Más que pobres: Pobreza y Estigmatización: Los Inundados de Resistencia


La ciudad de Resistencia se desarrolla sobre una hondonada que dificulta el escurrimiento en dirección natural hacia el río Negro o el río Paraná, su suelo arcilloso tampoco facilita la filtración y este escenario se ve abonado por la suma de lagunas y cursos de agua (temporales o permanentes) que han sido rellenados para extender el suelo de la población.
Si bien Resistencia se ve frecuentemente afectada por lluvias, su mayor problema reside en las importantes crecidas que el río Paraná suele tener en ciclos aproximados de 20 años (1962, 1982, 1997). La crecida de 1982 derrumbó un dique de contención construido apenas unos años antes sobre el río Negro.

A continuación, ponencia presentada en el Congreso «Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina» por Jorge Próspero Roze – Sociología Urbana, Catástrofes recurrentes

RESUMEN

Desde el año 1966 la Ciudad de Resistencia (más especificamente el denominado «Gran Resistencia», que incluye los municipio de Barranqueras, Vilelas y Fontana) es periodicamente alcanzada por desbordes de rios producto de las crecientes de los ríos Paraná y Paraguay, o de las lluvias en la alta cuenca del Rio Negro que atraviesa la Ciudad.
Estos desbordes alcanzan áreas de la ciudad donde viven importantes sectores de pobladores, en general asentados recientes producto de las migraciones rurales, o pobres que no pueden acceder a areas altas o protegidas por las defensas, que son alojados en albergues de emergencia improvisados en galpones, escuelas o edificios desocupados.
En la inundación de 1966 la prensa local acuñó la expresión «industria de la inundación» en relación con la observación de la vida en los albergues, señalando, por ejemplo, «que prefieren que los alimente el estado a buscar trabajo»; «que no se puede encontrar servicio doméstico porque prefieren ser inundados», etc .; y con la recurrencia, ante cada inundación el estado planteaba erradicar, impedir, o evitar «la industria de la inundación», es decir el pobre aprovechador de los favores del estado.
Otra situación de estigmatización, se genera a partir del largo período de permanencia de las aguas en las inundaciones de los años 1982-1983, donde por diversas situaciones los albergues pasan a alojar una población permanente, -mayoritariamente de mujeres y niños- signados como «inundados», que permanecen durante varios años en albergues constituyendo uno de los problemas visibles de la pobreza urbana y la impotencia en el accionar de los gobiernos frente a este sector.
Una situación final, los inundados a quienes se les proveyó de viviendas de muy bajo costo y por ende, muy baja calidad, agrupados en un barrio que ad-initio fue bautizado como «camerún», signado como la fuente de todos los vicios, la delincuencia y el mal vivir.
Pobres más que pobres porque son pobres estigmatizados, es el producto de la «pobreza que se inunda», que planteamos hacer observable en la ponencia.

MAS QUE POBRES: POBREZA Y ESTIGMATIZACION: LOS INUNDADOS DE RESISTENCIA

Introducción

El objetivo de este trabajo es hacer observable una situación particular de los grupos sociales que son connotados como «pobres», y medidos a través de ciertos indicadores por todos conocidos (Necesidades Básicas Insatisfechas, Ingresos, Educación, Acceso a bienes y servicios, etc.).
Se trata del resultado de condiciones ambientales (no particularmente naturales) determinadas por situaciones recurrentes de inundación, que, hemos mostrado en otros trabajos, (Roze 1986, 1997) contribuyen a definir una calidad diferente de pobres urbanos.
Mostramos los mecanismos de construcción de este agrupamiento social a través de 30 años de inundaciones recurrentes (1966-1997) en la ciudad de Resistencia.
Creemos que las relaciones sociales que los estructuran pueden asimilarse con todas las que configuran a los grupos estigmatizados : la violencia y su correlato en heteronomías normativas.

Del asentamiento del desarrollo al asentamiento de la crisis.

