Cecilia Fernández Lisso, IDEP Salud ATE Argentina
Cuando hablamos de políticas públicas en materia de salud relacionada con las personas trans, los derechos son todavía revés. Salud es acceso a los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, culturales; acceso al cuidado, al respeto, a la alimentación, al trabajo, a la educación, a la vivienda, al sistema de salud… y los derechos de las personas trans son vulnerados.
La discriminación, el ninguneo, la humillación y otras formas de maltrato nutren el abanico de violencias que el sistema de salud utiliza vulnerando a personas que no existen en sus planillas. Una persona transgénero que asiste a un hospital público a internarse de urgencia o a hacerse un tratamiento, sufre no solo su trastorno de salud, sino la ausencia de salud en el sistema de salud
Recién en el año 2015 se reconoció en Argentina el derecho a la salud para personas transgénero, luego de que se reglamente en 2012 la ley y se edite una guía para su aplicación. Y solo hace unos meses, en junio de 2018, la Organización Mundial de la salud, quitó la transexualidad de la lista de trastornos mentales.
Pocos meses después de esta modificación de la OMS, en noviembre de 2018, se realizó en Argentina el 25° Congreso Mundial de Salud Transexual. La información reunida en las casi 200 presentaciones desarrolladas en el encuentro, que contó con el auspicio de ONU Sida, las sociedades argentinas de Urología y Cirugía Plástica, y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, permite delinear, al menos, cinco temas centrales de la agenda mundial de la salud trans:
- la esperanza y calidad de vida de las personas trans,
- el desarrollo de nuevas técnicas quirúrgicas de las cirugías que ayudan a fortalecer la identidad sexual autopercibida;
- el abordaje de los casos en niños, niñas y adolescentes;
- la determinación de la edad más adecuada para la realización de las cirugías,
- y la definición de los protocolos médicos en la materia a nivel mundial.
Avances importantísimos para las comunidades que han vivido marginalizadas de sus derechos, avasalladas y violentadas… pero aún queda un largo camino por recorrer, principalmente por la ignorancia como decía Lohana Berkins, la ignorancia que hay acerca de la población trans, de sus cuerpos, emociones, pensamiento, conviviendo con los fantasmas que han creado las normativas formales y comunicacionales, ideadas para acallar, invisibilizar, segregar, patologizar todo aquello que se va del «percentil»… y esto con lo otro, trae falta de educación para abordar lo que se han encargado de que desconozcamos. El personal de servicios de salud no está capacitado para atender sin violentar a pacientes trans y esa educación es sin duda una urgencia dentro del sistema de salud.
Nadir Cardozo, mujer trans | Organización Panamericana de la Salud
«Las personas trans enfrentan diversos problemas de salud que reflejan su vulnerabilidad. Altos niveles de exposición a violencia, problemas relacionados con la salud mental, alta tasa de prevalencia de infecciones de transmisión sexual, alto consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, efectos negativos de hormonas auto administradas, y problemas de salud reproductiva, son algunos de los inconvenientes documentados en el reporte «Por la salud de las personas trans«, publicado por la OPS/OMS y varias organizaciones que trabajan en el tema.
La misma publicación indica que Argentina registra una tasa de prevalencia de VIH del 34% entre las personas trans, el grupo más afectado por la epidemia. Este estudio fue diseñado con la participación de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA).
«Cuando llegan a los hospitales, a veces se les ríen y, si los administrativos no están capacitados, las tratan como hombres.»
Los desafíos son múltiples. «Hoy, muchas personas trans viven al día, la mayoría de las mujeres trans son trabajadoras sexuales, vienen solas desde las provincias y no tienen seguro social. Cuando llegan a los hospitales, a veces se les ríen y, si los administrativos no están capacitados, las tratan como hombres. Eso hace que varias no quieran acercarse a los servicios de salud»
El trabajo de sensibilización avanza, de esta manera, en una doble vía. Por un lado, las organizaciones de la sociedad civil buscan concientizar a la población sobre los derechos de la población trans, pero también apuntan a empoderar a este colectivo humano para que puedan ejercerlos.»
