresor estaba dado por la dominación traumática de la mujer, al matarla desaparece el centro de su vida. De allí que estos suicidios machistas sean también abordados como resultado de la relación de dominación de dependencia entre el agresor y la víctima. Esto iría asociado, a su vez, a la incapacidad de estos varones de asumir y manejar su propia vulnerabilidad y dependencia, que es transmutada en odio y violencia misógina”.

Otro dato analizado revela que en Argentina, la mayoría de los femicidios seguidos de suicidio del agresor, están asociados al uso de armas de fuego, esto no es casual ya que las armas y estos objetos tan representativos “aparecen como símbolos de virilidad asociados al poder, la fuerza y la agresividad. De allí que proponga, en términos fácticos y metafóricos, “el desarme de la masculinidad hegemónica”.

Silvana Trotta, Psicóloga social y Profesora, en relación a la problemática de asesinatos seguidos de suicidios expresa que “Suicidarse, es la lección que deja a quienes le sobreviven, de transgredir lo que se le dice que no puede hacer. No hay un pensamiento suicida previo, al modo del perfil suicida común (depresión), porque el femi-suicida no tiene depresión, porque si es psicópata no tiene emociones ni sentimientos como parte de su constitución subjetiva. Entonces es como dice Rita Segato, la espectacularización de la violencia machista en su máximo esplendor”.

Trotta establece que: “Todavía no hay sensibilidad social para interseccionar las cuestiones del machismo, modos de educación, crianzas, instituciones, nada sale de la esfera de lo patriarcal. Ahí está la cuestión y lo difícil, es también poner foco, prestar más atención, ver los micromachismo o machismos de baja intensidad, que son tan brutales y hostiles, que después son los que forman parte de este iceberg de la violencia, en donde hay que entender un acto femicida como producto de una serie de continuidades de terrorismo machista”.

Por mi parte, estimo que, las mujeres y disidencias desde larga data nos replanteamos las estructuras de poder, las relaciones sexoafectivas, la política, la educación, la forma de habitar el mundo, la desconstrucción y construcción en donde toda persona pueda vivir sin ser excluida, sin ser invisibilizada, pero sobre todo con el derecho a vivir seguras, con acceso a la salud y a la justicia.

En este contexto, vinculado a la esfera de la salud, es importante referirse al concepto de “cuidado” tenemos el derecho de cuidar, a ser cuidades y autocuidarnos como así también de elegir libremente cómo hacerlo. Aspectos que deben ser garantizados por el Estado para promover la autonomía y de este modo potenciar el ejercicio pleno de ese derecho para ejercer una ciudadanía libre y plena. 

Como así también, resulta necesario y fundamental anclar a los femicidios y trans/travesticidios como una problemática de salud pública para que de este modo se pueda dar una mirada interseccional y transversal de estas violencias estructurales y patriarcales sistémicas que nos atraviesan, fragmentan y destruyen sin tregua a cada paso.

 

“Cuanto más énfasis pongamos en los significantes expresivos del tránsito y de la movilidad de género, más próximos estaremos de un mundo capaz de trascender la prehistoria patriarcal” Rita Segato

Antonella Zuccarelo, IDEP Salud ATE Argentina

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