La territorialización de la pobreza en Resistencia.
El crecimiento y la expansión de la ciudad de Resistencia estuvieron determinados por dos períodos, polares en relación con los procesos de desarrollo de las fuerzas productivas en el territorio de la provincia del Chaco.
Debemos aclarar que cuando decimos Resistencia hacemos referencia en la actualidad, a un conurbano integrado por los municipios de Fontana, Resistencia, Barranqueras y Puerto Vilelas, denominado a partir de fines de la década del ’70 como «Gran Resistencia». Las consideraciones en relación con su crecimiento valen para todos, unificada su historia al momento que la expansión de Resistencia los absorbe en su dinámica dominante.
Estos dos períodos refieren a la expansión de las fuerzas productivas en el territorio uno y a la crisis del conjunto de los sectores productivos, el otro. Ambos períodos se suceden, pero el pasaje de uno a otro contempla un período de fluencia de casi 20 años.
El territorio del Chaco se incorpora al desarrollo capitalista a fines del siglo pasado, en tanto refugio de los últimos contingentes aborígenes de América Latina, el territorio permanecía inexplorado, no existiendo inclusive comunicación entre Corrientes y Salta, lo que había dificultado históricamente la integración del interior en relación con Buenos Aires.
La penetración del capital se produce desde el Norte de Santa Fe a partir de la explotación de los bosques de quebracho colorado para la fabricación de tanantes y de otras maderas duras para la infraestructura, obras básicamente de comunicación (ferrocarriles, puertos) para el país que se consolidaba a través del mercado mundial.
La otra forma que adopta la explotación capitalista del territorio se produce a través de la fundación de colonias agrícolas con inmigrantes europeos, proceso que dura hasta muy entrado nuestro siglo. La crisis de la producción algodonera en el hemisferio norte, determina la posibilidad de su cultivo en el territorio, donde además de pequeños productores se habían consolidado contingentes de mano de obra con la reducción del aborigen. El algodón será a lo largo de la primera mitad del siglo el cultivo que determinaría una explosiva expansión de las fuerzas productivas en el territorio, y Resistencia, la ciudad capital del territorio crecerá al ritmo de las riquezas generadas en esa producción que había construido ya su propia leyenda del «Oro Blanco».
Resistencia se funda como una colonia agrícola, no obstante su situación privilegiada en la rivera occidental del río Paraná, y la comunicación terrestre con Buenos Aires, la convierte en un centro estratégico de distribución de mercancías al conjunto de las provincias del Nordeste, y a los vecinos países de Paraguay y Brasil. Se consolida con el comercio mayorista ; la producción fabril de derivados de la producción agrícola (desmotadoras, aceiteras) y un aparato administrativo en su carácter de ciudad capital del territorio.
Este período de expansión, dura hasta mediados de la década del ’50. A la par de Resistencia, Barranqueras y Puerto Vilelas constituyen asentamientos industriales y portuarios, y Fontana (junto con Puerto Tirol) son tributarios de una empresa de producción de tanantes.
La expansión urbana de estas ciudades está marcada, en el período, por cierta dinámica de progreso, donde un mercado de tierras fundado en la apertura y loteo de nuevos barrios consolidaba la ciudad donde, al decir de políticos locales «no había clases sociales «.
Casi a inicios de la década del 40 la producción de tanantes entra en una crisis irreversible, generada por las maniobras monopólicas de La Forestal (tema largamente analizado), pero una de cuyas consecuencias fue una primer expansión de la ciudad de Resistencia producto de la crisis, que determinó un área todavía no muy definida de asentamientos con mayores niveles de precarización, fuera de los lineamientos de expansión urbano determinados hasta entonces por el mercado de tierras.
La todavía notable expansión de la producción de fibra de algodón y derivados, así como el empleo terciario en la comercialización mayorista y el empleo público, permitieron absorber este contingente de migrantes, producto no ya de la demanda de la expansión del asentamientoi como de la búsqueda de refugio y oportunidades.El segundo momento de la crisis tiene su inicio a mediados de la década del ’50 con la crisis mundial de la fibra de algodón a partir de la aparición de las fibras sintéticas que significan una caída continuada de los precios, y que transformarán al Chaco en provincia expulsora de población, y a las ciudades de distinto porte en receptoras de población rural.
Este período de crisis agraria, que si bien por momentos parece revertirse, dura ya cuarenta años, y en este período, Resistencia crece de manera ininterrumpida de los contingentes de fuerza de trabajo expulsada del campo, que se asienta en la totalidad de los espacios intersticiales, y expande la ciudad mas allá de todo límite natural (sistema lacunar, áreas inundables, etc.), o legal (propiedad privada, fiscal, área de reserva, etc.) Resistencia progresivamente se configura como la mayoría de las ciudades de América Latina donde la pobreza adquiere su faceta visible en los asentamientos periféricos de una ciudad que se desindustrializa rápidamente, donde el empleo público, el comercio y la construcción constituyen los únicos posibles mercados de trabajo. Rápidamente se consolida una fracción de pobres, ahora llamados estructurales, y se pasa a ocupar importantes lugares en las estadísticas de Necesidades Básicas Insatisfechas. Los políticos tradicionales, descubren ahora, sin decirlo, que en el Chaco sí «existen clases sociales»

Sobre llovido, mojado. Las inundaciones recurrentes

A comienzos de febrero de 1966 las aguas del río Paraná registrar alturas inusitadas ocupando una importante parte del valle de inundación en que se asienta la ciudad de Resistencia, y las aguas alcanzan una parte importante de la población, en tanto afectan mas de la mitad del asentamiento.
Constituye un suceso singular donde la solidaridad ecualiza diferencias, y, vueltas las aguas a sus cauces, en Resistencia se reformula en parte su geografía, no lo suficiente para constituir lineamientos de expansión urbana, ni para crear impedimentos a la ocupación de las áreas que ese año se habían inundado.
El suceso se repite en 1977, ahora con un gobierno que prioriza la construcción de defensas y pone límites a la movilidad de los afectados, que no alcanzan cifras significativas, ya por la protección de ciertas áreas, ya porque las alturas de las aguas no alcanzaron los niveles de 1966.
Los militares convocan a los técnicos ambientalistas para la elaboración de un Plan Urbano – Ambiental a la medida de sus aspiraciones y deseos, dando por construido un ilusorio sistema de defensas, dibujan sobre el plano, emiten decretos, creando sectores «de gran valor ambiental» en la cuenca del Río Negro (ilusoriamente controlado) donde la nueva elite construye sus viviendas, esperando desplazar a los pobres hacia áreas menos atractivas.
No pudieron construir las defensas porque las prioridades inmediatas se relacionaban con la permanente crisis de una estructura agraria que no pudieron revertir, y que en última instancia sumó mayor población al ahora Gran Resistencia. Las grandes inundaciones de 1982-83 convirtieron esos planes urbanísticos – ambientales en letra muerta, inundaron las grandes casas del área de «gran valor ambiental», en última instancia, y ni siquiera desplazaron a los ocupantes pobres como se esperaba fuera una consecuencia positiva para la posterior construcción de defensas y revalorización de los espacios urbano del recinto. (Barreto, 1993).
Las inundaciones de 1982-83 dejaron un saldo de pobres inundados habitando en galpones urbanos, de nuevos asentamientos precarios de pobres desplazados, grupos familiares hacinados a la búsqueda de terrenos ocupables y un nuevo mapa de áreas inundables. También se hizo presente un nuevo fenómeno : la ocupación de viviendas construidas por el estado (FONAVI), que serían legitimadas en un largo proceso de negociación entre ocupantes y el aparato del estado.
La ciudad sigue creciendo al ritmo de la crisis agraria sin reversión visible, y en 1986, de nuevo los altos niveles del Río Paraná generan situaciones de inundación. Los afectados ocupan ahora masivamente viviendas de planes que nunca serían para ellos. Los enfrentamientos entre ocupantes y diversos sectores del aparato del estado configuran un momento crucial en la historia de los pobres inundados en la provincia. La represión policial pone fin a su protagonismo político fundado en la demanda de espacios habitables. (Roze, 1993, 1996).
Nuevamente inundaciones en 1992, ahora sin consecuencias visibles. Los pobres afectados resisten la inundación bajo dos dispositivos : estatal, a través de los albergues o particular, hacinándose en casas de pariente, amigos o alquilando espacio.
Igual cuestión a principios de 1997, no obstante inauguran ahora un nuevo mecanismo : la ocupación masiva de las únicas tierras en grandes superficies en el área urbanaii : las tierras del ejército argentino, rápidamente desalojados por la amenaza de una represión que presentaba notables antecedentes pasados y presentesiii .Así, la inundación se constituye en un escenario periódico, pero también en una condición determinante de la pobreza urbana, a través de un conjunto de relaciones sociales que han sido construidas, básicamente a través de acciones de violencia y resultado de situaciones de heteronomía normativa.