Espacios para personas trans en hospitales
En los hospitales Muñiz, Ramos Mejía y Fernández, de la Ciudad de Buenos Aires, funcionan los «espacios transvivir«, donde un grupo de promotoras de salud realizan rondas para visitar a las personas trans que estén internadas, les acercan elementos esenciales, buscan apoyarlas y certificar que estén en las salas que corresponden a su género de elección. El servicio es manejado desde ATTTA.
Varios hospitales del país también cuentan con consultorios inclusivos para la atención de las personas LGBT. «Lo ideal sería que no existieran estos consultorios y que todas las personas vayan a una consulta general; que las compañeras tengan su trabajo y haya igualdad. Pero es una transición», sostuvo Nadir.
Hay buenas señales, dijo Nadir y mencionó Casa Trans, un centro comunitario para la formación y empoderamiento de las personas transgénero fundado en Buenos Aires en 2017 por ATTTA y el Gobierno de la ciudad. «Contamos con un bachillerato donde se puede finalizar la escuela primaria y secundaria con título oficial», contó Nadir y agregó que las estudiantes transgénero «van a tener una realidad diferente a la que tuvimos muchas de nosotras».
TIZIANA
«Cuando nací era Tiziano y ahora soy Tiziana y esta es mi historia»
Aunque los abordajes siguen siendo mayoritariamente binarios y los protocolos se desarrollan bajo los conceptos de varones y mujeres, todos los avances en materia de derechos se traducen en salud
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LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO Y ACCESO AL CUIDADO DE LA SALUD DE LAS PERSONAS TRANS EN ARGENTINA
En mayo de 2012 se aprobó en Argentina la Ley de Identidad de Género Nro. 26.743 que garantiza el libre desarrollo de las personas conforme a su identidad de género, corresponda o no éste con el sexo asignado al momento de nacimiento. Esta ley no sólo garantiza la rectificación registral del sexo y el cambio de nombre en todos los instrumentos que acreditan su identidad, sino también el acceso a una salud integral, tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas parciales o totales sin requerir autorización judicial o administrativa, con el consentimiento informado de la personas
como único requisito.
El presente documento presenta los principales resultados de la investigación realizada con 498 personas trans de la Argentina durante el año 2013, cuyo propósito fue contribuir a conocer las consecuencias de la implementación de la Ley de Identidad de Género en las condiciones de vida de las personas trans, enfocándose en la salud, la educación, el trabajo, la vivienda, y derechos políticos y civiles. A tal fin, el estudio tuvo como objetivos:
a) Evaluar si la ley está siendo implementada de acuerdo con los estándares y procedimientos descriptos en sus artículos.
b) Identificar indicadores de calidad de vida de las personas trans, especialmente aquellos relacionados a salud, educación y trabajo.
c) Crear un instrumento para la evaluación de impacto de la aplicación de la ley de identidad de género en las condiciones de vida de las personas trans.
d) Realizar una encuesta nacional que provea una línea de base de los indicadores establecidos.
e) Promover el rol activo de las personas trans en el ejercicio de sus derechos, así como brindar herramientas para la creación de un observatorio social coordinado por pares que lleve adelante la vigilancia social de la implementación de la ley.
Hasta el momento, los estudios realizados con población trans se han focalizado principalmente en el ámbito de la salud pública, haciendo visibles los altos niveles de vulnerabilidad social de esta población; las frecuentes situaciones de estigma y discriminación (E&D) vividas; las altas prevalencias de VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS). Asimismo, estos estudios han resaltado la necesidad de adaptar los servicios sociales y de salud a fin de brindar un tratamiento adecuado. Sin embargo, pocos estudios se han realizado en el país con el propósito de evaluar las condiciones de vida de las personas trans y, por el momento, no se cuenta con información a nivel nacional del impacto que el reconocimiento legal de la identidad de género tiene sobre estas condiciones.
La lucha contra el VIH ha permitido empoderar al colectivo trans, pero esto mismo ha traído mayor estigma a las personas trans:
“el médico ve una trans y es sinónimo de VIH, no te quiere tocar hasta que no sale el resultado”.
