Mesa Producción pública de medicamentos


 

Mesa Producción pública de medicamentos: expositores Gonzalo Moyano, Julieta Alcain, Patricia Rivadulla y Jorge Rachid.

 

 Gonzalo Moyano

Médico Generalista, Epidemiólogo, Especialista en Bioética. Docente e investigador de la Cátedra Libre de Salud y Derechos Humanos, Facultad de Medicina. Miembro de ALAMES y del Colectivo Sanitario Andrés Carrasco. Coordinador de la Red de Medicamentos de ALAMES.

“Para la industria farmacéutica siempre hay gente candidata para el uso de medicamentos”

Parte de la idea de que las personas sanas necesitan medicamentos: ha sido en su momento la promoción del uso de vitaminas, que todavía hoy está bastante difundido, para cosas que son absolutamente innecesarias. Hace muchos años se estableció una serie de cosas absolutamente ridículas como que la vitamina C es importante para los resfríos, cosa que no está demostrada para nada y se gasta muchísimo dinero para eso.

 

Lo que quiero hacer es justificar fuertemente la necesidad del enfoque de la producción pública de medicamentos, que es estratégica y no solo una necesidad de la provisión de determinados medicamentos en forma accesible y de calidad, con un costo menor. Para eso voy a hacer una breve descripción de la situación de mercado de los medicamentos y cómo atraviesa no solamente la producción de medicamentos, sino el conocimiento y la investigación.

Esto decía Beecher (Henry K.), un bioeticista, hace unos cuantos años, en 1965: “Me gustaría afirmar que la medicina estadounidense es prudente y que la mayor parte de sus progresos se han conseguido prudentemente, hay sin embargo motivos de preocupación en ciertas áreas y creo que el tipo de actividades mencionadas harán muchísimo daño a la medicina a menos que sean pronto corregidas.” Les tengo una noticia: desde el 65 para acá, nada sido corregido sino que todo se ha agravado cada vez peor.

Cuando él advertía sobre esto, estaba diciendo algo que iba a salir mucho peor de lo cualquiera hubiera imaginado, casi casi como en el gobierno de Macri, todo ha salido mucho peor de lo que cualquiera hubiera imaginado. Esta definición de salud la quiero utilizar para tratar de desmentir la cuestión del estado de completo bienestar físico y social. Un docente nuestro decía que ese estado de completo bienestar físico y social, sólo se logra en el orgasmo simultáneo, cosa que no siempre ocurre. Un estado de resistencia en la salud es un estado de resistencia a la evolución de la enfermedad, a la violencia y al acoso, resistencia a los medicamentos, resistencia a la comida basura, a la contaminación, a las condiciones de vida nefastas, incluyendo resistencia a la mercantilización de la salud y, por lo tanto, resistencia a la propia medicina.

“Hay una producción de sentido de las enfermedades que muchas veces es lejana a las enfermedades que realmente importan”

Estamos en disputa contra mucho de lo que pasa con la salud porque la salud no está organizada en función de nuestras necesidades, está organizada en función de otras necesidades que son externas a uno. Quizá no ha sido la idea en la época de Hipócrates pero sí ha empezado a ser la idea desde que comenzó el sistema capitalista y la medicina pasó a ser una función de ese sistema. La industria farmacéutica en el mundo factura al año el equivalente a 2 PBI argentinos. Esto es una fuerte presión para cómo se maneja la cuestión de los medicamentos porque se determinan en función de cuál es la inversión y cuál es el producto que se va a obtener de esa inversión. Esto sería un problema si no fuera que además está en franco crecimiento y cada vez más veloz. El tema es cómo se distribuye esto. El 10% de las enfermedades recibe el 90% de los fondos de investigación y el 90% restante recibe sólo el 10% de esos fondos.

Con respecto al costo que la investigación necesita para la producción de medicamentos: 802 millones de dólares para cada nuevo medicamento en el mercado, es lo que dice la firma consultora y que después lo elevó a un 40% más. La distribución de esa cantidad de dinero se hace de esta manera: la mitad de esa fortuna se realiza en los Estados Unidos, el 30% en Europa y el resto se distribuye así: sólo el 10% se distribuye en el resto del mundo. Pero no es sólo problema de distribución sino que además muchas veces, cada vez más diría yo, lo que se investiga no es lo que solamente se supone que les pasa a las personas de los países donde esto se investiga, es decir Estados Unidos y Europa, que tienen una epidemiología y unos problemas de salud diferentes a los nuestros, sino que además pasa otra cosa, que es que no solamente lo que les pasa, sino que son convencidos de lo que les pasa, porque no siempre lo que les pasa es lo que suponen que les pasa. Hay una producción de sentido de las enfermedades que muchas veces es lejana a las enfermedades que realmente importan.

Hace 3, 4 años, la Asociación de Cardiología en Estados Unidos determinó que la mitad de la población de ese país es hipertensa. Por lo cual casi la mitad de la población va a recibir un antihipertensivo de por vida, porque ese es el esquema de cómo se establecen las enfermedades. Estés enfermo o no, vas a recibir la medicación y te van a convencer de que esa medicación la tenés que tomar de por vida.

Además el presupuesto se divide de este modo: de ese monto de dinero, la mitad se establece en marketing, para la venta de medicamentos, por eso no solamente la Asociación de Cardiología determina que la mitad de la población está enferma, sino que además utiliza este dinero para convencerlos de que deben tomar la medicación y qué medicación tomar. Y parte de ese dinero es dado a los médicos para convencerlos de que ese es el medicamento que hay que darles. La FDA (Food & Drug Administration) está absolutamente colonizada por la industria farmacéutica, entonces lo que hace la FDA en cuanto a qué tipo de medicamentos aprueba y recomienda, está absolutamente determinado por la industria. Y, además, la aprobación de un medicamento por la FDA y por la EMA (Agencia Europea de Medicamentos) hace que aquí ese medicamento se apruebe prácticamente sin mucho trámite porque lo ha determinado la FDA, que es algo así como el estándar de la aprobación de los medicamentos.