Violencia y heteronomía normativa en la construcción de la inundación

Señalemos que cuando referimos a la catástrofe, no estamos haciendo hincapié en los aspectos naturales del fenómeno, sino al conjunto de dispositivos sociales que se ponen en juego frente a situaciones naturales inusuales que ponen en crisis el funcionamiento normatizado de un determinado conjunto social.
Estos dispositivos pueden estar normalizados a través de ciertos manuales de funcionamiento de algunas instituciones – por ejemplo la acción de Prefectura Nacional en relación con la creciente de los ríos – ; pueden adquirir carácter de norma con la repetición de ciertas acciones no explicitadas de los aparatos del estado – el alojamiento de afectados por las aguas, el reparto de colchones, víveres, frazadas, etc. – ; y finalmente normatizase como demandas de los sectores afectados – precisamente el demandar colchones, víveres, frazadas, etc. frente a la inmediatez del suceso -.
El funcionamiento de los aparatos del estado en relación con las inundaciones recurrentes ha sido motivo de observación del conjunto de la sociedad a través de la permanente difusión de la prensa, que socializa y moraliza alrededor del problema.
Lo que ha constituido históricamente un inobservable, ha sido precisamente la violencia de los diferentes aparatos del estado en los distintos momentos y procesos en relación con el traslado, alojamiento, provisión de los pobres de la costa alcanzados por el agua.
La evacuación por ejemplo, se realiza la mayoría de las veces sin el consentimiento de los ocupantes, y no pocas veces los cuadros militarizados de las instituciones recurren a la violencia física. Señalemos que en la totalidad de los casos, los hombres de prensa describen el hecho otorgando sin discusión la razón a las autoridades.
El cumplimiento del deber por parte de la autoridad y la situación de peligro, o de riesgo del afectado, son motivos suficientes para la justificación de ese tipo de acciones violentasiv . Esta situación de heteronomía donde el cumplimiento del deber y las razones de estado asimiladas a cierta obediencia debida, en este caso de las normas, nos remite rápidamente a la justificación de las políticas genocidas de los aparatos armados del estado, a la par que el individuo en situación de riesgo refiere a aquellos que actúan con una irracionalidad tal que el sujeto es infantilizado hasta el no reconocimiento de su responsabilidad. (Los chicos de la calle fueron definidos como menores en situación de riesgo, para hacer posible la acción de los aparatos del estado) En ese marco, y con esas premisas se construye el inundado.

La construcción del «inundado»

La atención de los afectados por las aguas por parte de los aparatos del estado reconoce en principio una taxonomía en relación con el estados de los cuerpos al momento de la inundación.
Defendidos, autoevacuados y evacuados, constituyen las tres posibles situaciones de los sujetos al momento de suceso.
Defendidos, son aquellos que a partir de algún dispositivo físico de defensa permanecen secos, en tanto ese dispositivo funciones (un muro de contención, bombeo del agua, etc.) Los autoevacuados constituyen todos aquellos que se trasladan motu proprio a casa de algún familiar o amigo o cualquier otra localización, de los que los aparatos del estado se desentienden, o en situaciones extremas brinda ayuda.
Los evacuados, son aquellos cuya situación es producto de la acción de un aparato del estado, es decir que están a su cargo.
A lo largo de los últimos 30 años las inundaciones coinciden con diferentes tipos de gobiernos, civiles y militares, y las acciones en relación con los inundados, en cada caso estuvieron teñidas por sus estilos propios de acción.
Así, los evacuados como sujetos de la norma, son catalogados, encerrados, trasladados, criticados, exhibidos o puestos a trabajar, de acuerdo con los avatares de los gobiernos de turno, y en esos procesos, se construyó el particular sujeto que socialmente fue denominado como «inundado».
No debemos dejar de señalar los méritos de la prensa periódica, quienes, entre el sensacionalismo y la moralina de consumo, tuvieron la capacidad de crear las nominaciones que integraron de inmediato el discurso de los funcionarios.
Señalemos que en ciertos momentos críticosv , el agua afectó también fracciones de pequeñoburguesía urbana, que debieron ponerse en manos de las autoridades municipales en situaciones similares a los pobres de la costa y de las villas inundables de Resistencia.
Este nuevo corte de clase redefinió transitoriamente forma y contenido del albergue, a la par que los adjetivos de la prensa local.
Lo que queremos significar es que la primera nota del inundado es su condición de pobre. Veamos ahora los mecanismo de su construcción.