En el ámbito de salud, las situaciones de E&D experimentadas también son frecuentes y, como consecuencia, las personas trans evitan atenderse hasta “realmente sentirse muy mal para ir”. Las situaciones más temidas por estas personas se vinculan con ser llamadas por un nombre que no sea el de elección y ser internadas en salas que no son congruentes con su identidad de género. Desde el personal de seguridad, pasando por administrativos, otros pacientes y médicos, todos han sido mencionados como responsables de burlas y maltratos: “Vas a llevarle una coca a una compañera internada y el de seguridad no te deja pasar, y quizás sos lo único que esa persona tiene”
MUJERES TRANS | ACCESO A LA SALUD
La mayoría de las mujeres trans entrevistadas (78,6%) mencionaron que no tienen ningún tipo de cobertura médica adicional que no sea la garantizada por el Estado; sólo un 11,9% tiene obra social mientras que un 8,2% tiene algún servicio de emergencia y un 3% prepaga o mutual. Se encontró que el grado de cobertura de salud adicional varía de acuerdo a la edad de las entrevistadas, aquellas entre 32 y 61 años tienen una proporción significativamente mayor de cobertura que las entrevistadas más jóvenes (p=.01). Del mismo modo, aquellas participantes que tienen sus DNI con el cambio de identidad realizado, tienen un porcentaje significativamente mayor de cobertura de salud adicional que aquellas que no poseen un DNI con su identidad de género (p=.02). Considerando las características del sistema de salud de Argentina, este resultado estaría reflejando la falta de empleo asalariado entre las mujeres trans. Pese a las dificultades que el sistema público puede tener y los horarios restringidos que no siempre son los adecuados para esta población, en su mayoría (70,8%) han realizado una consulta médica en el último año. Se observó que las consultas referidas a salud varían conforme a la edad de las entrevistadas, siendo el grupo de 32 a 61 años quienes consultan mayor cantidad de veces en comparación con aquellas más jóvenes (p=.01). Asimismo, quienes tienen el DNI con el cambio de identidad realizaron más consultas en el último año que aquellas que aún no han realizado el cambio de nombre en el DNI (p=.04). Entre aquellas personas que no han asistido a un centro de atención de salud en los 12 meses previos al estudio (n=127), un poco más de la mitad (54%) explicó que no lo ha hecho porque no lo consideró necesario.
Conocimiento y diagnóstico de VIH/sida y otras ITS De las 452 mujeres trans entrevistadas, 446 reportaron ser sexualmente activas. La edad promedio de la primera relación sexual es de 13,95 años (DE=2,7) con un rango entre 6 y 24 años. Cabe destacar que un 28,3% de las participantes tenían menos de 13 años de edad, mostrando una importante presencia de temprana iniciación sexual en esta población
Intervenciones para la construcción de la identidad sexual
Desde la promulgación de la Ley de Identidad de Género y conforme a la atención integral de la salud de las personas trans, el 33,5% ha consultado acerca de tratamientos hormonales en un servicio de salud, un 23,6% ha solicitado una consulta con un endocrinólogo, y un 3,4% ha realizado una cirugía de reasignación de sexo (ver Figura 8). Entre las 183 encuestadas que no han consultado a ningún especialista por estos temas, el 79,6% mencionó que estaban dispuestas a buscar atención médica en el futuro.
HOMBRES TRANS | ACCESO A LA SALUD
Sobre el acceso a la salud, 7 de cada 10 hombres trans (70,8%) declararon no tener una cobertura de salud adicional que no sea la garantizada por el Estado. Esta situación es similar a las mujeres trans. El 26,8% de los participantes manifestó tener obra social y el 7,6% un servicio de emergencia. A pesar de esto, la mayoría (77,1%) de los 46 entrevistados realizaron una consulta médica en el último año. Entre aquellos que no asistieron a un centro de atención de la salud (n=10), la razón más frecuentemente mencionada fue porque ‘No lo consideró necesario’ (67,4%).