Hay una aclaración que hay que hacer, que si se aprueba en la FDA, acá en la Argentina se aprueba. Si más adelante la FDA dice que ese medicamento tiene un problema, en Estados Unidos ese medicamento deja de estar autorizado, en Argentina no. No hay una retroalimentación de ese tipo de información.

Solamente el 20% se utiliza para investigación y desarrollo de nuevas drogas, pero esto tampoco es la profundidad del problema. La cuarta parte de ese porcentaje, es lo que se utiliza para la innovación de medicamentos, porque las tres cuartas partes se utiliza para desarrollo de los medicamentos que se conocen como me too, que son los medicamentos que hacen lo mismo que hacía un medicamento de antes y, que, como se ara el mismo surco, sale mucho más barato desarrollar después del omeprazol, el pantoprazol, el lansoprazol, lo que sea, que es lo mismo que el anterior, pero el costo de instalar ese medicamento es un costo centralmente de marketing, en la investigación se gasta muy poco más y esto hace que la industria farmacéutica lo haga cada vez más, que investigue sobre cosas que ya están investigadas y mucho menos sobre medicamentos innovadores.

Esto decía Henry Gadsden hace 30 años, que era el director en ese momento de Merck: “Mi sueño es producir medicamentos para personas sanas”. Y otra persona decía: Usted no está sano, usted está enfermo, solo que aún no lo sabe. En algún momento te vas a dar cuenta que estás enfermo y vas a tener que tomar medicamentos. Ese es el modo en que se gestiona el uso de medicamentos en el mundo.

Se está instalando en el mundo, desde hace ya 30 años aproximadamente, que se trata de estimular el uso de medicamentos para enfermedades que, o no existen, o no es un problema de salud o no necesita medicamentos de determinado tipo y costo. Esta promoción de los medicamentos hace que la gente tienda a consumir medicamentos para problemas que no tiene o para problemas que no necesitan de los medicamentos. Esta es una tendencia a establecer que cada franja etaria necesita un medicamento que ya la industria te ha puesto encima, o sea, para la industria siempre hay gente candidata para el uso de medicamentos.

Parte de la idea de que las personas sanas necesitan medicamentos, ha sido en su momento la promoción del uso de vitaminas, que todavía hoy está bastante difundido, para cosas que son absolutamente innecesarias. Hace muchos años se estableció una serie de cosas absolutamente ridículas como que la vitamina C es importante para los resfríos, cosa que no está demostrada para nada y se gasta muchísimo dinero para eso. Hace bastante menos se estableció que el nivel normal de vitamina D en sangre, es 3 veces más alto que el que era hasta hace un tiempo y esto lo determinó un grupo de investigadores vinculados con los laboratorios que producen la vitamina D. Ustedes van a ver que actualmente la mayoría de los médicos en los chequeos -que no deberían existir como tal-, pero ahora se ha establecido además que hay que medir la vitamina D y vas a ver que vos tenés la vitamina D baja. ¿Por qué? Porque se ha establecido que la vitamina D normal es 4 veces más alta que lo que era hace unos años. Entonces vas a recibir vitamina D. No estás enfermo pero necesitas igual medicamentos, como decía Gadsden.

“Hay un desarrollo de las vacunas innecesarias, inseguras y que además no son una necesidad para la población”

Y además, está el otro gran campo de marketing de las personas sanas que necesitan medicamento, que es el tema de las vacunas. Esto no quiere decir que no haya vacunas indispensables o excelentes o necesarias o lo que sea. Pero además hay un desarrollo de las vacunas innecesarias, inseguras y que además no son una necesidad para la población. Uno de los grupos que más está trabajando sobre el tema de la necesidad, entre comillas, de las vacunas es Bill Gates. Bill Gates es un tipo que se hizo millonario con la informática, ahora dejó el tema de la informática, siendo uno de los millonarios más grandes del mundo, y se dedica al tema de la salud. Ustedes creen que hizo un giro en su ética y dijo voy a dedicarme a algo bueno, no, es porque es un negocio mucho mayor que el de la informática. Así que imagínense cómo estamos y que se haya dedicado, entre otras cosas, a investigar vacunas sin consentimiento, con prácticas absolutamente faltas de ética.

Les cuento que coordino una página que se llama Red de Medicamentos ALAMES, cuya dirección en internet es medicamentos.alames.lat en dónde van a encontrar un video donde van a ver un señor hablando sobre todo lo que se ha reformado en cuanto a normativa de ANMAT, para que los protocolos de investigación que deben ser revisados por ANMAT, en vez de 180 días hábiles para su aprobación, se lo redujo a 70 días. Y además de eso, que ya es un disparate, establece que si en 70 días no se aprueban, por defecto, se aprueban automáticamente. Es decir, que en los protocolos que ANMAT no llega a investigar la cuestión que se le entrega, quedan por defecto aprobados.

La Argentina está capacitada para la producción pública de medicamentos. Hicimos un relevamiento de 10 laboratorios de los más importantes de producción pública de Argentina y determinamos que con una utilización de la capacidad que tienen esos laboratorios y con una cantidad de personal normal, con dos turnos de trabajo de ocho horas, se podía fabricar en Argentina dos veces las necesidades del plan Remediar. O sea que alcanzaba para cubrir la mayoría de las patologías de ese momento, cuando el Remediar andaba bien. En este momento, Remediar fue reducido a CUS Medicamentos, que es una expresión para la estrategia de la CUS. Pero el tema acá no es solamente la capacidad de producción sino cómo le retiramos la capacidad -es una pelea política en profundidad-, pero hay que retirarle la capacidad a la producción mundial de medicamentos para producir lo que ellos dicen, y pasar a producir lo que nosotros necesitamos. La producción pública de medicamentos tiene que ser articulada con la investigación de las universidades argentinas y los institutos de investigación.

Voy a recurrir para finalizar a una frase de un tipo que murió hace unos cuantos años y que decía que teníamos que instruirnos porque íbamos a necesitar toda nuestra inteligencia; motivarnos, porque vamos a necesitar todo nuestro entusiasmo y, organizarnos, porque vamos a necesitar toda nuestra fuerza. Es una frase de Antonio Gramsci que creo que determina lo que tenemos que hacer, no a partir del 11 de diciembre sino desde ya. Gracias.

