Desigualdad laboral en Argentina | Las mujeres representan el 71% de lxs trabajadorxs de la salud pero solo ocupan el 25% de las direcciones ejecutivas en las instituciones hospitalarias


Pese a ser mayoritarias en las plantillas de los servicios de salud, las mujeres están infrarrepresentadas en los servicios de salud.

Las mujeres son minoría en los cargos de responsabilidad. Es decir, menos de 3 de cada 10 cargos. Tanto en el Ministerio de Salud y los ministerios provinciales, como en las principales carreras de medicina del país y en los gremios y asociaciones médicas. El porcentaje sube entre las direcciones asociadas, donde la participación de las mujeres se incrementa al 41% pero tampoco se llega a la paridad.

La investigación Mujeres Profesionales en Ámbitos Hospitalarios revela que «En Argentina, el empleo en el ámbito de la salud, tanto pública como privada, es mayoritariamente femenino. Las mujeres representan el 71% de los/as trabajadores/as del sector» sin embargo esa participación no se refleja en los cargos jerárquicos donde menos de 3 de cada diez puestos son ocupados por mujeres.

Los datos surgen de la investigación realizada por la Agremiación Médica Platense (APM) y el Instituto de Políticas Sociales para Argentina (IPSOAR) y confirman que «El sector salud es un sector que históricamente tuvo una fuerte presencia de mujeres, principalmente en las tareas semi-calificadas con mayor carga de cuidado, como la enfermería. Sin embargo, en las últimas décadas asistimos a un proceso que se llamó de ‘feminización profesionalizada’, que refiere al aumento de la proporción de mujeres profesionales, sobre todo médicas.» (picar acá para ver el informe completo en pdf: Mujeres profesionales en ámbitos hospitalarios)

El objetivo de este estudio es observar la distribución de cargos entre varones y mujeres en los hospitales públicos y privados de la ciudad de La Plata y en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (en adelante, UNLP) pudiendo dar cuenta, desde una perspectiva de género, de las diversas barreras de orden simbólico y material que producen una brecha en la accesibilidad a los cargos jerárquicos de estas instituciones, en detrimento de las mujeres.

El Dr. Jorge Cruz Varallo, presidente de APM, explica que «Esta ampliación del cupo femenino de manera continua y sostenida se contrapone a las posibilidades de especialización que enfrentan las médicas. La especialización marca una desigualdad a la hora de acceder a puestos jerárquicos en la carrera laboral. La distancia con los varones médicos tiene que ver, según estudios, con las dificultades que enfrentan las médicas para realizar residencias en un contexto en que la edad promedio de ingreso es entre los 27 y 29 años, que es cuando muchas mujeres transitan procesos de embarazo y maternidad. Para acceder a un puesto de decisión, en especial en una institución hospitalaria, se demanda pertenecer a la planta permanente, y esto es más factible hacerlo con una especialidad. Además, expresa que el aumento de la proporción de mujeres profesionales en el ámbito de la salud, no ha significado un aumento en la proporción de mujeres que ocupan cargos jerárquicos en dichas instituciones.»

En el mismo sentido la investigación refleja que “La Estrategia de Recursos Humanos para el Acceso Universal a la Salud y Cobertura Universal de Salud, aprobada por el Consejo Directivo de la OPS en septiembre de 2017, considera la creciente feminización de los recursos humanos en el sector, y recomienda incorporar la perspectiva de género y las necesidades de las trabajadoras en los nuevos modelos de organización y contratación en los servicios de salud.” (PNUD, 2018, 46)

El objetivo del estudio es observar la distribución de cargos entre varones y mujeres en los hospitales públicos y privados de la ciudad de La Plata y en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP pudiendo dar cuenta, desde una perspectiva de género, de las diversas barreras de orden simbólico y material que producen una brecha en la accesibilidad a los cargos jerárquicos de estas instituciones, en detrimento de las mujeres.

