Gustavo Basso es músico y experto en acústica, impulsó la primera “Semana del Sonido” en nuestro país y habló sobre la contaminación sonora, un problema acuciante sobre el que aún no hay suficiente conciencia.
Desarrollada en Francia hace casi diez años, realizada en Canadá, Bélgica, Suiza, México y Colombia, y ahora, por primera vez a la Argentina; del 20 al 24 de agosto las instalaciones del Teatro Argentino de La Plata fueron la sede para la Semana del Sonido, que incluyó múltiples actividades relacionadas con los aspectos más agradables del universo auditivo, como la música, pero también con los más perjudiciales, como la contaminación sonora.
El Argentino fue la entidad organizadora, junto con la Embajada de Francia, la Asociación de Acústicos Argentinos, la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia, las universidades nacionales de La Plata, Quilmes y Lanús, y la Sección Argentina de Audio Engineering Society. Además de destacados especialistas locales participaron renombrados expertos del exterior, como Christian Hugonnet (experto en acústica que organiza la Semana del Sonido en Francia), Daniel Teruggi (argentino residente en Francia, uno de los más reconocidos compositores contemporáneos de música electroacústica y experimental), Dinara Paixao (especialista que encabeza la Sociedade Brasileira de Acústica) y Elizabeth González Fernández (experta uruguaya en contaminación sonora que preside la Asociación Uruguaya de Acústica).
Intervinieron en total 156 expositores y más de ocho mil personas asistieron a las conferencias, charlas, seminarios, mesas redondas, talleres, conciertos, espectáculos y exposiciones que formaron parte de la programación. Cada país hace hincapié en las problemáticas locales y por eso la primera Semana Argentina del Sonido tuvo como tema central “Sonido y violencia sonora”.
Gustavo Basso fue el principal impulsor de este encuentro. Reúne la doble condición de ser uno de los principales especialistas en acústica del país (es docente e investigador de la UNLP y ha asesorado en la materia a los teatros Argentino y Colón) y un músico profesional (desde hace tiempo integra como violinista la Orquesta Estable del Teatro Argentino). La Pulseada dialogó con él acerca de las graves consecuencias del ruido urbano.
En la Semana del Sonido se presentó el primer mapa de ruido de La Plata, que muestra la dimensión de un problema sin precedentes en la historia de la humanidad. Permitiría preservar las zonas adecuadas y mejorar paulatinamente las que no lo son.
—¿En qué te basaste para afirmar, en la apertura de la Semana, que la contaminación sonora ha alcanzado niveles sin precedentes en la historia de la humanidad?
—En muchos datos concretos. Hay mediciones en gran cantidad de ciudades del mundo que indican que los niveles de ruido urbano, ocasionados principalmente por el transporte automotor, han aumentado desde la década de 1950. De hecho, en la Semana se presentó el primer mapa de ruido de La Plata, confeccionado por la gente del Laboratorio de Acústica y Luminotecnia (LAL) de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC), que muestra la dimensión del problema. Por otro lado, se ha generalizado el uso de sistemas de amplificación de gran potencia y el empleo de auriculares a toda hora y en todo lugar —pensemos en los MP3 y los teléfonos celulares—, situaciones nuevas para las que no estamos corporalmente preparados. Nuestros oídos evolucionaron para una vida en bosques y sabanas, muy diferente de lo que nos plantea la existencia en nuestras ciudades modernas. Estamos en un máximo histórico y, si no hacemos algo, la cosa se va a poner peor en el futuro.
—¿Qué significa ‘como cuestión de salud pública’? ¿Es cierto que por causas como el uso indiscriminado de auriculares se están registrando niveles hasta ahora inéditos de hipoacusia entre niños y jóvenes?
—El efecto sobre la salud pública es doble. Por un lado están las consecuencias del ruido en la salud auditiva de la población. Lo que decís, en ese punto, es así: la cantidad de hipoacusias por ruido es cada vez mayor, especialmente en jóvenes. Los auriculares usados en ambientes ruidosos —en el colectivo, el tren, andando en bicicleta— juegan un rol importante. Pero también lo hacen los lugares de esparcimiento y el uso generalizados de sistemas de audio a gran intensidad. Por otro lado, el ruido es un importante catalizador del estrés urbano, con sus consecuencias en la salud general de la población: cardiopatías, hipertensión y otras patologías.
—¿Por qué dijiste que quienes más la sufren, aunque no sean generalmente conscientes de ello, son los sectores de menores recursos?