 

 Julieta Alcain

Bióloga de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, integra la agrupación Rolando García, es becaria del Conicet y trabaja en la Academia Nacional de Medicina.

“Si la salud es un derecho el acceso a los medicamentos también tiene que ser un derecho y de eso se desprende que el medicamento tiene que ser un bien social y no una mercancía.”

En el 2009, el Ministerio de Salud quiso hacer una campaña nacional contra la hidatidosis (enfermedad parasitaria) y salió a buscar un medicamento que se llama albendazol; hizo una licitación y el laboratorio Sandoz, que es parte de Novartis, lo ofreció a un precio de 22 pesos por comprimido, cuando fueron a buscar precios diferentes el laboratorio PROZOME, que hoy se llama PROFARSE, de Río Negro, que es una Sociedad del Estado, lo ofreció a 50 centavos por comprimido. Son 44 veces de ganancia entre el precio del laboratorio privado y la producción pública de medicamentos.

 

En primer lugar, para hablar de producción pública de medicamentos hay una cierta cantidad de acuerdos y, uno de estos, es que la salud es un derecho garantizado por la Declaración de los Derechos Humanos y también por los pactos internacionales a los que la Argentina suscribe. Por lo tanto si la salud es un derecho el acceso a los medicamentos también tiene que ser un derecho y de eso se desprende que el medicamento tiene que ser un bien social y no una mercancía.

En la concepción de medicamento como bien social para nosotros es fundamental la producción pública de medicamentos. Ésta como una pata de lo que tiene que ser una política nacional de medicamentos que no es solamente producción en los laboratorios públicos sino también políticas de compras centralizadas, de compras planificadas, de control de precio de venta al público, de uso racional.

Creo que la producción pública de medicamentos tiene importancia en tres aspectos. El primero es la producción pública de medicamentos huérfanos. Si el medicamento es un bien social entonces no puede pasar que los medicamentos que son para enfermedades de las poblaciones más vulnerables o los medicamentos que no tienen mucha rentabilidad, ¿si la industria farmacéutica no los produce qué pasa? No tenemos cura para esas enfermedades. Si el Estado toma la avanzada en la producción de estos medicamentos entonces es el Estado que está garantizando el acceso a la salud de estas poblaciones que tienen, por ejemplo, tuberculosis o Chagas o esas enfermedades que a la industria no le resultan rentables.

Al tener laboratorios públicos nacionales de producción de medicamentos podemos responder a necesidades específicas epidemiológicas de nuestro país. La Argentina es uno de los países con más enfermedad de Chagas y actualmente se producen tanto reactivos de diagnóstico como medicamentos de tratamiento de esta enfermedad en dos laboratorios públicos de la Argentina.

“La producción pública nos brinda un precio testigo que la industria farmacéutica no nos quiere decir.”

En segundo lugar, la producción pública de medicamentos es útil para establecer precios testigo. En ese sentido no sabemos cuánto cuesta producir un medicamento. Se hablaba de un medicamento que lo vendían a 50 mil dólares y valía 60 la producción. Nosotros tenemos un antecedente en la Argentina que es cuando en el 2009 el Ministerio de Salud quiso hacer una campaña nacional contra la hidatidosis, salió a buscar un medicamento que se llama albendazol, hizo una licitación y el laboratorio Sandoz, que es parte de Novartis, lo ofreció a un precio de 22 pesos por comprimido, cuando fueron a buscar precios diferentes el laboratorio PROZOME, que hoy se llama PROFARSE, de Río Negro, que es una sociedad del Estado, lo ofreció a 50 centavos por comprimido. Son 44 veces de ganancia entre el precio del laboratorio privado y la producción pública de medicamentos. Además, la producción pública nos brinda un precio testigo que la industria farmacéutica no nos quiere decir.

En tercer lugar, Jorge Sábato había establecido esta idea del triángulo de Sábato, que es un triángulo en el que se vinculan el estado, el sector productivo y el sector científico y tecnológico de un país. Lo que decía Jorge Sábato es que si nosotros tenemos relaciones fuertes entre los tres vértices de nuestro triángulo, cuanto más fuerte sean esas relaciones, mayor va a ser la independencia del país. Si las relaciones entre los vértices del triángulo son débiles nos vamos a empezar a vincular con estos vértices pero de triángulos de otros países. Eso es lo que vemos hoy en día en el sector científico y tecnológico. Un sector científico y tecnológico que estamas abocado a producir un paper para publicarlo en una revista internacional que en dar respuestas a problemas reales de la población.

Para nosotros la producción pública de medicamentos es el ejemplo de un triángulo de Sábato que puede funcionar con el Estado estableciendo estas políticas de medicamentos, estableciendo e implementando instrumentos de financiación para que los laboratorios puedan funcionar, coordinando programas, articulando los laboratorios entre sí para aumentar la eficacia y la organización de la red de laboratorios. Un sector productivo que no solamente produzca los medicamentos sino que también produzca los equipamientos que equipan a la industria farmacéutica. Hay un montón de pymes y empresas metalúrgicas que pueden aportar al equipamiento de estos laboratorios.

Y por último el sector científico y tecnológico que es una red de universidades, institutos y organismos de ciencia y técnica que ayudan al desarrollo de nuevos medicamentos, al desarrollo de mecanismos de síntesis de principios activos que hoy en día se importan todos, el INTI haciendo control de calidad de los medicamentos que producen los laboratorios públicos, el desarrollo de equipamiento, en fin un montón de cuestiones que se pueden implementar y que son completamente viables para aumentar y fortalecer las relaciones entre estos vértices y aportar a la soberanía y la independencia de nuestro país.

“El misoprostol de industria estatal se está desarrollando también en el LIF y se estima que el primer lote del misoprostol público costará menos del 10% que el producto comercial.”

