Entre Ríos | fallo histórico para limitar el uso de agrotóxicos


Las voces de nuestro pueblo dan testimonio y ponen en común el saber del desastre desde el mismo momento en que las perversiones de este sistema de capitales empiezan a dañar el equilibrio y la salud del territorio y las personas, y han sido cada uno de sus testimonios herramientas para la lucha. Los avales comprobatorios de una ciencia al servicio de las estadísticas del orden impuesto, siempre lo hemos pagado con vidas. Legitimar los saberes de nuestro pueblo es una deuda y una urgencia, como la articulación de estas luchas, que es clave para construir un colectivo que fortalezca y multiplique los brazos que detengan los proyectos en curso y los no iniciados. Desterrar el modelo extractivo depredador de América Latina define una nueva identidad de clase | Cecilia Fernández Lisso

 

 

“Las buenas prácticas agrícolas no existen”, dijo a lavaca el ingeniero agrónomo Damián Pettovello, quien hacía las evaluaciones de agrotóxicos para empresas como Bayer y DuPont y hoy se ha volcado a la producción agroecológica, tras ser él mismo víctima de un melanoma. La de Pettovello y otros profesionales como Facundo Alvira (ex gerente de marketing de DuPont) es la respuesta a un debate: el Supremo Tribunal de Justicia de Entre Ríos, en un fallo histórico, prohibió las fumigaciones terrestres a menos de 1000 metros alrededor de escuelas rurales y a menos de 3000 en aspersiones áreas. El propio Mauricio Macri se mostró en contra de la sentencia, un funcionario provincial acusó de “demagogos” a los jueces y otro nacional repitió un slogan del modelo extractivo: el problema no son las fumigaciones sino que los productores cumplan con las “Buenas Prácticas Agrícolas”, que representan la ilusión de que fumigando “bien” estos productos no generarían problemas. Por eso la charla Pettovello cobra particular valor, ya que hizo una experiencia de 18 años trabajando con grandes compañías del agronegocio, confirmando que los productos para las fumigaciones “son desarrollados para matar”. Los efectos del fallo según la abogada que presentó el amparo a la Justicia.

Entre Ríos vive días agitados después de una decisión histórica: el Supremo Tribunal de Justicia provincial prohibió a fines de octubre las fumigaciones terrestres con agroquímicos en un radio de 1000 metros alrededor de escuelas rurales y a menos de 3000 en las áreas. La decisión llegó luego de un recurso de amparo que habían presentado el Foro Ecologista de Paraná y la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER) contra el gobierno provincial y el Consejo General de Educación.

La medida generó un debate entre los defensores del agronegocio y quienes cuestionan los efectos de los agrotóxicos en la salud y en el ambiete, ya reconocidos incluso por el Instituto del Cáncer de la Organizació Mundial de la Salud.

Algunos sectores empresarios manifestaron que, si no se puede utilizar agroquímicos en ese radio, estarían dejando de producir un total de 282 mil hectáreas. Vecinos y docentes sostuvieron que lo único que prohíbe el fallo es la utilización de venenos, y existen otros modos de producción como el agroecológico. Las esquirlas de la sentencia treparon hasta Mauricio Macri: según el diario La Nación, en un encuentro en Trenque Lauquen sobre Cultivos Extensivos, el presidente “se mostró en contra de que haya prohibiciones que limiten la producción”. En el mismo sentido el jefe de Gabinete de la secretaría de Agroindustria, Santiago del Solar, manifestó en una entrevista con Infobae que el problema no eran las fumigaciones sino que los productores cumplan con las llamadas “Buenas Prácticas Agrícolas”.

 

Más allá de lo ambiental

“Uno de los principales puntos del fallo es el efecto colateral que produjo”, dice a lavaca Aldana Sasia, abogada del Foro Ecologista de Paraná, que presentó el amparo que tuvo lugar en la Justicia. “Si queremos limitar la distancia es porque buscamos que no se siga dañando a la población docente y no docente, y tampoco a los niños, que son los más vulnerables en todo este proceso. Que el propio Presidente haya intervenido significa hasta qué punto se puso el problema en eje de discusión, porque trasciende lo ambiental. Esto no es un capricho de una ONG, como se ha dicho, sino que es un problema de política de Estado y de salud pública, porque nos daña y nos perjudica a todos en general”.

Entre Ríos ya había dado una muestra de la resistencia social al modelo extractivo cuando la Legislatura rechazó por 29 votos a 2 una ley que favorecía a los agronegocios, una decisión que se tejió en la calle al calor de la las Rondas de los martes, y por la intervención en la Legislatura de figuras de la ciencia y la producción como el bioquímico Damián Marino, el médico Damián Verzeñassi y el ingeniero agrónomo Eduardo Cerdá, tal como reflejó MU en su edición de agosto, en La batalla de las velas.