El albergue

Señalábamos al albergue de inundados como la «fábrica», donde se manufactura a través de complejos mecanismo un producto social : el inundado.
El albergue de inundados es el lugar donde las autoridades a cargo alojan y brindan alimentos, colchones y vestimenta a quienes han sido alcanzado por las aguas.
Consisten en un galpón vacío, en una escuela u otro edificio, donde se traslada a varias familias quienes son asistidos por las autoridades, dividen el espacio y crean condiciones precarias de habitabilidad. En general son repartidos alimentos por diversos dispositivos (desde la entrega directa de víveres hasta la comida preparada en otra localización y traída en recipientes), pasada la situación de desastre, son conducidos nuevamente a su respectivas viviendas.
Las catástrofes recurrentes pueden ser historiadas a partir de los distintos tipos de gobiernos a quienes les ha tocado en suerte el comportamiento hídrico irregular de los ríos y de las lluvias.
En igual sentido – y como un fuerte componente de esa historia -, el albergue de inundados ha sido un reflejo del estilo de gobierno y de acción de cada administración, y su observación nos permitió echar luz sobre la conformación de estos pobres estigmatizados.
El albergue urbano se hace presente en 1966. Las situaciones del desborde de los ríos previas a esta gran inundación plantearon el alojamiento de afectados en las localidades costeras, dispositivo de poca duración y casi sin trascendencia. Lo original, aquí, es precisamente el carácter de urbano, una población diferente es alojada, una escala diferente de problema y nuevos sujetos en la administración y control ; no se hacen cargo ya las autoridades costeras sino organismos del gobierno provincial y la municipalidad de Resistencia.
Este albergue define un conjunto de elementos en relación con la determinación del sujeto pasible de ayuda del estado en las situaciones de desastres. Se criticaba ya un orden militarizado al interior del albergue, pero fue una situación de solidaridad general la que marcó los parámetros del funcionamiento del sistema.
El albergado era todavía un vecino con problemas A pocos meses de iniciado el gobierno de la intervención militar del Chaco, el comportamiento de los ríos anuncia situaciones de desborde de las aguas en el Gran Resistencia. El gobierno militar otorga prioridad a la acción de impedir el avance de las aguas, y particularmente de poner orden en el caos generado por la catástrofe, que los remitían a los grupos sin control que habían calificado como subversivos.
Así, el modelo de Albergue para inundados de inicios del proceso fue el del cuartel y del campo de concentración. Se definen con precisión las connotaciones de los sujetos albergadosvi , y se delimita con claridad el carácter estatal de la ayuda. Los albergues tienen un orden, donde las mujeres atienden tareas de limpieza y cocina y los hombres deber prestar la ayuda requerida por los organismos del estado. No hay lugar para ociosos.El conjunto de la sociedad debe observar expectante a la espera de que se los convoque.Este albergue del proceso se funda en la convicción de los gobernantes de la peligrosidad de los pobres librados a su propia iniciativa. Igualados en su condición de indigentes la subordinación es condición de permanencia. El albergue es un encierro. Es un universo cerrado extendido a las áreas de tareas de los hombre.
Tiene un exterior, pero a los albergados les está vedado, no porque estuvieran prisioneros, sino porque el aislamiento es una condición de permanencia.
A comienzos de las inundaciones de 1982 el gobierno del proceso (no son los mismos cuadros del comienzo) intenta reproducir el encierro del albergue militarizado. Dos circunstancias cambiarían el enfoque de las autoridades, y redeterminarían las notas del albergue, que sufriría varias transformaciones al final del largo período de inundaciones que sin solución de continuidad duraron mas de nueve meses.
La primera cuestión refiere al desarrollo de la guerra de Malvinas, cuya derrota marca el inicio de la retirada de los militares del poder y el despliegue de una política de transición con el concurso de los partidos políticos. Con ello las imposiciones emanadas de la amenaza tácita de la fuerza armada, cedieron espacio a nuevas formas de acción política, en relación con los partidos políticos quienes reclamaban protagonismo por un lado, y la responsabilidad del gobierno por otro.
El otro hecho singular fue la rotura del Dique del Río Negro, que en término de horas inunda media ciudad y obliga a la evacuación de mas de 10.000 personas, lo que cambia el carácter de clase del albergue.
El albergue se masifica. No es en este período solo el refugio de los pobres urbanos y habitantes de la costa. El imperativo de los alojados es volver a sus viviendas, y tras un corto período una providencial bajante de los ríos hace posible que la ciudad retome su ritmo, y en el albergue solo queden aquellos que perdieron todo con la inundación.
No obstante ya no nos encontramos con el albergue militarizado del 77, menos aún con el albergue solidario de 1966.
La inundación tiene un singular ritmo de recurrencia, y en meses se repiten los picos y los albergues que comenzaban a vaciarse, nuevamente son repoblados. A comienzo de clases de 1983 las escuelas deben ser desalojadas. Se requieren locales para albergue ; una población casi permanente no tiene lugar donde volver y solicitan al estado viviendas.
Esta situación se mantiene, y el albergue se constituye e institucionaliza, y aparecen grupos demandantes como una fuerza movilizada. Participan de las manifestaciones, e inclusive protagonizan corte de calles. Demanda salir del albergue, demandan viviendas.
La inundación retrocede, pero el albergue no se vacía. Se convirtió en un depósito de pobres urbanos. Progresivamente aparecen dominante en la composición mujeres y niños.
Pasan casi dos años, y los dueños reclaman los galpones céntricos, con lo que el albergue, ahora de pobres sin lugar, bienes e influencias es llevado a las afueras de la ciudad.
En este proceso hace su aparición el «inundado». El espacio durante la inundación se vuelve un bien preciado. Se tomaron viviendas vacías producidas por el estado. Corren rumores de tomas de casas particulares. Desaparecen las ofertas de alquiler o adquieren precios siderales. Hay temor en los propietarios. Los inundados deambulan buscando casas, se dice ; los inundados las ocupan, se dice. Los inundados son sujetos peligrosos. Los inundados pasa a ser el término con que se designa a «el otro».
Su imagen visible, ponderable, está en el albergue, allí están localizados, allí fueron connotados ; allí fueron construidos.
Un nuevo elemento se incorporaría a la dinámica del albergue a finales de la inundación de 1983 y adquiere todo su carácter en 1986 : el clientelismo político. El inundado también vota.
«Mis inundados» y «tus inundados» serán la moneda corriente en las inundaciones sucesivas. La municipalidad radical y el gobierno de la provincia peronista, tendrán cada uno «sus» albergues. Cada puntero barrial conducirá «sus» inundados y decidirá como se alojan en la escuela, independientemente de la autoridad y opinión de los directores.
La directora de cultura de la provincia es prácticamente expulsada de un albergue municipal por los operadores políticos. Partidas de ayuda de la nación para serán distribuidas en ciertos albergues y partidas de ayuda de la provincia a otros. Colchones, chapas, vestido y alimento son moneda corriente en el intercambio de favores electorales. El inundado representa la necesidad y se comporta como se espera de su situación. Además, el inundado masificado suma presencia en los actos partidarios.
Inundados olvidados en los albergues periurbanos (mujeres y niños sin otro destino que la caridad del estado) ; inundados normalizados como capital político e inundados en rebelión movilizados demandando espacio. Tres resultantes producto del albergue para inundados. Los primeros seguirán por años viviendo de la caridad pública, olvidados, salvo por alguna nota periodística ; la masa de maniobra de los partidos, gozarían de promesas de viviendas, o de mejoras que con cada inundación se renueva en el reparto de los beneficios de la caridad política ; los últimos, reprimidos durante las tomas de viviendas del estado en el ’86 desaparecen de la escena social.

