En 2006, el religioso encabezó una coalición que consiguió evitar un proyecto de reelección indefinida en Misiones, que tenía a Rovira al frente
Su historia
Joaquín Piña Batlevell, jesuita catalán y obispo emérito de Puerto Iguazú, que en 2006 encabezó una coalición cívica que consiguió evitar un proyecto de reelección indefinida del entonces gobernador de la provincia de Misiones.
Nació el 25 de mayo de 1930 en Sabadell y fue ordenado sacerdote jesuita en 1961 en la Compañía de Jesús, en Asunción, Paraguay. Estuvo destinado más de veinte años en Paraguay, hasta que en 1986, fue designado obispo de la nueva diócesis de Puerto Iguazú, que comprende la parte septentrional de la provincia de Misiones. Fue elegido obispo de la ciudad de las Cataratas por Juan Pablo II, y nombrado obispo por monseñor Jorge Kemerer, obispo emérito de Posadas.
Durante su gestión pastoral fue crítico de las políticas del menemismo y de los gobernadores justicialistas Ramón Puerta y Carlos Rovira.
Renunció por edad el 3 de octubre de 2006. Fue licenciado en Filosofía (Universidad de San Cugat, Barcelona) y licenciado en Teología (Facultad del Colegio Máximo de San José, San Miguel, Buenos Aires). Lema episcopal: “Para servir”.
En 2006, ya aceptado su retiro del cargo episcopal, lideró la coalición cívica denomimada Frente Unidos por la Dignidad (FUD), que en las elecciones para convencionales constituyentes, derrotó por más de 13 puntos al partido gobernante, frustrando las aspiraciones de Rovira de modificar la Constitución Provincial, al sólo efecto de permitir su reelección indefinida.
Esta contienda electoral tuvo vasta repercusión a nivel nacional, por cuanto el presidente Néstor Kirchner había manifestado enfáticamente su apoyo al mandatario provincial. Tras la contundente derrota de Rovira, fueron desactivados similares proyectos reeleccionistas de otros gobernadores como Eduardo Fellner (Jujuy) y Felipe Solá (Buenos Aires).
Luego de su retiro, Piña se radicó en la comunidad jesuítica de Posadas.
Su vida de autor
Su primer libro publicado tuvo el título “Amé la Justicia y odié la mentira” (2007). Y el segundo se tituló: “La verdad los hará libres” (2010). Ambos son de Ediciones Claretianas.
Sobre su primera publicación, en esa oportunidad dijo: «no es un libro de política, no es campaña electoral. Es una selección de cartas publicadas, donde se tocan diversos temas, y agregué el tema de la participación de los cristianos en las elecciones, pero no como una cuestión partidaria«.
En cuanto a su segunda producción textual, el religioso dijo que «trata temas que de alguna manera nos preocupan a todos, unos son más espirituales, pastorales y otros son de la realidad social que nos ha tocado vivir estos años y que tienen sus incidencias en la política, yo no soy un político pero desde el evangelio también tratamos de iluminar las realidades temporales”.
Personaje
Su accionar como figura central en las elecciones de 2006 lo confirmaron como personaje del año. Fue en octubre, cuando el obispo emérito de Iguazú encabezó la lista que se opuso a la reelección ilimitada del gobernador de Misiones, una posibilidad que hubiera quedado abierta si se avanzaba en la modificación constitucional que impulsó el mandatario provincial de ese entonces, Carlos Rovira.
Piña escucha esto del personaje más destacado, entonces. Y niega. Lo refuta. «No, no, no. Eso no. El personaje del año fue el pueblo de Misiones», dice.
Allí, el pueblo de Misiones rechazó masivamente -con casi el 60% de los votos- la reelección ilimitada del gobernador, en unas controvertidas elecciones en las que la administración que conduce Rovira otorgó miles de créditos a tasa cero, compró votos, traficó documentos para que pudieran votar ciudadanos paraguayos y mantuvo en los padrones a personas nacidas en el siglo XIX. Piña, primer candidato a convencional constituyente por la oposición, lideró el rechazo a Rovira.
Y ese rechazo derivó en cambios sustanciales en la política argentina: inmediatamente después, el presidente Néstor Kirchner, que había dado un respaldo explícito a Rovira, le pidió al gobernador jujeño, Eduardo Fellner, y presionó a Felipe Solá (Buenos Aires) para que abandonaran cualquier idea reeleccionista.
«Kirchner fue más lógico y consecuente que Rovira, que parece que todavía no se dio cuenta de nada», analizó en esa ocasión monseñor Joaquín Piña.
Piña vivió una campaña estresante, con agresiones y la quema de dos iglesias incluidas. La lección electoral que su Frente Unidos por la Dignidad (FUD) le dio al gobierno misionero lo sorprendió.
«Yo no me arrepiento de nada. Doy gracias a Dios por haber prestado un servicio a la Patria y a la Iglesia«, asegura Piña.
Su fama llegó incluso a Europa. «Después de que ganamos, un diario de Cataluña puso de título ´Una Piña para Kirchner «, recordaba por esos días.
Una de las perlitas de la jornada electoral, ese día de octubre de 2006, fue que el obispo emérito acudió a sufragar con una remera de San Miguel. La imagen cruzó el país, y el religioso copó la escena toda esa semana. Incluso una radio porteña sorteaba entre sus oyentes la remera que se hizo famosa en un día.
Fuente: Territorio Digital