Algunos ejemplos de cómo la producción pública puede garantizar el acceso a ciertos fármacos que hoy en día son tan importantes, como los que tienen que ver con la salud sexual y reproductiva. En el caso de los anticonceptivos el CEPROFAR (Centro de Profesionales Farmaceúticos) hizo un informe que dice que la venta de pastillas anticonceptivas bajo un 7% en este año. Eso se relaciona directamente con el aumento de su precio. El 45% del aumento fue en los últimos 8 meses y hoy una caja de anticonceptivos sale alrededor de 650 pesos, es una locura. En respuesta a esto el LIF (Laboratorio Industrial Farmacéutico) de Santa Fe, en 2009 se convirtió en el primer laboratorio público en producir anticonceptivos y la provincia los reparte de forma gratuita generando un ahorro en el gasto del estado provincial de un 40% respecto de lo que pagaban cuando se los compraban a los privados.

Segundo ejemplo que traje es el del misoprostol que es una droga que se utiliza para inducir abortos y que, en Argentina hasta el 2018, el monopolio de la producción lo tenía un laboratorio privado, que es el laboratorio Beta, bajo la fórmula oxaprost, que es misoprostol con diclofenac. Si bien desde el año pasado, después de los debates de la ley de interrupción legal del embarazo, se le dio la autorización al laboratorio Domínguez para producir misoprostol de indicación ginecológica, hasta ese momento se utilizaba el oxaprost que tiene indicación gástrica. Y también el precio del misoprostol se fue por las nubes. Este es un informe de la fundación Soberanía Sanitaria que muestra que en mayo de este año el precio de la caja de oxaprost para completar el tratamiento es un 47% del salario mínimo vital y móvil en pesos y ni siquiera es el medicamento más seguro que se puede utilizar para inducir un aborto.

El misoprostol de industria estatal se está desarrollando también en el LIF y se estima que el primer lote del misoprostol público costará menos del 10% que el producto comercial.

Esto es un estado presente, nosotros militamos por una ciencia y una tecnología que esté al servicio del pueblo, creemos que tenemos que realizar desarrollos tecnológicos que puedan quedar en el país respondiendo a las necesidades de nuestra sociedad. Esto todo lo que tengo para decir, gracias.

 

 

 Patricia Rivadulla

Farmacéutica, ex directora técnica del Laboratorio del Instituto Biológico de La Plata y docente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata.

“Desde el estado se puede llegar a producir de forma eficiente y producir lo que sea, al nivel de la industria privada.”

Lo que nosotros producimos en el Instituto Biológico Tomás Perón son sueros heterólogos -acá se habló de la necesidad de producir sueros antiofídicos y sueros antiarácnidos-, también hacemos vacuna BCG común y vacuna BCG oncológica, que es una innovación, un producto biológico que se usa para el cáncer, que es muy efectivo y muy barato respecto al producto alternativo que usa la industria, que cuesta alrededor de 60 mil pesos el tratamiento y en el Instituto Biológico lo damos gratuitamente.

 

El estado como productor implica un montón de cosas y en nuestro país la estructura del estado, generalmente, fue solidificada por los gobiernos peronistas, entonces los trabajadores estatales cuando tenemos en frente a un gobierno peronista, tenemos por lo general una época de bonanza. Voy a usar una frase que usaba la gente de mantenimiento del Instituto Biológico: “¿Cómo me va a ir, si soy trabajador estatal en gobierno peronista?” Y contaban esto con el ejemplo que en el gobierno anterior para pedir una escoba tenían que hacer todo un expediente, entonces ponían que necesitaban una escoba nueva porque se le había salido el clavo y la escoba no barría, entonces el fundamento fue llenar un expediente entero con se le salió el clavo, se le salió el clavo, se le salió el clavo… Pero bueno, cuando estamos en gobiernos que no entienden para quién es la producción, por qué producimos y para qué se produce, aparecen los expedientes, las vueltas, las cosas que traban lo que, cuando se entiende para quien se produce, fluye.

 

“Las estructuras funcionan a partir de los requerimientos del poder”

Uno de los ejemplos que les traigo es como había surgido la primera patente, tanto que hablamos acá de patentes y de todas las cosas que está haciendo este gobierno para facilitar las patentes a la industria multinacional. En nuestra industria incipiente, una de las primeras industrias fue la del alimento y un señor que se llamaba Bagley formó una empresa muy exitosa y uno de sus productos fue la Hesperidina que, en realidad, estaba vista como medicamento también. No era farmacéutico, se ve que era panadero. Pero presionó y presionó y se hizo la primer patente, que fue a partir de una oficina de patentes que él mismo ideó, exigiéndole al gobierno que la creara y la patente número uno es la de la Hesperidina. O sea, que ya desde el comienzo de la organización de las estructuras tenemos este karma de decir ¿Bueno, cómo funcionan estas estructuras? A partir de los requerimientos de los que tienen el poder o de los que necesitan esa herramienta.

Por eso hoy cuando hablamos del ANMAT, nos preguntábamos ¿El ANMAT facilita todo lo que es el acceso del medicamento a partir de generar cuestiones a los laboratorios que hacen genéricos o a la misma producción pública, facilitándole la posibilidad de inscripción para poder hacer una contraposición a todo lo que es la industria privada? La respuesta es no, porque, justamente, está armada bajo cuestiones que tienen que ver con los intereses de la industria.

Después empecé a armar un seguimiento de la industria y del estado productor y cómo se fue consolidando la industria en nuestro país, pasé por YPF y también podría pasar en la provincia de Buenos Aires con el Astillero Río Santiago –mi papá era de Astillero-. Y, por supuesto, desde el estado se puede llegar a producir de forma eficiente y producir lo que sea, al nivel de la industria privada. El tema es generar las cuestiones de poder como para poder fabricar y llegar a los lugares donde queremos llegar, con los productos que hacemos. Sea barcos, con el Astillero, porque nos es que sobren barcos en la Argentina porque necesitamos desarrollar nuestra Armada nacional para defender nuestro mar argentino, la pesca y todo lo demás, como en la industria del medicamento necesitamos un contrapoder. Me parece importante que en la gestión que viene se entienda que tenemos que solidificar y reconstruir, porque a no ser el LIF y Hemoderivados de Córdoba, que funciona en forma autárquica, el resto de laboratorios que dependen de estructuras provinciales han sido vaciados.