Unidades de observación
Hospitales públicos provinciales de la ciudad de La Plata:
• Hospital Subzonal Especializado “Dr. José Ingenieros”
• Hospital Subzonal Especializado “Dr. Ramos Mejía”
• Hospital Especializado Local “San Lucas”
• Hospital Interzonal Especializado en Agudos y Cronicos “Dr. Alejandro Korn”
• Hospital Zonal General de Agudos “Dr. Ricardo Gutiérrez”
• Hospital Interzonal de Agudos Esp. en Pediatría “Sor María Ludovica”
• Hospital Interzonal General de Agudos “San Roque”
• Hospital Interzonal General de Agudos “Gral. José de San Martín”
• Hospital Interzonal General de Agudos “Profesor Dr. Rodolfo Rossi”
• Hospital Subzonal Especializado “Elina de La Serna de Montes”
• Hospital Interzonal Especializado de Agudos y Crónicos “San Juan de Dios”
• Hospital Zonal Especializado “Dr. Noel H. Sbarra”
• Hospital Interzonal Especializado en Toxicología y Salud Mental (ex “Reencuentro”)
• Hospital Zonal Especializado en Odontología Infantil “Dr. A. M. Bollini”
• Instituto de Hemoterapia
• Dependencias del CUCAIBA
Clínicas y sanatorios privados de la ciudad de La Plata:
• Sanatorio Argentino
• Instituto del Diagnóstico
• Instituto Médico Platense
• IPENSA
• Hospital Italiano
• Instituto Médico Mater Dei (solo personal no jeráquico)
• Hospital Español (solo personal jerárquico)
Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de La Plata

Distintas corrientes teóricas impulsadas por movimientos de mujeres y feministas en todo el mundo, convergieron para abrir un espacio de investigación sobre el mundo del trabajo desde una perspectiva de género. Con el objetivo de dar cuenta de las realidades diversas que dentro de la división internacional y sexual del trabajo atraviesan los espacios laborales latinoamericanos.
Por un lado, los debates acerca del “desarrollo” en los años ´80 y la emergencia del paradigma del desarrollo humano como crítica al concepto economicista del desarrollo, que permeó no sólo al movimiento de mujeres y feminista sino también canalizó la crítica de los movimientos ambientales.
Las teorías y políticas del desarrollo han sido criticadas por no dar cuenta de la problemática de las mujeres como problema de desarrollo, por no incluir a las mujeres y no incorporar la perspectiva de género en la investigación. Al principio fueron análisis y estadísticas por información por sexo, posteriormente, la inclusión de la perspectiva de género, hizo visible estadísticamente a las mujeres. (LAGARDE, 1996)

Por otro lado, las críticas de los feminismos radical y socialista al marxismo ortodoxo, que permitieron pensar la funcionalidad del trabajo doméstico (reproductivo) como engranaje fundamental del capitalismo desde su etapa de acumulación originaria y dieron origen a diversas corrientes de economía feminista, que pusieron el foco de investigación en las desigualdades del mundo del trabajo y en las principales problemáticas asociadas.
Las distintas críticas al modelo patriarcal de desarrollo dieron lugar a la emergencia de conceptos como “paridad de género”, “brecha salarial”, “techo de cristal”, “segregación vertical”, “segregación horizontal”, conceptos que tanto en economía como en política nos permiten visibilizar las desigualdades existentes entre varones y mujeres en la esfera pública de nuestras sociedades.
Existe un consenso generalizado en la idea de que la exclusión o la subrepresentación de las mujeres distorsiona y sesga el desarrollo y degrada las democracias latinoamericanas.

