Desde hace unos 20 años, Rosario recibe la mayor parte de la diáspora del pueblo aborigen toba, autodenominado Qom’lek aunque los primeros asentamientos datan de finales de los años 60. Los tobas bajan desde la provincia del Chaco, de tierras sitiadas por la deforestación producto de la explotación intensiva de la madera del quebracho, por la apropiación de terrenos fiscales por parte de terratenientes nacionales y extranjeros, y por una paulatina destrucción de la biodiversidad del bosque del Gran Chaco, hábitat milenario de su vida nómada y cazadora-recolectora. Cabe aclarar que también, pero de forma minoritaria, han llegado wichís, del norte del Chaco y mocovíes, del norte de Santa Fe y sur del Chaco).
Fuente: http://elcaminodelostobas.blogspot.com/