Respecto al VIH, 7 de cada 10 hombres trans sexualmente activos se han realizado el test. En general, la prueba fue realizada en un centro de salud público (67,7%), un centro privado (29%) o una ONG (16,1%). Sólo un caso recibió diagnóstico positivo de VIH. Las razones más frecuentes para testearse fueron por controles de rutina (54,8%) o porque lo solicitó el médico (25,8%). De estos, el 51,6 % mencionó que recibió consejería pre-test y el 58,4% al recibir el resultado. Entre los que no realizaron la prueba de VIH (n =13), ´No considerarse en situación de riesgo fue la razón principal
Impacto de la ley en las experiencias de estigma y discriminación en salud Cuando se indagó acerca de situaciones específicas de E&D vividas en el ámbito de salud previo y posterior a la sanción de la Ley de Identidad de Género, se observaron grandes diferencias en las vivencias reportadas (ver Figura 30). Mientras que el 58,2% de los 46 entrevistados evitó asistir a un centro de salud por temor a la discriminación antes de la ley, este porcentaje se redujo a un 12,1% en el último año. Del mismo modo, el 43,6% mencionó no haber sido llamado por su nombre de elección; sin embargo, estos episodios se redujeron al 13,1% de los casos desde la promulgación de la ley. En términos generales, la ley ha tenido un buen impacto para facilitar un mejor acceso a la salud de los hombres trans y desde que fue aprobada, el 67% de los entrevistados no ha vivido situaciones de E&D.
Benjamín | SER PADRE TRANS
El testimonio de Benjamín, 33 años, padre de dos hijas. «Cuando tuve mi hija a los 14 años, esto de poder contar de que yo era un varón, pensé que no lo iba a poder decir nunca más, de hecho creí que era imposible»
«Este estado nos convirtió en personas» 2015, Lohana Berkins, activista por los derechos de la diversidad y responsable de la Oficina de Identidad de Género y Orientación Sexual del Observatorio de Género del Consejo de la Magistratura, fallecida en 2016.
Lohana Berkins: «Cuerpos, géneros, sexualidades»
La guía Atención integral de la salud de las personas trans, Recomendaciones para los equipos de salud, fue publicada en el año 2015 y tuvo una actualización en 2018
«El Ministerio de Salud de la Nación acaba de dar un paso muy importante para garantizar el derecho a la salud de las personas transgénero. Para ello presentó la «Guía de atención de la salud integral de personas trans» que fija las pautas de asistencia sanitaria previstas en la Ley de identidad de género, que no estaban reglamentadas y establece que todas las personas mayores de edad pueden acceder, sin requerir autorización judicial o administrativa, a las intervenciones quirúrgicas totales y parciales que ayuden a adaptar el cuerpo a las identidades de género autopercibidas.»
Salud trans: cuáles son los hospitales públicos que realizan cirugías de reafirmación de género
Informe Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América, 2015, Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
Testimonio
En marzo de 2013, un hombre trans intersex presentó su testimonio a la CIDH: “el hombre de 41 años que ustedes tienen ante ustedes, hace mucho tiempo atrás, fue una chica de 14 años a quien, en el mismo momento en que se le informó que había nacido sin vagina y sin útero, se le informó también que era necesario cortar una parte de su intestino para ‘crear una vagina’ en una cirugía. Y el propósito de esa intervención era asegurarse de que creciera para transformarme en una mujer que pudiera ser penetrada por un hombre. El fracaso de esa intervención es obvio y, después de dos cirugías y después de seis años de dilataciones vaginales con un trozo de hierro llamado «bujía», de lo que puedo dar cuenta como efecto de esa intervención es la transformación del adolescente saludable que era en el hombre que soy, alguien que sobrevive como puede todos los días la experiencia de haber sido violado a repetición, dormido en una mesa de quirófano”.557
«La CIDH ha recibido cada vez más información sobre la realización de cirugías de asignación de sexo y operaciones de los genitales realizadas sin el consentimiento informado en niños, niñas y adultos intersex, la mayoría de las cuales son de naturaleza irreversible y dirigidas a tratar de “normalizar” la apariencia de los genitales de la persona.558 La CIDH ha sido informada sobre casos documentados en Argentina, Estados Unidos y Uruguay, entre otros. No obstante, la CIDH ha sido informada de que estas intervenciones son parte de una práctica estándar en los países a lo largo del continente americano. La Comisión nota que la documentación y los datos recopilados sobre esta problemática son escasos, lo cual se abordará con mayor profundidad en el capítulo 6 de este informe, cuando se analiza la obligación estatal de recopilar datos.