«La industria de la inundación»

Un segundo elemento componente de la génesis del inundado, refiere a la construcción de nominaciones, y en este sentido es importante analizar el papel jugado por un concepto de viejo cuño, que sintetiza los prejuicios en relación con el pobre afectado por las aguas. Nos referimos a «La industria de la inundación» En el período de las inundaciones recurrentes, aparece a su inicio. En el escenario de la solidaridad extendida de 1966, algunos albergados ponen la nota discordante cuando niegan su ayuda, y el periodismo muestra la indignación de la sociedad que se mira a sí misma llena de nobles valores frente a los necesitadosvii . No obstante, hace evidente la malicia de los pobres, no solo en la inacción frente a la necesidad sino, a la posibilidad de vivir un período sin trabajar. El periodista no hace sino hacerse eco de la preocupación de la gente decente cuando frente a estas circunstancias se quedan sin servicios personales, porque prefieren la fiesta del albergue o se van a la cosecha.
En una nota posterior sobre el mismo tema, vuelto todo a la normalidad, el periodista reflexiona sobre la cuestión, y pone de manifiesto que viene siendo una práctica de los pobres – suponemos de la costa -, que hay una polémica acerca de la cuestión, y que debieran replantearse los mecanismos estatales en relación con el fenómenoviii . La disciplina castrense del albergue de 1977, con la categorización clara de los afectados, la obligación de trabajar, y excluidos de la ayuda los autoevacuados, fue anunciado por el interventor militar desde el comienzo y ratificado cada vez que se hacía presente frente a la prensa.
A pesar de que el concepto se ajusta a la perfección a los prejuicios acerca de los afectados y su uso tiene un carácter fuertemente socializado, a partir de 1982-83 se hace claro que no son solo los pobres quienes lucran con fenómeno, sino que son precisamente quienes sacan menos partido en relación con otros sectores como las empresas, los contratistas, los comerciantes y todos aquellos demandados por la urgencia.
El alcance de la afectación en el período ha socializado el problema y los afectados provienen no ya solo de los pobres de la costa o de los bordes de la ciudad. Por otra parte, las necesidades no aparecen como ficticias, no hay afectados virtuales que lucran. Se habla el lucro de los pobres, mas como una mala costumbre frente a la tragedia colectiva que como la actitud antisocial señalada en las inundaciones anteriores.
Por otra parte, la apertura democrática obliga a los gobernantes a ser cuidadosos con los afectados : el inundado vota.
La industria de la inundación se aplica ahora también a otros sectores.
En 1986 los enfrentamientos entre partidos, hacen que unos a otros denuncien las irregularidades en el manejo de la ayuda y califiquen esos actos de corte político – asistencial como «industria de la inundación».
Las tomas de viviendas por parte de grupos de afectado, sirvieron de pretexto para mostrar que existen sujetos de mayor peligro para el orden que los inundados, y alrededor del acontecimiento el «ocupante», el «usurpador», el «tomador» constituían categorías particulares del inundado.
Sobre ello los representantes del orden y la prensa volcarán entonces sus críticas, creando las condiciones para su represión. Y fue la último gran enfrentamiento de los pobres urbanos bajo la bandera de justicia social.
Para algunos, las tomas formaban parte de la «Industria de la inundación», o por lo menos fueron un subproducto inevitable.
En medio del clima político electoral, los funcionarios intentan no adjetivar demasiado a los pobres que votan y la prensa se vuelve cuidadosa en los calificativos. Ello no quiere decir que el concepto no sea moneda corriente de la estigmatización del pobre en relación con el asistencialismo, ahora politizado de los distintos organismos del estado.
Una reivindicación vendría de la mano de otro periodista quien haría extensivo el concepto a otros sectores comprometidos en la catástrofeix . Industriales de la inundación son también los comerciantes y empresarios que aprovechan la urgencia de la coyuntura para fijar precios y calidad de artículos o servicios imprescindibles.A modo de anécdota, el concepto no se modifica ni desaparece, y está presente cuando se trata de caracterizar a ese particular sector de pobres. El mas brillante cuadro del gobierno de Acción Chaqueña (partido fundado por un ex-gobernador del Proceso) pondrá la nota de calificativo para el pobre estigmatizadox .Pobre que se aprovecha de los valores de la sociedad, que no quiere trabajar, que no es solidario, son la notas del «industrial de la inundación», que formarán parte de la identidad del inundado.Ahora bien, en los avatares del albergue o en la dinámica del pobre de la costa nos aparece el inundado. ¨ Qué de aquel que cambia su localización, y se asienta lejos de las áreas inundables ? «Camerún»La persistencia y alcance de las inundaciones 1982-83 movieron a organizaciones internacionales de ayuda a prestar apoyo en los últimos tramos del flagelo.
Aportaron alimentación, vestido y fondos para la construcción de viviendas de reasentamiento de afectados.
