Rafael Bautista Segales
Filósofo, director del Taller de la Descolonización. Conferencia magistral | XV Congreso ALAMES
El mundo está enfermo y necesita que los hijos de la Madre Tierra nos convirtamos en curadores
Los andino-amazónicos nos tomamos muy en serio la palabra. De palabras está hecha la vida, de palabras ha sido creado el universo y con palabras nos podemos restaurar y nos podemos redimir. Hemos llegado a la conclusión de que nosotros hacemos historia, producimos conocimiento, no por afanes académicos o de erudición teórica, nosotros hacemos historia, producimos conocimiento, para curarnos, para sanar. Por eso los Incas nos llamaron el kollasuyu, porque kolla de lo cual proviene el kolliris, significa el sanador, el curador.
Estamos, como dicen los que saben, a un paso de provocar un punto de no retorno en la salud del planeta Tierra, pero no solamente está pasando eso, acaban de informarme que ahorita están reprimiendo en Buenos Aires las marchas contra el FMI (Fondo Monetario Internacional). Dentro de poco en Brasil puede que se sume al energúmeno de la Casa Blanca un energúmeno latino en el poder. Si triunfa en Brasil la derecha, se cerraría el cerco geopolítico a Venezuela, estamos quedándonos solos Venezuela y Bolivia.
Cabe preguntarnos por qué estamos otra vez fracasando, mejor que la derecha nos critique es que la autocrítica la hagamos nosotros para que ellos no se arroguen con la potestad de ver lo que nosotros deberíamos prever. Entonces no estamos en un punto halagüeño como fue la primavera democrática que inauguró el Comandante Hugo Chávez. Ahora estamos en un período en el cual pareciera como de costumbre que la izquierda jura que a la vuelta de la esquina está el socialismo y se encuentra con nuevas dictaduras y períodos regresivos.
Abya Yala: la izquierda latinoamericana nunca tuvo identidad
Es necesario hacernos la autocrítica, es necesario preguntarnos ¿por qué otra vez estamos presenciando una oportunidad perdida donde pudimos ya no solamente ser resistencia sino ser un cambio efectivo; por qué otra vez estamos presenciando el desmoronamiento de las esperanzas populares y por qué más de la mitad de la población electoral en Brasil, incluso los 50 millones de pobres que salieron de la pobreza con Lula, van a votar por Bolsonaro? Si no nos hacemos estas preguntas vamos a terminar incurriendo en las mismas alas del desconcierto histórico que la izquierda ha encarnado sobre todo a lo largo del Siglo XX. La pregunta es ¿Por qué fracasa el socialismo a lo largo del Siglo XX y por qué hoy en día, incluso, tendríamos que preguntarnos si tiene todavía sentido el socialismo? Ojo, lo estamos diciendo socialistas con formación marxista porque vamos a ver cómo lo que decían los pueblos del Abya Yala en el 2005, acá en la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia y que todavía la izquierda no ha asimilado como doctrina. Lo que dijeron los pueblos reunidos del Abya Yala fue lapidario: la izquierda latinoamericana nunca tuvo identidad. Y eso es grave.
Nosotros siempre cuando producimos conocimiento en tiempo real pedimos el permiso, que se llama kintu, porque estamos convocando a todos los ajayus, a todos los ancestros, porque el presente es el lugar histórico en el cual acontece el pasado porque el presente necesita sentido para ver por dónde puede seguir produciendo sentidos vitales para que la vida pueda seguir teniendo sentido. Por eso para nosotros el pasado no está atrás, ese es un cuento que lo han inventado los neokantianos, sobre todo Hegel con su filosofía de la historia que nos ha hecho creer que el pasado está atrás y el futuro adelante. Pero no nos dicen que el futuro que todos esperamos, es el futuro que ha inventado el mito del desarrollo y el progreso. No es cualquier futuro, es el futuro que han impuesto ellos.
