Los contextos inflacionarios, como el que atravesamos, generan que las discusiones paritarias se centren exclusivamente sobre la necesidad de lograr mejores remuneraciones que al menos equiparen el aumento de precios de los alimentos en particular y de los precios en general.
El 28 de abril, Día de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, nos encuentra en medio de un escenario de conflictos salariales de gran magnitud, con movilizaciones y medidas de fuerza que dan cuenta del atraso salarial que tienen las grandes mayorías de trabajadores y trabajadoras. Pero también, en los reclamos se han incorporado fuertemente reivindicaciones que apuntan a la mejora en las condiciones de trabajo.
Sería posible pensar que el atravesamiento de la pandemia COVID- 19 evidenció ciertas condiciones de trabajo que traen consecuencias negativas sobre la salud y visibilizó situaciones de exposición a riesgos pre existentes. Lo cierto es que crecen los reclamos por mejores condiciones de trabajo y se identifican situaciones de violencia laboral para buscar dar soluciones y cuidar la salud de las personas en los ámbitos de trabajo.
La situación en nuestro país se condice con este fenómeno a nivel mundial. Así el “informe mundial sobre salud mental” y su reseña normativa, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), destaca la importancia del lugar del trabajo en el entorno a transformar para mejorar la calidad de vida y salud mental. El documento indica dos elementos fundamentales que caracterizan esta etapa y sobre los que hay que intervenir rápidamente.
Por un lado, las múltiples situaciones de acoso y violencia laboral que se han facilitado por el uso de redes sociales para la comunicación interna entre jefes y jerárquicos con trabajadores y trabajadoras. Casos como estos se han hecho públicos y dan cuenta de acoso mediante hostigamiento y solicitud de tareas fuera de horario laboral y con característica de intromisión en la vida privada de las personas. Las denuncias y exposición de casos empezaron en los ámbitos estatales y ya han comenzado a ser visibles y se conocieron en ámbitos de trabajo privados. Siempre hay que sumar, a estas denuncias y exposiciones, las cifras ocultas de enfermedades y muertes derivadas de las condiciones laborales.
Por otro lado, el informe indica el crecimiento de casos de agotamiento laboral que deriva en síndrome de burnout o cabeza quemada. Este síndrome es producto de la alta exposición a factores de riesgo psicosociales en el ámbito del trabajo durante tiempo prolongado y se caracteriza por un desgaste persistente.
Por todo esto, es necesario abordar seriamente y sin demoras estrategias de prevención y protección de la salud mental en el ámbito laboral. Los agentes que intervienen en los procesos productivos, de fiscalización y control sobre las condiciones de trabajo tienen que garantizar que estas condiciones sean saludables en el ámbito de trabajo. Es necesario dejar atrás la lógica de Halloween de dulce o truco, que tanto daño a generado, presentada como las opciones a elegir entre salud o dinero.
FUENTE: Silvia Belga, Instituto de Salud Laboral y Medio Ambiente (ISLyMA)