La información que ha sido puesta en conocimiento de la CIDH evidencia que las cirugías que buscan “normalizar” los genitales, a través de intervenciones con fines cosméticos, no tienen beneficios médicos, dado que las presentaciones intersex de los cuerpos, en la mayoría de los casos, no constituyen un peligro a la vida o a la salud de las personas.
Las organizaciones y activistas intersex se refieren a estas cirugías como “cosméticas” porque su único propósito es hacer que los cuerpos se parezcan más a los estándares dominantes sobre cómo se considera que debe ser la apariencia de un cuerpo “masculino” o “femenino”. La “urgencia médica” de realizar estas cirugías durante la infancia es el resultado de la alegada imposibilidad de parte de sus padres y madres, la comunidad médica, el registro civil y la sociedad en general de aceptar la “incertidumbre” sexual porque el niño o niña no puede fácil y rápidamente ser clasificado o clasificada como un niño o una niña. 572 Estas intervenciones son realizadas, en la mayoría de los casos, porque las variaciones en las características sexuales son consideradas obstáculos para llevar una vida “normal”, pero no porque en sí mismas sean riesgosas para la vida de las personas intersex. De hecho, organizaciones han denunciado que estas cirugías forman parte de un intento por prevenir un sufrimiento potencial más adelante en la vida a causa de la falta de conformidad con las normas sexuales binarias. Dadas estas implicaciones, algunas organizaciones y defensores de derechos humanos de las personas intersex caracterizan estas cirugías como formas culturalmente aceptadas de mutilación genital
infantil.
Testimonio
Una persona intersex presentó el siguiente testimonio ante la CIDH: “hace veinte y seis años un equipo de profesionales médicos descubrió que yo tenía cromosomas “XY” y testículos internos, lo que hoy se conoce comúnmente como “síndrome de insensibilidad androgénica parcial”. Inmediatamente después, se planificó una cirugía para remover esos testículos internos. Yo tenía en ese entonces un año. Cuando tenía tres años, se practicó otra cirugía. Esta vez fue para reducir el tamaño de mi clítoris, que se había determinado que era “muy largo” por medio centímetro. Después, cuando tenía once años y entraba en la pubertad, me realizaron una tercera cirugía. Esta vez fue para construir una vagina “más aceptable” a través del método de la vaginoplastia. Me mintieron y me dijeron que tenía ovarios cancerosos y que los doctores eran unos salvadores que me salvaron.”580
2015 | En el Día Internacional de la Memoria Trans, CIDH urge a los Estados a aumentar la expectativa de vida de las personas trans en América
2017 | En el Día Internacional de la Memoria Trans, la CIDH urge a los Estados a garantizar el pleno acceso de las personas trans a sus derechos económicos, sociales, y culturales
El documento POR LA SALUD DE LAS PERSONAS TRANS Elementos para el desarrollo de la atención integral de personas trans y sus comunidades en Latinoamérica y el Caribe en el capítulo 4 SITUACIÓN DE LA SALUD DE LAS PERSONAS TRANS EN LATINOAMÉRICA Y EL CARIBE, desarrolla algunos indicadores de salud y datos existentes
Durante los últimos 15 años, ha habido un aumento en las investigaciones que documentan el estado de salud y las disparidades de las personas trans en Norteamérica. Una evaluación de necesidades preparada por Kobrak sobre Mujeres Trans y Prevención del VIH en la ciudad de Nueva York proporciona una ilustración perceptiva sobre las mujeres latinas trans en los Estados Unidos.
Desafortunadamente, se sabe menos sobre el estado de salud y las disparidades de las personas trans en Latinoamérica y el Caribe. Los informes iniciales se han centrado principalmente en el VIH, y sólo recientemente se disponen de informes que avalen o documenten el estado de salud general y la disparidad de las personas trans de la Región.
