por Cecilia Fernández Lisso, IDEP Salud ATE Argentina
Desde 1988 cuando Carlos Monzón asesinó a Alicia Muñiz y su muerte de espanto logró poner en agenda la gravedad con que debía ser tratada la violencia de género, aún ante los tantos que intentaban minimizar el asesinato como un «crimen pasional» cometido por un ídolo popular que pese a ser el padre del hijo de la víctima y mantener una relación afectiva con Alicia, fue condenado por homicidio simple; el femicidio en Argentina es una problemática que continúa siendo tan acuciante como estructural y se profundiza sin tregua.
Durante el aislamiento por COVID-19, con el Gobierno disponiendo recursos humanos, físicos y económicos para su abordaje sanitario, y la necesaria participación protagónica de la población en su conjunto, apareció con fuerza la asociación de la figura de pandemia para referirse a los femicidios, figura muy resistida desde algunos activismos feministas argumentando que los femicidios no son una enfermedad, y es éste un buen señalamiento sin perder de vista que detrás de cada femicidio existen graves problemas de salud. Pero para poder abordar la problemática en salud que lleva consigo cada femicidio es necesario centrar el punto de vista en nuestras víctimas, sobre las cuales se ejercen violencias particulares y sistémicas, ya caracterizadas y conceptualizadas como patriarcales y machistas.
El acceso a la salud es el acceso a la vida en todas sus dimensiones, la OMS lo sintetiza, como si fuera esto posible, de la siguiente manera «La salud es un estado de perfecto (completo) bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad» y cuando refiere a la enfermedad refiere a la «Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible» si quisiéramos introducirnos desde esa perspectiva, una persona violentada es sometida indefectiblemente a un deterioro físico y de sus funciones, y que sea asesinada es el extremo de vulneración a su acceso a la salud y a la vida.
Debemos abordar el amplio espectro del proceso de deterioro de la salud que interviene en una víctima de violencias
Por dar algunos ejemplos, si una mujer es dependiente económicamente, no tiene sólo un problema económico, o solo un problema social, es una persona que debe someterse a una serie de decisiones ajenas que la inhabilitan en sus funciones, esto opera en su subjetividad además de operar en sus posibilidades materiales; si es golpeada, su cuerpo se limita y sus posibilidades sociales se resienten; si es manipulada emocionalmente, su funcionamiento psíquico está obstruido, si es menor de edad y es violentada y abusada, sus capacidades físicas, mentales y emocionales han sido alteradas y reducidas…
El primer ministro de salud pública que tuvo nuestro país, Ramón Carrillo, lo describió y gestionó en consecuencia “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas”
Pero la violencia estructural también está normalizada, normatizada con su amplio espectro estadístico, la violencia tiene sus números de PBI, NBI, de Mortalidad y Morbilidad, etc… y en muchos casos también está asistida pero nunca garantiza el “estado de bienestar” postulado por la OMS que, a través de la OPS por ejemplo, propone un abordaje de prevención de las violencias en general y 4 puntos «estratégicos» contra la violencia de géneros en particular
y recientemente lanzó junto a Salud Argentina un MANUAL CLÍNICO PARA LA ATENCIÓN INTEGRAL DE LA SALUD ANTE SITUACIONES DE VIOLENCIAS POR MOTIVOS DE GÉNEROS que brinda a les efectores de salud herramientas de abordaje frente a personas que acuden a centros de salud o ingresan violentadas a hospitales, su aplicación ayudaría a problematizar y ojalá a disminuir las tantas nuevas violentaciones a las que pueden estar expuestas las víctimas de violencias por razones de géneros, cuando ingresan a un centro de salud, como cuando actúa la justicia, o intervienen los medios de comunicación… etc. Esperamos que sea de mucha utilidad, sabemos que para que una problemática institucional se transforme debe ir acompañada de una política de Estado y de grupos de personas trabajando para que esa transformación exista
El último informe de ONU mujeres de noviembre 2022 revela que, en promedio, más de cinco mujeres o niñas fueron asesinadas cada hora por alguien de su propia familia en 2021, un recordatorio espantoso de que la violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones de derechos humanos más generalizada en todo el mundo.
De todas las mujeres y las niñas asesinadas intencionalmente el año pasado, alrededor del 56 % fueron asesinadas por parejas íntimas u otros miembros de la familia (45.000 de 81.000), lo que demuestra que el hogar no es un lugar seguro para muchas de ellas.
