Invocan las libertades individuales y usan términos como “dictadura”, “totalitarismo” y “comunismo” para descalificar toda idea política contraria a las suyas. Usan un lenguaje sencillo y directo, vociferan en los medios y las redes sociales, tienen capacidad de resonancia. En medio de la crisis sanitaria más grave de la historia reciente, la derecha argentina ha salido a disputar (otra vez) el sentido común de la población. Para ello recurre a estrategias que están en sintonía con las derechas de otros países del mundo, desde el ensayo de un discurso anti-cuarentena hasta la polarización del debate público bajo el binomio “libertad-comunismo”.
En su disputa por el sentido común, la derecha argentina pretende apropiarse de consignas históricamente asociadas al campo nacional y popular. Así hemos visto que algunxs referentes de la oposición y los medios de comunicación definen a las personas fallecidas por el Covid-19 como “desaparecidos” y a la pandemia como un “genocidio” causado por la desidia del gobierno nacional. La estrategia mantiene una relación de continuidad con un término que resonó bastante durante el año 2020: la “infectadura”. El objetivo de fondo no sólo consiste en descalificar y obstaculizar las políticas sanitarias, sino además en polarizar la opinión pública. Se agita el odio, se caldean los ánimos, se hace todo lo posible para crear un clima de inestabilidad social. La falta de argumentos y evidencias no es un problema; menos todavía cuando puede ser sustituida por fake news y teorías conspirativas sumamente disparatadas.
A pesar de la diversidad de estrategias, los resultados parecen ser siempre los mismos: hacer que toda política implementada por el gobierno nacional sea definida a priori, y sin ninguna intermediación, como una política vaciada de legitimidad: una política que llama a la desobediencia. La disputa por sentido común puede ser en este punto la antesala de la desestabilización institucional.
¿Educación o marketing político?
En las últimas semanas, con Horacio Rodríguez Larreta a la cabeza, hemos asistido a la apropiación y tergiversación del lenguaje de derechos por parte de la alianza de Juntos por el Cambio. A la hora de justificar una presencialidad escolar más simbólica que real, sus retóricas se apoyan en argumentos supuestamente basados en la “evidencia científica”. Cuestión paradójica: recurren a una evidencia generada por una comunidad que no han valorado nunca antes, la comunidad científica.
La evidencia científica basada en el consenso es basta y clara. Lxs niñxs contagian y se contagian. Las escuelas aumentan la circulación y acumulación de gente en las entradas y salidas de la escuela y en el transporte público. El aumento de la circulación de la población favorece la circulación viral. Si no se garantiza la ventilación cruzada, difícilmente pueda no haber contagios al interior de las aulas. Se haga lo que se haga, las burbujas estallan y la virtualidad termina imponiéndose por la fuerza de los hechos. En el punto más alto de la segunda ola de contagios, la presencialidad escolar se convierte entonces en márketing político.
Lxs dirigentes y opositorxs de Juntos por el Cambio dijeron “queremos escuelas abiertas porque las evidencias demuestran que no representan un incremento de contagios”, “los niños no contagian”, “la educación es un servicio esencial”, “sin educación no hay igualdad para nuestros niños”. Etcétera, etcétera. Resulta llamativo (por no decir, provocador) que quienes se presentan como “abanderadxs de la educación” sean los mismos que antaño cerraban escuelas, no daban vacantes a nuestrxs hijxs, desfinanciaban y continúan desfinanciando la educación, desprestigian a maestrxs y profesorxs, pagan sueldos miserables, no vacunan a docentes y auxiliares a pesar de declararlos “esenciales”, ni garantizan herramientas tecnológicas ni conectividad.
No olvidemos que el gobierno del Pro en la Ciudad de Buenos Aires se ha destacado por las aulas containers, los techos que se caen a pedazos, las escuelas inundadas, la descalificación de lxs trabajadores de la educación como “fracasados y militantes”. No olvidemos que son lxs mismos que hasta ayer hablaban sobre la desgracia de “caer en la escuela pública” y que “nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad”.
No hay que dejarse llevar por las estrategias de marketing de la derecha. El debate en torno a la presencialidad apuntó a condicionar la agenda del gobierno nacional, alterando las prioridades y acrecentando la grieta allí donde debería existir un mínimo de consenso ante la gravedad de la pandemia. Ahora, ante el anuncio de nuevas medidas, finalmente están de acuerdo con la suspensión de clases pero sin virtualidad y sólo por pocos días. Evidentemente, la suspensión de la presencialidad era y es una medida válida para el manejo de la pandemia.
Hablando de la «justicia»
El Poder Judicial no ha estado exento de las estrategias desplegadas por la derecha al momento de condicionar el manejo de la pandemia. Parece irrisorio que apenas tres personas de la Corte Suprema sin legitimidad democrática directa se arroguen la potestad de juzgar y dictaminar la orientación de la política del Estado Argentino en medio de una pandemia. No requirieron epidemiólogxs, científicxs, estadistas. Ni siquiera se basaron en estudios sobre lo que ya ha sucedido en otras partes del mundo. Nada de eso, sólo basta su propia opinión; esto es: la opinión de tres personas que en una reunión virtual definen el destino de más de 45 millones de argentinxs.