Esto conduce a la necesidad prioritaria de formular e implementar protocolos de investigación. Una de las limitaciones persistentes consiste en el hecho de que los estudios tienden a centrarse casi exclusivamente en las mujeres trans, siendo muy escasos los datos sobre la salud de los hombres trans.
Los datos disponibles confirman que, también en Latinoamérica y el Caribe, las personas trans constituyen una población marginada, con considerables preocupaciones y problemas de salud, y un acceso muy limitado a servicios competentes de prevención y atención de salud general y transespecífica.
Los principales problemas de salud documentados hasta la fecha incluyen:
• Altos niveles de exposición a violencia verbal, emocional y física, incluyendo ataques fatales (crímenes de odio)
• Alta frecuencia de problemas relacionados con la salud mental por causas exógenas;
• Alta tasa de prevalencia de VIH y otras infecciones de transmisión sexual;
• Alto consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas;
• Efectos negativos de hormonas auto administradas, inyecciones de relleno de tejidos blandos y otras formas de modificaciones corporales, incluyendo complicaciones por malas intervenciones de reasignación de sexo; y
• Problemas de salud reproductiva.
La violencia aparece como una de las amenazas más inmediatas para la salud de las personas trans consiste en los niveles desproporcionadamente altos de violencia física, a menudo mortal, a los que están expuestas. De acuerdo con un análisis realizado por el Proyecto de Monitoreo de Asesinato Trans, se informó que 755 personas trans han sido víctimas de homicidios en todo el mundo entre enero de 2008 y noviembre de 2011.
De estos casos registrados, el 80 por ciento se produjo en la Región de Latinoamérica y el 43 por ciento (324 casos) sólo en Brasil (los datos disponibles no incluyen al Caribe)
Las cifras absolutas disponibles hablan claramente en lo que respecta a los riesgos generalizados para la vida y la integridad física que enfrentan las personas trans en toda la región. Por otra parte, es de esperarse que, en general, las tasas reales de violencia se extiendan mucho más allá del número de casos registrados. Un defecto frecuente de los registros existentes es la falta de contabilización de la motivación de estos actos de violencia, ya que con frecuencia se informan los nombres legales y no la identidad social de las personas. Los datos disponibles sugieren, sin embargo, que los crímenes de odio, es decir, actos de violencia motivados por la transfobia (actitudes y comportamientos individuales y grupales de rechazo, desprecio, desdén y violencia hacia las personas trans), constituyen una gran parte de los casos reales.
Por otra parte, existe, en muchos casos, una tendencia de los medios de caracterizar a los crímenes de odio como “crímenes pasionales”, minimizando así la responsabilidad social e incrementando las dificultades de acceso a la justicia y la potencial impunidad.
Salud Mental
El hecho de ser una persona trans no constituye, en sí mismo, una condición patológica de ningún tipo. Sin embargo, vivir como una persona trans, a menudo, requiere de esfuerzos para enfrentar entornos discriminatorios y hostiles. Por otra parte, la discrepancia entre los caracteres sexuales natales de una persona y su identidad de género, así como el estrés causado por la discriminación y la exclusión social, puede ser una fuente de malestar y angustias graves, situación también conocida como “disforia de género”.
Tanto la adversidad del medio ambiente, como la disforia de género, pueden tener un fuerte impacto negativo en la salud emocional y mental de las personas trans a lo largo de sus vidas. La inquietud, la ansiedad y la depresión son comunes entre las personas trans, y la ideación suicida tiene una frecuencia preocupante.
Además de la violencia física, la salud de las mujeres trans se ve gravemente amenazada por el VIH y otras ITS.
Los datos epidemiológicos relativos a la salud de las personas trans en Latinoamérica y el Caribe son muy escasos, particularmente en el caso de hombres trans. Una de las razones de la falta de información es el hecho de que las mujeres trans, a menudo, han sido incluidas en la categoría estadística de hombres que tienen sexo con hombres (HSH). Esta práctica no sólo no reconoce, en un nivel fundamental, la identidad de las mujeres trans, sino también invisibliza la especial vulnerabilidad de esta población. Esto último se evidencia en estudios que muestran que la prevalencia de VIH entre las mujeres trans pueden ser hasta 40 veces superior a la prevalencia entre la población general, y hasta el doble de la prevalencia entre hombres que tienen sexo con hombres.