Uno de los resultados palpables de la ayuda fue la construcción de 300 ? viviendas con grande niveles de precariedad en el extremo sudeste de Resistencia, que fue inmediatamente ocupada por habitantes de los albergues y asentados en campamentos de afectados.
Debemos señalar la substancial diferencia entre las vivienda producidas por el Estado a través del FONAVI, y estas producidas a los efectos de proveer espacio y un primer alojamiento a los que debían trasladarse de forma definitiva.
Lo que queremos señalar es que no cabría ninguna duda respecto de los destinatarios de estas viviendas. Hacemos este señalamiento, porque el supuesto del FONAVI en relación con las adjudicaciones está vinculado con el mismo sector social, pero en los hechos han sido ocupadas por fracciones de pequeñoburguesía, jóvenes profesionales, pequeños comerciantes, empleados públicos, etc.xi .El caso de las viviendas que hacemos referencia estaba claro que no serían demanda de otros grupos que los pobres sin asentamiento, ya que nadie podía quererlas, ni por su calidad ni por su localización.Desde antes de su inicio, ya siendo campamento de inundados, la denominación popular de ese agrupamiento fue la de «Camerúnxii «.Despectivamente pensados como negros, extraños, viviendo de la caridad, lejos, los habitantes del barrio Juan Bautista Alberdi fueron y son todavía los «Camerún». Viven allí supuestamente todos los ladrones, las prostitutas, los malvivientes, es decir, todos los que teme o se margina.
Parecido panorama presentan a la opinión pública ciertos barrios inundables, donde los que viven un poco mas cerca del centro recomiendan «no circular de noche».
Todavía nominados como inundados, los mas pobres localizadosxiii y localizablesxiv . A modo de conclusiónResistencia es una ciudad particularmente compleja en relación con su desarrollo poblacional.
Receptora neta de inmigrantes rurales paupuerizados, la municipalidad calcula que alrededor de 2000 familias se incorporan a su ejido urbano cada año, asentándose donde pueden, particularmente ocupando terrenos de menor valor, es decir aquello por debajo las cotas de inundación, o sometidos a desbordes de lagunas por lluvias, deficientes sistemas de evacuación de aguas, etc.
En plazos de mas o menos 10 año, esa población sufre por lo menos tres inundaciones de diferente magnitud que los obligan a emigrar, por el tiempo que dura la afectación o de forma definitiva a otro lugar de Resistencia. En general se hacinan en casas de amigos, parientes o alquilando piezas o espacio para alzar un refugioxv . Los mas pobres recurren a los albergues para inundados.Otro grupo afectado, con mayor periodicidad en algunos casos, son los pobres de la costa de los ríos.También en este caso, los mas pobres recurren al albergue para inundados. La mayoría recibe ayuda, pero prefiere permanecer en el lugar hasta último momento, y en última instancia relocalizarse durante el período de la afectaciónxvi .El habitante periódico del albergue – inundado – es así el más pobre de los pobres, sin bienes ni influencias, debe ponerse a disposición de la caridad del estado quien durante ese período controla su vida y sus actos.Este pobre, tiene además trabadas alternativas de cooperación, autonomía en cuanto sometido a :La heteronomía de los aparatos del estado, quienes al ponerlos bajo su protección reducen casi totalmente su márgenes de decisión, e inclusive, en el caso de intervención de aparatos armados, se les niega la racionalidad en sus actos.
La heteronomía de los partidos políticos, quienes a través de diversas formas de clientelismo ponen límites a nuevas formas posibles de acción frente a la coyuntura.
La heteronomía normativa tanto derivada de las decisiones de diversas instancias del poder, la acción de los aparatos del estado o la fuerza de la costumbre, de los que participa solo marginalmente o no participa.
Señalamos los otros mecanismo que contribuyen a profundizar su pobreza, básicamente las estigmatizaciones que les imputa una sociedad que los ha construido como distintos, algunos gobernantes y la prensa que moraliza.
«La industria de la inundación», «industriales de la inundación» fueron las adjetivaciones a la medida del estigma de la pobreza que se rechaza. El pobre contra la sociedad, rompiendo las reglas de solidaridad, negándose a trabajar, viviendo de la caridad, aprovechando la contingencia.
El inundado sigue siendo inundado aunque ya no se inunde.
El espacio de la inundación construido en la corporeidad de los inundados se traslada en el estigma. «Camerún», sigue siendo el lugar de los inundados estigmatizados.
Los estudios actuales de la pobreza replantean los conceptos derivados de las carencias, construídas sobre las necesidades de un «buen vivir» de quienes llevan un buen vivir, o de las facetas que el estado se propone solucionar a través de sus aparatos de acción social, para repensar un conjunto de nuevos interrogantes que brinden repuestas ajustadas a la posibilidad de formas originales de combatir la pobreza.
Las preguntas de base : ¨ Qué es ser pobre ? ¨ Quien es mas pobre en una comunidad ? ¨ Por qué algunos son pobres y otros «están mejor» ?xvii Pueden tener un inicio de respuesta en la línea de análisis que proponemos en este trabajo.