La destrucción de las relaciones comunitarias de vida
No es lo mismo sociedad que comunidad y cuando Marx habla de sociedad, no habla de sociedad vacía, cuando él habla de sociedad está señalando que la sociedad es en esencia, sociedad burguesa porque el capitalismo para reproducir el sistema de producción de los mitos modernos, tiene que destruir sistemáticamente las relaciones comunitarias de vida. Solo destruyendo relaciones comunitarias de vida puede imponer un nuevo patrón de vida, al que autodenominan sociedad. No existe el término sociedad como referente de unidad política de un país antes del Siglo XVII, incluso todos los campesinos de Inglaterra vivían en relaciones comunitarias, porque para que aparezca el primer proletariado del mundo tienen que despojar al campesino de sus tierras, para que aparezca un miserable que esté dispuesto a venderse a cualquier precio. Y eso es lo que han hecho con nuestros indios acá.
Acá hay muchos argentinos, conocen a Domingo Faustino Sarmiento; ustedes saben que Domingo Faustino Sarmiento cuando fue elegido diputado nacional e ingresó al Congreso da un discurso sumamente racista en contra de lo más propio que todavía existía en la Argentina. Y Domingo Faustino Sarmiento no tenía procedencia rica, burguesa, es más, hasta había estado en un orfanato, es decir, había estado en compañía de pobres, negros e indios. Y cuando él ingresa al Congreso dice: Estoy en medio de gente decente, no de indios ni de negros asquerosos. Dice además: Siento un profundo desprecio por el gaucho, por el indio argentino; esos salvajes deberían desaparecer de la faz de la tierra.
Ahora, que un oligarca, que uno de derecha piense eso, lo entendemos, pero les voy a leer lo que piensa un hombre de izquierda argentino, un escritor formador de generaciones de escritores, don Ezequiel Martínez Estrada. No es cualquier escritor, amigo personal del Che Guevara, es más, embajador de Argentina en la Cuba revolucionaria. Fíjese lo que dice en su libro Radiografía de la Pampa: “El indio no tiene pasado porque no tiene porvenir, ocupa meramente el espacio que llena su cuerpo, vivo o muerto, y como el animal, aún en sociedad desarrolla una vida que no sobrepasa los límites de sus sentidos. Nace y muere clandestinamente. Esos cementerios, los pocos restos de vivienda que nos quedan, sus vasijas y utensilios, sus armas y adornos, que como ellos tuvieron nombres, pertenecen a la arqueología; son simplemente pretérito intransitivo.” ¿Qué quiere decir? Son un pasado que no tiene ninguna posibilidad de trascendencia, está diciendo que si queremos tomar algún referente porque el pasado es impulsor del futuro, porque el ser humano es un ser histórico y necesita una referencia en la historia que haga que él se vea a sí mismo con historia, con cultura, con tradición. Pero lo que está diciendo él es lo siguiente: nosotros no podemos tomar ninguna referencia del indio porque el indio es un animal, no es un ser humano, está diciendo no podemos sacar nada del indio porque el indio va a desaparecer y lo está diciendo un izquierdista al cual yo respeto mucho, yo soy escritor.
El sujeto de la revolución es el indio, es la base nacional popular
Y cuando nosotros nos formamos en la universidad con clases de lógica, dialéctica, con clases de materialismo histórico, ¿los profesores qué nos decían? Lo mismo: El indio no tiene porvenir porque no tiene pasado, del indio no podemos sacar nada. Cuando Mariátegui se dio cuenta que no hay proletariado en el Perú, él dice que el sujeto de la revolución peruana no puede ser proletario porque no existe el proletariado en el Perú. Y él dice: el sujeto de la revolución es el indio, es la base nacional popular. Es lo que dice Marx: el pauper ante festum antes de ser tragado en la maquinaria del sistema de la producción de la muerte que es el capitalismo. ¿Y por decir eso qué le han hecho? Lo han expulsado del partido comunista. Entonces tienen razón los pueblos del Abya Yalla cuando dijeron que la izquierda latinoamericana nunca tuvo identidad.
¿Cuál es el horizonte político que se deduce de la lucha histórica de la izquierda que ha promovido todas sus revoluciones? Si no puedes sacar nada del pueblo porque el pueblo ha sido inferiorizado, porque desde 1492 el mito clasificatorio antropológico que produce la modernidad que todos ustedes conocen como racismo, ha inferiorizado las culturas de nuestros pueblos, ha inferiorizado su medicina, su filosofía, sus ciencias, su tecnología, su espiritualidad, ha quedado el no ser en términos filosóficos. Y lo que decía Parménides y lo repite Hegel: el ser es y el no ser no es. Es decir, del no ser no puedes sacar nada, ningún tipo de sentido. ¿Por qué? Porque eso no tiene sentido, no tiene posibilidad.