Desigualdad laboral en Argentina
– Antecedentes
Con la restitución de la democracia en Argentina y la del Estado de Derecho comenzó un proceso de inclusión de las mujeres en la educación superior que fue in crescendo.
Según recoge un estudio de PNUD (2018) “Las argentinas tienen actualmente mayores tasas de matriculación y de ingreso y menor tasa de sobreedad que los varones.
Además, la participación económica femenina se ha incrementado marcadamente y alcanza a casi 7 de cada 10 argentinas entre 25 y 64 años.” (PNUD, 2018, 1)
A partir de los años ´80, en América Latina asistimos a un proceso que se ha denominado de “feminización del mercado laboral” que implica que la tasa de empleo de las mujeres ha aumentado, aunque sigue siendo inferior en relación a los varones. En Argentina este proceso tuvo que ver con el avance del sector servicios y actividades terciarias producto de la reestructuración económica que introdujo el golpe cívico – militar de 1976, y que se acentuó en los años ´90.
“A principios de los años ’90 la participación femenina en el mercado de trabajo urbano se ubicaba alrededor del 37,3%, mientras que en el primer trimestre del año 2004 ascendía al 49,2%” (DURE, COSACOV, DURSI, 2009, 2)

Además del aumento en el acceso a la educación superior y la reestructuración global de la economía en favor de sectores donde las mujeres tuvieron mayor acceso; la aceleración del ingreso al mercado laboral por parte de las mismas en los años ´90 estuvo determinada por estrategias familiares vinculadas al aumento del desempleo y al deterioro de los salarios reales.
Sin embargo, la desigualdad de género en la inserción en el mercado laboral persiste. Una proporción importante de las trabajadoras continúa desempeñándose en trabajos más precarios, inestables, con menor cobertura formal y menores salarios que los de sus pares varones. Estas desigualdades
se dan en dos direcciones, por un lado, una inserción en ámbitos diferenciados, por otro lado, una participación ocupacional “segregada verticalmente”. (PNUD, 2018)
Segregación vertical o “techo de cristal” refiere a una “barrera invisible en la carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar. Este concepto ha sido descrito por algunas estudiosas de la sociología y la economía referido al trabajo femenino, particularmente en los países anglosajones, que hacia mediados de los años ´80 del siglo XX se preguntaron por qué las mujeres estaban subrepresentadas en los puestos más altos de todas las jerarquías ocupacionales.
Es utilizado para analizar la carrera laboral de mujeres que habían tenido altas calificaciones en sus trabajos, gracias a su formación educativa superior. Sin embargo, su experiencia laboral indica que en determinado momento de sus carreras se encuentran con ese tope.” (GAMBA, 2007, 310-311)

Esta barrera invisible se constituye de distintas dimensiones:
1. las responsabilidades domésticas y el cuidado de los niños: La dedicación horaria de los puestos más altos en la mayoría de los espacios laborales está diseñada por lo general dentro de un universo de trabajo masculino, e incluye horarios que habitualmente no están disponibles para las mujeres, dado que por lo general este grupo de mujeres también desempeña roles domésticos como madres, esposas y amas de casa.
2. el nivel de exigencias: en sus carreras laborales se les exige más que a sus pares masculinos.
3. los estereotipos sociales: modelos de conducta preestablecidos que paralizan la carrera laboral de las mujeres. Los estereotipos de género se convierten en poderosos obstáculos subjetivos para las mujeres.
4. la percepción que tienen de sí mismas las propias mujeres: la falta de modelos femeninos con los cuales identificarse lleva a este grupo generacional a sentir inseguridad y temor por su eficacia cuando acceden a lugares de trabajo tradicionalmente ocupado por varones. (GAMBA, 2007, 311-312)

Las mujeres en el sector salud
– Feminización profesionalizada
El sector salud respecto a la equidad de género presenta un desafío relevante, no solo por ser un sector clave en el desarrollo de nuestras sociedades sino también por ser un sector históricamente feminizado.
La salud se diferencia del resto de actividades por el tipo de servicio que brinda. Es un sector que emplea mano de obra intensiva, especialmente entre los/as profesionales, presta un servicio de alta repercusión social y posee recursos humanos altamente calificados (AZPIAZU, 2016)

El aumento de mujeres médicas, fenómeno que denomina «feminización profesionalizada”, transformó la naturaleza de la feminización histórica del sector, que se caracterizaba por una presencia mayoritaria de mujeres entre técnicos/as y operativos/as. Dentro del conjunto de las mujeres profesionales, una de cada cuatro pertenece a este sector. (PNUD, 2018)

