Inundadas están en estos días las páginas de los diarios, y las pantallas de los noticieros, con imágenes y crónicas de la tragedia que se vive en algunas ciudades de nuestro litoral, a raíz del incremento del nivel de los ríos que, así como supieron alimentarnos, y hasta darnos nuestra identidad, también se llevan puestos sueños, historias, casas, vidas…
Lo que no abunda en los medios en este fin de año, son los análisis que permiten entender las vinculaciones entre el avance del modelo agroindustrial y estos “desbordes fluviales”…
Son pocos quienes han puesto en el debate los procesos de deforestación que se vienen dando en nuestros territorios a partir de la voracidad del “modelo agroindustrial” que, cual gigante famélico, exige mas y mas “espacio” para “seguir haciendo crecer la economía”, sin importar el costo que esto tenga..
Costo en refugiados ambientales que expulsados de sus históricos lugares son empujados a vivir en conglomerados suburbanos, desarraigados, transculturalizados, despojados de sus historias, de sus prácticas, de su salud, de sus vidas…
Costo en salud perdida por quienes ya no pueden encontrar su alimento en su patio, en su huerta, en su monte (porque ya no tienen patio, no tienen monte, no tienen…), y bien sabemos que la mejor medicina es un alimento sano… Costo en calidad de vida que no se recupera, cuando no hay mas lugar para siestear a la sombra del monte, o a la vera del arroyo que hoy está si no seco, cargado de tóxicos y otros “excipientes” de ese modelo agroindustrial que genera tanta divisa para tan pocos, que luego les resulta necesario “Invertir”… y entonces las ciudades, donde ahora vive mas gente, se transforman en el nuevo territorio a conquistar…
Así, los seres humanos somos empujados a apiñarnos…así las ciudades se alejan cada vez mas de ese cuerpo colectivo que facilitaba los vínculos humanos, estimulando la autonomía a partir del reconocimiento de la necesidad de andar con otros para poder ser, y se acercan a esas cajas de cemento, caracterizadas por esas fálicas estructuras que se asemejan mas a los viejos panteones que a una vivienda digna…
Poco a poco un sistema de organización social basado en la competencia, en el individualismo, en el sálvese quien pueda, fue moldeando la fisonomía de las ciudades hasta convertirlas en nolugares donde el aire es irrespirable, el calor insoportable, las aguas bajan turbias y ácidas del cielo, y ya no son absorbidas por la tierra sepultada por asfaltos y torres que ocupan el espacio en el que ayer había árboles y plantas en los fondos, que daban sombra, refrescaban, absorbían las lluvias, ofrecían alimentos.. hoy en su lugar hay cocheras, preparadas para guardar los autos que necesitan del combustible, que al hacer explosión liberan gases dañinos para la salud, por irritantes, por cancerígenos, por su impacto sobre el calentamiento global, por su acción como disruptores endócrinos…
Donde había fondos hay cocheras.. donde había árboles y tierra, hay autos.. donde había sol, hay sombras y humedades.. donde había brisas y aromas de floraciones, hay gases tóxicos… donde había territorios para vivir, hay “ciudades modernas”…
El mundo vive un proceso de Calentamiento Global tan innegable y tan dañino y amenazante para la vida, que hasta el mismo Papa Francisco I, se vio obligado a hacer un llamamiento para frenar esta demente marcha hacia el suicidio colectivo.
La ONU viene convocando a Cumbres Mundiales para evaluar que hacer ante éste, que ha sido considerado como el principal problema colectivo mundial. El Calentamiento Global nos está abrasando literalmente…
Rosario, que nació a la vera de una extraordinaria fuente de vida, de frescura, de oxigenación, como es el río Paraná, sufre el calor propio de quien decidió “blindar” la costa con edificios que no solo cortan los vientos capaces de enfriarla, sino que aumentan las superficies de cemento refractario de calor, incrementan las necesidades de climatizaciones a costa de consumos energéticos que en su producción son causantes de fenómenos contribuyentes al Calentamiento Global…
Los vecinos del centro de la ciudad, vienen siendo víctimas en los últimos 20 años, de una invasión de sus espacios, a manos del mercado y la especulación inmobiliaria… el Municipio, a través de oficinas como Obras Particulares y Planeamiento Urbano, ha sido partícipe necesario de este proceso patologizante de la ciudad.
