Hugo Mercer y Alejandra Sánchez Cabezas, Presidenta y Secretario General de AASAP, trazan un afectuoso perfil de dos destacados protagonistas que compartieron sus vidas en defensa de la salud pública, la salud colectiva y la medicina social: Mario Testa y Asia Selvin.
La nota original fue publicada en la página de la Asociación Argentina de Salud Pública.
Gramsci decía que cualquier perspectiva tiene como base una racionalidad impregnada de afectos y pasiones. Para él, la racionalidad no es más que una pasión organizada de manera permanente*. Aunque los discursos tecnocráticos intenten ocultarlo, los afectos y las pasiones son el corazón de todo pensamiento. Mario Testa ha sido un ferviente defensor de esta dimensión. No solo a través de su pensamiento, sino también al motivar pasiones, crear y fortalecer lazos afectivos y lealtades ideológicas, y por despertar una profunda gratitud en quienes tuvimos el honor de ser sus discípulos, colegas, o simplemente en quienes estuvimos cerca.
La Salud Pública, la Salud Colectiva y la Medicina Social en América Latina llevan más de 50 años entrelazadas en la construcción de instituciones, publicaciones y estudios. En esta red de esfuerzos compartidos, los vínculos afectivos formados a lo largo de trabajos conjuntos, reuniones, discusiones y alegrías han sostenido y fortalecido esta disciplina. Y en su trama, el nombre que siempre resuena con respeto y admiración es el de Mario Testa, que brilla con luz propia por su legado intelectual y su capacidad de movilización.
El pasado domingo, en medio de su sueño, nos dejó la compañera de vida de Mario, la también médica e investigadora Asia Selvin, a pocos días de cumplir sus 98 años. Asia y Mario compartieron 73 años de vida, criando dos hijos, cosechando amistades y admiradores en Brasil, Venezuela, México y más allá. Asia fue pionera en la investigación de los efectos nocivos del plomo en las naftas y una valiente defensora del daño ambiental que esta combinación causaba. Su lucha fue constante, enfrentando falta de reconocimiento y otras adversidades con una determinación inquebrantable.
La deuda que tenemos con ellos es inmensa por sus contribuciones técnicas, pero por sobre todo por su legado de perseverancia y convicción. Asia, con su investigación pionera, y Mario, con su visión de que los avances son lentos y dependen de la capacidad de «colocar en la agenda los temas relevantes», nos enseñaron valiosas lecciones.
Asia siempre será una referencia para Mario, como él mismo reflejaba en sus escritos. En uno de sus relatos sobre su experiencia como paciente, Mario decía**: «Después de una breve visita de Asia (mi esposa), comenzó la larga noche hospitalaria llena de ruidos, voces, alarmas de los monitores, quejas». Juntos, Asia y Mario superaron muchas «largas noches» de exilios, problemas y enfermedades, siempre con un toque de humor y simpatía que los caracterizaba.
La vida de Mario y Asia nos recuerda las palabras de Margaret Mead: «Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos puede cambiar el mundo; de hecho, es lo único que lo ha hecho». Y añadiríamos, siguiendo nuestros argumentos: estas transformaciones sólo son posibles si hay una trama afectiva que las alimenta, como el vínculo que unió durante tantos años a Mario y Asia.
Alerjandra Sánchez Cabezas y Hugo Mercer son Presidenta y Secretario General de AASAP