“La tendencia que se infiere es un crecimiento muy importante en la proporción de mujeres profesionales en 1980 representaban cerca de 3 de cada 10 puestos, mientras que en 2016 la cantidad prácticamente se duplicó y alcanza al 59,3%.” (PNUD, 2018, 10)
Las mujeres actualmente, son mayoría en el total de estudiantes de las carreras de Medicina del país. Este fenómeno se manifiesta en todas las instancias del ciclo universitario y sugiere una tendencia expansiva en los próximos años.
No sólo hay más mujeres estudiantes, sino que se gradúan en mayor proporción y las inscriptas también son mayoría.
En el año 2016 el 55,7% de las mujeres de la salud completaron sus estudios terciarios o universitarios, lo cual representó un 35,2% de incremento en relación al año 2003. Más de la mitad de las trabajadoras del sector completó sus estudios superiores, una diferencia de más de 20 puntos porcentuales respecto al conjunto de las mujeres ocupadas y la brecha en relación a los varones se redujo a más de la mitad.

“El proceso de feminización se intensifica con las médicas que hoy tienen alrededor de 50 años, que ingresaron a la universidad en el comienzo del restablecimiento democrático, se afianza entre las médicas entre 30 y 40 años, y se consolida entre las menores de 30.” (PNUD, 2018, 35)

-Registración y estabilidad laboral
Junto a este proceso de profesionalización, los avances en la registración para el conjunto de los/as trabajadores/as del sector y en la estabilidad laboral coadyuvaron para la mejora de  indicadores como la brecha de ingreso y el acceso a puestos de decisión.
El 77% de las mujeres asalariadas del sector están registradas, dato que sobresale respecto al porcentaje de mujeres registradas en el conjunto de la población ocupada con una diferencia de 14 puntos porcentuales. Asimismo, la actividad explica el 8% del empleo femenino de todo el país, mientras que para los trabajadores varones explica el 3%.
“Entre 2003 y 2016, hubo un incremento en el porcentaje de trabajadoras del sector salud registradas de 35,7 puntos porcentuales. Este aumento fue parte de una mejora que influyó también en los varones del sector, quienes incrementaron su nivel de registración en una magnitud similar. Si bien la proporción de varones con aportes jubilatorios aún es mayor, la brecha entre ambas coberturas se redujo a más de la mitad en el período bajo estudio, del 13% al 5%.” (PNUD, 2018, 15)
Esta diferencia del 5% tiene implicancias en la brecha de ingreso total entre las mujeres profesionales y sus contrapartes varones.
Respecto a la antigüedad y estabilidad laboral se observa que 6 de cada 10 mujeres se desempeñan desde hace al menos 5 años en sus trabajos.
“Entre las mujeres de la población ocupada, menos de la mitad tienen 5 años de antigüedad. Entre los varones del sector salud, el porcentaje con 5 años de antigüedad es aún más alto, si bien la brecha de género también se redujo, al igual que en la registración, en el período 2003-2016 en una magnitud similar, del 16% al 6%.” (PNUD, 2018, 17)

Los avances en la registración y los años de antigüedad de las mujeres de la salud no solo mejoraron su situación laboral, debido a la implementación efectiva de sus derechos en términos de la seguridad social y la estabilidad de sus puestos, sino también en relación a otros dos indicadores: la brecha de ingresos y el acceso a puestos de decisión.