—Porque el dinero “compra” silencio. Una persona con recursos puede vivir en un country, andar en un automóvil de alta gama —la insonorización del habitáculo es una de las características que los definen—, usar auriculares con control activo de ruido, etc. Una situación muy diferente de la del trabajador que tiene una hora de tren de ida y vuelta a su trabajo, que para pasar ese tiempo va oyendo música o un programa de radio a través de auriculares estándar, que vive en una casa mal aislada en un barrio ruidoso y que, quizá, también trabaja en un ambiente no controlado acústicamente… pienso, por ejemplo, en un canillita con un puesto de venta en plena calle Corrientes.
—¿Podrías volver a contar esa experiencia que mostraba bien qué poco nos damos cuenta en principio del impacto del ruido en nuestra existencia?
—Se le preguntó a un conjunto de personas que iban a comprar o alquilar una vivienda qué elementos evaluaban para tomar una decisión. Las respuestas fueron “la luz de los ambientes”, “la calidad de las aberturas”, “el entorno barrial” y cosas por el estilo. Un año después, se les pidió su opinión sobre la calidad de vida que estaban experimentando y las quejas más frecuentes se relacionaron con la mala acústica del espacio —oían todo lo que pasaba en el departamento vecino, no podían escuchar música de noche, dormían mal a causa del ruido, etc.—. Es decir, ninguno era consciente de la importancia del aspecto acústico hasta que lo padeció personalmente.
—¿Qué importancia tiene contar con el ‘mapa de ruido’ de La Plata?
—Es la principal herramienta de diagnóstico y el primer paso para mejorar la situación de la comunidad con relación al problema. Permitirá en el futuro, si existe la voluntad política de hacerlo, preservar las zonas que se muestran adecuadas y mejorar paulatinamente las que no lo son. Aunque la diagramación de las zonas y el diseño urbano es responsabilidad las autoridades municipales, los cambios afectarán en parte a la actividad privada y a la comunidad en su conjunto.
—¿Es bueno el proyecto de ley nacional de Ruido, cuyo tratamiento está pendiente? ¿La demora en su sanción significa que no hay todavía conciencia de la gravedad del tema?
—Fue redactado en conjunto por las principales universidades y especialistas en acústica del país y se supone que dará una respuesta concreta y eficaz al problema del ruido. Precisamente, la toma de conciencia sobre este problema —que intentamos despertar a partir de encuentros como la Semana del Sonido— está también dirigida a los legisladores. Esperamos que entre este año y el que viene se la trate y tenga un despacho favorable.
—¿Qué importancia tiene la educación y qué medidas pueden tomarse en este aspecto en las escuelas o en campañas de difusión pública?
—Estamos convencidos de que el tema requiere de un cambio de actitud de la comunidad que sólo se puede conseguir a partir de la educación. Por eso se propuso una serie de acciones destinadas a los niños de las escuelas primarias —quizá el objetivo más importante a mediano plazo— y a los jóvenes de los colegios secundarios. También se propuso la difusión del tema a la comunidad a través de los medios de comunicación masiva. La Semana comenzó a recorrer un camino que sólo tendrá sentido si se logra sostener en el tiempo.
—¿Qué cuestiones comentadas por participantes de países como Francia, Brasil y Uruguay puedan aprovecharse para abordar los problemas de la Argentina?
—La experiencia europea es muy útil porque ellos empezaron con este tema hace ya unas décadas. Sus aciertos y errores nos están sirviendo para plantear nuestras propias estrategias. Sin perder de vista que las diferencias culturales y económicas son grandes y que, por lo tanto, sería un gran error trasladar acríticamente sus leyes y medidas a nuestra realidad. En cambio, las experiencias en Brasil y Uruguay son similares a las de la Argentina. El intercambio fue muy provechoso y se compararon estrategias que permitirán mejorar las acciones a aplicar en cada país. Quizá el mayor logro de la Semana del Sonido fue poner en contacto, por primera vez en el país, a la totalidad de los actores sociales que participan del mundo de los sonidos. Nunca antes entre nosotros se había reunido a destacados expertos de proyección nacional e internacional con la comunidad, utilizando en todos los casos un lenguaje no técnico para facilitar la comunicación y con una gran convocatoria de público. Este esfuerzo, sin embargo, no tendrá sentido sin una continuidad en el tiempo. Afortunadamente, ya están en marcha la Segunda Semana del Sonido en la Argentina, que tendrá por sede a Rosario, y una Primera Semana del Sonido en Uruguay, el año próximo.
Fuente: La Pulseada