Una asamblea de trabajadoras para organizarnos en tiempos de pandemia


“Cuido a mis hijes, sostengo a mis padres, limpio, plancho, acompaño a mis hijes en las tareas de la escuela, sostengo espacios de organización y mucho más”, expresaron las trabajadoras reunidas en Asamblea. En tiempos del COVID19 la vida se volvió virtual, asola nuestras existencias y nos recluye lejos de la vida que conocíamos. Trabajo, familia, amigas, amigos y relaciones sociales en general parecen haberse instalado en otra dimensión. La cuarentena nos confinó en un espacio doméstico que para una gran parte de la población tiene distintas implicaciones.

Las mujeres quedaron recluidas dentro del histórico ámbito doméstico, donde las tareas de cuidado se han multiplicado al tiempo que el trabajo remoto se vuelve ilimitado. ¿Cuáles son los protocolos de cuidado para las trabajadoras remotas? Su trabajo también parece ser esencial, pero invisible, no genera un salario pero, ¿quién se beneficia con su producto? Eso que llaman amor es trabajo no remunerado y en este momento se multiplica al infinito.

Asamblea de Trabajadoras

En este contexto de pandemia, el trabajo se realiza de manera remota, desde el hogar, y se suma a las tareas de cuidado que está a cargo de las mujeres. Unas jornadas que parecen no tener límites, ya que lo laboral y lo doméstico se mezclan de manera ilimitada y cuando no queda espacio para otra cosa.

En la Asamblea de Trabajadoras en Tiempos de Pandemia evaluaron, mapearon, tejieron solidaridad y resistencia frente a las implicaciones del teletrabajo en la vida de las trabajadoras. Se realizaron reuniones con la participación de hasta 700 mujeres, donde se escucharon las voces de trabajadoras de distintos ámbitos, organizadas, independientes con distintos oficios y actividades de todo el país. Se expresaron sobre el tratamiento de la Ley de Teletrabajo: “Nuestros derechos no están en cuarentena, legislar sobre nuestro trabajo no puede hacerse de manera express”.

 

Desde Marcha consultamos con integrantes de la Asamblea y de la Mesa de Virtualidad y Teletrabajo, que expresaron el resultado de una posición colectiva sobre las limitaciones y ausencias en este debate. “Legislar en contexto de emergencia corre el riesgo de dejar afuera algunas voces. El debate se dio con tanta celeridad que también fue algo que en algunos sectores y sindicatos no estaba trabajado de la misma manera. Un ejemplo de esto fue la primera reunión informativa que tuvo la Comisión de Legislacion del Trabajo, donde estuvieron los principales representantes sindicales, hubo 15 dirigentes sindicales varones y dos diputadas. Hubo disparidad y una asimetría en las voces. No hubo trabajadoras, delegadas sindicales, ni especialistas en temas de cuidado”.

Desde la Asamblea, advirtieron sobre las ausencias: “no hubo voces feministas en el debate, no hubo mención de cómo se iba a tratar el acceso al teletrabajo en personas trans, en travestis. En la celeridad en que se llevó adelante el debate quedaron afuera voces, estuvieron ausentes los feminismos”. Sintetizaron además, que “el abordaje express de la regulación del teletrabajo puede quitarle profundidad a cuestiones más nutridas y fortalecidas, sobre todo en los artículos que se relacionan con el Regimen de Cuidados, ya que insistimos en la corresponsabilidad de los cuidados”.

Agregaron: “muchos diputados hicieron mención que había que conciliar la vida familiar, nosotras desde los feminismos venimos diciendo que no, que hay que hablar de corresponsabilidad de los cuidados, de actores diferentes que tienen responsabilidad social en el cuidado y creemos que este rápido tratamiento le quitó profundidad a ese punto… Una discusión cara dentro del feminismo si pensamos en cómo se cuestiona la esfera de la producción y la reproducción y la convivencia y la sobrecarga que tienen las mujeres con el trabajo domestico y no remunerado”.

Invisibles tareas de cuidado

Home office o teletrabajo es presentado por las empresas como una modalidad flexible de trabajo. El beneficio de trabajar desde el domicilio, sin tener que movilizarse, sin gastar tiempo y dinero en viajes y en todo el andamiaje que implica ir a trabajar. Sin embargo, detrás de esta flexibilidad sin regulaciones legales, se esconden los reales beneficios para las empresas que no necesitan el espacio físico de trabajo y ocupan a las y los trabajadores en tiempos descontrolados y con exigencias que no son remuneradas a la par y que no tienen reglas claras que protejan los derechos de trabajadoras y trabajadores.