-Segregación horizontal- Especialización
Las posibilidades desiguales de especialización también marcan una desigualdad a la hora de acceder a puestos jerárquicos en la carrera laboral. Para acceder a un puesto de decisión, en especial en una institución hospitalaria, demanda pertenecer a la planta permanente, y es más factible hacerlo con una especialidad.
“Son las mujeres quienes, a pesar de ser una amplia mayoría entre los graduados, se especializan en menor proporción. Hay más médicas jóvenes sin especialidad no solo respecto a médicas de mayor edad, sino también a sus contrapartes varones de la misma edad. Esta tendencia se manifiesta en la expansión de la base de las mujeres no especializadas entre las más jóvenes.” (PNUD, 2018, 36)
Esta distancia entre mujeres y varones médicos tiene que ver según estudios, con las dificultades que enfrentan las mujeres para realizar residencias en un contexto en que la edad promedio de ingreso es entre los 27 y 29 años, edad en que muchas mujeres transitan procesos de embarazo y maternidad.
Ciertos elementos constitutivos de las residencias suelen presentar mayores dificultades para las mujeres:
“Las residencias son un proceso formativo tradicionalmente diseñado por varones y pensado para ser transitado por sus congéneres. Las prolongadas jornadas laborales, las guardias periódicas, los tratos diferenciales entre géneros y la duración del proceso formativo muchas veces ponen a las mujeres en la
disyuntiva de optar por realizar la residencia o una formación de posgrado alternativa, como la especialidad universitaria o la concurrencia, que implican cargas de trabajo menores.” (PNUD, 2018, 36-37)
El proceso de feminización se produjo a diferentes ritmos en las distintas especialidades.
“De 72 especialidades certificadas, en 30 hay predominancia de mujeres y en 40 de varones. Entre las especialidades feminizadas, en 12 de ellas las mujeres representan al menos el 70%, mientras
que en las masculinizadas la concentración es mayor: en 19 especialidades al menos el 70% son médicos varones”. (PNUD, 2018, 34)

Esta distribución no es aleatoria, las especialidades masculinizadas tienen mejores remuneraciones y se vinculan con características estereotipadamente masculinas.
“Detrás de esta división, no sólo se reproducen y refuerzan determinados estereotipos de género, sino que las especialidades en las que predominan las mujeres son aquellas que están orientadas al cuidado de la salud de las propias mujeres, o bien las involucran desde su rol de madres. Por ejemplo, las mujeres son mayoría en nutrición, dermatología, pediatría, ginecología, neonatología, obstetricia.” (DURE, COSACOV, DURSI, 2009, 15)

– Segregación vertical o “techo de cristal”
Con los datos que se tienen hasta el 2018, principalmente de la Provincia de Buenos Aires, las brechas en el acceso a puestos de decisión son especialmente marcadas entre las y los médicos.
“En este contexto, se experimentaron mejoras entre los años 2003 y 2016. Si bien no han sido impulso suficiente para promover la paridad en las tareas de mayor responsabilidad y jerarquía, se incrementó el porcentaje de mujeres jefas y directoras de un 3,9 al 6,2%.” (PNUD, 2018, 21)
Tanto en el Ministerio de la Nación y los ministerios provinciales,
como en las principales carreras de medicina del país y en los gremios y asociaciones médicas, las mujeres son minoría en los cargos de responsabilidad.
“Los datos de la provincia de Buenos Aires son elocuentes: las mujeres solo ocupan el 25% de las direcciones ejecutivas en las instituciones hospitalarias. Es decir, menos de 3 de cada 10 cargos. Entre las direcciones asociadas, la participación de las mujeres incrementa al 41%. De todas formas, aun en las direcciones asociadas no se alcanza la paridad.” (PNUD, 2018, 38)
En relación a las sociedades o asociaciones profesionales médicas a nivel nacional, aquellas en especialidades feminizadas son más permeables a la participación de mujeres en sus comisiones directivas. En su gran mayoría, las comisiones están compuestas por mujeres y en varias de ellas se presentan situaciones de paridad. Sin embargo, los puestos de presidente y vicepresidente en general son ocupados por médicos varones, incluso en especialidades que se encuentran entre las de mayor nivel de feminización, como dermatología pediátrica y endocrinología pediátrica. En las sociedades de especialidades masculinizadas, las barreras de entrada se intensifican y la presencia de mujeres en cargos directivos es generalmente marginal. En varias de ellas, las comisiones directivas son ocupadas exclusivamente por varones.
Por último, en los principales gremios médicos a nivel nacional las comisiones directivas están conformadas por mayoría de varones, y las mujeres tienden a tener cargos de menor jerarquía. Como se observa en los datos de Ciudad de Buenos Aires:
“En el Sindicato Único de Trabajadores de Buenos Aires (SUTECBA), que nuclea la mayor cantidad de agentes del Escalafón General, hay 13 secretarías, de las cuales solamente una está ocupada por una mujer, la Secretaría de la Mujer. El Comité de Presidencia de la Asociación de Médicos Municipales (AMM) tiene 13 cargos, de los cuales 4 están ocupados por mujeres, sin ser por supuesto los de mayor jerarquía. Los presidentes de las filiales de los hospitales son 29, de los cuales 23 son varones y 6 mujeres, pertenecientes las mismas a efectores pequeños en cuanto a cantidad de personal. No encontramos ninguna mujer en los hospitales generales de agudos ni en los pediátricos.” (DURE, COSACOV, DURSI, 2009, 15)
Un estudio dirigido por Estensoro, E. (2018) titulado “Disparidad de género en el personal en UCI en Argentina” realizado en el ámbito de las Unidades de Cuidados Intensivos de todo el país refleja este fenómeno que se denomina “segregación vertical” o “techo de cristal”. El estudio constó de 104 encuestas completadas, que incluye un universo de 2186 médicos/as de las UCIs, donde el 44% de los/as son mujeres. En las mismas se registraron la distribución por género de los diferentes niveles jerárquicos, la certificación de la junta y las características del hospital. Entre los resultados se ve que la participación de la mujer disminuye a medida que aumenta la responsabilidad: solo el 23% de las mujeres son jefas de departamento.

