La corte ratificó la constitucionalidad de la ley 7722
R. Gómez Mederos
El agua es democracia, sin ella no podemos decidir nuestro futuro.
Casi es tan democrática como la democracia misma. El agua fluye libre entre las manos de los pueblos que la abrazan; su candente rumor trasvasa la racional mirada eurocéntrica que la estigmatiza como recurso. Su frescura calma el calor de quienes la defienden; se podría decir que es tan sufrida como el amor, la lucha por su tersura y libertad provoca alegrías y lágrimas, lágrimas de alegría y a veces de bronca.
Mendoza es un pueblo digno y valiente, como casi todos los pueblos remotos de este interior remoto que grita cada tanto el destino que no quiere y que no precisa, mucho menos impuesto desde los centros del poder global y sus acólitos locales.
El interior también es Argentina, de pie, irremediablemente de pie somos Argentina.
Todo empieza a ser menos permitido que antes. El poder cree que por unas burdas y mediocres elecciones va a hacer mella la fuerza de nuestro pueblo.
No le debemos nada a la más suprema de las cortes, son los unos pueblos tras otros pueblos que cada tanto damos unas estocadas de maravilla que dejan a los supremos cortesanos si otra alternativa que votar con las cuchillas en la garganta.
La ley tiene número y todo, casi como la cantidad de veces que sucesivamente la defendimos en distintos ámbitos. Esta ley no es cualquier ley, es la ley del pueblo, del agua, la 7722 es una ley nuestra, de nadie más; por eso no se toca, como Jáchal, como Famatina, como Esquel.
En la línea de tiempo la 7722 tiene más o menos la misma edad de las luchas socio-ambientales, su fecundación nace en un día de romance entre el pueblo y la conciencia de que el proceso de entrega de nuestros bienes comunes venia de la mano de las más importantes transnacionales destructivas, y de un cumulo de leyes y políticas orientadas a consumar un modelo estratégicamente en beneficio de la clase dominante.
Desde mediados del 2005 los vecinos auto convocados de San Carlos cortaron la ruta a la altura de la localidad de Pareditas, no tuvo retorno el debate sobre la posibilidad de una minería a gran escala que pudiera ser medianamente sustentable, en la práctica concreta los vecinos de San Carlos lo único que reclamaban es lo que muchos pueblos denunciaban como atropello de este tipo de minería y sus impactos en las comunidades donde esta se asienta, en este caso el proyecto Papagayos era uno de los emprendimientos cuestionados, el resultado fue el freno por tres meses de exploración y cateo de los proyectos mineros en Mendoza.
Pero la larga historia de lo que antecede la 7722 está construida desde las luchas asamblearias que comienzan en San Carlos y Tunuyán, General Alvear, Punta del Agua y la multisectorial del Sur , además de la Asamblea Popular Por el Agua del gran Mendoza , nacida en 2006 al calor de las luchas del sur. La ley le da respiro a los movimientos socio ambientales y a las comunidades en conflicto, porque sienta un precedente indiscutible con respecto del modelo extractivista en general, pero además reafirma la legitimidad de las luchas y le da un golpe letal al modelo, cercando en un círculo cada vez más pequeño a las transnacionales del sector.
La carga de gran subjetividad que enmarca este triunfo alienta a seguir adelante en la lucha por la democracia y la justicia ambiental, pero además abre un camino más que alentador sobre la discusión sobre la soberanía de decisiones de los pueblos, de qué estilo de desarrollo queremos para tener un modelo de país acotado al equilibrio y un verdadero vinculo relacional entre la sociedad y la naturaleza. En el camino quedo el freno a los permisos exploratorios, la suspensión de la actividad minera hasta que no se contara con un Plan Ambiental Provincial exigido por la Norma de Preservación del Ambiente (5961) aprobada allá por los años 90, el avance con respecto a que las declaraciones de impacto ambiental sean ratificados por la Legislatura, el triunfo sobre la prohibición de Sierra Pintada y Hierro Indio.
Queda mucho camino por recorrer; posiblemente, seguramente los salieris del diablo no dejaran sus traseros ergonómicos quietos sin hacer nada, es lo más probable que ya estén ensayando estrategias de todo tipo para quedarse con las suyas.
Nosotros también.
R. Gómez Mederos
Facebook: Asamblea Popular por el Agua
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