Bibliografía.

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NOTAS

i . Resistencia constituía una ciudad de oportunidades que atraía población de otras provincias, inclusive de las grandes ciudades (Rosario, Santa Fe, Buenos Aires, etc.).
Constituían básicamente sectores de pequeñoburguesía urbana.ii . Aparece extraño que recién en 1997 se produzcan en Resistencia tomas de tierras, cuando es un fenómeno que en América Latina tiene varias décadas, y en Argentina desde 1983 es moneda corriente. La razón es que todos los días una decena de familias se asienta en la ciudad, ocupando terrenos periféricos con propietarios, que luego, intervención de la Cámara de Diputados mediante, son expropiados a título oneroso y entregados a los ocupantes.
iii . Por una parte la represión policial de las tomas de 1986, pero lo evidente fue el despliegue de la Gendarmería Nacional, que venía precedida de las represiones a fogoneros y piqueteros de Cutral Co y Jujuy, donde despliega un dispositivo original en relación con el castigo, puntual con singular ensañamiento.
iv . No registramos otros estudios donde este fenómeno haya sido observado y analizado, ni siquiera en las organizaciones de Derechos Humanos. En relación con este tipo de acciones en el ámbito rural, hemos publicado el trabajo de Ramón Vargas «Los Derechos Humanos están pasados por el agua en el Chaco»v . Particularmente cuando la rotura del Dique regulador del Río Negro en 1992, que inundó sectores casi céntricos de la ciudad de Resistencia.
vi .- «CONDICIàN DE EVACUADOS Defensa Civil destacó ayer que ‘se consideran como evacuados a aquellos que fueron atendidos por organismos oficiales. Como tales, dichas personas serán convenientemente censadas a los efectos de recibir la debida atención. No se prestará atención en esos lugares a quienes se autodeterminen evacuados. Vale decir, que los afectados deberán recurrir a los organismos oficiales que vienen actuando en esta emergencia'» Diario El Territorio. Resistencia. 19-1-1977. p.3.
vii . Acerca de «LA INDUSTRIA DE LA INUNDACIàN»# Lo apuntó alguien y hoy es tema, porque también vale que sepamos de nuestras debilidades humanas. Se trata, amigos, de la industria de los inundados. En momentos en que la tragedia adquiere contornos alucinantes, nos damos con hombres que han perdido el sentido de lo razonable, para convertirse en parásitos de un drama, que necesita del aporte de todos para que la solidaridad tenga razón de ser. ¨ Cómo es posible que ante el reclamo de ayuda de un funcionario municipal, para descargar camas y mesas, se dé esta respuesta?: – Oiga, usted está equivocado…nosotros no somos obreros, somos inundados…- ¨ Cómo es posible que no se haya podido descargar un camión con víveres, porque no había quien ayudara ? ¨ Cómo es posible que una jovencita le diga a su patrona, abandonando su empleo: – Me voy, señora, allá dan de comer y no se trabaja…-.
¨ Cómo es posible que no se haya podido sacar carne de la CAP, por falta de brazos para hacerlo ? ¨ Y los damnificados, los hombres jóvenes, donde están ? ­ Están tomando mate ! ­ Están jugando al truco ! Esto no es posible ­ Que Diablos ! Todo tiene un límite. Hay muchos que se sacrifican con espíritu solidario, con voluntad y hasta con piedad. Pero todos tienen que hacerlo. Y con más razón los afectados. Así no hablaremos jamás de la industria de los inundados.
Apostillas del Diario El Territorio bajo el nombre A la Hora de Cierre. Viernes 25 de febrero de 1966.
viii . «LA INDUSTRIA DE LOS INUNDADOS»Vamos a insistir hoy en un tema de motivos polémicos, a veces contradictorio y a veces incomprensible para los sentimientos de sociabilidad que debe imperar en toda comunidad que se precie de tal: la cooperación de todos y cada uno de los afectados -o no- por el impacto deteriorador de las inundaciones. Se ha dicho reiteradamente -y lo hemos señalados nosotros también- que existe la industria de los inundados. La polémica surge a través de los defensores y detractores que tiene este enflaquecido sector humano que -según algunos- no interpreta cabalmente el papel que le corresponde desempeñar en la emergencias difíciles; y que -según otros- no es nada más que la víctima de una situación culposa de la misma comunidad que los alberga en su seno. Hasta el presente -es el alegato de los defensores- hubo incapacidad común para encontrar una solución que a la vez que definitiva, sea beneficiosa para todos. En verdad, sería de no acabar en la cita de los argumentos de uno y otro bando.
Nosotros pensamos que estamos pagando el precio de viejos errores, cual es el de dejar que el problema haya adquirido la dimensión de la hora presente. Acaso esta lección reciente sirva de experiencia para que todos comprendamos la magnitud de la obra de recuperación a emprenderse, tras la meta de una solución tan integral como definitiva. No está de mas insistir una y cien veces -lo dicta la necesidad de crear conciencia- en la obligación que tenemos todos de cooperar decididamente en esta empresa de erradicación de los mal llamados industriales de la inundaciones. No sirve de nada que abundemos quejosamente en contra de un espécimen -ficticio o real- que peregrina de inundación en inundación, a veces con su rancho a cuestas y casi siempre convertido en mendigo de una solidaridad inútil y perniciosa. Será mucho mas práctico no esperar otras inundaciones y que nos integremos a la tarea de cooperar con los eternos inundados, persuadiendolos de que ellos deben ayudar con la misma entereza e idéntico valor con que esperan una cíclica crecida de los ríos. Será una manera de aportar soluciones y de restablecer nuestra confianza en los valores humanos recuperados para el Nuevo Chaco, que todos propugnamos con sencillo optimismo.