– Ámbito público/privado
El sector privado es, en la actualidad, el principal empleador de las y los trabajadores de la salud en su conjunto. Registra aproximadamente diez mil establecimientos en el país que representan algo más del 60% sobre el total sectorial.
“En 2016, el 65,1% del total de las mujeres del sector salud y el 56,5% del total de los varones se desempeñaban en establecimientos privados. La distribución entre mujeres y varones alcanzaba el 73% entre el total de las y los trabajadores en el ámbito privado y el 65,1% en el ámbito estatal.” (PNUD, 2018, 17)
Si comparamos estos porcentajes con los que corresponden al conjunto de la población ocupada se observa que la concentración de mujeres y varones en el ámbito privado es mayor (el 78,9% y el 86% respectivamente), por lo cual, comparativamente, el sector salud presenta una proporción importante de trabajadores/as en el ámbito estatal.

– Brecha de ingresos
La brecha de ingresos mensuales es el resultado de dos diferencias: la de ingreso horaria y la horaria. La diferencia en el ingreso percibido de las mujeres en relación con los colegas varones depende de la diferencia en el ingreso percibido por hora trabajada y de la diferencia en la cantidad de horas trabajadas. Esta situación afecta incluso más a las profesionales que a las técnicas y operativas del sector. (PNUD, 2018)

“La feminización de los puestos profesionales de la salud no condujo a avances significativos en términos de paridad de ingresos. La brecha de ingresos mensuales de la ocupación principal entre las y los profesionales alcanzaba el 19,6% en 2016, y no se identifica una reducción de esta en los últimos años.” (PNUD, 2018, 17)
En el subsector privado, donde los salarios se fijan de modo más “discrecional” que en el sector público, en 2014 el salario promedio en pesos de los asalariados registrados era de 9.349,6 para las mujeres y 12.079,9 para los varones, lo que representa una brecha salarial de 22,6 puntos, considerablemente alta en comparación con otros sectores. (AZPIAZU, 2016)