Cuando lo sagrado de la política desaparece, lo único que queda es el cálculo político, es decir, la política se corrompe. No existe movimiento revolucionario sin un gran relato que alimente el espíritu de la época. El secularismo de la modernidad ha calado tanto hasta en la propia izquierda, que la izquierda se ha quedado sin referentes trascendentales y los únicos referentes que le quedan son los mitos que impone el mundo moderno y que los desarrolla el capitalismo. Son los mitos del progreso infinito y del desarrollo. Por eso todos los izquierdistas se llaman progresistas, es que han creído el mito del progreso. El progreso infinito es como la modernidad baja el cielo medieval a la tierra pero en términos de futuro y la nueva religión que nos imponen es la ciencia porque la ciencia nos promete todo lo que antes la religión prometía y nos hemos creído el cuento de que la ciencia va a hacer posible todo, hasta la inmortalidad.
Hay una y mil evidencias para mostrar el carácter suicida de una economía de la muerte
El neoliberalismo no es un sistema económico, el neoliberalismo es toda una cultura que actualiza los valores liberales y produce individuos egoístas, egocéntricos, ególatras y autistas. Es decir, el neoliberalismo es la última resistencia que el capital tiene para que el poder financiero despoje absolutamente todo lo que queda en el planeta.
En el 72, los ricos eran el 20% de la población, ahora los ricos son el 1% de la población. Ahora los ricos ya saben que el desarrollo no es posible para todos porque la base material de la riqueza, la Madre Tierra y el trabajo humano, no son infinitos. Si antes el capitalismo generaba la esperanza de que todos íbamos a llegar a un estado de bienestar (ese fue el último capítulo en el mundo bipolar de la guerra fría), con el neoliberalismo eso se acabó, porque el neoliberalismo propone un utopismo de lo más nefasto, porque con el neoliberalismo Margaret Tatcher y Ronald Reagan, qué nos dicen: no hay otro camino, no hay alternativa. Y están pensando cómo deshacerse del 80% de la humanidad que estaría sobrando, hay políticas que están implantando un proceso de neomaltusianismo en base a los alimentos transgénicos y las vacunas para deshacerse de la población sobrante. Y aquí nuestros ministerios de salud, inocentemente, siguen recibiendo vacunas que ya tienen –en lenguaje de la computación-, troyanos que pueden ser activados posteriormente. Es decir, hemos llegado a un periodo en el cual hay una y mil evidencias para mostrar el carácter suicida de una economía de la muerte pero todos seguimos insistiendo en los mitos que alimentan esa economía de la muerte: el mito del progreso infinito y el mito del desarrollo.
El encubrimiento de la realidad para el dominio y la explotación
El horizonte trascendental de vida que alimentan las expectativas revolucionarias sigue siendo moderno y decir moderno quiere decir despreciar aquel horizonte que siempre nos han propuesto los más despreciados del mundo moderno: las naciones y las culturas indígenas originarias. Toda la racionalidad que ha producido la modernidad, cuya fecha de bautizo es 1492, es fetichista, es encubridora de la realidad. El fetichismo es un sistemático encubrimiento que se hace de la realidad que empieza en la mercancía, le sigue la producción, pero la continúa la ciencia económica y después toda la ciencia en general. Y cuando nosotros aprendemos ese tipo de racionalidad en nuestra formación académica estamos consumiendo como cuando consumimos la Coca Cola, los hot dogs, las papas fritas, y eso nos produce placer, estamos realizando el horizonte del sistema y la forma de vida del opresor. El consumo, como dice Marx, es la subjetivación de la objetividad que es naturalizar en mí lo que está como contenido último en la mercancía que consumo. Sea un libro, sea un celular, sea una Mc Donalds o sea la Coca Cola, cuando yo consumo eso, en términos cuánticos estoy consumiendo no solamente el contenido nutricional, estoy consumiendo el contenido informático y energético de esas mercancías. En última instancia estoy consumiendo la forma de vida que ha producido esas mercancías.