Como ejemplo vale comentar que el sol ya no acaricia en invierno los interiores de las pocas casas que sobreviven en algunas cuadras como la de Brown al 1600.. pero en verano tampoco el fresco viento del Paraná, que se encuentra tan solo a 50mts, llega a estos hogares… un muro de cemento los ha condenado a no tener nada de esto…
y como si el cemento y la densidad poblacional no fuese ya suficiente, los únicos dos lotes que aún no son parte de ese insustentable modo de apiñarse para subsistir, donde viven hace años familias que pretenden aportar a una ciudad saludable, poniendo techos verdes a sus casas, sosteniendo sus modestas huertas urbanas, impulsando la movilidad pública, hoy se ven amenazadas por una posible nueva autorización de Obras Particulares para levantar al frente de ese lote un edificio de 12 pisos y al fondo del lote otra torre de 3 pisos, que terminaría de sepultar en cemento a las dos familias que viven en los lotes del centro de la manzana.
Evidentemente, para las autoridades Municipales, esta cuadra ya no es parte de “la mejor ciudad para vivir”…
Movimientos sociales vienen trabajando para repensar lo pensado y construir una ciudad mas humana de verdad. Algunos concejales ya han levantado su voz, denunciando el despropósito de seguir autorizando el avance del mercado inmobiliario sobre los derechos de los vecinos. ¿Cuanto falta para que las autoridades municipales recuperen su capacidad de relacionar, y se den cuenta que viajar a los foros internacionales de cambio climático, de sustentabilidad, implica mucho mas que salir en una foto, o firmar declaraciones rimbombantes, y definan hacer de la coherencia entre el decir y el hacer su praxis cotidiana frenando las autorizaciones de edificios en lugares que afectan la vida de los vecinos?
Dice el maestro Carlos Galano en sus extraordinarios encuentros con los estudiantes de Medicina de la UNR, en la Materia Salud Socioambiental, “El espacio ha sido el gran ausente durante los tiempos modernos… Ocurre que el espacio en la modernidad està sometido a la Lógica de Mercado… El territorio fue condenado a ser un concepto vacío. Tanto el territorio del propio cuerpo como el territorio de los suelos solariegos..”
Sería importante parar ya con las miradas fragmentadas que nos muestran las inundaciones en las ciudades del litoral, como ajenas a las deforestaciones y al modelo agroindustrial, y a este sin vinculación con los refugiados ambientales y la transformación de nuestras formas de vivir, enfermar y morir. Quizás sea hora de animarnos a pensar holísticamente y entender que el incremento de cemento en las ciudades, la desaparición de los fondos y las veredas con tierra y árboles, está vinculado con el incremento de temperaturas en las ciudades y la imposibilidad de las noches y las lluvias para enfriarlas..
La locura del “boom” inmobiliario, promovido por el “Boom” de la soja, ha desnudado también, a partir del “boom” de la droga, el resultado del sinsentido que hoy tienen las vidas de los jóvenes sin historias, sin lugares, sin territorios, sin futuros, hijos de los refugiados ambientales que desde hace 20 años fueron artífices del proceso migratorio mas aberrante que hayamos vivido en el último medio siglo en la región.. El extraordinario documental “Rosario, ciudad del boom, ciudad del bang”, muestra sin aditivos esta realidad.
Tantos años, tantas generaciones, tanto empuje a fragmentarnos, que hemos perdido la capacidad de relacionar lo que en la realidad está relacionado…
Y así estamos…desterritorializados…
y por el agua, por el cemento, por los gases, por la violencia, por la droga, por la enfermedad… INUNDADOS.
Director del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Cs Médicas de la UNR
Rosario, diciembre de 2015
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NI UNA MUJER MENOS, NI UNA VIOLENCIA MÁS