En la Ciudad de Buenos Aires, las mujeres representan el 64% del total de los/as trabajadores/as del sistema público de salud. No obstante, estas mujeres se reparten sólo el 49% del paquete conformado por el total salarial.
En el caso de la Carrera de Profesionales, la diferencia se mantiene prácticamente invariable: mientras las mujeres representan el 61% de los profesionales se reparten entre ellas sólo el 48% del total de la masa salarial. En la Carrera Administrativa esto no es muy distinto, ya que las mujeres siendo el 65% del total obtienen sólo un 52% de los salarios.” (DURE, COSACOV, DURSI, 2009)

Otro factor que contribuye a que los salarios sean diferenciales en favor de los profesionales varones, es su antigüedad relativa dentro del sistema, ya que la incorporación de las mujeres de forma masiva es más reciente. (DURE, COSACOV, DURSI, 2009)
“La brecha en Salud se encuentra muy por encima de otros sectores que también tienen una alta proporción de mujeres, como la enseñanza (-1,2), y es cercano a la brecha promedio de todas las actividades (25,1). Puede explicarse por el hecho de que las mujeres ocupan en mayor porcentaje ocupaciones menos calificadas y trabajan en promedio menos horas semanales que los varones.” (AZPIAZU, 2016)

-Distribución del Tiempo/Trabajo remunerado y trabajo doméstico
Desde la perspectiva de género, la diferencia horaria entre mujeres y varones, que redunda en una diferencia salarial pronunciada en la categoría profesional tiene que ver con la distribución entre trabajos remunerado y doméstico (no remunerado). Este aspecto que tiende a ser soslayado en los análisis, condiciona el tiempo disponible de las mujeres para el trabajo profesional ya que las tareas domésticas de
organización del hogar y el cuidado de niños/as y ancianos/as, sigue recayendo fundamentalmente sobre las mujeres.
“La diferencia entre las mujeres y varones del sector asciende a 1,8 horas diarias: mientras ellas en promedio dedican 4,8 horas, ellos dedican 3… Es decir, la cantidad de horas diarias invertidas por las trabajadoras del sector en el cuidado y organización de sus hogares es un 60% más que sus contrapartes varones.” (PNUD, 2018, 21)

HOSPITALES Y CLÍNICAS PRIVADAS
– Personal Jerárquico
En una primera instancia se procedió a analizar la distribución de mujeres y varones entre el personal jerárquico en hospitales públicos y clínicas y sanatorios privados de la ciudad de La Plata. Se establecieron 4 rangos jerárquicos que se componen de la siguiente manera:

• En el sector público “Rango jerárquico 1” son los/as directores/as ejecutivos/as,

• “Rango 2” directores/as asociados/as,

• “Rango 3” jefes/as de servicio,

• “Rango 4” jefes/as de sala o departamento.

Para los rangos 3 y 4 sólo se contó con información de los hospitales San Martín y San Juan de Dios. En el caso de los privados el “Rango 1” está conformado por autoridades, comisiones directivas o consejos directivos, “Rango 2” gerentes/as, comisión fiscalizadora, consejeros/as, consejeros/as honorarios/as y jurado de honor, “Rango 3” gerencias sectoriales, subdirecciones, jefes/as de sectores hospitalarios.
Tomando como referencia estos rangos se puede observar cómo en general, sumados todos los cargos jerárquicos solo un 40% de ellos son ocupados por mujeres. Si se considera solo el primer rango ese porcentaje se reduce a un 20% y en el segundo un 33% (Tabla 1 y Gráfico 1).

En el caso de los hospitales públicos, un 52% de los cargos jerárquicos son ocupados por mujeres mientras que entre los privados ese porcentaje desciende al 13%. En el rango 1 las mujeres detentan el 46% de los cargos en el sector público y el 11% en el privado, mientras que en el segundo rango la diferencia es aún mayor, siendo el 55% en los efectores públicos contra apenas el 3% de los privados (gráfico 2 y 3). A priori, estas diferencias podrían deberse a una mayor transparencia en la forma de acceso a los puestos jerárquicos y a una tradición del trabajo femenino vinculado al ámbito estatal y de servicios, aunque para poder corroborar estas hipótesis sería necesario contar con elementos que exceden el alcance de este estudio.