Sin embargo el organismo mundial lo que pide es “más estudios”, es SEGUIR CONTANDO MUERTAS, no salgo de mi asombro de que esto continúe siendo posible! Urge repensar las representaciones de los organismos que fueron creados para dar respuesta y lo único que hacen con la millonada de plata que por ellos circula es declamar en millones de informes mensuales, semestrales, anuales… que alimentan una matriz de circulación burguesa y burócrata que no ha logrado la mínima transformación de las tremendas realidades que “estudia”, infinidad de blablabla con datos duros científicamente comprobados y cuadros y flechas que no han aportado a evitar una sola muerte por violencia patriarcal, por causas de Estado, de hambre, de contaminación, de cáncer…
Ghada Waly, directora ejecutiva de la UNODC, dijo: «Ninguna mujer o niña debe temer por su vida por ser quien es. Para detener todas las formas de homicidio de mujeres y niñas por motivos de género, necesitamos contar a todas las víctimas, en todas partes, y mejorar la comprensión de los riesgos y los factores que impulsan los femicidios para que podamos diseñar respuestas mejores y más eficaces en materia de prevención y justicia penal. La UNODC se enorgullece de lanzar el estudio sobre femicidios de 2022 con ONU Mujeres para movilizar la acción global y elogiar los esfuerzos de las organizaciones de mujeres de todo el mundo para poner fin a este delito».
Sabemos que el problema de las violencias es estructural y es muy complejo y también sabemos que requiere ejercicios urgentes de políticas públicas para su erradicación. Políticas y presupuestos que permitan abordar las realidades que no son marcos teóricos ni casos ni objetos de estudio, son personas violentadas que mueren asesinadas todos los malditos días
Recordamos a Fátima Acevedo, presente! Fátima tenía 25 años y vivía con su hijo en un refugio para mujeres víctimas de violencia; fue estrangulada por su expareja, Jorge Martinez, el 1 de marzo y encontrada en un pozo de agua 7 días después, el 8 de marzo de 2020
El asesinato de Fátima, como el de muchas mujeres en su situación de vulneración socioeconómica, dejó una vez más al desnudo lo insuficiente de las políticas públicas y presupuestarias en nuestro país.
Fátima aparentemente acudió a encontrarse con su femicida porque le iba a facilitar un teléfono porque ella no tenía crédito. La propia voz de Fátima en un mensaje de whatsapp exponía su situación de vulnerabilidad extrema, con un niño pequeño, completamente atravesada por la limitación, el agobio, la persecución, la angustia, el desamparo…
“el viejo vino anteanoche y nos cortó la luz. Así que nos pidió que nos vayamos. Por lo tanto estamos en la calle, el gordo sin comida ni nada y yo no sé qué mierda hacer»
Fátima no tenía casa, ni comida, ni trabajo, ni crédito en el celular
«Ya estoy podrida de denunciarlo en la policía y que nadie haga nada, ni la policía ni el juzgado ni nadie»»Cuando termine muerta por culpa de él, puede ser que la policía y el juzgado hagan algo, mientras tanto vamos a tener que seguir pagando las consecuencias con el gordo«
Fátima había comenzado a denunciar a su pareja en 2017 por violencia física, psicológica y sexual. De acuerdo a las denuncias tramitadas en el Juzgado de Familia Nº 1 de Paraná, el hombre la golpeaba cuando se negaba a tener relaciones sexuales y la perseguía: «Si no sos mía, no sos de nadie» Tras un episodio violento del 31 de enero, en el que el hombre intentó arrojarle ácido muriático, la Justicia le dictó a Martínez medidas de restricción para acercarse a ella, y la joven se refugió en la Casa de la Mujer de la Municipalidad. Extracto de publicación de diario PERFIL
La falta de abordaje de las violencias por razones de géneros como un problema de salud pública obliga a las personas a afrontar sus traumas de manera individual tanto física y emocional como económicamente, y es esa una nueva vulneración del derecho a la salud postulado por la OMS
El hijo de Alicia y Monzón, Maximiliano, perdió a su madre a los seis años; vivió primero con sus abuelos maternos y años después en la Fundación Gradiva, una clínica especializada en rehabilitación y recuperación de la droga dependencia y alcoholismo. Hoy se siente bien pero prefiere continuar ahí porque la clínica lo hace sentir contenido.
“Crecí pensando que el que tenía problemas muy graves era yo solo, pero después conocí a mucha gente a la que le pasaba lo mismo que a mí. Y que todos teníamos historias tremendas, en algunos casos de mucha violencia. Al principio, al estar rodeado de lo mediático, pensaba que era el centro de los problemas y que era algo que sólo me pasaba a mí. Y no era así”
En 2002 Maximiliano viajó a Santa Fé a encontrarse con su familia paterna “Hoy en día estoy bien, pero yo antes tenía un montón de problemas, por la muerte de mis padres y por otras cosas. La primera vez que llegué acá, en 2002, tenía mis fobias, mucha ansiedad. Tenía 20 años y cosas por resolver. Con el tiempo, de a poquito, con terapia, las fui solucionando.
Cuántas instancias debemos reubicar para que una víctima de violencias pueda reconstruir las fibras del estado de bienestar? Cómo abordamos a las víctimas vinculadas?
Cuando hablamos de salud deberíamos alejarnos del predio hegemónico dispuesto entre el ministerio y las camas del hospital, tenemos que incluir las redes institucionales, las articulaciones organizacionales, barriales, colectivas… salud es generar estrategias de fortalecimiento de la sociedad en general y de las poblaciones vulneradas en particular, ese debería ser el rol del Estado, y los organismos internacionales deberían bregar para que eso sea posible.
DÓNDE ESTÁ TEHUEL?
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