“En el Instituto Tomás Perón empezamos a producir medicamentos que tienen impacto en todo el arco de la salud pública, porque también llegaban a la atención primaria”

Voy a pasar a contarles lo que pasa en el Instituto Biológico Tomás Perón de la provincia de Buenos Aires y cómo seguir con la producción pública en la provincia. El Biológico surge en el año 45 desde una Secretaría de química y contralor y, después de una crisis de rabia, se transforma en el Instituto Antirrábico y se empieza con las producciones de vacunas antirrábicas en las plantas del laboratorio del Instituto Biológico, para dar respuesta a una cuestión epidemiológica.

A partir de eso surgen las plantas de producción y, recién en el 96, se generan las plantas de producción de sólidos del Instituto Biológico. En estas plantas se empieza a producir para los municipios, la idea era reforzar el acceso al medicamento en atención primaria. Entonces, se generan convenios con laboratorios municipales: Hurlingham, Olavarría, Trenque Lauquen, Berazategui, Quequén, que son laboratorios que empezaron a dar también respuesta a la atención primaria a nivel local. Estos laboratorios, salvo Olavarría y Trenque Lauquen que tenían una acción muy independiente, que dependían del Instituto Biológico, en el último período fueron cerrados o vaciados, como es el caso de Berazategui y Quequén.

Lo que nosotros producimos en el Instituto Biológico son sueros heterólogos -acá se habló de la necesidad de producir sueros antiofídicos y sueros antiarácnidos-, hacemos vacuna BCG común y vacuna BCG oncológica, que es una innovación, un producto biológico que se usa para el cáncer, que es muy efectivo y muy barato respecto al producto alternativo que usa la industria, que cuesta alrededor de 60 mil pesos el tratamiento y en el Instituto Biológico lo damos gratuitamente.

En la planta de medicamentos hacemos aproximadamente 40 millones de comprimidos anuales y en esta planta lo que producimos son medicamentos de usos masivos y crónicos. Por ejemplo, hacemos para diabetes Metformina, Glibenclamida; para hipertensión y patologías cardiovasculares  Atenolol, Enalapril, Furosemida, Hidroclotiazida, todos medicamentos esenciales. Y no lo hacemos por nada, esto lo definimos a partir de un estudio que hicimos en campo y pensamos como podíamos impactar en la atención primaria. Cómo, desde la estructura provincial, se podría impactar en lo que era la promoción y prevención de la salud en la atención primaria. Para eso pensamos en solidificar los planes provinciales que atienden estas cosas PRODIABA (diabetes), PROBAS (asma infantil). Todos los programas provinciales que por ley tenían que tener el insumo. Ese estudio lo hicimos ni bien ingresamos en la gestión y por eso empezamos a producir estos medicamentos que tienen impacto en todo el arco de la salud pública, porque también llegaban a la atención primaria.

“De nada sirven las conquistas médicas si estas no pueden llegar al pueblo”

Muchas veces hemos tenido discusiones de qué era lo más efectivo de producir. Si pocos medicamentos muy caros, o muchos y baratos. Hicimos estudios epidemiológicos y dijimos es preferible tener pan y fideos para todos, que canapés para unos pocos. Aunque a los canapés también hay que producirlos también, pan y fideos, tenemos que tener.

También atendiendo algunas necesidades puntuales de los hospitales intentamos hacer cosas que usaran los servicios en cantidad, como por ejemplo el alcohol gel y otras cosas que sirvieran para la atención primaria, como escabicidas y pediculicidas. Y como siempre hay amenaza de dengue hicimos repelentes para controlar focos epidemiológicos con estas patologías. Fuimos avanzando así en extender nuestro vademécum hasta que en esta última gestión, la gente de El Dolor, nos pidió que desarrollemos tramadol y pregabalina. Nosotros en el afán de sostener al Biológico, a pesar del planteo de la gestión, mostramos las diferencias que hay entre la producción pública y la industria, una comparación que habla por sí misma: un tratamiento de 30 días, el precio público está 751 pesos, mientras que en la producción pública lo podemos hacer por 51 pesos. Siempre que en producción pública contamos cuáles son los costos, por supuesto, develamos la estructura de costos y ese es uno de los ejes estratégicos de la producción pública, poder demostrar que aún comprando insumos en condiciones no tan buenas, es estratégico.

En esta última gestión no se invirtió en infraestructura, al igual que a todo el sistema de salud. Se cerró Berazategui, Quequén, no se invirtió en el Instituto Biológico, se trabaja porque la fuerza de los trabajadores hace que se siga trabajando y se siga produciendo, porque se sabe para quién se produce.

Entonces, creo que en producción pública lo que tenemos que coordinar desde la supraestructura que fue armada por la gestión anterior, que es el ANLAP, es justamente desarrollar los ejes que permitan que, sea cual sea la administración, pueda sostenerse en el tiempo con cierta autonomía. Y eso, por ejemplo, lo tiene el LIF que es una sociedad del Estado y eso hace que se independice un poco del poder político y se pueda sostener en el tiempo a pesar que las gestiones fluctúen entre gobiernos que pueden desarrollar el estado como estrategia, o no.

A mí me gusta terminar con una frase y también con una imagen que son esas patitas de un bebé con sarna, que están en una publicación de la revista La Garganta Poderosa. A mí me parece que todo lo que hagamos para que estas patitas no estén más en ninguna imagen, de ningún lado, justifica nuestra vida. Y voy a terminar con una frase de Carrillo que dice que “de nada sirven las conquistas médicas si estas no pueden llegar al pueblo por los medios adecuados.” Nada más.

 

 

 Jorge Rachid

Médico-UBA. Posgrado en Medicina del Trabajo. Se especializa en Seguridad Social. Profesor adjunto de la Cátedra de Medicina del Trabajo – UBA. Estuvo a cargo de la distribución de medicamentos dentro del Ministerio Defensa de la Nación y fue organizador de Laboratorios Puntanos, en San Luis, cuando comenzó el laboratorio el proceso productivo.

“El neoliberalismo nos necesita enfermos y crónicos, no nos necesita ni muertos ni sanos, porque muertos o sanos no les damos guita.”

