en una semana las mujeres gastan en promedio 41,5 horas de trabajo no remunerado, en comparación a los hombres que promedian 19,17 horas.
El teletrabajo, el trabajo doméstico y los cuidados significan una mayor carga física y mental, que, según diversos estudios, se traducirían en que las mujeres investigadoras estarían presentando una menor productividad académica. «Se debe considerar que esto evidencia un problema estructural de la organización y división sexual del trabajo y, por ende, afecta a las mujeres en general en diversos contextos», plantea la directora del Centro de Estudios de Género y Cultura de América Latina de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Carolina González.
El 2020 hay «hasta un 50 por ciento más de pérdida de productividad entre las mujeres», según el investigador de astrofísica en la Universidad de Monash, Andy Casey.
Docente de la Escuela de Salud Pública, Magíster en Epidemiología y Magíster en Bioestadística, María Paz Bertoglia.
Académica y directora del Centro de Estudios de Género y Cultura de América Latina de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Carolina González.
“Todas las mujeres sabíamos que esto iba a suceder (…) Lo que sí debiera sorprendernos es la falta de apoyo político, o la falta de voluntad política para que esto no afecte de forma asimétrica a la sociedad”
En medio de la crisis sanitaria, diversos estudios han constatado que la mayor parte de las labores domésticas y de cuidado recaen principalmente en las mujeres y que la modalidad de teletrabajo, impuesta debido a la pandemia en muchas áreas y rubros, ha generado una mayor carga diaria de tareas y que, al realizarse en el mismo lugar y al mismo tiempo, significa una carga mental y física para las mujeres. Esta situación, lejos de ser un problema que solo compete a las mujeres, debiese ser motivo de políticas públicas que se hagan cargo de la problemática y asuman una posición de corresponsabilidad social en la reproducción de la vida humana.
Según el estudio “No es amor, es trabajo no pagado”, de la Fundación SOL, en una semana las mujeres gastan en promedio 41,5 horas de trabajo no remunerado, en comparación a los hombres que promedian 19,17 horas. Esta realidad, además de dejarlas pobres de tiempo, también disminuye la cantidad de horas que pueden dedicar al ocio, al descanso y al cuidado personal.
La carga que genera esta triple jornada laboral puede afectar en diferentes formas a las mujeres, incluyendo a las académicas e investigadoras. Es por ello que en el contexto actual se ha constatado una disminución de las publicaciones de académicas en revistas científicas, y uno de los factores que explicaría esta tendencia son las responsabilidades familiares.
En Australia, el investigador de astrofísica en la Universidad de Monash, Andy Casey, analizó el número de envíos a los servidores en los que las y los académicos publican versiones tempranas de sus escritos. Casey comparó los datos de enero a abril de 2020 con años anteriores, y dijo que hay «hasta un 50 por ciento más de pérdida de productividad entre las mujeres”.
Algo diferente, pero no mejor, ocurrió en la revista Comparative Political Studies, de Estados Unidos, que si bien recibió el mismo número de envíos de mujeres en lo que va de este año, observó un aumento de más de 50 por ciento por parte de los hombres, como explica su coeditor, David Samuels.
Análisis desde la U. de Chile
Esta menor proporción de publicaciones, pone a las mujeres en otra desventaja en comparación a sus pares hombres, detalla la docente de la Escuela de Salud Pública, Magíster en Epidemiología y Magíster en Bioestadística, María Paz Bertoglia. “Todas las mujeres sabíamos que esto iba a suceder (…) Lo que sí debiera sorprendernos es la falta de apoyo político, o la falta de voluntad política para que esto no afecte de forma asimétrica a la sociedad”, plantea.
Por su parte, la académica y directora del Centro de Estudios de Género y Cultura de América Latina de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Carolina González, señala que “se debe considerar que esto evidencia un problema estructural de la organización y división sexual del trabajo y, por ende, afecta a las mujeres en general en diversos contextos”.
Dicha situación también ocurre en Chile. Según la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), sólo el 27 por ciento de los proyectos adjudicados a nivel nacional son liderados por mujeres. Mientras tanto en los proyectos internos de la Universidad de Chile, solo el 32 por ciento de las postulaciones corresponden a académicas.
Respecto a esta problemática, y las iniciativas que buscan frenar las brechas de género, la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo recientemente creó una Unidad de Género (VIDGen). Este organismo, conformado en su mayoría por mujeres, busca visibilizar y contribuir a disminuir las brechas existentes en el campo científico-tecnológico al interior de la universidad.
Sobre esta labor, la jefa de la VIDGen, Catalina Lamatta, comenta que desde la Unidad están “trabajando en el diseño de un diagnóstico en la Universidad, que permita entregar insumos, con perspectiva de género, a la comunidad universitaria y en particular a las académicas para hacer frente a esta realidad que afecta a tantas mujeres”.
Hacia una corresponsabilidad social
Con la problemática que enfrentan diferentes mujeres durante la pandemia, el foco ya no se centra solo en valorizar los cuidados, sino que, en la necesidad de redistribuir la carga, tanto entre hombres y mujeres, como entre las familias y la sociedad en su conjunto. Se requiere una nueva distribución del trabajo y que a nivel de cada territorio exista un sistema nacional de cuidados.
La idea que busca un enfoque de igualdad de género al momento de distribuir la responsabilidad en el cuidado apunta a la corresponsabilidad social. En este sentido, la Dirección de Igualdad de Género de la Universidad de Chile (DIGEN) ha trabajado una Política de Corresponsabilidad Social, que reconoce las labores de cuidado como una necesidad, que debe ser compartida entre el Estado, el sector privado, las familias, los hogares, y asumida equitativamente entre hombres y mujeres.
Fuente: Universidad de Chile