Los estudios centrados en las mujeres trans involucradas en el trabajo sexual incluso revelaron tasas de prevalencia de 28 a 63 por ciento, lo que confirma el trabajo sexual como un factor de riesgo significativo para las mujeres trans
Las tasas de prevalencia para la sífilis muestran patrones similares. En tanto que los estudios informan tasas de infección activa o pasada de sífilis que van de 1 a 13 por ciento para hombres que tienen sexo con hombres, para las mujeres trans las tasas varían del 6 al 51 por ciento
Entre las mujeres trans trabajadoras del sexo, las tasas observadas muestran una variación mucho menor, que van desde 42 a 50 por ciento
Además del VIH y la sífilis, hay datos limitados sobre la prevalencia de la infección por virus de la Hepatitis B, virus del Papiloma Humano (VPH) y el virus del Herpes Simple (HS).
Al comparar la prevalencia de la hepatitis B, un estudio en Argentina reveló una tasa de 42 por ciento entre mujeres trans que hacen trabajo sexual. El mismo estudio informó una tasa mucho más baja que corresponde al 22 por ciento para los hombres dedicados al trabajo sexual, lo que demuestra que la vulnerabilidad de las personas trans no puede reducirse a la participación en el trabajo sexual en sí.
El riesgo de VIH para los hombres trans, especialmente aquellos con orientación homosexual está asociado al sexo sin protección con parejas VIH positivas. En un estudio de la sexualidad y el comportamiento sexual de hombres trans, 14 de 17 entrevistados informaron que sus parejas eran hombres homosexuales no-trans
Consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas
Los estudios sistemáticos sobre el consumo de sustancias y las adicciones entre las personas trans son escasos. Sin embargo, algunos informes personales sugieren el consumo muy frecuente (diario) de alcohol y otras sustancias entre las personas trans que hacen trabajo sexual. De acuerdo con un estudio, el consumo de sustancias como alcohol y otras drogas (no inyectables) pareciera ser significativamente mayor entre las mujeres trans VIH positivas que entre otras personas VIH positivas.
Todas las mujeres trans incluidas en este estudio hacían trabajo sexual. Algunas comunicaciones personales han puesto de relieve el hecho de que el uso de sustancias no está asociado a un “deseo de festejar” compulsivo, sino a la necesidad de hacer más soportables las dificultades de trabajo sexual (por ejemplo, clientes groseros e indeseables, malos tratos, amenazas y violencia). Otra situación frecuente es que, para ser admitidas en un establecimiento, las trabajadoras sexuales trans están obligadas a beber y alentar a los clientes a beber. Posteriormente, con el fin de reducir los efectos del alcohol, recurren a la cocaína u otras sustancias estimulantes. El alcohol y otras sustancias pueden reducir la capacidad de negociar los términos de un encuentro sexual, lo que aumenta la vulnerabilidad y el riesgo de infección por VIH y otros patógenos. El consumo de sustancias también puede estar asociado a la búsqueda de situaciones que permitan soportar las realidades de un entorno generalmente, hostil y adverso.
Efectos negativos de hormonas auto administradas, inyecciones de relleno de tejidos blandos y otras formas de modificaciones corporales
A fin de lograr una apariencia física que corresponda a su identidad de género, las personas trans suelen recurrir a varios métodos. Uno de los más frecuentes es el empleo de hormonas y, en particular, de las llamadas “hormonas sexuales” que tienen efectos feminizantes (estrógenos) o masculinizantes (andrógenos). Si bien es cierto que el efecto de estas sustancias consigue varios de los cambios deseados, su empleo no está exento de riesgos y de efectos colaterales que pueden afectar seriamente la salud. De ahí que el empleo de hormonas como parte del proceso de transición requiera una evaluación y acompañamiento por médicos calificados para prescribirlas y monitorear sus efectos.