Mientras no tengamos una política nacional de salud no vamos a tener una política de medicamentos. ¿Podemos tener una política nacional de salud? No, no podemos, porque el país está fragmentado, hay que negociar con las 24 provincias, hay que negociar con los municipios, con las obras sociales, con el ANMAT, porque no manejamos nada. El Ministerio de Salud es una cáscara, importante desde el punto de vista del esquema de las políticas públicas, pero su implementación de las políticas públicas queda muy lejos. El enemigo se ha encargado de ponernos trabas en el sistema de toma de decisiones. Entonces como esas trabas existen, la toma de decisiones siempre queda lejos.

 

Gracias, gracias por la invitación, es una mesa hermosa. En realidad, somos militantes, además, del tema medicamentos. Soy militante del movimiento nacional y popular, militante de la vida. Así que vamos a hacer un repaso. Todo lo que sabemos desde el punto de vista científico sobre la producción de medicamentos, acá hay especialistas que saben mucho más que yo sobre la producción o de farmacología, en mi caso, yo conozco más del impulso a la producción pública de medicamentos desde la faz política, más allá de que uno es médico. Ustedes saben que la formación de los médicos en farmacología es patética. Absolutamente patética, lamentable, triste, enredada, fea, nadie la quiere estudiar porque es pesada. Yo soy jurásico, tengo unas cuantas glaciaciones encima, tanto es así, miren si seremos viejos, que la metformina se empezaba a dar desde 1.60 o 1.40 y ahora los laboratorios, por arte de magia, descubrieron que la diabetes, desde el 1, ya pueden empezar a medicarla.

De eso se trata la producción pública de medicamentos, se trata como bien nos enseñó Carrillo, de si tenemos soberanía sanitaria o no la tenemos. Carrillo, en los años que inició el EMESTA (Empresa de Medicamentos del Estado Argentino) se dio cuenta que no podía diagramar una política de salud si no tenía soberanía sanitaria. Es decir, capacidad de tomar decisiones. En la política tomar decisiones significa poder tener todos los instrumentos, en los cuales va a descansar la decisión, en las manos de quien decide y no depender de terceros para hacerlo. Por eso el EMESTA surge como una herramienta de soberanía además de una herramienta sanitaria. Soberanía sanitaria. Fíjense que con esto pasa lo mismo que con los aviones, 20 años antes, cuando se compran los primeros aviones de combate y se dan cuenta que no tienen el combustible, entonces dependemos del combustible para los aviones, que sería el JP –tienen lindo nombre los combustibles-, JP1, entonces ahí fue cuando Ricchieri, cuando Mosconi, empiezan con la producción de YPF, fíjense ustedes como se encadenan los procesos soberanos para poder tener capacidad de decisión.

“La industria farmacéutica, verdadera genocida, tiene no solo a la Argentina sino a gran parte de la población mundial de rehén de sus políticas realmente canallescas”

Y cuando hablamos de producción pública de medicamentos tenemos que decir ¿somos capaces de tener una política de medicamentos? No, mientras no tengamos una política nacional de salud no vamos a tener una política de medicamentos. ¿Podemos tener una política nacional de salud? No, no podemos, porque el país está fragmentado, hay que negociar con las 24 provincias, hay que negociar con los municipios, con las obras sociales, con el ANMAT, porque no manejamos nada. El Ministerio de Salud es una cáscara, importante desde el punto de vista del esquema de las políticas públicas, pero su implementación de las políticas públicas queda muy lejos. El enemigo se ha encargado de ponernos trabas en el sistema de toma de decisiones. Entonces como esas trabas existen, la toma de decisiones siempre queda lejos. Nosotros hemos tenido que bajar en función de la unidad electoral el tema de la nueva constitución, porque sin una nueva constitución no podemos reconstruir la política de salud en el país.

El tema de la producción pública de medicamentos es un tema esencialmente político, de capacidad de totalizar las políticas sanitarias desde un lugar que nos permita observar cuáles son las áreas críticas y las demandas para dar respuesta. La industria farmacéutica, verdadera genocida, que tiene no solo a la Argentina sino a gran parte de la población mundial de rehén de sus políticas realmente canallescas, ha decidido que hay enfermedades que no le son rentables y han dejado de producir esos medicamentos. El señor José Roche ha decidió que los medicamentos para tratar el Chagas no le son rentables y ha dejado de producirlos. Cuando nos enteramos de esto, empezamos una acción política muy fuerte sobre José Roche. No nos atendió directamente, entonces le dijimos a los tres josecitos que nos atendieron, que eran los gerentes, que si dejan de fabricar, que nos den los certificados así lo fabricamos nosotros. Y nos dijeron que ya se lo habían ofrecido al Ministro de Salud y les dijo que no. Entonces se lo dieron a Farmanguinhos, de Brasil. Hablamos con Farmanguinhos y nos dijeron que sí, que desbloqueaban la Argentina para poder producirlo. Fuimos a hablar otra vez con los Roche, los rochitos, y nos dijeron bueno, que la única condición que nos ponía era que compremos el stock de 150.000 que tenían. Le dijimos que no había ningún problema con eso. Estábamos listos para hacerlo y justo hubo un lío político, yo me fui del laboratorio y no supe más nada de eso. Cinco o seis años después, todavía en nuestro gobierno, veo en el diario La Nación que dice: por fin se va a fabricar el benznidazol en la Argentina. Digo, qué raro… Sí, el Ministerio de Salud anunciaba que Elea iba a producir. ¿Cómo pasó de Farmaginhos a Elea Phoenix, qué raro? ¡Qué compromiso con la función pública, qué compromiso con nuestros pacientes!

Esto lo cuento para que vean que nosotros tenemos que conservar la alianza electoral que tenemos, que hay cosas que no podemos hablar como la reforma de la Constitución, pero que tenemos que hablarlo después del 28 de octubre cuando hayamos ganado en primera vuelta y podamos empezar a discutir cuáles son las demandas, en función de la capacidad que tengamos de fortalecer nuestras políticas, de tener capacidad de presionar, pero también midiendo el tiempo político y también sabiendo que no le podemos dar de comer al enemigo.

