Por Daniel Godoy – Con escenario electoral todavía no definido a la fecha de este escrito, los argentinos y las argentinas, estamos respirando una especie de halo aliviador de la tensión que nos promovió el resultado de las PASO, después de lograr torcer a militancia pura, una tendencia triunfalista que parecía irreversible en favor de los sectores concentrados.
Habrá que pujar un último e imprescindible esfuerzo militante individual y colectivo para traccionar voluntades que nos pongan en un escenario institucional menos sombrío y crispado para los próximos 4 años.
Este oxigeno que vuelve a nuestros pulmones y que habrá que consolidar el próximo 19 de Noviembre, no debe obturar el análisis de las claves que nos llevaron a un escenario tan crítico.
La acumulación de decepciones de los sectores populares, desde la recuperación de la democracia a esta parte, deberá seguir siendo un núcleo imprescindible y central de la reflexión política desde donde podamos imaginar los tiempos que vienen.
Pocas dudas quedan ya que, nada menos que estos 40 años de democracia gobernada por casi todo el arco partidario de la Argentina que no han podido/sabido/querido resolver los problemas estructurales de desigualdad y perpetuación de la precarización de la vida de la mayoría de las y los argentinos, es el caldo de cultivo para el retorno de paradigmas despreciados por la memoria popular, como el negacionismo, la abolición del Estado solidario, y el ajuste permanente a muchos en favor de la acumulación de unos pocos.
Decepción, bronca y ruptura del contrato de confianza con las representaciones tradicionales, son denominadores comunes de casi todos los análisis que pretendieron explicar la cuasi “bolsonarización” argentina que supimos (ojalá) detener entre todxs.
Pero en el aquí y ahora, y en el marco del escenario crítico ofrecido por esos resultados, desde distintos sectores tuvimos que salir a intervenir en el debate ante los anuncios delirantes, inviables y compulsivos de Milei y los de la alianza neoconservadora de (ahora ex) Juntos.
Así, se alzaron voces en defensa de la Educación Pública, la Ciencia y técnica, las protecciones sociales, los movimientos ambientalistas y más.
Seguramente esta repentización de sectores del campo popular, han funcionado como diques de contención que nos permiten llegar a esta primera estación donde doblegamos esa inercia triunfalista, nos proyectamos con mejores energías a la segunda vuelta electoral, redoblando la convicción de proponer un horizonte de una Argentina menos sombría, y disponer a las mayorías populares a transitar un tiempo de mayor versatilidad para la defensa de una agenda de soberanía/s y justicia distributiva, y la gestión del conflicto social.
Y nos tocó a la militancia sanitaria, a las y los trabajadores, a los sindicatos, a los movimientos sociales, explicar en cada lugar y en cada situación, lo calamitoso de los efectos si se concretaran esas viejas y malas recetas de la ortodoxia liberal en el campo de la Salud.
Desde la riquísima diversidad de la Multisectorial por el Derecho a la Salud en la Argentina decidimos intervenir denunciando y advirtiendo (una vez más) sobre esas propuestas. Y como en tiempos de la CUS y el cierre del Ministerio de Salud Nacional de Macri, nos afirmamos en un cúmulo de coincidencias programáticas para resistir con éxito este nuevo embate del negocio de la enfermedad.
Seguirá siendo nuestra misión como militantes del campo especifico de la Salud, permanecer atentos para defender, tantas veces como sea necesario, el Derecho la universalidad, la gratuidad, la solidaridad, a las trabajadoras y a los trabajadores y a los establecimientos que producen salud y no negocios.
Pero también es imprescindible agregar a esta capacidad defensiva de las Organizaciones populares tributarias de la Salud Colectiva, una decisión firme e inequívoca de constituir y consolidar la alquimia que significa el Movimiento Sanitario Nacional y Popular, una vacancia decisiva para el sostenimiento de las banderas de los Carrillo, los Oñativia, los Ferrara y tantxs otrxs. Un TODO que sea más que la SUMA de las partes, y que tenga propósito y capacidad de trascender las coyunturas sosteniendo la agenda de las claves que garantizan el derecho a la Salud.
Contribuyendo a la vez, a la restitución de una remozada alianza dialógica e instituyente del campo popular y la agenda emancipatoria de la Argentina de Siglo XXI.
Nuestro espíritu militante no sabe de claudicaciones. Ni tiene dudas de dónde anidan las amenazas sobre las mayorías populares. También seguimos convencidos en la pluralidad, la democratización, y la movilización popular como instrumentos para asomarnos a los complejos tiempos que vienen.
No esconder la tierra debajo de la alfombra ni repetir experiencias desmovilizadoras y frustrantes serán parte de las agendas de desafíos que el nuevo gobierno deberá dar como respuestas a la renovada, pero no infinita, confianza popular.
Por Daniel Godoy (Director IDEPSALUD-ATE; y IEF – CTA Autónoma)
FUENTE: CTA Autónoma