El Territorio. 12-3-66 Editorial. Tapa ix Se habla de la industria de la inundación pero solo referida a quien puede lucrar con unas pocas chapas, algunos abrigos, comida de regimiento que al fin y al cabo pueden representar unos pocos pesos y se olvidan de denunciar a «los industriales de la inundación» esos que están esperando los apuros de las autoridades para venderles al precio que sea todos esos enseres que se necesitan cuando el agua ya llega al cuello. Esos que hacen subir sideralmente las cotizaciones de elementos que de la noche a la mañana duplican o triplican sus precios, total luego la plata sale de cheque oficiales que no se fijan en esos pequeños detalles y menos se ponen a hacer control de calidad en medio de la emergencia.
Diario Norte. Resistencia. 8-6-92. p.19 x . «PRIMEROS AUTOEVACUADOS POR LA CRECIENTE EN EL CHACO(…)El ministro de Gobierno, Justicia y Educación, Manual García Solá, anticipó que serán evacuados preventivamente entre 500 y 700 habitantes ribereños, para quienes ya se adquirieron 5000 chapas de cartón.’Tal como ha sido característica de este gobierno, no impulsaremos la industria de la inundación porque no hay recursos…’ Diario Norte. Resistencia. 18 de enero de 1995. p.7Por la dedicación a su tarea y la claridad ideológica que lo caracterizó, el funcionario fue designado Secretario de Educación de la Nación, a principios de 1996.
xi . Se construyeron viviendas FONAVI como planes para inundados. El destino de las unidades fue sintetizado en un grafitti que durante mucho tiempo permaneció en los muro del Banco Nación. Decía «vivienda para inundados y no bulines para diputados»xii . A modo de recordatorio, Camerún constituyó para los argentinos un desconocido país africano cuyo equipo participa del Mundial de Fútbol de 1978. El equipo estaba compuestos en su totalidad por africanos nativos. El dibujante Caloi popularizó un personaje «el hincha de Camerún» como un negrito solitario en una tribuna. Para los argentinos, por muchos año un lugar de negros extraños se hacía merecedor de la denominación de Camerún.
xiii . En una extensa encuesta sobre «Menores en situación de riesgo» que llevamos a cabo en 1992, el Barrio Juan Bautista Alberdi era el que proveía de mayor cantidad de «chicos de la calle»
CUADRO IX DISTRIBUCION DE CHICOS POR BARRIOS DONDE RESIDEN
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-------------------------------------------------------------------
                                   CANTIDAD            PORCENTAJE
BARRIO                TOTAL -     VARONES -   MUJERES  SOBRE TOTAL
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J.B. ALBERDI             53         40            13       16,98
VILLA LOS LIRIOS         46         31            15       14,74
DON BOSCO                31         25             5        9,93
VILLA RIO NEGRO          20         20             0        6,41
VILLA PROSPERIDAD        17         17             1        5,44
VILLA DEL OESTE          10          8             2        3,20
VILLA AEROPUERTO         8          8             0         2,56
BARRIO MUNICIPAL         7          5             2         2,24
NUEVO AMANECER           7          5             2         2,24
PUERTO VICENTINI         7          6             1         2,24
VILLA MARIANO MORENO     7          6             1         2,24
SIGUEN 39 BARRIOS 99 82 17 31,78 --==--------------------------------------------------------------- TOTAL 312 253 59 100.00

Fuente : Roze, 1996 El cuadro registra 51 barrios, pero incluimos solo12 a los efectos ilustrativos, los que cortamos registraban cada uno menos del 2% del total de chicos encuestados. Señalemos que los cuatro barrios que siguen al J.B. Alberdi, están localizados en áreas inundables.

xiv . Es el barrio J.B. Alberdi y los que siguen en el cuadro anterior los favorecidos con el los planes asistencialistas del estado, el trabajo social, la acción de las ONGs, etc.
xv . Las recientes tomas de tierras de un gran lote urbano perteneciente al Ejército Argentino, que constituyó el hecho mas relevante en relación con la cuestión de tierras, – según indagaciones que hicimos desde la Cátedra de Sociología Urbana – fueron protagonizadas por familias hacinadas de los alrededores.xvi . Se le ha prestado poca atención a estas estrategias, en virtud de los dispositivos de evacuación, ayuda, albergue, etc. Pensamos que su conocimiento puede aportar soluciones originales a los problemas de un grupo importante de afectados por las inundaciones.
xvii . Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales. SIEMPRO. Estudio participativo de la pobreza en la provincia de Misiones. Anexo 1. Términos de Referencias. Marzo de 1997.

 

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