“Nadie puede pensar la producción pública de medicamentos si no es con investigación y desarrollo”

Porque nosotros nos bancamos a Graciela Ocaña como Ministra de Salud dos años y no nos hicimos opositores, salimos a pelearla donde había que pelearla, adentro y con convicción. Entonces, en esto pasa lo mismo, probablemente no consigamos el 100%. Nos costó mucho llegar a la Ley 26688, tuvimos que ir al Senado, parecíamos los trogloditas que caminábamos los pasillos para explicar lo elemental. Estas cosas que estoy explicando acá y pudimos sacar la 26.688, que 3 años después no estaba reglamentada. Había que empujar. Y ahí sacamos la ley de la ANLAP, la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos. Lo hicimos como una picardía porque, en realidad, la ANLAP es la reglamentación de la ley 26.688. Y ahí rápidamente hicieron la reglamentación.

Entonces, se dan cuenta que lo que existe siempre es un espacio de disputa donde hay intereses de por medio y, cuando hay intereses de por medio, entramos nosotros como jugadores con mayor libertad porque todo lo que realizamos no tiene interés de lucro. Porque nadie puede pensar la producción pública de medicamentos si no es con investigación y desarrollo. El Siglo XXI es el siglo del conocimiento y si nosotros no accedemos al conocimiento… Nos pasó con el sofosbuvir, para la hepatitis C, el plan A era llegar a comprarlo, pero el plan B es producirlo y después que nos metan los juicios en el CIADI. Esto es política: tener capacidad de decisiones. Después que nos corran en la OMC, que nos castiguen, que nos sancionen, que nos digan que somos heterodoxos. Pero si hay 400 mil enfermos de hepatitis C, yo primero quiero darle respuesta a los 400 mil enfermos de hepatitis C y después que vengan los galgos, que vengan los marines, que vengan los aviones, no me interesa. Me parece que para esto hay que tener muy claro si queremos tener capacidad de decisión soberana en el tema sanitario.

Porque hay que romper muchas cosas, y cuando digo romper no quiero decir que uno sea revolucionario, no, porque estructuralmente nos han dejado un país que impide la resolución de estas cosas. Cómo puede ser que hasta el año 70 se producían medicamentos esenciales o materias primas y se dejaron de producir por la lógica economicista de que no daba la escala, con 25 o 30 millones de habitantes en ese momento. Y, claro, si no da la escala, vas y comprás afuera. Y si comprás afuera, terminás siendo dependiente de lo que compras. Como hoy, que toda la región compra en la India materia prima. ¿Podemos producirlas? Claro que podemos producirlas. Presentamos un proyecto en el año 2013 que fue aprobado en Lima por los presidentes, donde decíamos:  vamos a producir para 450 millones de latinoamericanos. Y eso rompe la lógica macroeconómica, la lógica economicista y tiene que avanzar sobre esto que hemos naturalizado, porque llega un momento en que se naturalizan estas cosas. Como cuando te dicen: hay que cerrar el déficit fiscal… ¿Por qué? Si la gente tiene hambre no cierro nada, yo le doy de comer y después hablamos del déficit fiscal. Esto es lo que está pasando hoy y son cuestiones de cómo se generan las prioridades. Y es ahí donde está la lucha política, por eso se aprobó la UNASUR. Y por eso la UNASUR fue barrida por este gobierno, bah, este gobierno no barre nada porque no tiene ni la escoba, en realidad, lo que la barre es el diseño estratégico de Estados Unidos que impide la construcción de un avión que no tenía una tuerca de afuera de la UNASUR, que impide la producción de medicamentos común y que impide la resolución del Banco del Sur, que eran los tres pilares sobre los cuales se asentaba la UNASUR como proyecto estratégico, embarcado en el BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) que nos llevaba a abrir las puertas en un mundo multipolar.

“Recuperar soberanía sanitaria significa también ser capaces de fortalecer la unidad regional”

Esto está sucediendo, entonces nosotros tenemos que tener claro que la política de medicamentos viene a romper cosas. Y como viene a romper cosas, digo que la producción es una de las más pequeñas que viene a romper, desde el punto de vista macroeconómico y político. Porque lo primero que rompe es mediante la compra centralizada. Pero además nos instalamos cómo empresa testigo de precios.

¿Producción de medicamentos para abastecer a quiénes? ¿Cuál es el universo en la primera etapa? Los seis millones y medio de enfermos de enfermedades crónicas no transmisibles. Hay que darles los medicamentos gratis a esos millones de compatriotas nuestros que dependen del medicamento para no tener complicaciones. Porque las complicaciones de esas enfermedades como la diabetes, la hipertensión, los renales, los cardiópatas, incluso los oncológicos, nos sale mucho más caro en el segundo nivel de atención. Imagínense un diabético que pasa a diálisis, un diabético que hay que amputar o se queda ciego, imagínense un accidente cerebro-vascular, siete u ocho meses de agonía, terapia intensiva. Imagínense el costo de eso, el costo del stent, imagínense cualquier costo de la medicina.

Entonces, nosotros tenemos que llegar a ellos. El plan Remediar nos permitió tener visualizado un proceso de distribución, que quizás sea lo más difícil y que permite además una cuestión esencial desde el punto de vista sanitario, que es la adhesión al tratamiento. Y esto es parte de las medidas sanitarias que se acopla con el plan de salud, que son los equipos básicos de salud. 6000 equipos de atención básica de salud. Es ahí donde se puede construir el paradigma de fortalecimiento de la salud frente al paradigma de la cronificación de las enfermedades, que tiene el neoliberalismo. El neoliberalismo nos necesita enfermos y crónicos, no nos necesita ni muertos ni sanos, porque muertos o sanos no les damos guita. Es tan sencillo como eso, no ganan la moneda.