-Médicos/As Sector Público
Entre los/as médicos/as del sector público, el 58% son mujeres.
En el Gráfico 4 se puede observar cómo se distribuyen varones y mujeres según los hospitales. El indicador utilizado es el de relación entre médicas y médicos, que lo que hace es medir cuántas médicas hay por cada médico. Así en el Hospital Elina, la relación es de alrededor de 1,7 mujeres por cada varón y es la institución, junto con el Hospital Sbarra y el Hospital Korn, en la que hay más mujeres médicas en relación a médicos varones. En el otro extremo se encuentran el ex Reencuentro y el Hospital Bollini. En la mayoría de los casos se encuentran más médicas que médicos, lo cual refleja el proceso de feminización profesionalizada referido anteriormente.
La forma de contratación según sexo muestra que, en el caso de los/as residentes, el 65% son mujeres mientras que en el agrupamiento profesional se reduce al 55% (Tabla 4). Esto posiblemente está relacionado con un proceso de feminización de la medicina, hecho que se puede constatar observando los porcentajes de médicas según el rango de edad, porcentajes que decrecen a medida que se avanza hacia edades mayores. En el rango de 25 a 29 años las médicas son el 70% del total, entre los 30 y los 44 años el porcentaje es alrededor del 60%, entre los 55 y los 64 años las médicas oscilan entre el 50% y 55% y recién en el último rango de edad son claramente más médicos, siendo las médicas un 33% del total (Tabla 5). En el Gráfico 5 se puede apreciar el movimiento descendente de las diferencias.
Como se ve, la primera caída es la más abrupta pudiendo deberse a la carga de las residencias y la informalidad en relación las licencias por maternidad, que muchas veces pone a las mujeres en la disyuntiva de optar entre ser madres y sus carreras laborales.

Relación Mujeres/Varones
Al haber más mujeres, no llama la atención que en la mayoría de las especialidades sean más que los médicos varones.
Sin embargo, en algunas de ellas las diferencias son notorias. Por ejemplo, todos los casos de la especialidad nutrición corresponden a médicas mujeres, el 93% en tocoginecología, 89% en dermatología, 85% en reumatología, 83% en obstetricia y 81% en toxicología y en hematología, por citar las especialidades con mayores porcentajes de mujeres. En el otro extremo, las especialidades con mayor proporción de varones son: el 100% en urología, el 87% en traumatología, el 84% en neurocirugía, el 70% en cirugía y el 63% en cardiología (Tabla 6).

Desde una perspectiva cualitativa, y aun con las limitaciones propias de un estudio de campo de tipo exploratorio, se pueden visualizar -a través de entrevistas a profesionales médicas que trabajan en hospitales y han alcanzado cargos de jefatura y/o gestión- algunos obstáculos que han atravesado en sus carreras. Aunque estos relatos conforman su biografía particular, se hacen extensibles como las barreras simbólicas que las mujeres atraviesan en sus trayectorias laborales, en experiencias colectivas e individuales. Si bien la cantidad de variables que constituyen estas barreras no son abordadas en esta instancia de manera exhaustiva, se resaltan a continuación algunas dimensiones fundamentales de la problemática.

– Violencia simbólica. Segregación de género.
En cuanto a obstáculos no materiales que perjudican la carrera laboral de las mujeres, la violencia machista aparece en los relatos como vivencia sistemática, corroyendo subjetivamente la seguridad de las mujeres profesionales en su ámbito de trabajo. Y también a las estudiantes mujeres en sus ámbitos de estudio.
Por ejemplo, una terapia intensiva, entra una mujer a una interconsulta, todos los que están ahí escriben algo, del 1 al 10, le ponen puntaje.‘¡Qué forma de perder el tiempo!’ pensaba yo, me reía. Pero ahora lo veo desde otra óptica. Esas complicidades masculinas, el club de viejos amigos (D., médica, 63 años).

Información relacionada: En los hospitales las médicas son mayoría pero los jefes son hombres, diario El Día.