En el caso de hormonas empleadas para feminización del cuerpo (estrógenos y antiandrógenos), los efectos colaterales pueden incluir:
• enfermedad tromboembólica,
• disfunción hepática,
• desarrollo de hipertensión,
• cálculos biliares,
• migrañas,
• retención de líquidos,
además de otras condiciones relacionadas con el empleo de dosis elevadas de estrógenos como
• alteraciones en la producción de prolactina,
• resistencia a la insulina y
• desarrollo de tumores dependientes de dicha hormona.
En el caso del uso de hormonas masculinizantes (testosterona), sin debido control clínico, pueden desarrollarse condiciones indeseables como
• disfunción hepática,
• eritrocitosis,
• hipertensión,
• acné,
• aumento de grasa corporal,
• desarrollo o agravamiento de apnea del sueño,
• desarrollo de tumores dependientes de andrógenos (testosterona) y
• enfermedad cardiovascular
Además de la administración de hormonas, muchas personas trans recurren a inyecciones de rellenos de tejidos blandos (la más común es la silicona líquida) para modificar partes de sus cuerpos. La información disponible sugiere que las mujeres trans utilizan substancias para alterar la forma de sus mamas, nalgas, piernas, labios o mejillas, mientras que los hombres trans pueden recurrir a inyecciones para modificar sus brazos y el pecho.
En un estudio que incluye una muestra de mujeres trans jóvenes, entre 16 y 25 años, el 29% indicó que se habían inyectado silicona líquida en algún momento de su vida (Garofalo et al., 2006). Los elementos comunes asociados a la inyección de rellenos de tejidos blandos son:
• la administración por personal no calificado,
• las malas condiciones de higiene en el local de la administración,
• las malas prácticas de asepsia y antisepsia,
• la contaminación química de los materiales de relleno (con aceite de linaza y aceite mineral),
• contaminación bacteriana o por hongos.
Además de las complicaciones derivadas de estas condiciones, la práctica de inyectar silicona industrial (dimetilpolisiloxano) o aceites de parafina directamente al tejido celular subcutáneo o los pómulos puede tener graves consecuencias médicas. Entre los efectos más severos, puede sobrevenir una embolia pulmonar, con consecuencias fatales en alrededor del 25% de todas las personas afectadas (De March Ronsoni et al, 2000).
Otras complicaciones asociadas a la práctica de inyectar silicona líquida o aceite mineral incluyen:
• úlceras,
• celulitis,
• la migración de productos,
• cicatrices,
• abscesos e infecciones.
• Los problemas sistémicos, además de la embolia pulmonar, incluyen la hepatitis granulomatosa y la insuficiencia renal aguda.
Entre otros problemas de salud, han sido mencionados
• Problemas dermatológicos (erupciones, prurito, pústulas, infestaciones parasitarias) como resultado del uso de prendas de vestir y rellenos hechos de fibras sintéticas, sudoración excesiva y la falta de acceso a los servicios básicos de higiene. Problemas dentales.
• Problemas de sueño.
• Problemas de nutrición, incluyendo anorexia, bulimia y desnutrición.
• Heridas, incluyendo las consecuentes de la violencia sexual.
• Consecuencias físicas y psíquicas de la intimidación (bullying), el acoso y la transfobia (la transfobia y la homofobia son problemas de salud pública omnipresentes en Latinoamérica y el Caribe).
• Problemas de salud específicos asociados con el trabajo sexual.
Cecilia Fernández Lisso | IDEP Salud ATE Argentina
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En febrero de 2018 un Hospital público de Chaco realiza la primera «reasignación de sexo». La directora del hospital, Andrea Mayol, detalló que la intervención que se concretó fue una mastectomía bilateral (extirpación de ambos senos) y reconstrucción del pecho (modelación de un torso masculino) en un varón trans.
Mayol aseguró que «éste es el paso inicial para que el paciente intervenido continúe el proceso de reafirmación de su identidad, decisión que comenzó hace cinco años mientras era asistido en el Servicio de Adolescencia del efector».