Entonces, ¿por qué no cambiamos de vida, por qué nos pasamos tan fácilmente al otro lado, por qué tantos izquierdistas ahora son neoliberales? Porque el consumo ha naturalizado en ellos lo que produce la producción del capital, relaciones sociales que son relaciones de dominio y explotación. Cuando naturalizamos eso ya no tenemos ningún problema en aceptar la injusticia reinante. Es más, la indiferencia de la producción produce en nosotros como naturalización la indiferencia nuestra. Entonces si estamos vaciados de referencias trascendentales y hacemos política, ¿con qué nos quedamos? Con el poder. La política se corrompe y nos corrompemos, lo único que perseguimos es el poder y tener el poder el mayor tiempo posible. Por eso nuestras luchas empiezan a degenerar y el pueblo ve eso. El pueblo ve que nos queremos eternizar en el poder: ya no hay programa, ya no hay horizonte, ya no hay vivir bien, ya no hay descolonización. ¿Con qué nos quedamos si perdemos el referente histórico trascendental, lo sagrado de la política? Nos quedamos con lo profano de la política que es la lucha por el poder. Si nuestra vida ya no tiene referencias trascendentales se queda con referencias espurias y profanas de la lucha pura y desnuda por el poder, inevitablemente vas a ceder la corrupción, inevitablemente aparece el termidor de la revolución, aparece una ortodoxia que nos impone un modelo preestablecido, pensado entre cuatro paredes y nos obligan a aceptar esas condiciones como última referencia de un horizonte político.
Superiores e inferiorizados: la sofisticación en las relaciones de dominación
Entonces, ¿para qué nos sirve la descolonización? Primero para advertir lo siguiente: cuando hablamos de descolonización no nos referimos a un concepto clásico de colonialismo, lo tenemos que resemantizar. El mundo moderno, desde la conquista del nuevo mundo, ha producido una sofisticación en las relaciones de dominación. Todos creen que el racismo es una simple discriminación y no se dan cuenta que el racismo es la clasificación antropológica que ha producido superiores e inferiorizados y con ello ha legitimado y garantizado la estabilidad de un mundo que aparece como lo único bueno, como lo único justo, como lo único racional, como lo único verdadero y, sin embargo, es el mundo más salvaje, bárbaro, que ha producido la humanidad y que en cinco siglos nos está llevando a un cataclismo global. Entonces, cuando hablamos de colonialidad, estamos diciendo, esta clasificación antropológica está en el fondo de todas las ciencias, desde la antropología, la biología, la física, la matemática, la sociología, hasta la filosofía, es una producción sistemática de encubrimiento de la realidad y tiene que legitimar y racionalizar eso de tal modo que nosotros veamos aquello como algo natural.
¿Cómo nos han dominado? No se trata de un colonialismo clásico de tributación de sus colonias, lo que realmente tributamos los pueblos del Sur al primer mundo no es solo materia prima, porque las materias primas no van solas al mercado, van chorreando humanidad, van chorreando vida. Es decir, lo que estamos tributando al primer mundo es vida. Sistemáticamente estamos tributando nuestra humanidad como plus valorización de la vida del dominador e infra valorización de nuestra propia humanidad. Pues nosotros mismos alimentamos a este mundo porque el mundo es un estado de conciencia, si nuestro estado de conciencia sigue presa del horizonte de expectativas moderno, nosotros quisiéramos ser como los ricos del primer mundo. Y cuando salimos de la pobreza quisiéramos ser ricos y para ser ricos hay que explotar a alguien ¿a quiénes vamos a explotar ahora nosotros?
Esta carta es de Richard Lansing, secretario de Estado norteamericano, al presidente Woodrow Wilson (1915-1920) porque el problema es cómo dominamos a México. Y escuchen lo que dice Lansing: “México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar un sólo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano ya que esto llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo: debemos abrir a los jóvenes ambiciosos mexicanos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y el respeto al liderazgo de Estados Unidos. Con el tiempo esos jóvenes ambiciosos llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la presidencia, sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor que nosotros.”
Quiten el nombre México, pongan Bolivia, Argentina, Perú, Ecuador, eso han hecho con nuestra élites. Quienes estamos más colonizados somos los que hemos entrado a la academia que los ricos han impuesto a nuestros países para aprender a despreciar a lo más valioso, a lo más propio, a lo más genuino que tiene nuestra lucha y que es el horizonte que lo protagonizan los despreciados del mundo moderno: nuestros indios.
Exposición completa de Rafael Bautista Segales, ALAMES Bolivia 2018