A eso, súmenle de factores, súmenle de la compra centralizada, súmenle que todos los medicamentos de alto precio y baja incidencia, los termina pagando el estado o la seguridad social, lo cual implicaría terminar con una intermediación perversa, donde tenemos una cadena de ganancias que van del 1.000%  al 33.000%. Cadena de ganancia, no cadena de valor, estamos hablando de ganancia. Díganme que industria, qué empresa, díganme quién puede ganar lo que gana la industria farmacéutica. O, hoy, la medicina con la tecnología. O acaso Belocopitt, que ahora dice que saquearon, no acaba de comprar el Canal América. ¿De dónde lo sacó? Cada vez que había un enfermo crónico lo sacaba de la grilla de su prepaga y lo dejaba de atender para no gastar guita. Y, encima, cuando se meten en las obras sociales van y cobran el Fondo de Redistribución Solidaria, son unos crápulas. Los empresarios argentinos son patéticos. Son ladrones por conducta, son como la fábula del escorpión, son capaces de suicidarse. Cuando era la polémica del Siglo XIX entre Marx y Schumpeter, Marx decía que la crisis del capitalismo iba a venir por la contradicción de la lucha de clases y Schumpeter le decía, no, va a venir porque los capitalistas son muy jodidos, van a ser capaces de secar el mercado que es su fuente de ganancias, digamos. Y lo hicieron, el neoliberalismo es eso, producir plata con la plata.

Pero, además, hay más, porque recuperar soberanía sanitaria significa también ser capaces de fortalecer la unidad regional, la UNASUR, significa tener una política de estado común de la Patria Grande. Es un sueño de todos nosotros. Tenemos que pensar políticas sanitarias comunes, el Unasur va a volver a crecer. No crean que la Patria Grande desapareció porque cuatro crápulas, bajo la trompeta de Trump, son capaces de haber dicho que ahora existe el Cono Sur, que no sé como se llama esto nuevo que crearon pero tenían que desmontar la UNASUR. Pero la unión de naciones latinoamericanas va a volver a hacerse porque la Patria Grande en 16 años volvió a ser una conciencia compartida por los pueblos latinoamericanos. Podrán venir 10 mil dictadorzuelos, autoritarios, estúpidos y delincuentes como estos que hemos tenido en la región, o traidores como Lenin Moreno y compañía, pero en realidad la UNASUR va a volver. Y tenemos que pensar políticas sanitarias comunes porque si no, no estamos pensando en términos de la Patria Grande. Entonces, cuando hay un brote de dengue en Brasil, tenemos que ir a ayudar a Brasil para que no llegue acá. Miren qué sencillo. Tenemos que ir allá, a trabajar allá, qué vamos a estar esperando, que se nos venga la tormenta, no. Si podemos ir a darles una mano a los compatriotas latinoamericanos brasileros y vamos y paramos el dengue allá. ¿Por qué tenemos que esperar que venga? Hay una amenaza de dengue porque hay dengue en Brasil, entonces vayamos y trabajemos en Brasil.

“La comunidad organizada y la salud van de la mano.”

Estas son ideas latinoamericanas comunes ¿Y cómo lo podemos hacer? Si tenemos producción pública de medicamentos -y solamente podemos realizarlo si funciona la ANLAP en los términos en que alguna vez los soñamos, que es poner las líneas de producción en producción continua-, estos son procesos de producción difíciles, se dan cuenta que yo no hablo de farmacología porque entiendo poco de farmacología, pero sí creo que tenemos que ser capaces de construir esta herramienta y perfeccionarla. Y hay una manera fundamental de perfeccionarla, que es empoderar al pueblo del tema medicamentos.

Si hay un concepto liminar del peronismo es la comunidad organizada. Y la comunidad organizada y la salud van de la mano. Porque la salud atraviesa todas las etapas de la vida. Cuando se organiza alrededor de la salud, se está organizando territorialmente en forma permanente. Porque desde la concepción hasta la muerte, la salud atraviesa y siempre es una demanda de la sociedad. Una salud que debe ser puesta al servicio de las prioridades que determina el pueblo. No nosotros, tenemos que terminar con el concepto médico hegemónico, farmacéutico-hegemónico, químico-hegemónico, biológico-hegemónico, psicológico-hegemónico, porque todos hemos salido de universidades que nos forman para ser parte del enemigo. Esta es la verdad. Entonces también tenemos que trabajar sobre las currículas. Estas son demandas políticas.

Entonces cuando hablaba de comunidad organizada, estaba hablando, por ejemplo, de la experiencia de El Salvador. En El Salvador produjeron una ley de medicamentos que es buena, muy parecida a la de Oñativia en su momento. Se armó un lío en El Salvador cuando ingresó esa ley a la cámara. ¿Qué hizo la comunidad? Propuso una ley, exigió una ley, buscó a quiénes pudieran hacerla, buscó después a los profesionales en la comunidad, le demandó a los profesionales hacer una ley. A partir de ahí, muchos profesionales comprometidos, entre ellos, Eduardo Espinoza que fue Viceministro de Salud, y pudimos visualizar ahí que cuando se comenzó a discutir la ley, los clarín y la nación de ahí, empezaron a decir: esto es una barbaridad, va a romper el mercado. Cuando el mercado entra en la salud, la solidaridad sale por la ventana. Por eso las modificaciones de los años noventa, sobre la fragmentación en la constitución, la desregulación de las obras sociales, la penetración de los hospitales de autogestión, para que pudieran tercerizar los servicios, es toda una misma maniobra. Y un correlato que viene del Banco Mundial, que es el ministerio de desarrollo social del gobierno global. Como la OTAN es el ministerio de defensa del gobierno global, como el FMI es el ministerio de economía del gobierno globlal, porque si no entendemos desde ahí, no entendemos nada.

Entonces, en El Salvador, cuando se discutió la ley en el Congreso, 10.000 personas se rodearon el Congreso. Con esa presión sale la ley. Cuando sale la ley, qué hacen los lobby, para que vean que es la política, van a la Corte Suprema de Justicia. El día que estaba por salir el fallo de la Corte, 15.000 personas, porque ya eran más, rodean la Corte Suprema. Con una característica, una vez que lo rodean, no dejaron entrar ni salir a nadie hasta que saliera el fallo, estuvieron casi dos días. Y salió el fallo favorable la ley. ¿Por qué? Porque los pueblos son protagonistas de su historia. Los que pueden cambiar este paradigma perverso de la salud, del lucro, por la prevención y la salud solidaria, son los pueblos. Muchas gracias.

 

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