El fallo: lo avícola y lo humano

El voto mayoritario de la sentencia fue el del juez Miguel Ángel Giorgio, que apuntó contra la falta de reglamentación respecto a las fumigaciones alrededor de las escuelas rurales y sostuvo que el Estado entrerriano “no pudo acreditar que una distancia menor a lo dispuesto por el juez no sea nociva para la salud”. En ese caso, afirmó, debe primar el principio precautorio ya que “falta certidumbre científica acerca del daño”. El principio precautorio indica que si algo es potencialmente peligroso, no debe usarse hasta que se demuestre su inocuidad.

Otros textuales de la sentencia:

  • “Hasta los galpones avícolas se encuentran protegidos con una franja de resguardo para las fumigaciones, mientras que los niños y docentes que asisten a los establecimientos educativos rurales, no lo están”.
  • La omisión estatal no puede ser tenida como un argumento que permita desamparar la salud de alumnos y docentes”.

La abogada Sasia subraya: “El efecto es que hay un montón de gente que manda a sus hijos a escuelas rurales, familias muy silenciadas y se les complica mucho llevar estas denuncias a la justicia. Están muy solos, y en las escuelas también ocurre que asisten un montón de niños que trabajan en los campos aledaños. A través de este fallo se les abre una posibilidad de denuncia porque ya hay una sentencia”.

EL FALLO COMPLETO: ACUERDO-1 (1)

 

Lo que se aprende en el agronegocio

El secretario de Producción de Entre Ríos, Álvaro Gabás, dijo que “los jueces son ideológicos y demagógicos”, lo que valió un reproche de la Asociación de Magistrados y Funcionarios Judiciales. El gobierno y los ex medios periodísticos argumentaron centrados en las supuestas Buenas Prácticas Agrícolas (BPA).

lavaca habló con Damián Pettovello, ingeniero agrónomo y creador junto a su socio, Facundo Alvira, de la organización Tekoporá, un espacio de aprendizaje, divulgación y de restauración de sitios y campos para su transformación agroecológica con producciones en Trenque Lauquen y Lincoln, provincia de Buenos Aires. Ambos además participaron junto al doctor Damián Verzeñassi de uno de los encuentros del Diplomado Andrés Carrasco de temas ambientales.

Alvira llegó a ser gerente de marketing de DuPont y desarrollador de productos como Sulfentrazona bajo la marca Authorithy.

El ingeniero Petovello era consultor externo de empresas como Bayer y DuPont, haciendo las evaluaciones de los productos para el campo (herbicidas, fungicidas, insecticidas) previas a la salida al mercado, para diseñar su posicionamiento.

 

“Nosotros venimos del agronegocio. Fuimos parte. Después de nuestra formación académica, salimos a buscar trabajo en las compañías. Entramos en esa pseudo lógica y trabajamos desarrollando productos y sustancias químicas. Hacíamos evaluaciones antes de que salgan los productos: posicionamientos, dosis. Yo iba con mi mochila y todos los implementos preparando los informes para cada nuevo desarrollo. Y son productos desarrollados para matar.

 

 

Por eso Pettovello lo cuenta en primera persona:

“Nosotros venimos del agronegocio. Fuimos parte. Después de nuestra formación académica, salimos a buscar trabajo en las compañías. Entramos en esa pseudo lógica y trabajamos desarrollando productos y sustancias químicas. Hacíamos evaluaciones antes de que salgan los productos: posicionamientos, dosis. Yo iba con mi mochila y todos los implementos preparando los informes para cada nuevo desarrollo. Y son productos desarrollados para matar. Como dice el médico Damián Verzeñassi, si un producto fue pensado, desarrollado, registrado, vendido y aplicado para matar algo, lógicamente va a matar algo. Nosotros participamos en evaluaciones pre y post momento de comercialización, vinculados a compañías multinacionales como DuPont y Bayer”.

Pero la historia cambió: “Hace unos años despertamos: era una locura lo que hacíamos. Uno realmente no se da cuenta del daño que causa, hasta que comprende que lo que está haciendo es un daño colectivo. Automáticamente, por una cuestión moral, uno debe detenerse y cambiar. Fue lo que hicimos”.

-¿Qué puede decir entonces de las Buenas Prácticas Agrícolas?

-Voy a ser extremadamente claro: las Buenas Prácticas Agrícolas no existen. Son un verdadero oxímoron: una contradicción en sí misma. Porque hablan de buenas prácticas cuando, en realidad, es imposible pretender manipular las condiciones tanto materiales como sociales para hacer una aplicación de un agrotóxico.