Desde antes de la pandemia, el teletrabajo había obligado a considerar un Proyecto de Ley para evitar abusos y preservar derechos laborales. El texto que obtuvo media sanción regula las modalidades del teletrabajo. Confiere iguales salarios que el trabajo presencial, regula la jornada laboral, regula el derecho a la desconexión sin sanciones por parte de la parte empleadora, regula el descanso, la administración de las herramientas de trabajo, compensación de los gastos que resultan por esta modalidad laboral, el derecho a la intimidad, protección de datos entre las regulaciones más importantes.

Las investigadoras feministas muestran la desigualdad en el riesgo psicosocial en el caso de las mujeres, intentando llevar adelante todas sus tareas junto a la vida familiar. Las tareas de cuidado históricamente naturalizadas e invisibilizadas como quehaceres femeninos, sacralizados por un sentido común patriarcal confinó a las mujeres, se apropió de su fuerza de trabajo y las alejó de otras posibilidades de desear, hoy vuelve a ponerse en primera plana por las propias mujeres.

El aislamiento social obligatorio se transformó en trabajo que se multiplica exponencialmente sin horarios definidos, en un tiempo continuo que no sabe ni de las ocho horas laborables, ni de fines de semana. “¿Quién se apropia de nuestra fuerza de trabajo? ¿Quiénes se benefician con la extensión de la jornada laboral? ¿Quiénes se apropian de nuestro tiempo libre?”. Son algunas de las preguntas que plantearon en las Asambleas de Trabajadoras, organizadas por la Escuela de Feminismo Popular Norita Cortiñas y la Asociación Argentina Historia de las Mujeres y Estudios de Género (AAIHMEG).

Con el lanzamiento de la campaña “Teleorganizadas en el COVID Capitalismo”, que se gestó durante los encuentros asamblearios de trabajadoras se expresan: “Todas nosotras estamos en la primera línea, ponemos el cuerpo diariamente y con nuestros trabajos el mundo sigue funcionando, aún en este tiempo trastocado. Para muchas de nosotras, las que hacemos trabajo remoto, las que sumamos horas de trabajo a nuestra jornada laboral, las reprecarizadas, las que asistimos a otres sin equipos que nos protejan, las que no hemos alcanzado a recibir los subsidios, las que estamos racializadas, las que cuidamos sin retribución, las que icenciadas no cobramos salarios, sabemos que el futuro del trabajo ya llegó para nosotras, imponiendo condiciones laborales sin regulación ni derechos. Para el COVID CAPITALISMO nos han recetado VIRTUALIZACION FORZADA”.

Las mujeres trabajadoras de distintos ámbitos han sido licenciadas por tener hijes menores o por integrar grupos de riesgo, otras hacen trabajo remoto o son las que ya se dedicaban a tareas de cuidado, “muchas siguen trabajando por temor a perder el trabajo o que se les mida la productividad”, para todas ellas se profundizaron condiciones de gran desgaste y sufrimiento.

Trabajo de plataformas

En la Asamblea también trataron el trabajo de plataformas que no está aislado del teletrabajo y el trabajo digital. Para esta modalidad de trabajo también desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. se impulsó el tratamiento express en la Legislatura, en la Comisión de Transporte, de una ley que regule la actividad. También se dejaban afuera las distintas voces de les trabajadores en el tratamiento de una legislación que afecta directamente sus derechos.

Una actividad que está compuesta por una gran cantidad de migrantes, que pedalean la ciudad, que en su mayoría reparten comida que fueron considerades trabajadores esenciales, que no cuentan con protocolos de seguridad con ninguna protección por parte de estas empresas: Glovo, Rappi, Uber, Pedidos Ya, entre otras. Esta legislación que pudo ser frenada cargaba sobre les propies trabajadores la responsabilidad y obligaciones y eximia a las empresas de responsabilidades y derechos laborales.

También la Asamblea se manifestó contra este tratamiento exxpress de corte neoliberal. La forma de tratamiento con leyes tan sensibles tiene que incluir todas las voces. Las mujeres que entregan delivery son las más perjudicadas porque son las que tienen a sus pibes todo el tiempo en sus casas.

La Asamblea se reúne los jueves a las 17 y genera trabajo y reflexión sobre la pandemia en tres ejes distintos: profundización de las violencias en contextos de cuarentena; derechos y condiciones laborales como trabajadoras esenciales para la sostenibilidad de la vida, y como trabajadoras haciendo empleo remoto o teletrabajando desde nuestras casas. Estas asambleas continúan, porque es necesario poner en evidencia la serie de vulneraciones y tejer redes para resistir y abrazarnos en tiempos de pandemia.

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