Para la Corte Suprema, la pandemia y la crisis sanitaria no fueron motivos suficientes para suspender la presencialidad. Los más de 70.000 muertos, el pico de contagios de la segunda ola que supera ampliamente al del año pasado cuando las clases estaban suspendidas, el sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires al límite y el personal de salud exhausto no alcanzaron. En su lugar, la Corte hizo una tesis soporífera sobre el federalismo omitiendo que, en una emergencia epidemiológica como la actual, el Estado federal tiene la potestad de actuar por encima de las partes con el objetivo de coordinar las políticas públicas destinadas a enfrentar la crisis.
La Corte Suprema entró en el escenario político para promover la campaña electoral de Horacio Rodríguez Larreta. Se trata de un movimiento altamente irresponsable, porque ni lxs cinco miembrxs de la Corte, ni el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, piensan asumir las consecuencias políticas y sanitarias de sus hechos. Son ellxs mismos quienes, a través de su fallo, dicen no contar con “información suficiente para decidir sobre cuestiones vinculadas a la salud pública” y que “no se pueden analizar los datos empíricos relativos a la conveniencia o no de clausurar las clases presenciales”. A pesar de admitir su falta de información, no se declararon incompetentes, sino que apoyaron el caos.
A través de firmas digitales, el Poder Judicial gobierna desde las sombras, sin cargar con el peso de sus propias decisiones. No olvidemos que este mismo poder suspendió días atrás la vigencia del DNU que declara como servicio público esencial a la telefonía celular, Internet y la televisión por cable. La coherencia brilla por su ausencia: la educación es esencial, pero no las herramientas que son necesarias para la virtualidad de la enseñanza.
En momentos en que no se puede fragmentar la gestión de la pandemia, la oposición, el Poder Judicial y algunos sectores minoritarios de la población limitan el accionar del Gobierno de Alberto Fernández, exponiendo a miles de ciudadanxs al contagio. Hoy definieron acordar con las medidas del Gobierno, pero siguen operando para fragmentar la gestión del gobierno nacional frente a los contagios. Por eso hay que estar atentxs.
¿Qué se juega este 25 de mayo?
Haciendo coincidir sus marchas con los días patrios (y contando con una amplia cobertura mediática sin importar el número de convocadxs y el contenido de sus reclamos), la derecha ha salido a pugnar por una «libertad» supuestamente amenazada a partir de las políticas sanitarias. Ahora bien, ¿qué es la libertad para ellxs? Es la libertad individual; la libertad basada en la defensa de la propiedad privada y la apertura del mercado. En esa línea, el Estado no puede ser otra cosa que un aparato burocrático que ataca los derechos del individuo y las libertades civiles. El lema que ha adoptado el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, “cuidarte es cuidarnos”, realza la idea de que las medidas son individuales frente a la catástrofe sanitaria más importante del último siglo. Ante ese lema, no debemos olvidar que “nadie se salva solx”.
Para trabajar sobre el sentido común, la derecha lleva adelante una costosa estrategia de propaganda mediática, utiliza encuestas y sondeos de opinión, adecúa su retórica a través de trolls y difunde fake news. La producción y viralización de las fake news es una herramienta muy utilizada por Juntos por el Cambio para erosionar la credibilidad y favorecer la confusión. Lo vivimos con las campañas de desprestigio contra las vacunas aprobadas y el plan de vacunación en Argentina. Cosa extraña: el fracaso de Macri se explicaba porque “pasaron cosas” que el gobierno no podía controlar. Hoy día, ante una pandemia que no da tregua en ninguna parte del mundo, ante la escasez generalizada de vacunas, ante el quiebre de la economía internacional, se nos quiere hacer creer que estamos como estamos por exclusiva responsabilidad del gobierno nacional. Más todavía, buscando rédito político, se hace pasar a las restricciones a la circulación, la suspensión de las clases presenciales y otras medidas de cuidado como un simple capricho del gobierno, cuando se trata de medidas cuya eficacia ha sido comprobada en innumerables partes del mundo.
Hace un año que vivimos intentos de golpe en nuestra querida Latinoamérica. Hoy la democracia argentina está en peligro porque, haciendo uso de la crisis que genera la pandemia, la derecha quiere sacar una ventaja electoral a costa de la salud y el bienestar del pueblo.
Este 25 de mayo expresémonos, que no nos roben la revolución.
En un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo no podemos permitir que la derecha se apropie una vez más de una fecha popular con sus “banderazos” y sus movilizaciones. Desde Ciencia Nuestra entendemos que la Pandemia no nos deja expresarnos masivamente como quisiéramos, menos con las medidas actuales, pero llamamos a expresarnos desde las redes sociales para apoyar las medidas sanitarias frente a la pandemia y la campaña de vacunación actual.
Ante la sedición del Poder Judicial y el avance de la derecha, no dejemos de expresar nuestro descontento.
Fuente: Ciencia Nuestra
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