-¿Por qué dice que “no existen”?

-Porque lo que nosotros vemos es más profundo: aquí el problema es ético. Hay muchas personas, incluidas Del Solar, que defienden las BPA y ponen un interés económico sobre el compromiso de la comunidad y el bien común, ya que se aplican pesticidas cuando no se pueden controlar. Ellos hablan de aplicar en condiciones determinadas de vientos, de humedad, de temperatura, cuando sabemos que esas condiciones no se dan siempre. No obstante esto, asumiendo que se den esas condiciones, la realidad es que hay muchos tipos de “deriva” (es el fenómeno del movimiento de agroquímicos en el aire). Ellos hacen hincapié en la deriva primaria, que es cuando el pulverizador está en el lote. Pero luego, una vez que sale de la máquina, ya no se tiene ningún tipo de posibilidad de controlar eso. Muchas gotas llegan a destino, pero otras no, quedan flotando y quedan derivaciones secundarias, que luego se trasladan. Y eso no depende de la acción del hombre porque puede haber inversión térmica, es decir cuando cambia la temperatura, y entonces muchas gotas quedan en suspensión y se trasladan.

 

Damián Pettovello, Damián Verzeñassi y Facundo Albira en MU, en su visita al Diplomado en periodismo ambiental Andrés Carrasco.

La propia enfermedad

Pettovello cuenta que empezó a darse cuenta de lo que estaba produciendo cuando miraba el campo. “Pensaba en todo lo que estaba destruyendo”.

Pero pasó algo más: en marzo de 2015 supo que él mismo padecía un cáncer: melanoma. Llamó a Facundo Alvira, su socio, y se lo contó. “Por estar en contacto con todo esto, uno se termina enfermando. Ese fue el detonante final”. Le dijo a Alvira: “Se acabó”. Alvira estaba sufriendo un proceso también de crítica a su propio trabajo, en ese momento como consultor de decenas de miles hectáreas bonaerenses.

Hoy el ingeniero Pettovello explica que las BPA enmascaran “el deseo de mucha gente de seguir produciendo como fuere”, pero es consciente de que las fumigaciones se trasladan indefectiblemente a la tierra y a las napas freáticas. “Bebemos esa agua, nos bañamos con esa agua. En un país serio, eso no ocurriría”.

Sobre los argumentos pro-agrotóxicos: “Lo que dicen de las BPA es peligroso porque, en su afán de ganar dinero, quieren justificar un daño. Pero esto es un peligro. La Ley General de Ambiente dice que, cuando hay peligro por la utilización de un producto, tiene que prohibirse. Esa es la realidad. La única Buena Práctica Agrícola que existe es trabajar sin pesticidias, con los proceso de ecosistemas. Pero para eso hay que trabajar con mucho cerebro, y no atrás de un escritorio”.

Ese trabajo con cerebro del que habla Damián es el agroecológico, que en cientos de experiencias en todo el país está demostrando su viabilidad tanto para huertas y alimentos, como para producción extensiva. Sin dañar el ambiente ni la salud, con iguales o mejores rendimientos, y mayor margen de ganancia por el ahorro que implica dejar de comprar insumos y venenos. El campo La Aurora, de Juan Kiehr, en Benito Juárez, ha sido catalogado modelo a seguir desde el punto de vista agroecológico por la FAO, y en Lincoln, donde vive Pettovello, ya hay más de 11.000 hectáreas bajo producción sin venenos (Mu 125: Tierra viva). En la propia Entre Ríos, más allá del fallo, se están estudiando leyes de fomento a la agroecología y cada semana la Ronda de los martes se realiza “hasta que cambie el modelo”.

Desde Trenque Lauquen, aportó su mirada el ex gerente de marketing de DuPont Facundo Alvira (Mu 127: Infiernos&Paraísos): “Lo agroecológico tiene la dimensión económica, para que te vaya bien. Por los costos muy bajos, al no comprar insumos, genera alta rentabilidad. Pero a la vez está la dimensión social, la política no partidaria: que se produzcan alimentos sanos y accesibles a toda la gente. Y está lo cultural, y lo ético. Estamos en una taperización de las pampas, de campos vaciados. Estamos haciendo daño con el modelo productivo, no sólo con el cáncer, sino con el empobrecimiento, y con el calentamiento global. Entonces hay un abuso de poder por parte del capital. El ‘ismo’ del capital. El cambio verdadero es llegar a otras formas de producción, otro tipo de sistema que valore cuestiones que el poder y el establishment no quieren ver”.

Fuente: Colectivo La Vaca