Adultos Mayores | Y después del Hospital ¿qué?


Capa_02Compartimos el siguiente artículo para la reflexión, del Dr. Eugenio Luis Semino y Lic. Roberto Orden:



Frecuentemente llegamos al mundo, en una institución abocada a la atención de la salud, y terminamos muriendo, casi invariablemente, en otra…

El hospital y la mujer son coparticipes necesarios de las primeras experiencias de vida de una persona y según los antropólogos, los literatos y hasta los psicoanalistas en el momento de la partida de esta vida, ambos actores vuelven a juntarse con el que se está yendo.

Debemos dejar aclarado que elegimos el término de hospital, desde una posición que trasunta un dejo de melancolía compartida y un inevitable sentido de pertenencia, no solo por el hecho de haber atravesado sus prestaciones como pacientes sino también, por habernos desempeñado en distintos roles, así fuimos albañil de maestranza, bibliotecario, psicólogo bisoño y hasta escapista durante el Proceso, para mencionarlos de un modo indiferenciado y en catarata.

De ese mismo modo intentaremos dar testimonio sobre hechos ocurridos con mayores los que suelen ser ubicados en los bordes de congresos y decisiones.

Más allá, de otras muchas pregnancias subjetivas y hasta ideológicas, en toda oportunidad que digamos hospital en este escrito, pretenderemos aludir a cualquier institución de salud pública o privada con servicios de atención para personas mayores, centrando nuestra atención en la especial situación de los que reciben el alta médica y se encuentran con distintas limitaciones y restricciones en el desempeño de sus actividades de la vida diaria.

Con respecto a la otrora nave capitana del Sistema Público de Salud, el hospital, hoy navega a garete, después de tantas recorridas por los mares de los Sargazos del Neoliberalismo, entregado a su suerte y debiendo encima responsabilizarse sobre el peso principal de la atención de los sectores carenciados.

Dichos antiguos, lentos y desvencijados galeones con maderos raídos por las poliyas del mercado, llevan en muchos casos tripulaciones de fantasmas que suelen hacer fogatas en sus cubiertas para rememorar y adorar a los antiguos héroes de las luchas de la Salud Pública.

Esta marina no puede compararse estéticamente con los modernos y/o reacondicionados bergantines puestos a navegar por los prestadores privados de salud al servicio de los Prepagos y de ciertas Obras Sociales, los que ostentan poderosos armamentos con tecnologías costosas y de ultima generación, para afrontar con alta eficacia, cualquier contingencia sanitaria que pudiera afectar o poner en riesgo a sus grupos de cobertura, según lo que publicitan fastuosamente.

Pero, volviendo a nuestro tema de interés, resulta que los mayores con algún grado de dependencia y con alta clínica requieren por parte de los efectores en todos los subsistemas obrantes en nuestro país, de un set de prestaciones, servicios y en muchos casos de cuidados que no se encuentran en condiciones de ofertar, por algunas de las razones que intentaremos explicitar.


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